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ITAR-TASS por YumeRyusaki

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Notas del fanfic:

"Para recuperar a Afrodita." Solo Cascarrabias entenderá(?)

Tenía tanto antojo de un kaiha dulce y nada que salía. Entonces PaB vino al rescate, ella tuvo la idea para el 14 de febrero, y yo queria algo para el cumpleaños de Uruha. Que al final no salió xD. En fin, gracias a ella por la idea <3

Notas del capitulo:


 ITAR-TASS es una agencia de información rusa. En referencia a la red de información que se menciona en el shot. 
Y nada, a leer. 

 

ITAR-TASS
Yume Ryusaki

 Los pasados 18 meses habían sido de los más activos para la banda: un tour nacional; el lanzamiento de un single —Fadeless—; la grabación de un álbum —Beautiful Deformity—; seguido del festival en Rusia; el World Tour, y el lanzamiento del álbum; otra gira nacional; el 12 aniversario y una nueva gira para el FC. El tiempo que habían tenido para descansar había sido escaso. Y Ruki, que tenía que diseñar goods, escribir y componer canciones, aparecer en esta y aquella revista, había disfrutado más bien poco de ese tiempo libre.

Él ya no estaba muy seguro de cómo es que se llamaba en realidad. ¿Su nombre detrás del escenario había sido Takanori o Takayuki? Luego, cuando tuviera tiempo, iba a consultar su tarjeta de identificación para estar seguro.

 

Al abrir la puerta del estudio solo encontró a Kai tecleando en el portátil, ser el líder de la banda tenía sus desventajas. Ruki no quería tomar ese lugar ni porque le prometieran saquear a placer las tiendas de Gucci u otra de las marcas que tanto amaba.

—Buen día, ¿el resto no ha llegado? —Dejó su flamante bolso dorado sobre uno de los sofás y se sacó el pedazo de plástico que cubría sus ojos; rojos y cansados, las ojeras estaban perfectamente marcadas. Él no deseaba que alguna fan viera una imagen de él así.

—Uruha fue por café, Aoi se fue a cotillear por ahí y el otro no ha llegado —respondió Kai, invitándole a sentarse a su lado con un gesto de mano. Ruki no tardó en arrojarse casi sobre él, Kai sonrió y le acomodó el gorro—. Te ves cansado.

Es que cansado se quedaba corto, estaba totalmente exhausto. Observó el perfil del hombre, el que masajeó por segundos sus hombros tratando de animarle. Kai, posiblemente, era el más resistente de los cinco, pero también era el que trabajaba más. Ruki no lograba entender como el hombre podía llegar tan temprano a la compañía, trayendo consigo a Uruha casi a rastras, y aun sonreír con tal amabilidad. Estaba seguro que ni el hombre de acero podía resistir tanto.

—Kai, ¿tienes un minuto? —Ruki saltó al escuchar la voz de Uruha llamando a su pareja, se levantó y fue a arrojarse a sus brazos. Uruha se tambaleo por el embate  pero le abrazó con una mano, en la otra sostenía el café en lo alto.

—Buen día, ¿cómo amaneciste? —Uruha preguntó con tal suavidad que parecía como si estuviese hablado con un bebé. Ruki en respuesta pegó su cabeza a él, como un gatito buscando mimos.

—¿Qué pasa? —Kai se acercó y le quitó el café al guitarrista, tomó un sorbo e hizo una mueca aprobatoria al degustar el amargo líquido.

—El manager te anda buscando. Tiene algunas preguntas sobre la próxima gira. Solo serán unos minutos.

Kai asintió y le ofreció el café a Ruki, tan pronto este lo aceptó, Kai le sonrió y le acomodó el gorro nuevamente.

—Si llegan los otros dos, ponlos a trabajar. Ahora vengo.

—Entendido, capitán —Kai volvió a sonreírle y salió, Uruha fue detrás de él.

—¿Hoy saldremos temprano? —Ruki no alcanzó a escuchar la respuesta que Kai dio al guitarrista, pero estaba seguro que había sido algo como “aun no empezamos el día, ¿ya te quieres ir?”

Le gustaba la relación de esos dos. Ruki regresó al sofá acomodándose el gorro, Kai lo único que había hecho era revolverle el cabello. Sonrió, Kai le trataba como a un niño, lo mismo que Uruha, lo peor era que ante tantos mimos y cuidados del par, él no podía evitar comportarse como un verdadero infante. Pero creía estar justificado, mamá Kai y papá Uruha eran muy amorosos y nadie podía resistirse ante eso.

