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No violence por sleeping god

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Notas del capitulo:

Me disculpo por la tardaza pero es que las vacaciones me hacen flojo.

Lean.

-¡Iza…!—calló de golpe Shizuo al descubrir que su despertar era natural y no inducido por su contratista. Al otro lado la cama estaba vacía e incluso tendida pero alcazaba a oír ruido en la cocina así que se desperezó y fue a ella, encontrando un monumental desastre y a Izaya cocinando con particular felicidad.

-Buenos días, Shizuo-chan—saludó cantarinamente.

-¿Qué diablos le hiciste a mi cocina?

-Intenté cocinar—respondió con una sonrisa que después cayó en pesar fingido—Aunque no me fue muy bien. Igual creo que es comestible—dijo, mostrando en la mesa un par de platos servidos de un huevo revuelto recocido.

-¿Preparaste el desayuno?—cuestionó con incredulidad el guardaespaldas.

-No soy tan desagradecido como tú—buscó hacer rabiar al otro, lográndolo más igual no contestaba del todo su amabilidad.

-Podría estar peor—indicó el rubio y su intento de alago fue recibido con una sonrisa de desagrado—No me habría quedado mejor—compuso y esta vez la sonrisa fue sincera así que la devolvió con la misma naturalidad.

Ambos actuaban dejando en lo más recóndito el problema de ayer.

-Tendrás que ayudarme a limpiar la cocina—ordenó Heiwajima dejando los trastos en el fregadero.

-Quien cocina no lava trastes—mofó Orihara, abandonando esa habitación y yéndose a la otra para encender la computadora.

-¡Creas un holocausto en mi cocina y te niegas a limpiarla! ¡¿Eso es ser más agradecido que yo?!

-Sí.

-¡Maldita pulga…!—controló su furia a unos centímetros, se la tragó amargamente y empezó a limpiar, aunque sin dejar de maldecir al pelinegro.

En un momento de calma se puso a fumar y revisó su teléfono, checando por curiosidad la página de los Dollars que había estado en calma últimamente, sin embargo le llamó la atención una pregunta de un usuario que respondía el mismo líder; esta decía:

“¿Una isla calma?”

“Conozco una. En la estación del metro a las 6 pm”

-Shizuo-chan.

-Maldito enano—fue a donde le hablaban para encontrar que Izaya le había abierto la puerta a su hermano menor.

-Kasuka—mencionó un tanto impactado con su presencia.

-Me alegro mucho por ti—felicitó el menor que no mostraba tal sentimiento de felicidad—Llegué a dudarlo pero sabía que al final encontrarías a alguien.

-¿Qué…?—entonces tanto Shizuo como Izaya se miraron, comprendiendo el significado que el actor le había dado a que Orihara le diera la bienvenida al departamento en el que el rubio no permitía entrar a nadie más que a su familia.

-No he traído nada para felicitarlos así que vuelvo enseguida—se marchó justo antes de que la pareja pudiera explicar algo, entonces cuando sus miradas se cruzaron volvieron a sentir la incomodidad del día anterior. Shizuo giro rápidamente la cabeza pero no pudo evitar notar que Orihara se sonrojaba bastante.

-Cuando vuelva le explicaremos—indico el informante, marchándose a la cocina y ayudando a limpiar.

-Disculpa a mi hermano, él siempre busca que tenga trabajo, pareja y comida—indicó, tratando nuevamente de relajar el ambiente.

-No es tu culpa. Yo abrí la puerta y le dije que pasara como si fuera mi casa.

El rubio apenas pudo creer que el otro no lo culpara o se burlara o cualquier cosa para hacerlo enojar, sino que se comportaba amable y comprensivo. Sonrió e Izaya hizo lo mismo hasta estornudar.

-Lo siento, nunca me ha gustado el olor a cloro—se excusó bajo el aroma del limpiador.

-Toma—le dio una toalla de papel y sin pensarlo Heiwajima le reacomodo el cabello que se desordenó. El pelinegro levantó la cabeza y se quedaron quietos. Ninguno pensó en lo comprometedor de la escena hasta que Kasuka habló después de entrar al lugar que dejaron abierto.

-Regresaré más tarde.

-¡No hacíamos nada!—gritó Shizuo con vergüenza.

-Descuida, hermano. Tus gustos no son ningún problema.

-¡No! ¡Él y yo sólo…!

