Sin embargo, no todo podía ser de color de Rosa, la vida no es así, la vida es distinta, es real, no es un cuento de hadas y yo no tardé mucho en descubrir la verdad.
A la mañana siguiente no teníamos clase, era fin de semana, y mi madre entro en el cuarto sin llamar a la puerta siquiera, aunque tampoco era algo que me importase mucho, ya que estaba dormido.
- Light es hora de levantarse, vas a llegar tarde a tu clase de equitación.
- ¿Hmmmm? —Dije medio dormido. — ¿Es obligatorio…?—Estaba cansado ya que pasé la noche anterior esperando por si mi azabache volvía a conectarse.
- Tu verás, pero espero que no hagas como con el piano y el taekwondo y lo dejes a la mitad.
- ¡No puedes reprocharme eso!
Cuando era pequeño mis padres me apuntaron a piano, pero me quedé atascado en el segundo año, ya que o solo había clases prácticas, sino también teóricas, y la historia de la música como que no me interesaba mucho, lo cual hizo la profesora me quisiera hacer repetir injustamente. Mis padres tuvieron pelea con la profesora de la escuela de música y me sacaron de piano, aunque el piano de pared que me compraron el primer año ahora se encontraba en la planta más alta de la casa, el ático.
Después de eso, en el colegio los otros niños se metían conmigo, me pegaban y me hacían la vida imposible, por lo que mis padres decidieron llevarme a clases en las que pudiese aprender a defenderme solo, Taekwondo, en las que lo pasaba genial, aunque no ayudasen de mucho, pero de nuevo tuve problemas aquí, fui subiendo poco a poco, cinturón blanco, blanco-amarillo, cinturón amarillo, amarillo-naranja, sin embargo el año que iba a ascender a cinturón naranja, entró en la clase la hermana de uno de los integrantes de la clase, la cual tenía entre 4 y 6 años.
Una pequeña niña que no podía hacer prácticamente nada, a la cual acabaron encasquetándome a mí en vez de a su hermana, por lo que después de muchas clases en las que la pequeña me dio patadas a mí en vez de a la “Raqueta” a la que teníamos que darle patadas, acabé quejándome a mis padres, ya que tampoco podía darle yo porque si le pegaba fuerte la ya nombrada “Raqueta” salía volando con cada patada asestada. Después de varias semanas quejándome mi madre entró a hablar con el profesor, y acabaron discutiendo, por lo cual mi madre me dejó en clase y se fue, después de un rato el profesor me dijo que me saliese fuera y me fuese con mi madre, pero ella ya había marchado, por lo que estuve esperando sentado en la escalera que daba a la planta de abajo, frente a la puerta del aula en la que se impartía la clase. Al llegar la hora de terminar la clase, el coche de mi madre ya estaba visible al otro lado de la cristalera que daba al exterior del edificio. Mi madre subió para venir a recogerme y al verme sentado en la escalera me preguntó que hacía allí, tras contarle lo que había pasado, entró al aula llena de enfado, y tras poner al profesor en su sitio me agarró del brazo y no volvimos a pisar el edificio hasta un par de años después, cuando mi vecino, el cual era jugador de baloncesto, insistió en que me apuntara a sus clases de verano, sin embargo no le vi el pelo a aquel profesor durante mi estancia allí.
Volviendo al tema, tras pensarlo un poco, tampoco estaba tan cansado, por lo que me levanté y me cambié de ropa, mi madre ya había salido de la habitación y se había ido a la cocina a preparar el desayuno, así que era hora de pasar por el baño y asearse un poco antes de ir al centro. Después de asearme bajé a desayunar, cogiendo antes mi móvil de la habitación. Tras desayunar, cogimos el coche y fuimos al centro ecuestre en el que, al ser verano había campamento, y ¡Sorpresa! Yo era uno de los monitores.
Una vez allí saludé a mis compañeros y a los niños que ya habían llegado, era un grupo amplio, pero era agradable estar allí ya que todos se divertían, sin embargo como ya dije antes, la vida no es una película, así que no todo es bonito, ya que ese mismo día tras acabar las actividades y juegos, fui a coger mi móvil de mi taquilla y a cambiarme al bañador, ya que en el centro también teníamos piscina para los monitores y algunas veces para los niños, aunque era poco usual. Después de cambiarme llevé mis cosas cerca de la piscina y las dejé un poco alejadas para que no se mojasen, entonces decidí meterme a la piscina, mi error, dejar mi móvil sin vigilancia.
- Chey Light Tu móvil está sonando.
- ¡Voy!
- ¡Ya lo cojo yo! —Dijo mi compañero con algo de malicia en su voz.
- ¡No! ¡No lo cojas, yo voy! —Contesté yo temiéndome lo peor, pero ya era tarde, habían colgado, el chico me dio el teléfono aunque no sin antes mirar el nombre de la persona que había llamado.
- Huuuuu fiufiu~ La novia de Light acaba de llamarle. —Dijo el chico con tono de burla, entonces extrañado miré el nombre de quien había hecho la llamada y maldecí todo lo que conocía queriendo esconderme bajo tierra. Elle me había llamado, y ese idiota lo había visto y ahora estaba pregonándolo por todas partes.
- ¿Quién dices que le ha llamado Javilo? —Dijo Lindsay.
- Seguro que era la novia de Light… El contacto tenía un corazón al acabar el nombre, creo que ponía Elle.
- ¿Queeeeee? Espero que no sea la misma persona que yo conozco, porque si es así no es una chica, es un hombre, y es el novio de mi prima Misa.
- Seguro que no es la misma persona… —Esa revelación me dejó en shock. No me lo esperaba, pero no tenía tampoco nada que ocultar al fin y al cabo era un chico, ¿no?
Eso era lo que pensaba entonces, pero quién diría que además de tener una enfermedad hereditaria de la que había sobrevivido, ser acosado en el colegio, y prácticamente no tener un amigo verdadero hasta ese momento, acabaría sintiendo cosas por una persona de mí mismo sexo.