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Después de perder por Zhena HiK

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Notas del fanfic:

Ninguno de los personajes aquí utilizados me pertenece, es por ello que aclaro que no gano nada con éste escrito además de recibir sus comentarios. Todo pertenece a sus respectivos autores.

Aclaraciones: Ésta historia constará de tres cortos capítulos, en el último habrá una escena de sexo explícito.  

Aclaro antes que nada que NO leo el manga, sólo veo el anime, pero me han contado algunas cosas que pasarán por lo que tal vez contenga un mínimo de spoiler, nada que facebook no te haya contado ya. 

 

Notas del capitulo:

Un muy muy especial agradecimiento a Makina Yagami y Nayen Lemunantu quienes me han alentado a escribir y sobre todo a quienes molesté para que le dieran el visto bueno a la historia. 

~Gracias a las dos. <3

—I—

Llevaba días sin poder dormir y aunque para él se sentían como una eternidad, sólo habían sido tres días hasta ahora en que no podía conciliar el sueño, sus ojos ardían a pesar de que a ratos los cerraba para que descansaran, su cuerpo ya necesitaba descanso.

Estaba en su casa recostado en su cama, era temprano, el sol comenzaba a entrar por su ventana anunciándole que una vez más, había pasado la noche viendo el techo de su habitación como si éste pudiera hipnotizarle para que durmiera. Pero no fue así.

—Argh, maldición. —se quejó levantándose y estirando su cuerpo, lo sentía pesado, se sentía cansado pero tenía que ir a la escuela.

—Te ves muy cansado, ¿estás bien, hijo? —desde que había perdido, su madre le preguntaba eso cada mañana y él en vez de sentirse amado por su progenitora, sentía que ésta le recordaba su derrota cada día.

—Estoy bien, me voy a la escuela. —avisó tomando su mochila y saliendo de casa, ni siquiera esperó a que su madre le ofreciera algo para desayunar. No estaba de humor.

Pasó clase tras clase, se durmió en un par de éstas, después de perder en el primer partido de la Winter cup, les habían dejado un par de semanas libres de entrenamiento, pero todos sabían que después vendría lo peor. Estaban seguros que el entrenador les estaba guardando una buena dosis de para que aprendan a no perder.

Daiki no quería ir a casa, tampoco había algún partido interesante el día de hoy, ninguno de sus conocidos jugaría así que no tenía ganas de ir a ver el torneo. Para su fortuna, Satsuki había tenido una reunión con el entrenador y era por eso que se había librado de su presencia y su constante palabrerío. No estaba de humor.

—Aominecchi~ —canturreó una voz tras él, después sintió un brazo pasar por sobre su hombro y el rostro de su rubio ex compañero de equipo muy cerca del suyo. Éste sonreía a pesar de la mirada poco amistosa que recibía por parte del aludido.— ¿Qué te sucede? —preguntó de pronto Kise, apartándose un poco del contacto pero manteniendo una mano firme en el hombro de Aomine.— ¿Estás bien? —cuestionó al no recibir respuesta.

—Sí, estoy bien Kise. —declaró tratando de seguir su camino. Kise le soltó pero mantuvo el paso que Aomine llevaba.

—¿A dónde vas?, ¿puedo ir contigo? —volvió a preguntar pero ya lo estaba siguiendo.

—Haz lo que quieras. —contestó en tono poco amigable. Estaba lejos de su escuela, ni siquiera sabía hacia dónde había estado caminando como para encontrarse a Kise de pronto.

Así mantuvieron en silencio su caminata, Kise no estaba seguro de la dirección que Aomine estaba tomando ya que el rubio sólo se dedicaba a caminar a su lado sin decidir el rumbo, él sólo le seguía haciéndole compañía. Al cabo de unos minutos más, el modelo no pudo evitar hablar.

