Escape a Honolulu
Capítulo 1: El escape
Se podía ver a dos griegos muy molestos dentro de la casa de Escorpio, eran Aioria y Milo que se hallaban enfadados por las actitudes de sus respectivos novios, la situación de ambos era muy similar, se sentían prácticamente desplazados y no tomados en cuenta por sus parejas.
—Con Camus siempre es lo mismo —exclamó con hastió Milo. Siempre el deber es lo más importante para él, pareciera que ni siquiera le importa lo que siento.
—¿Tú crees que tienes problemas?, Shaka se la pasa todo el maldito día meditando, prácticamente no quiere estar conmigo nunca, la verdad no sé porque acepto estar conmigo —respondió un frustrado Aioria.
Ambos guardianes suspiraron por lo mal de su situación, se sentían completamente, dejados de lado y lo peor de todo pensaban que sus parejas en realidad no sentían nada por ellos.
—Milo estoy harto, siempre es lo mismo, los últimos meses desde que comencé a andar con Shaka todo ha salido mal, pensé que ahora que el me había aceptado a su lado correspondería a mis sentimientos, pero veo que me equivoque — menciona un dolido leo.
—Con Camus las cosas siempre han sido más o menos igual, el por naturaleza no es alguien expresivo, pero últimamente lo único que hace es mirarme fríamente o fastidiado cuando me acerco, cuando quiero estar un momento con él, siempre coloca de excusa que tiene algo que hacer y que su deber como caballero es primero —.
—¿Realmente crees que nos quieran bicho?, es que esos dos parecen más preocupados de todo menos de nosotros o lo que sentimos por ellos —.
—Odio admitirlo, pero tienes razón, a esos dos no les interesamos para nada, creo que lo mejor sería alejarnos un tiempo, ya sea para ver si siquiera se molestan en buscarnos o simplemente para poder olvidarlos —.
—¿Qué propones exactamente Milo? —pregunta un desconcertado Aioria.
—Que nos alejemos del santuario, vámonos lejos donde no puedan encontrarnos fácilmente y podamos disfrutar de un lugar tranquilo, después de todo nuestras vacaciones ya están cerca ¿no?, nos vamos sin que nadie se entere y listo —.
—Irnos sin avisarle a nadie..., ¿estás seguro de eso Milo? —.
—Sí, el patriarca no podrá decirnos que no, simplemente le decimos que queremos adelantar nuestra salida y listo —. Después de todo ya nos debe dos años de vacaciones.
—Tomarnos vacaciones lejos sin que nadie sepa donde fuimos... —murmura en voz baja un no muy convencido Aioria, pero aún así no replica contra la idea de su amigo, sino más bien que lo apoya a pesar de que no está muy decido—. No estoy muy seguro que sea tan buena idea, pero iré contigo bicho, entonces ¿hacia dónde iríamos?
—Eso déjamelo a mi gato, tu solo preocúpate de que nadie te descubra que yo elegiré el destino más adecuado para dos novios despechados —respondió escorpio con una sonrisa algo maliciosa.
Aioria vio al guardián de escorpio con algo de duda, pero se limito a dejarlo pasar, ya después pensaría con más calma toda la situación, ahora solo debía ir con el patriarca para asegurar que su salida sea sin contratiempos.
Quince días habían pasado desde la conversación en escorpio y el plan seguía en marcha. Ambos se irían esa misma mañana sin que nadie en el santuario se percatara, por supuesto sus novios no tenían la menor idea de lo que estaba sucediendo, según ellos tenía mejores cosas que hacer que estar pendiente de la actitud de sus infantiles parejas.
Milo estaba alistando sus últimas pertenencias para salir, el Sol apenas estaba asomándose por el horizonte, era el momento perfecto para escabullirse sin dejar rastro. Estaba ansioso por realizar aquel viaje, aunque también algo triste por dejar a Camus atrás y darse cuenta de que a él no le importaba su ausencia.
—Este viaje es para poder buscar lo mejor para mí —se dijo a sí mismo el escorpión.
Con paso raudo y sigiloso paso por las casas inferiores hasta llegar a leo, ahí estaba un Aioria listo para acompañarlo en el viaje que podría cambiar sus vidas.