Sin embargo, el bebé Ruki era en realidad un chico rebelde y muy, muy cotilla. Su red de información era más grande que la del FBI o el SVR ruso, juntos, aunque al final todo se limitaba a un ir y venir de chismes en la misma compañía, que casualmente, la mayoría del tiempo empezaban por él.

Ruki miró el portátil abierto de Kai, aun no se bloqueaba automáticamente, sintió curiosidad por saber qué era eso en lo que Kai trabajaba tan concentrado cuando él llegó. Volteó a la derecha y luego a la izquierda, asegurándose de que sí estaba solo, que no aparecería alguien de la nada y le encontraría chismoseando en la computadora del líder.

La pantalla mostraba el navegador con dos ventanas abiertas, una página web con tres pestañas y la otra era solo un informe que estaba redactando. Obvió la carta y cliqueó sobre una de las pestañas: una página de un romántico resort en Hawaii, pensó que solo era publicidad y no le prestó más atención —por el bien de su cordura—. Para alguien como él, que necesitaba con urgencia vacaciones, era demasiada tentación la majestuosa vista de las limpias playas y la arena tan blanca, los spa que lucían tan agradables. Ruki suspiró y antes de ponerse a llorar por su mala estrella, cliqueó en otra pestaña, tampoco era nada interesante, tan solo la página oficial de la banda. Papá Kai era una persona muy aburrida.

Sin esperanza en encontrar algo interesante, cliqueó en la última pestaña, entonces sus ojos se agrandaron, brillosos de emoción, era una página de accesorios. La mayoría de anillos, anillos sin calaveras ni diseños extravagantes, pero que eso no les quitaba lo bonito. Cliqueó en una imagen para hacerla grande. Ruki hizo una mueca tratando de comprender el significado del sencillo diseño, detallando cada trazo del anillo, era muy agradable, muy…  “extraño”, decidió. Sin duda, esa era la clase de anillo que él usaría si fuera a proponerse a alguien.

Ruki pensó un momento, solo una fracción de segundo, regresó a la primera pestaña, el resorte tan tentador en Hawaii. Entonces abrió la boca, sumando uno más uno: había un anillo, un resort, y  mamá Kai y papá Uruha ya eran como una parejita de recién casados, tan solo les faltaba legalizar porque ya hasta vivían juntos. Ahogó un chillido emocionado, ¡Kai iba a proponerle matrimonio a Uruha en Hawaii en las próximas vacaciones! Decidió pedirle a Kai que le dejara organizar la boda a cambio de guardarle el secreto.

Cerró el portátil en el momento en que la puerta se abrió. Se levantó de un salto, con las manos en la espalda, fingiéndose un niño bueno. Cambió de expresión cuando el que entró no fue ni Kai ni Uruha.

—¡Yuu —exclamó, yéndose sobre él, sin importarle que el guitarrista estaba hablando por teléfono—, Kai va a proponerse a Uruha!

Olvidó en un segundo que era un secreto, la noticia era tan buena como para que solo él tuviera la información, debía ser compartida.

—¿Qué?

Aoi bajó lentamente el teléfono de la oreja, sin duda su interlocutor —Kazuki— había escuchado el grito de Ruki. Aoi había perdido la voz de la impresión como para pedir más explicaciones.

—Van a ir a Hawaii. Ya sabes, allá dos hombres se pueden casar… —Ruki estaba muy amable como para contar todo la información que había obtenido.

—¿Qué es eso que escuché? ¿Se van a casar?

—Yo… te hablo después.

Aoi cortó la llamada y guardó su teléfono. Tomó las manos de Ruki y lo llevó al sofá. La sonrisa que mantenía el vocalista se convirtió en una risita tonta, recogió sus manos, un poco nervioso, y pasó a explicarle con lujo de detalles lo que había descubierto, cuando hubo terminado, Aoi se recostó totalmente en el sofá.

—¡Vaya! —exclamó. Parecía entre incrédulo y ansioso. Las bodas siempre le habían emocionado.

 *

Y como siempre, la red de noticias de la PSC era tan rápida y eficaz que rivalizaba con las mejores agencias en el mundo, no importaba si solo era una red de chismes, las noticias viajaban y viajaban rápidamente.

La noticia llegó a Alice Nine cuando Ruki se encontró con Shou en los pasillos. Shou tardó más en regresar a la sala de reuniones —donde le esperaban sus compañeros—, que en soltar el chisme, que por supuesto tampoco supieron callar. Tora no resistió de contarle a Keiyuu, que llevó la información a los de Kra. Mientras tanto, Hiroto le comentaba a K, que tan pronto lo supo, le comentó a Tomo que su amor sería por siempre no correspondido, pues este iba a proponerse al guitarrista líder de su banda. Tomo salió a la cafetería, despidiéndose mentalmente de su amor platónico. Entonces vio a Naoki, que había pasado a visitar, no dudó en acercarse.

