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No violence por sleeping god

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Notas del capitulo:

Agradezco a todos los que me escribieron, fue un gran apoyo a este nuevo proyecto y me animaron a continuarlo sin mayor tardanza.

Bueno, continuo.

El guardaespaldas despertó de mal humor, con un contratista que al estirarse no tuvo la molestia de ver hacia donde empujaba sus piernas, tirándolo de cara al piso.

-¡IZAYA-KUN!—gritó empezando a levantar la cama.

-Buenos días, Shizuo-chan ¿Cómo dormiste?—saludó el informante sin miedo alguno, al contrario, divertido de molestar un semidespierto y semidesnudo rubio.

-¡No me estés jodiendo!

-Baja eso. Me daré una ducha y desayunaremos para empezar el día.

Ya fuera por la hora o que el tono tranquilo de Orihara, terminó bajando la cómoda y empezó a vestirse.

-Me has dicho muchas veces que apesto ¿no es verdad?—cuestionó el pelinegro, dirigiéndose a la habitación de baño, siendo seguido por el otro.

-Sí.

-¿Cómo puedes decir eso si el que apesta aquí eres tú?—seguido de eso lanzó una carcajada que volvió a enfurecer a Heiwajima—Dúchate también—espetó parando su carcajada, deteniendo el eco de dos pasos y reduciéndolo a uno—cinco metros, monstruo, cinco metros—le recordó el informante.

-Me bañaré la semana entrante—dijo Shizuo aun con el trago pesado atorado en la garganta, sin comprender del todo la situación.

-No, en otros días no podré ni aguantarte.

Izaya corrió las cortinas y dejó el agua corriendo, sacó una toalla blanca y con la habitación empezando a llenarse de vapor observó al guardaespaldas.

-Shizuo-chan—murmuró mirándolo a los ojos, con la cabeza levemente levantada. Por otra parte, Heiwajima decía nada porque aún no lo comprendía y espera algo más claro—¿Qué esperas?—eso sobresaltó al rubio que sin quitarle la vista empezó a sacarse el saco—Shizuo-chan.

-¿Qué?

-¿Qué estás haciendo?

-Vamos a ducharnos—esa respuesta pareció un buen chiste para el informante que se tiró al piso en un ataque de risa.

-¡¿Qué es tan gracioso, maldita pulga?!

-¡Creíste que te bañarías conmigo!—eso logró avergonzar a Shizuo pero pasó pronto a la ira.

-¡Fuiste tú quien…!

-En ningún momento dije tal cosa como bañarnos juntos—explicó aun sin parar hasta que Heiwajima se desesperó y lo levantó con furia—Bien, bien—lo calmó el pelinegro, liberándose y bajando de las alturas, usando al otro como a un árbol—Lo que esperaba era a que te voltearas para poder meterme a la ducha pero al parecer tienes esos gustos así que te haré un favor desvistiéndome enfrente tuyo—cada palabra lograba saltar más las venas del rubio y si no fuera porque el otro empezó a cumplir lo dicho seguramente lo habría arrojado por la ventana. Se dio la vuelta velozmente y empezó a murmurar repetidas maldiciones.

Permaneció de esa manera hasta que Izaya salió y le dio el paso a que hiciera lo mismo.

-Vaya que eres un monstruo—escucho decir el más alto, dando con Orihara mirándolo sin pena ni vergüenza a su desnudes.

-¡Pulga pervertida!—y tan rápido como insultó Izaya se dio la vuelta con alegría infantil y permaneció de esa manera.

Al concluir volvieron a la habitación, con esa distancia de 5 metros perfectamente medida, cambiándose cada quien por su lado y bajando hasta una cocina igual de neutral que el resto, de ahí sacó el informante leche y colocó un par de panes en la tostadora, todo en un incómodo silencio.

-Puedes hacerte de comer—permitió Izaya con seriedad.

-No sé cocinar.

-Bueno, hay mucha comida instantánea—de esa manera descubrieron los dos, sin decir nada, que tenían algo en común.

Ambos con leche y pan tostado se sentaron a la mesa, frente a frente, comiendo con monotonía aunque la mirada rojiza lograba enojar cada vez más al rubio.

-Deja de mirarme—ordenó aun masticando el pan.

El otro no respondió en cambio siguió haciéndolo hasta terminar la comida, levantarse a dejar los trastes e irse a la sala a seguir en el computador. Esa acción provocó un suspiro en Heiwajima que esperaba otro día aburrido, sin embargo en un par de horas se levantó el informante, tomó su abrigo negro y salió, por lo que tuvo que seguirlo como una sombra, sin decir nada pero siempre presente.

Shizuo prendió un cigarrillo y fue tras él por las calles llenar de anuncios y aunque estrechas estaban transitables debido a que aún no caía la noche, únicamente en un paso peatonal en rojo se acercó más al informante, volviendo a notar ese desagradable aroma que emitía y que al parecer solo él notaba.

