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"El diario de la Luna" (EXO) por Sai Choi

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Notas del capitulo:

No se asusten por el titulo pequeñas.

Pero este será el ultimo capitulo que pulicare en esta pagina.

Ya les he dicho que tengo muchos problemas con esta pagina, asíque dejenme avisarles que ya empecé a publicarla en Wattpad.

Los caps estan RE-editados, asi se entenderan mejo las tantas dudas que ustedes tenian.

Vayan a Wattpad, pueden encontrarme como Koko_Noona, y la novela esta bajo el mismmo nombre "El diario de la luna".

Por favor no dejen de leerr esta novela, ya que me gustan muchos sus comentarios. Vayan a Wattpad (si quieren xD) y pueden hablarme o comentarme y respondere allí sus dudas.

Y oublico cada 2 o 3 días, ya no tardo meses KEKEKE~

 

ESTE NO ES EL CAP COMPLETO, POR ALGUNA EXTRAÑA RAZÓN LA PAGINA NO QUIERE PUBLICARLO ENTERO, EN WATTPAD ESTARA COMPLETO.

P.O.V Narradora:

 

Era apenas la madrugada del viernes, el tan esperado día del baile había llegado al fin. Muchos estaban emocionados, y otros estaban nerviosos, mucho. Por su parte muchos tomaban la noticia de diferente manera.

 

******

 

Chen estaba sentado en su terraza cuando el sol se asomó por el horizonte. Como siempre se había pasado leyendo los mismos libros que había leído en las últimas décadas. Ninguno de aquellos viejos libros le pertenecía por supuesto, ya que entre ellos había libros infantiles. Su difunta esposa había tenido una variada colección de ellos, comenzó a coleccionarlos cuando se interesó en la idea de tener hijos. Chen suspiró al recordar esos eventos de años pasados, su esposa nunca había logrado quedar embarazada.

Ya que, como es bien sabido, aún que un hijo de un vampiro y una loba es posible, es casi como un milagro que ocurra, caso contrario si es una vampiresa y un lobo. JongDae acarició el libro entre sus manos:”Cuentos de la selva”, un libro que el mismo le había traído a ella en uno de sus tantos viajes por el mundo. Recordó lo feliz que ella se había puesto al recibirlo, y también recordó que ese fue justamente el libro que ella le lanzó en la cara la mañana que se marchó… “¿Tan poco me amaste?”, pensó dejando el libro para abandonar aquella terraza.

 

Bajó los interminables escalones y llegó hasta una puerta de madera de roble, la abrió y dentro estaba aquel espejo, cubierto, como lo había dejado la última vez que Xiumin entró en el.

 

Lentamente se acercó a el, y con una lentitud casi cautelosa le quitó los lazos rojos y la manta. Se encontró frente a frente con su reflejo y suspiró, el mismo rostro de los últimos 300 años.

 

-Volo vos videre eam... –le murmuró a aquella delicada y mágica pieza de cristal. Esta al instante brilló, obligandó a Chen a cerrar un poco sus ojos. Cuando el brillo desapareció fue capaz de “verla”.

 

Algo dentro de si se removió cuando el reflejo de la chica le sonrió, una sonrisa curiosa en un rostro peculiar, con unos ojos oscuros y extrañamente razgados hacía atras.

Se preguntó a si mismo. “¿Siempre he sido tan debil? ¿O es solo culpa de MinSeok?”

 

******

 

Por otra parte se encontraba Sehun.

Para el nunca había sido un problema dormir, es más, todos solían quejarse de que el era un vago y dormilón de primera. Pero allí se encontraba, sentado en el marco de la ventana del cuarto de Luhan. Cuidándole.

 

Aún que en realidad nadie le había pedido que cuidara del cazador, el lo había decidido por su cuenta, se trataba de la lealtad lo que le impulsaba a cuidar de su mejor amigo de la infancia en esos momentos.