También, a minutos de que Aoi colgó la llamada a Kazuki, todos en SCREW sabían la buena nueva. Byo que chillaba emocionado hablando con su Mao-nii, alegaba no tener secretos con él, así que terminó cantando mejor que en sus presentaciones. Pensando que se trataba de una broma, Mao preguntó a Mizuki si Aoi le había comentado algo. Mizuki llamaría al guitarrista y lo confirmaría segundos más tarde.

Así, cuando Kai y Uruha regresaron a la sala de reunión, después de una pequeña demora con los técnicos del staff —que no decidían si adquirir nuevo equipo para el rodaje y la nueva gira o mandar a componer el existente—, la noticia de su boda había llegado a oídos de otras compañías.

*

Kai estaba con el personal de publicidad cuando los mensajes extraños empezaron a llegar. El primero fue de Nao de Alice Nine: “nunca pensé que llegaría el día” decía, acompañado de algunos emojis de celebración, “¡felicidades!”.

Kouki de D=Out le siguió con un emotivo “que sean muy felices”.

—¿Pasa algo? —Kai guardó su teléfono y negó con la cabeza. Pensando que eso era realmente muy extraño, ni siquiera cuando habían anunciado el world tour había recibido tales felicitaciones. Venían de un año muy movido, pero en comparación, este era en general más tranquilo. Lo dejó ir cuando en los próximos cinco minutos, todo estuvo normal.

Al salir de la reunión consultó la hora y encontró seis mensajes igual a los primeros dos. Reno de ViviD le escribió un confuso “falta tanto camino por recorrer, no se rinda”. Kai estuvo de acuerdo en que a thE GazettE aun le quedaba trecho por escalar, asintió, agradecido por los ánimos de su kouhai.

Escogió otro mensaje, uno de Byo, le extrañó, porque ellos no habían hablado mucho después del segundo festival de la compañía —Peace and Smile Carnival— y lo que decía le extrañó aun más: “¡Hey! Así se hace, felicidades”.

Echó un vistazo al resto y todos eran de personajes del medio, con efusivas e imprecisas felicitaciones. Kai guardó el teléfono y decidió no consultar hasta que todo eso se aclarara.

 

En la tarde, cuando iba a encontrarse con Uruha en la recepción, se topó primero con Naoki, que le miró seriamente por unos segundos y después le tendió la mano y le abrazó, dándole suaves palmadas en la espalda.

—¿Nao-san, te has decidido a vivir conmigo? —Incluso cuando la persona que amaba era Uruha y estaban viviendo juntos desde hacía un par de años, había algo que, no lograba explicarse, le hacía actuar coqueto, un poco sinvergüenza y arrojado cuando se trataba del bajista. Quizás porque era el único que le rechazaba de esa manera, como si no entendiera sus propuestas descaradas. Era divertido como Nao se las ingeniaba parar cortarle vuelta.

Aunque quizá lo que más disfrutaba era la mirada de advertencia que Uruha le dirigía de tanto en tanto. Era un juego, y el guitarrista lo sabía, pero había un insano sentimiento de satisfacción al notar los celos de su pareja.

—Hombre, deja eso. Espero que seas… que sean muy felices.

Realmente admiraba a ese hombre, pero era muy extraño también. Se quedó inmóvil, al verlo marchar, pensando si acaso Naoki sabía algo que él no. Suspiró, estaba exhausto, necesitaba uno de esos masajes de Uruha que terminaban en rudas sesiones de sexo y le dejaban tan ligero como una pluma. Lo necesitaba, lo merecía.

Cuando se encontró con Uruha en el vestíbulo, este miraba a la puerta por donde había salido el bajista. Kai entendió que Naoki también se había detenido a saludar a Uruha. Segundos después, Uruha sacaba su teléfono y fruncía el ceño.

—¿Qué pasa?

Kai puso una mano en su cintura y Uruha negó, caminando al estacionamiento. Por curiosidad, también sacó su teléfono, había tres mensajes más. Uno de Takanori Nishikawa, que hacía mucho que no le veía pero a veces se mandaban mails para saludarse, Kai pensaba que todos los Takanori venían en envase pequeño, con una lengua muy afilada y adorables como el demonio. Justo como bebé Ruki, o como el aclamado T.M. Revolution.

El otro era de Miyavi y decía algo referente a “echarse la soga al cuello”, Kai levantó una ceja, muy extrañado, no solo por el anormal mensaje sino porque él no le veía en años y menos esperaba que el solista participara en esa serie de correos extraños.