—Debo ir a una sesión de fotos, ¿me acompañas? —Daiki giró a verlo arrugando el entrecejo. Todos en la generación de los milagros sabían que desde secundaria el chico era llamado ocasionalmente para modelar algunos atuendos de marcas que comenzaban a ser famosas, sin embargo, nunca les invitó o mencionó directamente que tenía ese trabajo, sólo se enteraron por las chicas que se acercaban constantemente a acosarlo.— Estoy seguro que habrá chicas bonitas, no tienen unas boobies tan grandes como de seguro te gustaría, ya sabes, las modelos tienden a ser más delgadas ya que se cuidan mucho y… —Aomine perdió el hilo de lo que decía Kise, sólo podía ver el rostro sonriente de éste hablar y hablar, su boca se movía pero el moreno no entendía qué estaba diciendo y sin darse cuenta asintió.

—Está bien. —dijo luego de varios minutos en los que Kise habló sin parar.

—Gracias Aominecchi, estoy seguro que no te vas a aburrir. —Y así fue como el moreno as de touou terminó en un estudio de fotografía de una revista para adolescentes.

Luego del inesperado que recibió por parte de Aomine, Kise le tomó del brazo y lo dirigió hacia el rumbo contrario, cruzando con cuidado la calle y tomando el primer autobús que pasó, ambos llevaban aún el uniforme escolar así que era obvio para los que les miraban que no iban en la misma escuela.

Una vez que se sentaron en la parte trasera del autobús, Kise suspiró ruidoso y miró a su acompañante, éste miraba por la ventana sin ponerle atención.

—¿Tan mal lo estás pasando, Aomine? —Pensó Kise. No pudo evitar sentirse preocupado, desde que lo miró notó las ojeras bajo los ojos azules de su amigo, y no se necesitaba ser demasiado observador para caer en cuenta que esa falta de sueño era un daño colateral de su reciente derrota contra seirin, no, no contra seirin… contra Kagami.— Ya casi llegamos, ven. —una vez más tomó el brazo de Aomine y se encaminó hasta la puerta del autobús, tocando el botón del timbre para anunciarle al chofer de su bajada.

—II—

Aomine estaba sentado en un banco alto tras el fotógrafo. Habían pasado alrededor de dos o más horas, ya había perdido la cuenta y para sorpresa del moreno, no estaba aburrido, se había pasado el tiempo mirando al rubio cambiarse de ropa, ir y venir, moverse de un modo y otro frente a la cámara siempre manteniendo esa sonrisa en sus labios. Había una barra donde le permitieron tomar los bocadillos que deseara y mientras esperaba a que el rubio terminara, él comía y bebía —a nadie le importó si él era menor de edad— así que aprovechó y se tomó algunas cervezas mientras esperaba a Kise.

—Alejandro, ¿me dejarías tomarme una foto con mi amigo y después me la mandas? —preguntó haciendo su carita de niño bueno, el fotógrafo de nombre Alejandro no pudo evitar sonreír, conocía al rubio de varias sesiones para esa revista y no podía negarle algo tan simple.

—Tráelo.

—Gracias, eres el mejor. —dijo feliz y corrió hacia el moreno que no se había apartado del asiento donde estaba.— Aomine, ven, tómate unas fotos conmigo. —pidió jalando al más alto.

—¿Qué? —preguntó incrédulo, arrugando la cara como era su costumbre cuando algo no le parecía.

—Quítate la chamarra de la escuela. —tras decir eso, Kise abrió la mencionada prenda y comenzó a retirarla.— No quiero que salgas con el uniforme, vamos a cambiarte. Vuelvo rápido Alex. —tras decir eso arrastró a Aomine hacia el camerino donde su amigo moreno le había acompañado a cambiarse una y otra vez.— Esto me quedó grande, seguro te quedará. También ponte éste pantalón. —y tras decidir el atuendo nuevo para su amigo, Kise le alentó a que se cambiara.— Vamos, vamos que Alex no querrá esperar mucho.

—Estás loco, ésta ropa no se me verá bien, es para niños bonitos como tú. —se quejó sin pensar mucho en lo que decía.