Giró levemente la cabeza y le observó por el rabillo del ojo, Luhan se encontraba recostado en una cama de sabanas blancas muy desordenada. Pero el estaba tranquilo, quieto, Sehun pensó que se parecía a la bella durmiente.

 

Hacía horas que el mayor no despertaba, desde su última visita al centro comercial, cuando fueron al puesto de una adivina y curandera amiga de la familia Choi.

Luhan había estado metido en una pelea con un demonio, que aún que ganó, recibió mucho daño. El líquido púrpura que solían expulsar los demonios era semejante al ácido, este tenía varios efectos, en lobos debilitaba, en vampiros inutilizaba temporalmente sus poderes y en humanos mataba. Luhan tenía suerte de que no había sido mucho lo que aquel líquido alcanzó de su cuerpo, tan solo su brazo derecho. Y, según palabras de la adivina, Luhan debería de hacer reposo hasta que su magia pudiera hacer efecto y borrar cualquier rastro del veneno de demonio.

Porque si, el líquido púrpura no era más que veneno demoníaco, extraído directamente del infierno, no era tan complicado, había muchas entradas al infierno en el mundo.

 

-Puedes caerte ahí sentado Hunnie… -escuchó y no pudo evitar sonreír. Buscó la mirada de Luhan y este le miraba de reojo, también con una leve sonrisa, pero fatigada. –Es tarde para que estés aquí… El baile no es hasta la tarde.

 

-Estoy cuidándote hyung. –dijo bajándose del marco de la ventana, para cruzar la habitación y sentarse junto a su hyung. –Llevas dormido varias horas.

 

-¿Dona te encargó cuidarme? –preguntó divertido, se notaba bastante que el menor tenía sueño, ya que sus pequeños ojos color negro se veían adormilados.

 

-No, yo quería cuidarte. –murmuró y estiró su mano para retirar los cabellos que caían en la frente de Luhan, dándole un aspecto aún más angelical. –Como cuando era niño y me cuidabas cada vez que cogía un resfriado… ¿Recuerdas?

 

-Claro que lo recuerdo, no es como si el resfriado de un lobo pudiera pasar desapercibido. –dijo el mayor, y tenía razón. Los lobos resfriados tendían a cambiar de forma con cada estornudo, y sus poderes se descontrolaban mucho también. Luhan recordaba con muchos detalles el cuidar a Sehun enfermo, su poder era el manejo del viento, por lo que con cada estornudo el terminaba estampado contra alguna pared, en parte es gracias a Sehun el que su cuerpo fuera tan resistente. –Además, yo siempre he cuidado de ti cuando te enfermas.

 

-Lo se, por eso yo cuidaré de ti hasta que estés bien. –recalcó Sehun sonriendo, el no era de los que sonreían, Luhan se sentía feliz de ser de los pocos que podían apreciar el rostro de Sehun sonriente y risueño. –Y hoy en la tarde vendrás al baile conmigo, adorné un poco la silla de ruedas.

 

-Entonces… Dona te rechazó. –murmuró el de cabello castaño y rostro aniñado, el saber que su “compañera” había rechazado al menor le dejo el alivio en el pecho. -¿Sabes? La silla no es necesaria, podré caminar para esta tarde Hunnie.

 

-La Arioli del centro comercial dijo que no te esfuerces, o perderás el brazo. –Luhan frunció el ceño, no le gustaba para nada tener que estar en cama. Pensó en las palabras de aquella Arioli, aquella maga, aquella mujer literalmente le había dicho:

 

”El veneno entró en ti através de la herida causada, toma esta poción, en unas horas te sentirás mejor. Pero me temo que la piel de tu brazo esta muriendo, y hay muchas posibilidades de que lo pierdas.

Te sugiero que te prepares para lo peor Señor Cazador, pero no todo esta perdido, crearé un brazo por si pierdes el tuyo.

Aún así ve con cuidado Señor Cazador, recuerda que soy una adivina, y con seguridad puedo decirte que un futuro oscuro se esta acercando a ti”.