El último correo a Kai casi le hace irse de boca directo al suelo, estaba sorprendido, y muy emocionado. Aoi se iba a morir de envidia cuando supiera que Yoshiki le había escrito un “Enhorabuena, camine hacia adelante”. Meses atrás que el mítico baterista había asistido a su presentación, habían compartido algunas experiencias y Yoshiki no dudó en darle consejos que él agradeció con el alma. Se habían entendido tan bien, que no podía creer que hubiese hablado con tal leyenda sin que le cerrara la garganta por la emoción, como había pasado con Aoi.

Kai se detuvo un segundo para tomar aire, se preguntó, si acaso no iba a parecer extraña su actitud a Uruha, pero este no lo había notado, iba tan concentrado en su teléfono que por un segundo, Kai pudo ver en Uruha al Aoi de hacía unos meses: el Aoi que no se despegaba de su móvil, tecleando tontera y media en el twitter. Solo que Uruha era demasiado apagado como para hacerse adicto a una red social. Incluso esa actitud que a otros podía llegar a molestar, a él le encantaba. Caminó hacía el guitarrista y le besó en los labios. Uruha le miró, su expresión era neutra como siempre, pero sus ojos siempre habían sido muy expresivos y sus labios estaban curvados en una sonrisita feliz. Uruha era un libro abierto para él.

—Estoy recibiendo mensajes raros —dijo, al subir al asiento del copiloto. Kai al volante, terminó de abrocharse el cinturón de seguridad y volteó a verlo—. Todo el mundo está felicitándome por algo. Incluso Sugizo.

—¿Tu también?

—¿Has estado recibiendo? —Uruha preguntó.

—Sí, desde esta mañana —Kai se acomodó los lentes y arrancó el auto—. Me pregunto si son felicitaciones tardías de todos los eventos en que hemos participado, o quizás son las felicitaciones por la gira que empezamos en unos días. ¿Qué te escribieron?

—Nada en concreto —respondió confundido—. Son mensajes confusos que dicen algo como “le deseo un hogar lleno de bendiciones, el camino es largo. No se rinda”. Pensé que eran mensajes adelantados por mi cumpleaños, pero no coincide con “sabía que podías conseguirlo, felicidades”. Tal vez no esperaban que viviera tanto tiempo.

—Esto es muy raro —reflexionó Kai. Los correos que había recibido Uruha eran iguales a los suyos, y para su cumpleaños faltaba mucho todavía—. Tal vez ganamos un premio del que no nos han comentado.

—Bueno, si es así, espero que no se olviden de decirnos.

Confundidos por todo los mensajes tan extraños, llegaron a su departamento, sin saber siquiera que cierta notica volaba cada vez más lejos.

 *

Cuando preparaban la cena, Kai dijo que si todos pensaban que tenían algo que celebrar, ellos no podían decepcionar, por eso iban a hacer algo bueno. Kai sacó más ingredientes y mientras preparaba el agua caliente y buscaba una cacerola más grande, Uruha le ayudaba a picar las verduras.

Uruha no había aprendido a cocinar, incluso cuando había pasado tardes enteras tratando de enseñarle cosas muy básicas, así que el guitarrista solo podía ayudar con lo indispensable. Puso la mesa mientras Kai terminaba de cocinar.

—Puedes ir a ver la televisión, si quieres —No, eso no le apetecía, prefería quedarse a observar como su novio se desenvolvía en la cocina como una perfecta esposa. Se sentó, memorizando cada movimiento de su pareja, ese ir y venir entre ollas y sartenes en ebullición. Kai se detuvo un momento y le ofreció una cándida sonrisa. Luego, cuando la comida estuvo lista para ser servida, Kai se negó a que se levantara y se encargó él de llevarle el alimento a donde estaba sentado.

—Gracias por la comida —Olía realmente bien y el sabor era aun mejor.

—¿Está bueno? —Kai preguntó, y con la boca llena, sin preocuparse por los modales, Uruha asintió—. Me alegro —dijo, con una sonrisa ancha iluminando su rostro. Kai se quedó observando a Uruha comer un largo rato, parecía hacerle feliz ver a Uruha comer con tal apetito. Se levantó y le besó de improviso.

—Espera —Uruha estaba muy rojo, no supo si estaba avergonzado o era que se estaba ahogando. Por si era lo segundo, Kai le pasó su bebida—. Soy muy consentido por ti.

—Merezco un premio, ¿no? —Uruha asintió, y fue a sentarse, un poco apretujado por la mesa, a horcadas sobre Kai.

—No has comido mucho —Kai había apenas probado bocado, él tenía la costumbre de comer mientras preparaba los alimentos. Esa era una ventaja, porque después podía observar a Uruha devorar con ganas lo que tan amorosamente le preparaba.

