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No violence por sleeping god

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Notas del capitulo:

Espero no piensen que voy muy lento con estos dos pero es que así considero que podrían ser las cosas.

Bueno, lean.

-¡IZAYA!—escuchó Namie en la planta superior. Apenas eran las ocho de la mañana y esos dos ya estaban peleando. Subió a revisar, apenas abrió la puerta su jefe salió corriendo y enseguida Shizuo.

-¡Te mataré!—gritó el rubio, logrando alcanzar Izaya por el pantalón que al ser elástico le dejó la sensación de huir otros centímetros hasta ser completamente atrapado—Te tengo, maldita pulga.

Sin embargo el otro simplemente miró abajo y una sonrisa se dibujó en su rostro. Cuando Shizuo siguió sus ojos descubrió que casi tenía el pantalón en las rodillas.

-Solo fue un accidente, monstruo pervertido—alegó pero el otro no le importó la acusación.

-¿Cómo pudo ser un accidente que arrojaras mi ropa por la ventana?—dijo cada vez más enojado.

-Es que ya apestaba—fue su sincera respuesta, esquivando el golpe que venía a su cara, retrocediendo y subiéndose nuevamente los pantaloncillos—Namie—llamó a su secretaria, ya ignorando a su guardaespaldas que refunfuñaba al no ver cómo recuperar su ropa, preguntándose si tendría que pasar los siguientes días únicamente vistiendo un pantalón—¿Conseguiste lo que te pedí?

-Sí, ya está listo.

-Bien, saldré de inmediato—dijo y luego pasó al otro—Shizuo-chan, recuerda que son 5 metros.

A aquella bestia no le quedó de otra que ir tras aquel y esperar a que se vistiera.

-Tendré que pasar a mi casa—mencionó Heiwajima.

-No me place.

-No me importa si te place o no. Pasaré a mi casa y si no quieres venir no te protegeré, e igual si no quieres ni por eso te llevaré a la fuerza—se quedó esperando alguna otra excusa del informante pero este se quedó dándole la espalda, sin mencionar nada durante un minuto entero—Izay…

-Primero recogeré algo y luego iremos—cortó y lo obligó a salir así, sin siquiera zapatos.

Fue imposible que pasara desapercibido por las calles sin embargo Shizuo estaba más concentrado en el calor del asfalto en la planta de sus pies y en el paso lento de su contratista que prácticamente le hacía ir pegado a su espalda. Se dijo mentalmente que lo hacía para que toda la ciudad lo mirara y lo maldijo por ello.

Un sujeto se atrevió a reírse y no tardó el rubio en localizar un buzón, sin embargo una de sus manos fue tomada por el informante y lo arrastró hasta un local.

-Es aquí—comunicó Izaya, soltando al otro—No puedo llevarte conmigo así que espera aquí. No tardaré.

-¿Entonces que mierda significó eso de los cinco metros?—cuestionó el guardaespaldas, aun recordando el incidente de ayer.

La pregunta pareció dejar sin palabras al otro hasta causarle risa, entonces le señaló que lo siguiera a una puerta al final del pasillo mal iluminado, dentro esperaban un par de sujetos, sentados en uno de los dos sillones que separaba una mesa de metal, donde únicamente se encontraba un cenicero desbordante.

El informante saludó infantilmente y tomó asiento, sin embargo los otros miraban con curiosidad, agresividad y cierta gracia al rubio.

-¿Tienen lo que pedí?—rompió el ambiente Orihara, enfrascándose en la conversación de negocios, dejando nuevamente al otro como un fantasma innecesario. Intentó sacar sus cigarros para darse cuenta que los olvidó, entonces interrumpió:

-¿Me dan un cigarrillo?

Se guardó un silencio casi ceremonial, como si hubiera interrumpido un funeral con una broma, hasta que uno de los sujetos le entregó uno y le acercó el encendedor mirando sin discreción al joven semidesnudo.

Apenas dio la primera calada Izaya le pidió con un gesto tomar asiento a su lado. Primero Shizuo creyó que lo estaba provocando dejándolo a punto de romper el cigarro más luego se imaginó que lo haría con el fin de defenderse de esos dos, así que lo hizo, prestando nuevamente oídos sordos a la conversación.

-Vámonos—finalmente terminó y emprendieron camino bajo el sol que descendía, dejando un leve frescor. Esta vez el que seguía era Izaya, aunque prefería hacerlo a un costado del otro en vez de mirar la espalda ancha y clara.

Al llegar Shizuo pasó primero, con algo de molestia a que el otro también entrará, de inmediato fue a su habitación a buscar uno de los muchos trajes que poseía pero Izaya estaba demasiado cerca como para quitarse el pantalón, aunque recordaba que ya lo había visto desnudo.

-Necesito usar tu computador. Es urgente—pidió el informante con tono serio—Debo comprobar la información que acaban de darme.

Con una leve frustración le permitió usarlo pero como estaba en la misma habitación tuvo que tomar su ropa y cambiarse en el baño, al volver descubrió al pelinegro bebiendo una botella de leche mientras llevaba la almohada al lado izquierdo de la cama.

-¿Qué se supone que estás haciendo?—gruñó el rubio.

-Lo siento. Tal parece que me mintieron e ir a mi departamento no es seguro así que nos quedaremos aquí.

-Entonces vamos de regreso, acabaré con ese problema y me dejarás en paz antes de tiempo.

-No es adecuado—confrontó Orihara, ocultando la mirada, escondiendo cierta información al otro que se cuestionaba que asustaba al informante a tal una punto.

