Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Corazón cristalizado por Pookie

[Reviews - 108]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Death note no me pertenece, es obra de Tsugumi Ōba y Takeshi Obata.

La mécanica del corazón es obra de Mathias Malzieu.

Las frases en negrita están extraídas del libro de Malzieu, por lo tanto, son de su propiedad.

 Advertencia: Au (universo alterno), OoC.

Nos leemos abajito~

«Por mucho que uno se deleite con la luna también necesita del sol. »

 

Entramos y él con una delicadeza que parecía nueva, me depositó en el amplio sillón viejo de la pequeña sala, me sentía adormilado. Quería dormir pero al mismo tiempo no confiaba en hacerlo con él presente.

—Eres un tonto…—escuché y sentí como cerraba la puerta. Pronto su presencia volvió a mi lado, como si fuese el guardián de mis sueños—. Pensé que eras más inteligente que eso.

Lo miré, y paró súbitamente de hablar, como si mis ojos lo hubiesen congelado por un instante. Pude ver como desviaba la mirada, incómodo, al parecer. Se levantó y comenzó a pasearse por la sala, no sabía si lo estaba haciendo para evitarme, o si de verdad necesitaba algo. Desapareció de mi vista, y el sueño sólo aumentó su fuerza, mis párpados pesaban demasiado y ya no podía luchar contra ellos. Luego todo se convirtió en tinieblas.

No supe cuánto tiempo estuve dormido, pero cuando volví a abrir los ojos la nieve había parado. Intenté incorporarme pero me sentía terriblemente cansado y adolorido, como si alguien me hubiese golpeado. Me mareé y algo subió por mi garganta, transformándose en una tos incontrolable, al parecer me había enfermado.

—¡Near! —escuché y pude sentir los rápidos pasos de alguien, cuando pude enfocar con claridad vi a Matt a mi lado, su rostro parecía preocupado. ¿Por qué estaba preocupado? —. Near, ¿estás bien?

Asentí como pude y un punzante dolor en mi pecho me dejó sin aliento. Tenía frío, mucho frío y aun así tenía un paño mojado en mi frente. Sí, me había enfermado.

—Te desmayaste—Se sentó a mi lado y descubrí que estaba en una cama, en mi habitación—. Mello te trajo aquí y salió a buscar medicinas al pueblo.

—¿Por qué? ¿Qué hacen aún aqu…? —Un ataque de tos me interrumpió. Me dolía la garganta, como si algo estuviese en ella, produciéndome un calor sofocante.

—Tranquilo, no te dejaremos solo ahora—me dijo y acercó una de sus manos, con intención de tocarme. Instintivamente me alejé de él y lo miré con desconfianza. En su rostro se formó una sonrisa melancólica, y bajó su mano—. No te haré nada, Near. Confía en mí, en nosotros.

—¿Por qué…—comencé, intentando que mi voz saliera clara e imponente—…debería?

—Porque si quisiésemos hacerte algo, ya lo hubiésemos hecho—contestó con una sonrisa—. ¿No te parece?

Él tenía un punto, lo sabía. Sabía que ellos tal vez no fuesen malos, pero la desconfianza era demasiada. Era mi mecanismo de defensa, todo lo que tenía. Dudar, dudar de ellos. Dudar de mí mismo, y de la posibilidad de que alguien de verdad se preocupase por mí.

—Ustedes... saben cosas sobre mí.

—Así es, lo que hemos oído de otras personas. Las leyendas y…

—Entonces—interrumpí—, debería ser justo que yo sepa algo de ustedes.

Necesita saber algo de ellos, algo que me generara confianza. Algo que no me dijese que ellos me llevarían a otro lugar, ni me venderían aprovechándose del deterioro de mi salud, deterioro que era plenamente mi culpa por salir con una tempestad nevada.

—Tienes razón—contestó el pelirrojo, se tomó la barbilla y cerró los ojos por un momento. Cuando los abrió, me miro y pregunto: — ¿Qué quieres saber?

Encogí mis hombros. Si él me decía algo sin importancia, sabría que no podía confiar en ellos. Dependiendo de su respuesta, sería mi acción a seguir. Eso era todo, era una prueba y al mismo tiempo, tenía el próposito de conocer más a aquellos extraños que parecían no querer salir de mi vida.

—Bueno… Mello y yo somos amigos, aunque eso es obvio, ¿verdad? —me preguntó, yo no le respondí. Al notal mi silencio, continuó—. Vivíamos en un mismo recinto y desde pequeños quisimos recorrer el mundo. Crecimos escuchando historias sobre tierras lejanas, personas encantadas y todo tipo de cosas mágicas. Sin embargo, a Mello siempre le gustó tu historia.

Eso me desconcertó, ¿por qué? ¿Por qué la mía?

—No me preguntes por qué—Parecía que hubiese leído mis pensamientos. Matt se encogió de hombros y miró hacía la ventana, con gesto nostálgico— Siempre se preguntó cómo sería no poder sentir nada, lo triste que resultaría… y siempre me hablaba de ti. De lo mucho que quería conocerte. Si quieres mi opinión, él quiere ayudarte.

—¿Ayudarme? —cuestioné, escéptico—. ¿En qué podría ayudarme él? No lo necesito para…

—A veces—me interrumpió, mirándome—, no sabemos que necesitamos ayuda. Somos muy egoístas para darnos cuenta que no podemos solos con nuestros problemas. Si alguien quiere ayudarte, Near, creo que deberías pensarlo. No todo el mundo quiere hacerte daño, aunque parezca que es así. El mundo no es malo, es más que un pueblo congelado y asustado. Afuera, existe el sol y puede que no te derritas por él.