—Bueno, yo solo quiero postre.

—¿De verdad?

Kai emitió un gemido sonoro, vibrante, cuando Uruha empezó a restregarse en su regazo, cuando le desabrochó la camisa y pasó sus manos por el dorso amplio y los brazos bien trabajados, presionando y dejando pequeñas marcas rojizas. Oh. Uruha amaba tanto la batería, había hecho un trabajo excepcional con el cuerpo de Kai, cuerpo que a él le tocaba disfrutar. Aunque tenía sus desventajas, a veces, Kai no le prestaba atención precisamente por esos tambores —estúpidos—, pero ahora tenía toda la atención de Kai. Bajó la mirada a los pantalones del baterista, y fue mejor de lo que imaginó, se le secó la boca con la sola visión, ¡vaya que la tenía toda!

Y entonces, cuando iban a ir por el plato fuerte, fueron interrumpidos por los aporreos a la puerta, y el timbre que no dejaba de vibrar. Uruha suspiró frustrado y se levantó, dispuesto a echar a patadas a quien fuera que les había arruinado la comida. Kai sonreía, pero quizás estaba más enfadado que él mismo. Bien, debía encargarse porque no quería tener que ir a la cárcel a hacer visitas conyugales a su sádico novio.

Al abrir la puerta, encontró a Reita, que sin la bandita cubriéndole, podía ver claramente su rostro rojo de disgusto. Bueno, Uruha tuvo que respirar para decidirse a hacerse un lado y no cerrarle la puerta en su diminuta nariz.

—Pensé que tu mejor amigo sería el primero en saber esto —Reita entró en dos enormes zancadas, y Uruha entendió que eso no era una simple interrupción, el bajista realmente estaba enfadado. Suspiró y antes de cerrar la puerta, Aoi y Ruki se escabulleron también, se quedaron en un rincón, muy juntos, como si la furia de Reita fuera con ellos y no con Uruha.

—Akira…

—¡No me contaste! —Reita estaba muy histérico y Uruha muy desconcertado, no entendía a que venía tanto reproche.

—¿Qué?

—Dices “¿qué?” como si no fuera importante. Nos conocemos desde la escuela primaria. Pensaba que cuando decidieras algo así, al menos ibas a decirme.

Uruha volteó a donde el par estaba agazapado, pero tan pronto lo hizo, ellos esquivaron la mirada. Suspiró, él no estaba acostumbrado a tratar con situaciones así. Tal vez era mejor dejar que Kai le ayudara. Intentó una vez más.

—Bueno, si hubiese algo importante que decir, sin duda te lo habría dicho.

—No puede ser, lo niegas —Reita chilló, su cara estaba muy roja que parecía iba a explotar—. Si no es porque se me ocurre checar mi teléfono después del trabajo no me habría enterado.

—¿De qué estás hablando? —Reita abrió la boca, muy indignado, pero tan pronto lo hizo, la volvió a cerrar—. Akira.

—Tal vez no le ha propuesto todavía —Reita murmuró a Ruki y este se encogió de hombros. Aoi hizo lo mismo, y los tres parecían de pronto muy asustados. La propuesta de matrimonio de Kai ya no iba a ser una sorpresa con lágrimas de emoción incluidas, risas medias estúpidas y de emoción, flores y estrellitas imaginarias adornando a la pareja en el feliz momento de un efusivo “sí, acepto”. Habían arruinado la propuesta del sádico líder. Reita podía verse a sí mismo en un perfecto símil de ceniciento del siglo XXI, siendo torturado con trabajos pesados por la diabólica  madrastra, que en realidad era Kai el ogro. Ahogando ahora un chillido de miedo, dijo a los dos conspiradores que justo imaginaban algo parecido—: Si él dice que no sabe nada, es porque es así. Lo arruiné.

Se giró a su amigo, dispuesto a rogarle que abogara por él, pero solo se encontró con el sonriente rostro de Kai. Era su consciencia que le decía que tan solo esos labios curveados dejaran de estarlo, iba a ser torturado hasta morir.

—¿Qué arruinaste, Reita?

Uruha casi pudo jurar que en cuanto el bajista vio a su pareja, le salió humo de los oídos y su cerebro estuvo frito. Primero las felicitaciones extrañas, luego Reita despotricando y después inmovilizado al ver a Kai. Ese día no podía ir más extraño, superaba por mucho aquel día en que Aoi anduvo cantando viejas canciones de X Japan, mientras paseaba solo con bóxers y una bufanda alrededor del cuello, en un hotel en Mie. La explicación para eso había sido que tenía calor, y por eso solo usaba el bóxer, pero a veces pasaban corrientes de aire frío y la bufanda le servía para mantener el cuello caliente. ¡Tremendo desastre ese hombre!