-¿Qué ocurre, Izaya-kun?—finalmente preguntó, sentándose en la cama.

-¿Qué pasa, Shizuo-chan?—cuestionó con mofa y arrogancia—¿Quieres saber quién me molesta? ¿Quieres protegerme? ¿No quieres que nadie más me lastime aparte de ti?—con cada pregunta se acercaba más al guardaespaldas que rudamente lo tiró de espalda en cama.

-¡Soy tu maldito guardaespaldas así que no es que me importes sino que es mi trabajo y me harías más fácil esto contestando qué ocurre!

Por un breve segundo logró asustar al contratista, sin embargo rápidamente colocó una sonrisa y con voz firme le ordenó:

-Nos quedaremos aquí por mi seguridad—con frustración el rubio empezó a quitarse hasta que lo nombraron y le dijeron—Si no te digo nada es porque aún no lo sé.

Heiwajima suspiró, observando con recelo y sin comprender del todo los detalles de su cama, las sabanas verde pálido, la única almohada de blanco más bien grisáceo, los cabellos negros de Izaya, su pecho que subía y bajaba en calma, el rostro sereno y sin sonrisa, y los ojos marrones rojizos fijos en los suyos que se ocultaban tras las gafas, posiblemente reflejándose en ellas.

Debería quitarme, pensó fugazmente Shizuo mas no lo hizo hasta que Izaya sonrió como acusándolo.

-Espero que no tengas pervertidas ideas en la noche, Shizuo-chan. No quisiera que te aprovecharas de mi pobre y virgen cuerpo—se embromó Orihara mientras se abrazaba a si mismo fingiendo inocencia—Pero no te culpo, debe ser difícil resistirse siendo solo una bestia—pasó sus ojos rojos al otro para ver si era suficiente provocación pero como no parecía estallar agregó algo más—Considerando que te gustan los hombres y…

-¡Maldita pulga!

Logró sujetar una mano del informante y jalarlo hacia él, únicamente destrozando la manga de la ropa y cuando quiso escapar concluyó por tironear de la camisa, echarlo en la cama y dejarlo tan aturdido como para darle tiempo de levantar el escritorio, sin embargo Izaya lo pateó donde pudo para que cayera el mueble detrás de su cabeza y al rubio sobre él, maldiciendo agriamente pues le dio en los genitales.

-¡Te mata…!—calló al ver el silencio penoso que mantenía Orihara, con la cara al lado contraria de la suya, fingiendo demencia al tacto que poco a poco descubrió el guardaespaldas. Lo tenía aprisionado bajo su cuerpo, una mano al costado de la cabeza del otro y la otra sujetándose la entrepierna que se acariciaba contra una de las piernas del informante, una de sus piernas metida entra los otras dos de Izaya, y su rostro demasiado cerca del otro. Tragó saliva con fuerza, escuchando el retumbar molesto de sus latidos y sintiendo como el dolor de sus genitales desaparecía pero que sentía que estaba poniéndose duro.

Orihara sacó el aire en algo que intentó fuera un suspiro pero que sonó mas como un leve gemido que sorprendió a ambos.

Ninguno atinó a moverse.

Crujió la cama con el movimiento de Shizuo de quitar su mano de la entrepierna y lentamente ponerse en sus manos sobre el otro para verlo con la playera rota, dejando ver un hombro y medio pectoral. Volvió a tragar saliva.

Izaya se levantó, quedando frente al otro, mirándolo retadoramente a los ojos pero sin burla. Luego pensó que no debió acercarse tanto a los labios del otro.

El olor de la pulga le impregnaba la nariz, teniéndolo tan cerca sentía ganas de mandarlo a volar y cuando lo intentó lo único que logró fue colocar una de sus manos en el hombro desnudo y volver a tirarlo con el encima y respirarle cerca de la boca. Se enfureció con su pene lastimándole, apretando con furia el hombro del otro que dio un grito ahogado que le rosó los labios.

-Apestas—comentó secamente, como si no hubiera sentido ese contacto.

-Eres un monstruo. Me estás rompiendo el hueso—entonces se quitó Shizuo y el otro fue por algo de comer a la cocina, ya que el departamento no era muy grande permaneció uno en la habitación y otro en la cocina sin dejar de respetar los cinco metros hasta la hora de dormir, cada quien en su lado pero descubriendo que estaban demasiado a la orilla, como intentando alejarse lo más posible el uno del otro.

El rubio se quedó mirando la pared en la oscuridad hasta ver sus pantalones y preguntarse que fue esa reacción, esa escena, aquel momento… Aun sentía que si lo pensaba demasiado nuevamente ocurriría. No le preguntaría a Izaya pues seguramente no contestaría, igual que todas la veces. Habiendo pasado más de uno hora se giró un poco para no caer, encontrando con que el otro permanecía de lado, con los ojos cerrados con enojo, hecho un ovillo más bien en actitud de berrinche y sus mejillas coloradas.

-¡Ya duerme, Shizuo-chan!—gritó sin querer ver a su guardaespaldas—Maldito monstruo—se reacomodó en su lado de la cama, si bien nunca ninguno dijo algo así como mantener sus distancias ahora parecía que la regla de los cinco metros no era sólo no estar a una mayor longitud que esa, sino que ahora incluía no acercarse a un número menor pues lo habían convertido en unos tensos metros cargados con algo que no querían descubrir.

Notas finales:

Gracias por leer.


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