 

Luhan suspiró y no paso mucho hasta que sintió como el colchón se hundía a su lado. Sehun había caído de cara a la almohada a su lado, estaba muerto de sueño, y por más que no había comparación con la energía de los lobos jóvenes, Sehun ya había agotado hasta la última de sus reservas yendo de aquí para allá con la silla de ruedas de Luhan.

El mayor sonrió al ver la ridícula posición en la que había caído el lobo, con un poco de esfuerzo logró tomar las sabanas que cubrían su cuerpo y tapar con un poco de ellas el cuerpo de Sehun. Era sorprendente lo mucho que SU pequeño había crecido, era mucho más alto que el, y sus piernas se salían de la cama.

Votó por volver a dormir, acurrucándose contra Sehun, los lobos eran seres de sangre caliente, por lo que se sentía confortante el calor que desprendía su Dongsaeng.

 

******

 

Los primeros rayos del sol comenzaban a acariciar el horizonte cuando el ya se encontraba despierto.

Tao yacía sentado en el balcón de su cuarto en la mansión de los Choi, mirar el cielo era una de las pocas cosas que disfrutaba y podía hacer en su antiguo confinamiento donde los Wu.

Recordaba interminables noches sentado en aquel extenso y exagerado jardín, muchas veces se perdió en el, y en todas ellas fue encontrado por Kris.

Tao no siempre lo había odiado. El llegó muy pequeño a la mansión Wu, era apenas un niñito y Kris era apenas unos años mayor que el.

Los primeros 3 años en aquella mansión no fueron malos, al menos no con el, porque era demasiado pequeño como para mandarle a hacer tareas. Por eso siempre dejaban que Tao se quedara con Kris y sus, muchas, niñeras.

También recordaba como Kris nunca se portaba bien con ninguna de ellas, siempre se la pasaba gritando cosas como:”¡Quiero que el unicornio vuelva!”.

 

Tao nunca supo los detalles con exactitud, pero aparentemente el anterior niñero de Yi Fan había muerto en un incendio, en el mismo en que había muerto la señora Wu. Pero Kris nunca hablaba de su madre, era como si directamente el “Unicornio” hubiera importado más importante que ella.

 

-¿No es muy tarde para estar despierto? –escuchó a sus espaldas, giró y vio a Zelo, tan pálido como siempre, parado de brazos cruzados en el marco de la puerta.

 

-¿Sabes Zelo?… -empezó a decir. –Siempre me he preguntado porque tu piel es tan blanca si no eres vampiro.

 

-Eso se debe a que nunca asisto a los entrenamientos. –dijo avanzando y sentándose en el barandal del balcón junto a Tao. –Pero vamos, dime, ¿Por qué estas despierto?

 

-… -lo pensó unos segundos antes de hablar, ya que buscaba las palabras correctas. -¿Sabes Zelo? Yo no soy tan tonto como crees… Yo se bien que Kris estará hoy en ese baile.

 

-¿Y porque asistirás? –le preguntó el menor, sin poder evitar mirar los rayos del sol abriéndose paso en el cielo.

 

-No puedo… No puedo pasarme toda mi vida escondiéndome de ellos. –dijo suspirando. –No puedo dejar que Kris siga pensando que tiene control sobre mi vida y la de mi familia.

 

-¿Aún que origines otra guerra? –la voz de Zelo se oía preocupada, las guerras sobre-naturales no eran como las humanas. Se llevaba vidas, e incluso pueden hacer desaparecer civilizaciones.

 

-Si uno no arriesga… No gana. –dijo para luego dejar escapar un suspiro. –Pero, bueno, mejor ignórame Zelo… ¿Y tu? ¿Qué haces despierto?

 

 

-Estoy nervioso… -comentó abrazándose a si mismo, ya que era una madrugada algo fría para estar en invierno. –Además… Hay alguien que no deja de verme mientras duermo. –murmuró con una sonrisa mirando hacía la extensa arboleda, desde donde podía distinguir el único aroma que desprendía cierto vampiro rubio.


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