—La sorpresa —dijo Reita, sacándole de sus recuerdos—. Una sorpresa que no debía ser arruinada. Shima, de verdad lo siento —Uruha no comprendió y solo pudo regresar el abrazo que el bajista le daba, tan fuerte que casi escuchó crujir sus costillas.

—¿De qué sorpresa habla? —preguntó Kai a Ruki. El vocalista que se sentía el verdadero culpable, hizo un puchero, esperando que eso le valiera lo suficiente como para no tener una buena regañina de mamá Kai. Que el baterista podía ser muy dulce y consentidor con él, pero cuando se enfadaba, incluso él con su carita de ángel, no salía bien librado—. ¿Me dices que está pasando? ¿Qué sorpresa?

—Ya sabes, Hawaii, anillo…

Ah. Kai entrecerró los ojos, apenas evitó sonreír. Así que Ruki había estado chismoseando en su portátil.

—Si quieres ya nos vamos, para que puedas decirle ahora —propuso Aoi.

Kai asintió dudoso, tratando de encontrarle sentido a eso. Recordaba que le había llegado un correo de publicidad y lo había abierto porque era de hoteles en Hawaii, y él también estaba deseando unas pequeñas vacaciones que disfrutar con Uruha, así que estuvo buscando un lugar agradable mientras esperaba que el resto llegara. Y el anillo… Kai rió un poco, pensando que Aoi y Ruki tal vez necesitaban un horario más ligero; era eso o que mejor se dedicaran a escribir novelas. Estaba sorprendido que ellos olvidaran que la hermana de Uruha les había invitado a su fiesta de renovación de votos matrimoniales. Kai que era el padrino, debía buscar unas sortijas para el evento. Incluso, el día anterior, Kai le había preguntado a Ruki sobre qué tipo de anillo debería escoger. Iba a explicarle, pero Ruki, siempre muy boca floja, empezó a hablar sin que pudiera detenerle.

—Uruha es nuestro mejor amigo —señaló a Reita y a él—, si has comprado un anillo de compromiso, nos quedaremos a escuchar hasta el final.

—¿Anillo de compromiso? ¿Qué anillo de compromiso? —Uruha se acercó, con Reita aun pegado a él como un koala, manteniendo distancia de Kai. Ruki chasqueó la lengua, había hablado demasiado fuerte.

—El idiota compró un anillo para proponerse ante ti —Bueno, Ruki simplemente olvidaba con facilidad que debía guardar los secretos.

—Yo no voy a… —Kai se golpeó la frente con la mano al unir todos los sucesos del día con las palabras de Ruki. Los mensajes raros de sus compañeros músicos, los múltiples “enhorabuena” y deseos de un hogar feliz. Oh, que el cielo le asistiera, ¡¿todo el mundo creía que se iba a casar?!

—¿De dónde has sacado eso? —preguntó Uruha, que también había concluido lo mismo que Kai.

Aoi y Ruki se hicieron los tontos y Reita sacó su teléfono y le mostró.

—Del mismo lugar donde lo han sacado todos.

Por supuesto, Uruha también estaba enterado de la eficiencia de la “red de noticias” de la compañía. Un verdadero desastre. Uruha pasó el teléfono a Kai después de leer la sarta de tonteras. El historial de mensajes era largo, muy largo. Lo más antiguo era de Shou diciendo “Uruha y Kai se casan”. Ryoga también participó con más emojis que palabras: “boda en puerta”. Kazuki, una de las fuentes más confiables por ser intimo de Aoi, escribió: “Kai y Uruha se casan en Hawaii. Kai ya ha comprado el anillo”. Y así, Takeru no se quedó atrás con su “rumor confirmado, Kai se ha propuesto a Uruha”.

Kai le regresó el móvil a Reita, negando con la cabeza.

—¿Quién empezó esto?

Ruki tembló y Aoi un poco también. Kai levantó una ceja. Mencionaban Hawaii y el anillo, por supuesto, solo podía haber un culpable, él único que se había quedado en el estudio después de que él saliera junto a Uruha.

—Bueno, fue alguien que estuvo fisgoneando en mi portátil. Sabemos que no fue Reita porque se acaba de enterar y él no llegó temprano. Lo que nos restan dos sospechosos.

—Yo no fui —exclamó Aoi, lavándose las manos mejor que Pilatos. Ruki le acomodó un codazo en las costillas por abandonarle en un momento tan crucial. Luego sonrió, tratando de lucir inocente.