—Gracias por decirme niño bonito, Aominecchi, también creo que eres guapo. —Kise sonrió malicioso, sabía que el moreno no lo había pensado y tampoco se lo quiso decir como un halago, pero poco le importaba, al final, su amigo cedió y se cambió.

La sesión de fotos fue productiva. Aomine no comprendió porqué el tal Alex de pronto se acercaba y le acomodaba la ropa, o cuando le pidió que se cambiara de camisa y la dejara abierta, cosa que a Kise le causó mucha gracia ya que el rostro del moreno era todo un mapa de emociones.

Las fotos fueron variadas, en algunas Kise pasó un brazo por sobre los hombros de Aomine y con su otra mano saludaba a la cámara. En unas más el rubio aprovechó el lado dócil que estaba mostrando Aomine y le pidió que lo cargara en su espalda, y así fue, se sujetó a la cintura del mayor con sus piernas y con ambas manos sobre los hombros de éste mantuvo su equilibrio para posar hacia la cámara.

En la mayoría Aomine parecía una estatua de brazos cruzados que miraba en dirección al rubio, pero siendo un fotógrafo profesional, Alejandro no permitió que un cuerpo y rostro como el del chico se desperdiciara por lo que aprovechó en varias ocasiones para acomodarlo y que la foto saliera mejor con ambos chicos posando en ella.

Aomine no lo admitiría en voz alta, pero esa tarde se divirtió y Kise pudo notarlo en su rostro.

 

—III—

—Ha sido una locura, no vuelvo a acompañarte. —dijo caminando ya con su uniforme de regreso a la parada de autobuses.

—Mooh, Aominecchi, admite que al menos te divertiste un rato, miré una sonrisa en esa cara malhumorada que tienes siempre… —dijo picando con su dedo índice la mejilla del moreno, que tomó la mano del otro y la apartó fingiendo molestia.— ¿Qué piensas hacer ahora?

—Ir a casa, supongo que deben estar preocupados.

—Ven a quedarte conmigo, mañana no hay clases y podemos seguir bebiendo, conozco un lugar donde la encargada siempre me hace el favor de venderme alcohol aunque sea menor. —cerró un ojo cómplice sonriéndole a su amigo.

—Está bien, llamaré a casa para avisar. —Aomine no sabía que Kise le había visto tomando en la sesión de fotos, parecía muy ocupado. Aunque supuso que su aliento le delató.

Tras abordar otro camión, se bajaron a un par de cuadras del edificio departamental donde vivía Kise, ahí estaba la tienda de conveniencia donde el rubio sabía que le venderían alcohol sin pedirle ningún tipo de identificación aunque a leguas se le notara que era menor de edad, sólo bastaba con verle el uniforme puesto.

—Muchas gracias, nos vemos entonces. —Kise salió y guardó la botella que compró en su mochila, no quería problemas.

—¿Es alguna de tus fans? —indagó Aomine, caminando junto al rubio una vez más. Se había quedado afuera de la tienda mientras marcaba a su casa y hablaba con su madre, ésta pareció animada al saber que su hijo retomaba la amistad con uno de sus ex compañeros de secundaria.

—Creo que sí. —aceptó.— ¿Qué te dijeron en tu casa? —preguntó para cambiar el tema.

—Nada, sólo dije que me quedaría contigo y mi madre hasta saludos te envió. —confesó Aomine no de muy buena gana. Para ser honesto a su madre siempre le había caído muy bien el rubio, ya que era el único que se acercó a su familia cuando estaban en secundaria, también era el que solía visitarle los fines de semana o cuando salían de vacaciones en la escuela, manteniendo así el contacto entre ambos.

—Tu mamá siempre ha sido muy buena conmigo, no sé de dónde sacaste ese mal carácter. —bromeó el rubio.

—Eso lo dices porque no la conoces cuando está enojada. —dijo Aomine siguiéndole el juego a su amigo.