-Ya estamos llegando—informó Izaya, sorprendiendo al otro pues enfrente se encontraba el restaurant de sushi ruso con Simón publicitando como siempre su “rico” y “barato” sushi.

-¿Qué planeas con Simón?—cuestionó sin embargo no recibió repuesta.

-¡Hola, Simón!—saludó Orihara con infantil gesto.

-Hola. Pasen a comer—ofreció el negro algo impresionado de ver a esos dos a tan pocos metros uno del otro y sin causar ningún desastre, aunque eso no quitaba la cara enojada de quien viste de barman.

Entró primero Izaya y fue seguido por el rubio hasta una mesa.

-Izay…

-Lo de siempre pero que sean dos—pidió el informante, ignorando otra vez a su cuidador—Tengo hambre—informó mientras les servían el té.

-¿Qué mierdas estamos haciendo?—gruñó Heiwajima, listo para golpearlo si nuevamente no daba contestación alguna.

-Vamos a comer, idiota—dijo con un tono de molestia, si no hubieran recibido la comida en ese momento se habrían enfrascado en una pelea.

Volvieron a comer en silencio, siendo observados por varios comensales a la extraña pareja en apariencia calmada aunque se retaran con la vista en todo momento.

Al concluir la ciudad se encontraba iluminada y transitadas por multitudes de jóvenes, pasaron de largo un pequeño grupo de pañuelos amarillos, más adelante se toparon en dirección contraria a la motociclista negra y devuelta al departamento.

-Al fin vuelves, Izaya—regañó Namie, aunque no continuó hablando al ver al más fuerte de Ikebukuro entrando tras él.

-Continua—ordenó el informante, sacándose el abrigo.

-Tienes trabajo pendiente ¿Qué hace él aquí?

-Lo contraté—dijo sin más y volvió al escritorio—¿Qué requiere de atención?—de esa forma Shizuo quedó aparte, sentando en el sillón sin posibilidad alguna de entretenerse incluso cuando la secretaria se marchó.

-Shizuo-chan—le llamó Izaya. Tan aburrido y calmado se encontraba que dio a entender con un monosílabo que le ponía atención—Parece que ha sido un día tranquilo.

-¡¿Tranquilo?! ¡El día entero lograste sacarme de…!

-Pero no destruiste nada—sentenció Orihara como si fuera su victoria. A eso no pudo responder el rubio pues en contra de todo se alegró al darse cuenta que su fuerza de esa día fue extraordinaria, logrando contenerse frente a la pulga.

-Tienes razón—confesó el guardaespaldas con una sonrisa relajada, no dando con el otro que acompañaba su mueca.

Siguieron con el sonido del teclado hasta muy tarde y ya que Heiwajima se hartó de dar vueltas intentó fumar más su cajetilla estaba vacía.

-Saldré por cigarrillos—comentó y aunque esperaba una negativa a alejarse más de los 5 metros el informante estaba demasiado absorto en su investigación. Así que salió a la templada noche y en la tienda de comestibles compró los cigarros, viendo en la televisión el anuncio del próximo éxito de su hermano menor. Volvió pensando en esa ridícula nueva película pero a unos metros de entrar alcanzó a escuchar el sonido de un cristal siendo destrozado, entonces corrió para encontrar a Izaya lanzando sus mortales cuchillos a alguien que en cuanto lo vio salió por la ventana rota, escuchando el rugido un motor de alta potencia alejarse.

-¿Qué demonios fue eso?—cuestionó acercándose al pelinegro que sin decir nada se sacó un par de cristales de los antebrazos, producto de cubrirse al momento del estallido del vidrio junto a su escritorio.

Heiwajima aceptó su responsabilidad por esos cortes con un gesto más animal que humano, llevándolo a la fuerza sentar.

-¡Suéltame, bestia idiota! ¡Suéltame! ¡Suéltame! ¡Suéltame!—gritó Izaya a la mano que apretaba su muñeca y que aunque golpeaba parecía insensible a eso.

-¿Dónde tienes el botiquín?—cuestionó una vez lo sentó en el sillón y retirándose los lentes.

-No tengo.

Y nuevamente lo solucionó el guardaespaldas como entendía, lamiendo las heridas aunque Izaya se negara, golpeándole la cabeza con la mano sobrante hasta que se la sostuvieron.

-¿Quién es el violento ahora?

Eso enojó al informante e hizo reír al guardaespaldas.

-Ya ha dejado de sangrar—murmuró Shizuo, arrodillado frente al otro que no volteaba a verlo.

-Es hora de dormir.

Volvieron a la misma rutina, cada quien en su lado de la cama y aunque el rubio estaba feliz de pensarse un hombre sereno ese día también tuvo en cuenta la persona que atacó a Izaya, cuestionándose quién sería tan osado para entrometerse con esa odiosa pulga.

-Izaya-kun, no debí salir así que la próxima vez que vuelva ese sujeto estaré para cumplir con mi contrato—afirmó consiente de su error, a manera de mala y primitiva disculpa, dando con el rostro dormido del otro—Maldita pulga odiosa.

Notas finales:

Gracias por leer.


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