Kai se masajeó las sienes y Uruha le miró ansioso. No es que Ruki hubiese hecho algo malo…

—Mi abuela me mandó algo hace un tiempo —dijo Kai después de un rato, de pronto muy pensativo, pidió a Uruha que lo esperara y se caminó al interior del departamento. Regresó, alisándose el cabello y acomodándose la playera—. Bueno, dicen que si te han culpado de algo, al menos debes jugar —Se dirigió a Uruha, un poco serio—. Es cierto que me gustarían unas vacaciones y Hawaii parece un buen lugar, iba a ser una sorpresa, pero… bueno, ¿a ti te gustaría ir conmigo?

—¿Qué? Por supuesto que sí, sí.

—¿Y van a casarse llegando allá? —preguntó Reita, casi auto invitándose, porque no estaba dispuesto a perderse la boda de su mejor amigo, casi hermano.

—Bueno —dijo Kai, sacando un anillo y pidiendo la mano de Uruha, que observó a todos, luego a Kai, su mano y luego al anillo. Esa era una reliquia que la abuela de Kai había presumido tiempo atrás. Dijo que cuando su nieto estuviera listo, ella iba a darle la sortija para que se propusiera a la persona que quería. Uruha, emocionado, tendió su mano al baterista—, solo sería un formalismo, ¿no?

—Sí, nosotros ya estamos casados —dijo, observando la sortija en su dedo. El tiempo de admirar el símbolo de consentimiento de la familia de Kai, le duró poco, Reita nuevamente se fue sobre él.

—¿Cómo que ya están casados?

—Bueno, creo que fuiste tú quien nos dio la bendición —respondió Kai, tomando a Uruha de la mano—. “Yo los declaro, marido y… marido”.

—“Y no puedes besar al novio hasta que me dé la vuelta.” —añadió Uruha, Kai asintió, sonriendo muy divertido—. En la boda de mi hermana, Ruki juntó nuestras manos y tú ibas repitiendo todo lo que el sacerdote decía —explicó, y para recalcar sus palabras besó a Kai en los labios al decir—: acepto.

En automático, los tres músicos aplaudieron, aunque Reita y Ruki estaban más concentrados en recordar lo que había pasado casi seis años atrás. La verdad es que recordaban poco. Habían bebido tanto que estuvieron cerca de un coma etílico.

—¡¿Ustedes se casaron y no me dijeron?! —Aoi saltó muy indignado, estaba cansándose que siempre le dejaran fuera. Ruki ladeó el rostro y le observó por largo rato.

—Yo te recuerdo —dijo con aire soñador, el guitarrista enrojeció, no podía ser que estando a su lado, Ruki bromeara con que le había olvidado de pronto—. Yuu, tú estabas ahí, estuviste llorando todo el tiempo que duró la ceremonia.

Ruki podía olvidar todo, casi como Kai, pero no iba a olvidar nunca como el guitarrista estuvo gimoteando, muy emocionado —y ebrio—, que sus dos amigos se casaran en la boda de la hermana. Oh, no… ese era uno de los nebulosos recuerdos que durarían tanto como el viviera.

—Yo… —Aoi volvió a encogerse al escuchar la risita ahogada de Reita y la socarrona y picara de Ruki—, ¡yo no estaba llorando! —gritó, aunque era 200 porciento probable que fuera verdad.

 

Después de que esos niños —en cuerpo de hombres de treinta y tantos—, terminaran con la comida que habían preparado y  se fueran, dejándoles solos, Uruha aun no podía apartar la mirada del anillo.

—En mi familia no hay una joya tan preciada como esta —dijo, yendo nuevamente a sentarse a horcadas sobre Kai—, así que pensaba comprar algo yo.

Uruha no se detuvo a escuchar una respuesta, le besó en los labios, Kai respondió, demandante y apasionado como siempre. Algo que amaba es que con Kai un simple beso se sentía como si le estuvieran metiendo lava en el cuerpo, y para él que era como un iceberg, solo podía derretirse, casi de manera literal.

—Hay algo duro que está golpeando contra mi abdomen —interrumpió Kai para tomar aire. Uruha sonrió, él por supuesto, también podía decir que había algo que hacía rato le estaba sobando el culo—. Creo que la limpieza de la cocina puede esperar.

—Yo no estoy discutiendo —Kai sabía que tenía que llamar a la señora que les ayudaba con la limpieza, porque Uruha no estaba dispuesto a lidiar con ollas grasosas y restos de comida, y la verdad es que él tampoco.

Volvió a besarle, una mano colándose por debajo de la playera, palpando la piel suave. La silla se tambaleó, y volvieron a suspirar frustrados por esa segunda interrupción.

—Vamos a la cama —Se levantó, preguntándose si acaso debía entrar a la habitación con Uruha en brazos como a una novia.