Y así se vio riéndose una vez más como cuando estaban en secundaria, Kise siempre tenía ese poder sobre él, podía sacar lo mejor o lo peor en su persona. No negaba que llegó a desesperarle en algunas ocasiones, pero en su mayoría la pasaba muy bien al lado del chico.

—¿No tienes entrenamiento mañana? —Aomine sabía que el rubio era muy responsable en cuanto a sus deberes con el equipo de básquetbol, así que supuso que beber demasiado no era una buena idea.

—No, el entrenador nos pidió vernos hasta el lunes, tenemos el fin de semana libre. ¿Qué quieres hacer? —llegaron al departamento de Kise, éste abrió y dejó que el moreno le siguiera mientras él iba prendiendo las luces pues el cielo ya se había oscurecido.

—Primero prepara algo de comer, muero de hambre. —confesó caminando hasta el sillón y dejándose caer ahí.

—¿Hambre? Si te la pasaste comiendo durante toda la sesión.

—Esos fueron bocadillos, no comida, tengo hambre.

—Está bien, pediré algo, porque no tengo mucho para preparar y tampoco sé cocinar. —Ryota había estado al pendiente de todo lo que su compañero hizo durante la sesión, no importaba si él miraba la cámara, cualquier pausa que tuviera era más que suficiente para girar a ver a su amigo.

—¿Tú no tienes hambre? —Cuestionó Aomine, ya que Kise iba a pedir comida por su insistencia y no porque él mismo tuviera ganas de comer.— No te vi comer durante toda la tarde. —puntualizó lo obvio.

—No en realidad, comí en la escuela. —después de llamar, esperaron juntos un rato hasta que el repartidor llegó con la comida, Kise comió un poco a petición del moreno, aunque fue éste último el que arrasó con la comida. Después, recogieron todo y fue Kise el que trajo de la cocina lo necesario para las bebidas.

Caminó hasta sentarse junto a su amigo en el sillón, dejando la botella de vodka, un recipiente con hielos y varias botellas de jugo para que pudieran mezclar más bebida cuando se les terminara la del vaso.

Apenas se sentó y Aomine se tomó de un trago el líquido. Estirándose para prepararse más.

—Con cuidado que tampoco quiero que tengas una congestión alcohólica. —dijo Kise algo divertido, pero al mismo tiempo preocupado. Sabía aunque no habían tocado el tema, que Aomine estaba junto a él porque no se sentía bien. Estaba esperando el momento justo para abordar el tema, pero fue el mismo Aomine luego de un rato de estar bebiendo quien lo hizo.

El moreno había estado tomando desde temprano una bebida tras otra en la sesión fotográfica, y aunque no se le subió el alcohol, no tardó en sentir un ligero mareo cuando comenzó a beber rápido ese jugo con vodka que ahora tomaba en casa de Ryota.

—No he podido dormir en varios días… —comenzó, jugando con el vaso entre sus manos, moviéndolo y haciendo girar el líquido que contenía aquel objeto. Su mirada estaba sobre sus manos.

—Tal vez no pueda comprenderte del todo, Aominecchi, pero… —hizo una pausa tratando de acomodar las palabras, no sabía en realidad qué decirle, sólo tenía en mente que quería reconfortarlo, desde en la tarde que lo miró sintió que todos esos sentimientos que había tenido por él en secundaria volvían. Deseaba hacerlo sentir bien, pero no sabía cómo.— ¿No es lo que querías?

Kise recibió una mirada seria de Aomine, su entrecejo arrugado dejando ver que no le gustó aquella última pregunta.

—Lo si-siento Aominecchi, n-no quise decir algo que… —movió sus manos rápido tratando de librarse de esa mirada que recibía por parte de su compañero, lo último que deseaba era que se molestara con él, quería que se abriera con alguien, que le contara a alguien lo que estaba sintiendo y no deseaba arruinar con sus comentarios esa oportunidad. Aomine necesitaba desahogarse.