-Basta, Shizuo-chan. Lo arruinas más—rezongó Izaya con enojo.

-¡Tú no ayudas mucho al llamarme “chan”!

-¡Ni tu manoseándome!

-¡No te manoseaba!

-¡Pervertido!—y giraron a ver que hacía rato que se había marchado el actor, dejando un obsequio un poco más grande que un teléfono móvil.

Ambos se fulminaron con la mirada pero la curiosidad hizo que el rubio estuviera pendiente del otro que leía la nota.

-“Felicidades hermano. Siempre supe que terminarían juntos. Les deseo la mejor de las suertes”—inmediatamente quitó el moño azul y abrió la caja donde estaban unos chocolates de buena marca y…

-¿Condones? No esperaba que Kasuka me diera algo así—dijo el guardaespaldas para tomarlos y darse cuenta de lo apenado que quedó el otro—Obviamente le explicaré después—agregó para que no lo tomara tan apecho.

-Tu hermano es igual a ti—comentó Orihara para sentirse más seguro de sí mismo—Un pervertido, no sólo los condones sino que estos chocolates son afrodisiacos.

Mentalmente maldijo a su hermano menor con esa ocurrencia.

-No los comeremos y listo—finalizó—¿Qué haremos hoy?—quiso saber para cambiar el tema.

-Saldremos a hablar con unas personas y ver si volvemos a mi departamento.

Acabaron de limpiar en silencio y fueron a la calle que de inmediato los envolvió con el abrumador calor y que al principio no molestó al guardaespaldas sino que fue hasta que pasaron más de dos horas caminando por las concurridas calles del centro de Ikebukuro.

-¿Qué pasa? ¿Tu información es incorrecta?—se burló con mal humor por el clima.

-No, sólo no están donde se suponía—respondió de mala gana, dando nuevamente la vuelva al local de sushi ruso, donde los dos pasaron sin saludar a Simón.

Por fin paró con un grupo de cuadros azules con los que entabló platica el informante durante media hora hasta que el conjunto de adolecentes pareció enfurecerse con la actitud de Orihara.

-¿Qué pasa?—calmó los ánimos Shizuo pero en pocos minutos volvieron a gritar, así que se acercó dispuesto a golpearlos sino es que su contratista le hizo una seña de negativa que desembocó en una riña donde Orihara no se metió, dejando al otro con los casi veinte jóvenes con tubos y rocas, gritándole que se quitara.

-¡Paren con esto!—ordenó con dura voz Kadota y a regañadientes le obedecieron—Izaya, no deberías molestarlos—le indicó a quien sonreía sin vergüenza.

-Quizá me pasé un poco—dijo sin realmente creerlo—Vamos, Shizuo-chan.

Le siguió hasta que un anónimo entre el grupo hizo un comentario:

-Ve tras tu hembra, maricón.

El rubio se detuvo en seco y con odio dijo:

-¿Quién ha dicho eso?

Todos se estremecieron a excepción de Kadota e Izaya que se resignaron mientras arrancaba una señalización y empezaba a batearlos sin problema, empezando a jugarse cada vez más de esta banda a ayudar a los suyos hasta volverse una gran pelea callejera.

Aun con su enojo buscó a su protegido que se defendía sin problema con su navaja y hábiles movimientos, el único problema era que se alejaba cada vez más, preocupándole que si lo perdía nuevamente lo encontraría herido.

-¡Por aquí!—les indicó el líder de los pañuelos amarillos. Ya que Orihara lo siguió Shizuo tuvo que hacer lo mismo, corriendo entre los transeúntes y espectadores hasta un callejón donde los pañuelos amarillos los defendieron—Salgan por ahí—sonrió Kida con amabilidad y ambos se fueron como si nada hubiera pasado.

-¿Qué hiciste?—recriminó el guardaespaldas.

-Mi trabajo, eso es todo. Siempre ocurre que se quieran creer de más y tenga que ponerlos en su lugar. Los humanos actúan tan extraño, se dejan llevar por sus emociones tan fácilmente ¡Por eso los amo!—apenas concluyó su frase lo arrojaron contra una pared que le sacó el aire pero eso no le impidió poner una sonrisa de burla contra el rubio.

-¡Causas problemas por estupideces!—gruñó con más enojo del que pensaba.

-Es tu trabajo así que no te quejes—seguido le quitó las manos y dejó su propia palma en el hombro.

-¿Qué tienes ahí?

-Nada.