Ambos griegos se miraron y emprendieron el camino hacia la salida del santuario.
Milo se encargo de llevar a Aioria hasta el aeropuerto de Atenas, donde tomarían el vuelo que los sacaría de Grecia.
—Milo aún no me has dicho hacia dónde iremos —.
—Espero que te guste la playa gato, por que iremos a Hawái —pronuncia un entusiasmado Milo.
—Hawái..., supongo que no es mala idea, después de todo es para relajarnos —.
Con una sonrisa lobuna el guardián de escorpio mira a Aioria y le habla.
—No solo vamos a relajarnos gato, vamos a divertirnos y olvidarnos de todo, de Camus, Shaka y el santuario —.
—Milo..., no creo que... —.
—Deja la mojigatería, no te queda si eras uno de los más fiesteros antes de estar con Shaka —.
—Eso era antes —exclama Aioria un tanto ofendido
—Por eso gato, es bueno soltarse de vez en cuando, ahora solo estamos tu y yo, además al igual que tu desde que estoy con Camus ya no salgo a fiestas, pero a ellos nosotros no le importamos demasiado, así que, que interesa.
—Tienes razón divirtámonos como en los viejos tiempos bicho —.
—Así se habla gato, vamos a Hawái a olvidarnos de todo—.
Vuelo con destino a Honolulu, Hawái, presentarse en el puerto dos.
—Es hora de irnos —repitieron ambos en cuento escucharon el llamado de su vuelo.
Las cosas en el santuario eran bastante diferentes, Camus estaba algo enfadado, aunque también se sentía algo culpable consigo mismo por cómo había estado tratando a Milo, por lo que decidió levantarse temprano y disculparse con este, pues a pesar de ser algo frío y distante con él seguía queriéndolo.
Bajo lentamente por los templos hasta llegar a escorpio, alzo su cosmos esperando que el custodio lo recibiese, pero nadie salió, eso desconcertó un poco a Camus, ya que era demasiado temprano como para que Milo no estuviese, se adentro en el silencioso templo intentando hallar alguna pista de donde estuviera su novio, pero la casa de escorpio parecía estar vacía, Camus comenzó a preocuparse un poco y también a fastidiarse, ya que había bajado para disculparse y Milo no estaba en su templo.
—¿Dónde se habrá metido el tonto de Milo? —.
Llego hasta la habitación del guardián, sin embargo tampoco había nadie, aunque algo no estaba bien, la cama se hallaba desarmada sin sabanas ni mantas, eso extraño a acuario, más no le prestó demasiada atención. Durante su escrutinio al cuarto Camus se percata de un sobre en la mesita de noche, lo tomo con cuidado, vio que estaba dirigido a él y a Shaka, frunció el ceño ante esto.
—¿Qué pretenderá Milo con esto? — pensó el guardián de acuario.
Con parsimonia abrió el sobre, sin saber la sorpresa que se llevaría por el contenido de la carta.
Hola Camus
Si estás leyendo esto es porque ya no estoy en el santuario, te preguntaras de que estoy hablando. Decidí alejarme de todo por algún tiempo y de paso me lleve a Aioria conmigo. Como ambos nos sentimos despechados y a ustedes no les importamos decidimos irnos. Como comprenderás lo mejor es que terminemos nuestra relación, para así no quitarte más tiempo con tus obligaciones, ah y lo mismo va para Shaka de parte de Aioria. Así que tal vez nos veamos en alguna ocasión, cuando hayamos podido olvidarnos completamente de ustedes.
Milo
PD: No nos busquen porque no queremos verlos, aunque sinceramente dudo que vayan a hacerlo o que siquiera les importe que no hayamos ido.
Camus al terminar de leer la carta sintió que se le estrujo el corazón con una punzada de dolor, su bicho estaba dejándolo, y ni siquiera lo hacía en persona, sino que a través de una carta, lagrimas comenzaron a brotar de sus ojos y no pudo controlar los sollozos que salían de su pecho, sentía que necesitaba hablar con Milo para aclarar las cosas y tratar de solucionar todo, pero él ni siquiera estaba, se había ido, y no solo, sino con Aioria.
No podía controlar su dolor y además de eso tendría que repetirle a Shaka todo eso.