No sabía de qué hablaba, de por qué lo hacía o a dónde quería llegar. Me sentía confundido y el dolor de cabeza no ayudaba en nada, me volví a recostar y dejé que Matt me tocara la frente, midiéndome la temperatura. Mis fuerzas eran tan bajas que ni siquiera podía luchar contra su toque, sus manos estaban heladas y resultaron refrescantes en mi piel.

—Diablos…—susurró, preocupado—. Tu fiebre ha aumentado, deberíamos llamar a un médico….

—Nadie vendrá…—dije, recordando que la última vez que vi a uno, fue cuando me dijeron que era el niño maldito. Cuando me dijeron que mi corazón era puro hielo.

Ni siquiera cuando se enfermó Beatriz vinieron a revisarla,  creo que esa fue la causa de su muerte. No la enfermedad en sí, sino el miedo de los demás aldeanos por mí… ese miedo, mató a la única persona que se preocupó alguna vez por mi existencia. Y en parte, sentía que era culpa mía también, puesto que si no fuera por la supuesta maldición, nadie se negaría a venir y pudieron haberla tratado como se lo merecía. Muchas veces, en la soledad de la noche y cuando las culpas golpeaban a mi conciencia, me pregunté si yo era el culpable de la muerte de mi madre. Jamás encontraba una respuesta que me hiciese sentir… seguro.

Miré por un instante a Matt, y su cara me pareció tan familiar a la de Beatriz que sentí como mi corazón se rompía un poco más. La grieta que se había abierto con su muerte, ardió, más allá de la enfermedad fue el recordatorio de su partida y de mi soledad.

—Tranquilo… Near—escuché. De repente sentí otra voz y unas pisadas apresuradas—. ¡Mello! ¿Estás bien? ¡¿Qué te pasó?!

—¿Ah? Eso…—dijo el rubio recién llegado—. No es nada, primero tenemos que ver a este idiota. Después te preocupas por mí.

—Tiene mucha fiebre, Mello…—La voz de Matt parecía cada vez más lejana, como si estuviese debajo del agua—. ¿Qué haremos…?

Abrí un poco mis ojos y pude ver el rubio, se sentó suavemente a mi lado y puso su mano sobre mi frente. Su piel, al contrario de la de Matt, se sentía cálida pero no me molestaba. La mantuvo ahí por más tiempo, y casi parecía como una caricia.

—Maldición…—susurró para sí, pero por la distancia pude escucharlo claramente. Mis ojos volvieron a cerrarse y sólo me valía de mi audición para poder saber lo que ocurría a mi alrededor—. Matt, trae más paños mojados. Y un vaso con agua, le daremos las medicinas.

La presencia de Matt dejó la habitación, y pude escuchar como Mello suspiraba cansado. Su mano se movió de mi frente a mi mejilla y la acarició. Tal vez pensaba que estaba dormido pero esos gestos eran parecidos a uno de cariño… era casi como si se preocupara por mí. La grieta de mi corazón dejó de palpitar dolorosamente, y por un segundo, olvidé que la tenía. Su tacto era sanador y descubrí que no era tan malo que alguien se acercara a mí, tal vez un poco. Puede que gran parte de esos pensamientos se debiesen a la fiebre… nunca lo supe, aunque en ese momento preferí que fueran así.

—Estarás bien…—escuché, la voz de Mello me llegaba muy cerca, casi como si estuviese sobre mí—. No te pasará nada, no dejaré que nada te pase.

Hice un esfuerzo y abrí mis ojos, sólo para ver los azules irises de Mello, estaban  tan cerca. Su frente estaba apoyada con la mía, y su largo cabello rubio me hacía cosquillas en mis mejillas.

—¿Q-qué…—intenté decir, mi voz sonaba grave y rasposa—…crees que haces?

Pareció sonreír levemente y sus ojos brillaron, no me había dado cuenta los azules que eran hasta ese momento. La mano en mi mejilla no se movió, en incluso, pareció acariciarla con más vehemencia. ¿Qué pretendía?

—Nada—respondió, después de un largo silencio—. Aun estando en esta situación eres un arisco, ¿verdad? No te haré nada, lo prometo. Sólo descansa.

¿Podía confiar en ellos? ¿Podía simplemente cerrar mis ojos y confiar en que nada me pasaría? Que las cosas seguirían igual cuando despertará, ¿podía simplemente darles el beneficio de la duda?

—No tienes muchas opciones…—me recordó y sentí como Matt había llegado a la habitación. Recordé lo que el pelirrojo me había dicho… ¿y si tenía razón? Si el mundo, tal vez y sólo tal vez, no fuese tan malo, ¿podía confiar en que aquel par de extraños no me haría nada? ¿Qué fuesen parte de esa pequeña población de gente medianamente buena, como la mujer que me recogió? — ¿Lo harás? ¿Confiarás en nosotros?

Mi cabeza daba vueltas, así que asentí y esperé que eso no fuera un error. Que confiar, aunque fuera un poco en ellos, no me llevara a mi perdición.

De verdad que lo esperé.

Notas finales:

¡Hola! 

¡Espero que les haya gustado! Quiero aprovechar este espacio para darles las gracias por todo el apoyo que me han brindado ♥ De verdad, ¡muchas gracias por ser tan lindas conmigo!

Espero que estén muy bien, que sea una linda semana para todas. Como siempre, cualquier duda, queja, sugerencia o tomate, a la cajita de abajo. O a mi ask, en mi perfil ♥

Cuídense mucho, ¿sí? ¡Espero que nos leamos prontito! Pronto se viene la actualización de Von y el nuevo oneshot~ 

Pookie, la elfa llena de tareas, se despide ♥


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).