—Está bien, tienes razón. —le interrumpió antes de que continuara. Tomó lo que tenía en su vaso y comenzó a prepararse más bebida ante la atenta mirada de su amigo.— Ésta bebida es de niñas, Kise. —puntualizó tratando de desviar un momento el tema.

—Y aún así te la estás tomando… —dijo el rubio entre risas.

—¿Me estás diciendo niña? —preguntó Aomine, su rostro serio fingiendo molestia.

Antes de que Kise pudiera reaccionar, tenía a Aomine prácticamente encima de él, haciéndole cosquillas y manteniéndolo contra el sillón, como pudo se libró de esos fuertes brazos que no paraban de provocarle cosquillas y cayó al suelo. El moreno permaneció recostado boca abajo sobre el sillón, Kise estaba en el suelo, miraba hacia arriba y aún mantenía la sonrisa pintada en su rostro. Duró así un par de minutos y después se sentó ahí mismo en el suelo.

—¿Estás bien? —preguntó una vez más. Cuando lo miró en la tarde le había hecho la misma pregunta. Estiró su mano y comenzó a acariciar el oscuro cabello de su amigo, pasaba sus largos dedos entre las suaves y cortas hebras notando cómo el mayor cerraba los ojos disfrutando de la caricia.

—Estoy mejor. —confesó.

Kise no pudo evitar sonreír, eso significaba que él había podido hacer sentir mejor a Aomine, y nada lo hacía más feliz. Mantuvo la caricia sobre el cabello del moreno, después pasó su dedo pulgar de forma suave sobre el párpado cerrado de Aomine, acto seguido acarició de la misma manera una de las ojeras que enmarcaba ese ojo.

—Ven, vamos a dormir. —El rubio se puso de pie, Aomine se movió con mucha pereza, no estaba borracho pero sí comenzaba a sentirse mareado. Fue consciente de que el rubio le encaminó hasta su habitación y ahí le ayudó a recostarse de un lado de la cama, aunque ésta parecía ser excesivamente amplia para una sola persona. Aomine no pudo evitar pensar en ello.

—¿Vives solo? —preguntó lo obvio. Recibiendo una respuesta positiva por parte de Kise.— ¿Tienes… pareja? —indagó una vez más, sintiendo la suavidad del colchón bajo su cuerpo. Kise le estaba retirando las sandalias que se había puesto al entrar a la casa, dejando como era costumbre sus zapatos en la entrada.

—No, tú sabes que entre la escuela, el equipo y el trabajo me queda poco tiempo. —confesó.— Siéntate para quitarte la chamarra, será incómodo si duermes con ella puesta. —jaló las manos del moreno y de un tirón lo hizo que se sentara, a pesar de que Aomine no estaba borracho como para perder la noción de lo que debía hacer o la destreza para desvestirse, le gustaba sentir que era el rubio quien se encargaba de hacerlo por él.

Kise retiró la estorbosa prenda y lo dejó en camiseta. Después acercó sus manos hasta el pantalón y con cuidado abrió el cinturón que llevaba puesto. El rubio sentía sus propias manos temblar ligeramente ante lo que estaba haciendo, Aomine se dejaba guiar por él como quisiera y eso le estaba excitando, esa actitud tan dócil, tan serena, tan impropia de ese chico rudo, terco, del orgulloso y egocéntrico Aomine Daiki.

—Te ofrecería uno de mis pijamas pero… quizás te quede el que me regalaron el año pasado en navidad. —dijo alejándose un par de minutos.— Sí, éste debe quedarte mejor que los demás míos. Puedes ponértelo. —dijo ofreciéndole la prenda.— Quizás la parte superior te quede apretada, pero el pantalón seguro te queda...

—Vísteme tú. —pidió el moreno. Todavía sentado en la orilla de la cama.

—Estás bromea... —El rostro serio del moreno le hizo saber que no estaba bromeando, así que Kise tragó saliva y le miró unos segundos.