-Huele a sangre.

-Pareces un per…—le quitaron la mano y vieron la cortada en su hombro.

-Eres un imbécil, no puedes ni protegerte.

-Ese es tu trabajo—esperó otra reclamación pero en vez de eso lo tomaron de la mano y empezaron a arrastrarlo por la ciudad, ignorando el rubio las quejas y preguntas hasta llegar con Shinra—¿Qué hacemos aquí?

-Te van a curar—abrió la puerta y encontró al doctor viendo televisión junto con Celty. La pareja se les quedó viendo por un buen rato.

-¿Qué?—preguntaron los otros dos finalmente.

-Es que… bueno… vienen tomados de la mano.

-Lucen adorables—agregó Celty.

Se soltaron de golpe.

-Sólo cura a esta estúpida pulga—ordenó el rubio.

-Está bien, no tienes que enojarte Shizuo.

-¡Él y yo no somos nada!—aclaró furioso—Saldré a fumar—salió al balcón, dejando a Izaya con el médico.

Mientras encendía el cigarrillo se dio el tiempo de pensar en quién podría tener la habilidad de herir a Izaya, es decir, a el mismo le costaba trabajo lograr siquiera tocarlo ahora apuñalarlo.

Resistió romper el cigarro, inhalo hondo y volvió a meditar. Podría pensar que los cuadros azules eran los culpables pero si Izaya los usaba y Kadota les ayudó eso los descartaba, después estaban los pañuelos amarillos pero nuevamente Kida intervino en su ayuda; de ahí pasó con algo de dudas a los Dollars que, aunque pertenecía a ellos, podrían estar divididos, también la mafia con la que se juntaba el informante aunque era difícil creer que fuera tan estúpido como para que el mismo Izaya no lo supiera.

La mujer sin cabeza llegó a su lado y le preguntó:

-¿Qué ocurre? ¿Por qué estás con Izaya?

-Me contrató contra mi voluntad.

-Por un momento creí…

-Ni lo pienses—interrumpió.

-Lo siento—se disculpó y volvió a escribir rápidamente—¿Para qué te contrató?

-Como guardaespaldas. Parece que alguien lo ha estado molestando y no logró averiguar quién. He descartado a algunos pero sólo he visto una vez a ese sujeto.

-¿Cómo era?

-No logré verlo bien—volvió a pensar en ese hombre que pudo subir por la ventana hasta el departamento a esa gran altura y bajar sin herirse, después recordó el ruido del motor como de…—Una moto—se dijo, miró a Celty y después pensó en Shinra y lo unido que es a ella—Ustedes…—sin dejar que la otra dijera nada entró corriendo al departamento y al no ver al médico y el pelinegro le invadió el pánico, yendo a la primera puerta que era un baño, a la siguiente que era una habitación vacía y a oscuras.

-¡Izaya!—gritó con desesperación.

-¡¿Qué?!—le contestaron desde la cocina a la que fue corriendo, encontrándolo vendado del hombro y con el medico guardando los artefactos.

-¿Qué pasa, Shizuo? Luces como si hubieras visto un muerto—indicó Kishitani.

-No… nada…—al entrar Celty todos lo miraron como un loco y la verdad es que no encontró cómo evitar parecerlo.

-Vamos—indicó el informante, volviéndose a colocar la camisa y el abrigo. Al salir al atardecer Heiwajima sólo quería disfrutar del fresco pero ya que empezaron a llegar a la estación del metro tuvo que preguntar.

-¿A dónde vamos ahora?

-Saldremos de la ciudad. Tómalo como unas vacaciones.

-Las vacaciones son para relajarte y tú me estresas.

-Entonces si las vacaciones te estresas toma el día de hoy como tu día libre—se burló y luego rio mientras bajaban las escaleras.

-¿A dónde iremos?

-A una isla calma.

Esas palabras resonaron en la mente del rubio y abajo se encontraba Mikado, esperándolos.

-Gracias por el favor, Ryuugamine.

-No es nada. Aunque quizá se aburran allá.

-Nos las arreglaremos.

Se detuvo el tren frente a ellos en un suave rechinido.

Pasajeros con destino a Saitama, favor de abordar.

-¿Saitama?—cuestionó Heiwajima.

-Sí, estaremos los dos solos por unos días—respondió Izaya.

-Tienes razón, comparado con eso hoy fue mi día libre.

Notas finales:

Gracias por leer.


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