—¿Tenemos una cama? —Caminar hasta la recamara parecía demasiado tiempo, él quería en ese momento, en ese lugar. Tuvo que conformarse con apenas un contacto de labios y seguir a Kai a la dichosa cama.

Los dos hombres cayeron sobre el colchón, en una maraña de brazos y piernas en una competencia en la que, a tientas, buscaban las hebillas y cierres para ver quien le quitaba los pantalones primero al otro.

*

—Mmm—dijo Kai, besándolo, respirando agitado pero muy a gusto—. Esto me hace querer buscar otro anillo para proponerme otra vez.

—Bueno, yo diría que sí —respondió riendo.

—Voy a ser el mejor esposo que en el mundo pueda haber —susurró, besándole en la frente—. Voy a cocinar para ti, cambiar las sábanas, sacar la basura. Voy a consentirte mucho.

—Tú haces todo eso ya —Uruha le recordó—. Bueno, yo también seré un buen esposo; cuando estés cansado, te prepararé un baño y te lavaré la espalda; te ayudaré a picar las verduras y poner la mesa.

Aunque eso era lo que hacía todo el tiempo, se sentía aun mejor saber que en adelante sería en la categoría de marido. Aun si las cosas en realidad no cambiaban solo con un anillo, ser esposos o amantes, era exactamente lo mismo.

—Eso suena… —El teléfono de uno de ellos o quizá los dos, vibró con nuevos mensajes de felicitación. Estaban agradecidos por tantas muestras de cariño, pero es que empezaba a ser muy molesto cuando estaba tan tranquilo y ligero—. ¡Otra vez no!

—Ignóralo —dijo Uruha riendo divertido—, al menos por ahora. Mañana veremos quién era y les mandaremos mensajes a granel a todos los que nos felicitaron.

Kai asintió, cerrando los ojos y haciendo más pegado el abrazo de Uruha. Ya que todos lo sabían, pensaba que debía compartir la noticia con su madre y abuela que había dado finalmente el anillo a Uruha, que no era una primicia en realidad, porque hacía mucho lo habían aceptado como parte de la familia. Quizás, cuando Japón aceptara los matrimonios homosexuales realizados en otros países, Uruha iba a ser un yerno de manera oficial.

Y luego, pensando en ese mensaje de agradecimiento con un aditivo muy especial, las pestañas fueron cayendo. Morfeo había sido muy amable en no darle una noche de insomnio esta vez.

 *

Aoi despertó cuando el timbre de su casa empezó a sonar, se levantó, mascullando maldiciones para echar a patadas a la persona que le visitaba a tantas horas de la madrugada —las siete de la mañana en realidad—; sintió una especie de deja vú al ver entrar a Reita, con mucha prisa.

—Más vale que tengas una muy buena excusa para despertarme a esta hora o te patearé el trasero hasta China.

—Mejor vamos todos de una vez a Hawaii —respondió Reita, mostrándole el teléfono.

Aoi, bostezando, checó el historial como había hecho Kai la tarde anterior. Oh. Ciertamente, la “red de noticias” de la PSC era un peligro.

Kai había escrito dos horas antes, seguro cuando se había levantado para salir a correr con Uruha, un correo agradeciendo a todos. Aoi casi se va de espaldas al leer el mensaje completo. Corrió a buscar su teléfono, al encontrarlo, descubrió que estaba siendo bombardeado por mensajes de felicitación, seguro como había pasado con Uruha y Kai el día anterior. Algunos correos eran de los miembros de Sadie, y de otras bandas de la PSC. Aoi se dejó caer hasta el suelo y volvió a leer el mensaje que Kai, tan gentilmente, había mandado.

¡Hola, todo el mundo! Por compartir sus buenos deseos, Uruha y yo solo podemos agradecerles. Y por cierto, no somos la única pareja feliz en nuestra banda. Esos dos por fin se han confesado.”

Ruki se despertaba en dos horas, seguro aun no se enteraba de la bomba que mamá Kai había soltado para vengarse por haberlo puesto sobre el terreno, o andaría saltando de un lugar a otro; quizás ansioso o histérico; quizás ambas cosas al tiempo. Reita sentado a su lado, jaló los pantalones del guitarrista —que le había recibido en bóxers y una playera larga— para que se vistiera.

—Empecemos a buscar paquetes de viaje a Hawaii —propuso. Aoi que no se creía todavía lo que estaba pasando, tan solo pudo desearle los buenos días al bajista antes de meterse a dar una ducha.

¿¡Y alguien le podía decir donde podía conseguir un maldito anillo!? 

 

Notas finales:

Yo no he olvidado aclarar quienes son esos dos que se han confesado. Lo dejo a imaginación.
Bueno, eso ha sido todo... 
Gracias.


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