Con una mano sobre el pecho, Aomine sintió que Kise le empujaba para que volviera a recostarse, entonces miró a pesar de la poca luz que había en la habitación, el temblor de las manos ajenas. Se deleitó mirando ese suave sonrojo que cruzaba todo el rostro del rubio mientras le bajaba el pantalón y después le ayudaba a ponerse el que le iba a prestar. Se volvió a sentar para que Kise le retirara la playera, dejándolo sin nada pues la que iba con el pantalón del pijama le quedaba muy incómoda.

—Iré a cambiarme. —dijo Kise y salió prácticamente corriendo hacia el baño que había en la habitación, y ahí se encerró.

—¿Quieres que te ayude? —preguntó Aomine desde la cama, acomodándose del lado que pretendía dormir. Se sentía cansado, pero creía que ésta vez sí podría conciliar el sueño.

—N-no, gracias Aominecchi, en un momento voy, puedes dormirte.

—Te espero.

Y ahí estaba Kise, completamente cambiado con su ropa para dormir recargado en la puerta del baño sin animarse a salir, respiraba profundo para calmarse hasta sentir que su entrepierna volvía a ser la misma de siempre.

—Y yo que pensé que lo había superado. —dijo Kise en un suave murmullo.

—¿Por qué tardas tanto? —preguntó Aomine desde la cama.

—Aah, estaba aseándome. —contestó el rubio al salir, apagó la luz del baño y caminó hasta la cama, ahí se recostó mirando de frente a su acompañante, ambos recostados de lado mirándose. Kise se había metido bajo el edredón que cubría toda la cama, ahora tapándole hasta la cintura.— Deberías taparte, más tarde comienza a enfriar.

Aomine se removió hasta quedar bajo la cobija, lo que no esperaba Kise es que el moreno se recorriera quedando tan cerca suyo.

—Gracias. —la voz ronca y serena de Aomine se escuchó en la habitación. Kise volvió de sus pensamientos y sonrió.— Necesitaba distraerme. —admitió, mantenía sus ojos cerrados y parecía cansado, su voz lo delataba.

—Duerme, lo necesitas. —dijo Kise estirando su mano un poco sobre la almohada y acariciando el cabello de Aomine como lo hizo cuando aún estaba sobre el sillón. Paseó sus dedos una y otra vez por las hebras azules, después con su otra mano se permitió tocar el rostro del otro. Minutos después sintió un brazo de Aomine pasar por su cintura.

—¿Te molesta si te abrazo? —preguntó en un murmullo.— Siempre duermo abrazando algo… —confesó. Kise encontró esa información sumamente tierna, pero no pudo detenerse a pensar en ello porque la sensación de ese brazo rodeándole y el calor del cuerpo de Aomine estando tan cerca le estaba calentando.

—E-e-está bien. —contestó y sus brazos quedaron atrapados entre su pecho y el de Aomine, ya que cuando éste escuchó su respuesta lo jaló aún más para estar más cómodo. Podía sentir con sus manos la piel desnuda del otro, que no llevaba una camisa puesta y eso le ponía más nervioso.

Rindiéndose ante lo inevitable, Kise hundió su rostro en el cuello del moreno, aspirando el aroma tan característico que siempre despedía, ese perfume mezclado con su aroma personal. Tan él. Sus manos se deslizaron palpando el pecho de Aomine y se recorrieron hasta llegar a su espalda, abrazándolo por completo después de una lenta caricia.

—Si sigues haciendo eso, en lo último que pensaré es en dormir… —confesó Aomine, riéndose un poco, después besó la frente de Kise y volvió a apretarle contra su cuerpo.

—Lo siento.

Y así pasaron la noche, abrazados. Aomine durmió esa noche como hacía días que no lo hacía, tan profundamente como si le hubieran dado algún sedante poderoso.

—IV—

—Despierta dormilón. —Era más de medio día y el moreno seguía dormido. Ryota tenía algunas horas despierto, incluso se había bañado y salió a la tienda por algo para desayunar.— Aomine, es hora de desayunar, luego puedes seguir durmiendo. —Kise sabía que después de esos días en que tuvo insomnio, su cuerpo ahora exigía reponer todas esas horas en que no durmió.

Se sentó en la orilla de la cama y acariciaba parte del rostro y cabello de Aomine tratando de despertarlo. Éste sólo gemía quejándose de que lo estuvieran molestando. Kise sintió que el moreno pasaba uno de sus brazos por su cintura y lo jalaba hasta acostarlo a su lado de nuevo.

—Duerme conmigo un poco más. —pidió Aomine abrazando el cuerpo del rubio, que una vez más estrechaba como si fuera un peluche.

No pudo evitar reírse, la actitud de niño que estaba tomando el moreno le causaba gracia y a la vez ternura, parecía un pequeño cuando su mamá lo está despertando una mañana para ir a la escuela. Y él se sentía como una madre preocupada por lo tarde que era y que no hubiera comido nada.

—¿Quieres que te traiga la comida? —cuestionó viendo esa opción más viable.

—No, mejor quédate conmigo.

—Tienes que comer algo… —se quejó. Sus manos estaban pegadas al pecho del moreno, ejercían cierta presión para mantener una distancia prudente que no le provocara un calor incómodo.— Te la traeré a la cama. —dictaminó, tratando de librarse del brazo que le sujetaba firme, pero lo único que consiguió fue que el dueño de esa extremidad aplicara mayor fuerza y les dejara en una cercanía que le inquietaba. El grado de intimidad de ese abrazo era demasiado.

—¿Qué hora es? —preguntó Aomine aún con los ojos cerrados, cosa que el rubio agradecía pues su rostro estaba ardiendo debido a la posición.

—Es casi la una de la tarde. —respondió.

Ambos cuerpos estaban de lado, mirándose de frente y a una distancia tan corta que podían sentir la piel del contrario. Kise llevaba puesta una playera cómoda y un pantalón, contrario a Aomine que sólo llevaba el mismo pantalón de pijama con el que había pasado la noche.

—Te bañaste, hueles bien. —puntualizó Aomine, acercando su nariz al cabello aún húmedo del rubio, sus labios quedaron pegados en la frente del chico que parecía un tomate debido al tono carmín que incluso sus orejas tenían.

—V-v-voy por el desayuno.

—¿Tú lo preparaste? —cuestionó desviando el tema como lo hizo el rubio.

—No. Compré algo.

—Un momento más… —pidió al sentir el forcejeo de Kise para librarse de su abrazo e ir por el mencionado desayuno.— Sólo… un poco. —pidió entre murmullos.

Lo siguiente que pasó dejó a Kise de piedra. Desde el día anterior venía sintiéndose excitado por el contacto tan cercano al que Aomine le sometía, sin embargo, el que ahora estuviera sintiendo la mano del moreno sobre su cadera, acariciando con las yemas por debajo de su ropa directamente sobre la piel, le estaba enloqueciendo.

El contacto era suave, los dedos parecían moverse por inercia, incluso se atrevería a decir que era un movimiento involuntario, pero para él, sentir esa mano colarse bajo la camisa sobre su piel era demasiado y sin poder aguantarlo más, de un salto se puso de pie asustando a Aomine que abrió los ojos al sentir dicha acción.

—Iré a calentar la comida. —apenas y vio la espalda de Kise al salir de la habitación.

.:Continúa:.

—¤Žhena HîK¤—

“Es un extraño propósito perseguir el poder y perder la libertad.”
Sir Francis Bacon

                                                                                 

Notas finales:

~De antemano, doy gracias a las personas que hayan leído hasta aquí. Como dije serán tres capítulos cortos que iré subiendo en la brevedad posible. 

Si te gustó o no, agradecería que me lo hicieras saber a través de un comentario. Acepto todo tipo de críticas mientras sean constructivas. <3 Gracias~ 

Primera vez que escribo sobre éste par que me gusta tanto >.< espero no me haya salido muy mal jajajaja xDD


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