Cuando te das cuenta que las personas no son lo que parecen, intentas huir. Te aterra lo diferente y sin embargo, es lo que mas te atrae de mí.
_Hola, Matthew.
El castaño aparto la vista de su teléfono al escuchar su nombre, encontrándose con una muy hermosa chica, con todas las curvas en su determinado lugar. De cabello rubio teñido, rizado y largo hasta poco mas abajo de la cintura y bellos ojos verdes, quien le sonreía coqueta con sus carnosos labios llenos con brillo labial de fresa.
El moreno sonrió. Quizá no se la pasaría tan solo esa noche de viernes cuando no tenia absolutamente nada que hacer.
_Hola, Lorena, ¿qué deseas? - pregunto el chico cordialmente y con una pequeña sonrisa traviesa adornando su atractivo rostro. La rubia agrando su sonrisa al ver tanta cooperación por parte del castaño.
_Veras, necesito que alguien me ayude para estudiar química - explicaba mientras se acercaba o "arrimaba" un poco mas al chico, quien, sonriendo de lado, no hizo ningún intento por apartarla, es mas, se acerco aun mas a la coqueta rubia - Y yo no soy muy buena en esa materia, así que me preguntaba si tu podrías ayudarme - concluyo, poniendo su mejor cara de inocencia.
El castaño pensó, fugazmente, que ya tenia una gran noche asegurada, e iba a contestar de manera positiva a la chica cuando, de la nada, fue abruptamente interrumpido por unos delicados (pero fuertes) brazos que se colgaron de su cuello y que le apretaban con tanta fuerza que casi le sacaban todo el oxigeno que albergaba en sus pulmones.
_Lo siento mamita, pero Matthew estará muy ocupado esta noche.
La rubia le mando una mirada asesina a la pelirroja que estaba colgada melosamente del cuello de su chico, y con resignación; decidió marcharse enfurruñada, soltando unas cuantas maldiciones por lo bajo, hasta su grupo de amigas quienes -desde el otro extremo del salón de clases- la observaban con burla al ver su "patético-intento-fallido" de conquista.
_¿Qué te pasa Amanda? acabas de arruinarme el polvo - espeto el moreno mirando a la chica con el mayor odio que pudo contener dentro de sus grandes ojos color ámbar.
Ella rió, cínica, y se alejo de él. Agitando la mano como restando importancia al reciente acontecimiento - Solo venia a librarte de una zorra mas. No me des las gracias, cariño. Lo hago con todo gusto.
_Ja-Ja - rió sin gracia - no pensaba dártelas, cariño. Ahora dime que quieres.
Ella fingió ofenderse poniendo una mano en su pecho y diciendo dramáticamente: - ¿Qué, acaso no puedo venir a abrazarte y decirte lo importante que eres para mi? - lo miraba con la boca abierta en una perfecta "o" haciéndola ver demasiado graciosa a ojos de cualquiera, aun cuando sabían que esa chica era algo así como una "bravucona" en el instituto. Muchos le temían al igual que al castaño de ojos ámbar. Ambos, junto a su pandilla, eran los mas temidos y respetados en el lugar. Lo que ellos decían era ley y lo que querían lo obtenían con un solo movimiento de manos.
La mirada que el castaño le dirigió a la pelirroja le dejo en claro que no le creía ni media palabra.
Matthew era el líder y (como muchos dicen) el mas deseado de todo el instituto. Con su metro setenta y seis, su cuerpo delgado pero fornido, su cabello castaño claro y sus bellos ojos como dos pedasitos de ámbar, lo hacían irresistible a la vista. Nadie podía negarse a él, todas, y unos cuantos todos, morían por sus huesitos. Era popular, lo sabia, era atractivo, lo sabia también y él jamas desaprovechaba las tantas oportunidades que tenia con las chicas mas hermosas y sensuales del colegio.
La chica suspiro, abatida.
_Esta bien, necesito que me hagas un pequeño favor.
_Ya lo sabia, ¿Qué es lo que necesita de mí, su majestad - dijo haciendo una reverencia de falso respeto hacia ella, burlándose.
_Veras, ¿recuerdas a André? - cuestiono apuntando sus ojos hacia un lugar detrás del moreno. Este volteo, extrañado, hacia donde le señalaba la chica. No recordaba haber conocido a ningún André antes. Cuando pudo localizarlo se dio cuenta de que sí, si conocía a ese André.
Estaba sentado hasta en frente, la primera fila al lado de la ventana.
Logan André Romain, mejor conocido como "nerd", "teto" y diferentes calificativos que describían perfectamente su persona. Era un chico con muy baja autoestima. Siempre estaba solo, cabizbajo, leyendo algún libro o mirando hacia la nada. Matthew podría jurar que en algunas ocasiones lo había visto hablando solo... o consigo mismo. Era muy extraño en muchos sentidos, era reservado y callado, tímido y retraído en lo que se refiere a ínteractuar con las personas, por esa razón es que era blanco perfecto para las bromas y abusos de los bravucones, y no solo de estos, sino también de todo el alumnado en general. Todos lo trataban como si no fuese mas que perro callejero al que debían ignorar y despreciar.
No era de extrañarse que Matthew no lo recordara en un primer momento, nadie le prestaba atención a ese chico por su "extrañeza" así que difícilmente alguien podría recordar su nombre o darse cuenta de su existencia. Y su apariencia no ayudaba mucho, siempre vestía con ropa que, a simple vista, era dos o tres tallas mas grandes. Su cabello negro caía liso sobre su cabeza, con su flequillo que tapaba parte de sus ojos, los cuales estaban escondidos tras unas gruesas gafas de armazón rectangular.
_Si, lo recuerdo. ¿Por qué?
_Necesito que vallas hacia él y le pidas su libreta de matemáticas - dijo la pelirroja mirando, distraída, sus largas uñas pintadas con esmalte color rojo.
Él la miro con incredulidad - estas loca.
_¿Por qué?
_Olvidas que lo he estado molestando durante los últimos dos años desde que entramos a la preparatoria - menciono lentamente, como si le estuviera explicando a un niño pequeño que 2+2 es igual a cuatro, y no tres.
_Y qué?, no es como si fuera a revelarse y partirte la cara - contesto hosca, recordando que por mas que molestaran o golpearan a ese chico; este nunca se defendía o decía una sola palabra. Simplemente se dejaba hacer, sumisamente.
El moreno solo bufo y dirigió su mirada hacia el joven quien leía apaciblemente un libro del cual no le interesa ni le interesara el nombre - Tienes razón - dijo para luego comenzar a caminar directo hacia el asiento del pelinegro quien, al sentir su presencia, levanto los ojos del libro y miro directamente a los ojos ámbar - Oye, nerd - llamo "amablemente".
Matthew tuvo la repentina sensación de sentirse asechado, la sensación de que esos ojos, escondidos tras esas gruesas gafas, lo estaban escrutando minuciosamente. Como sopesando la posibilidad en si hacerle caso o, simplemente, ignorarlo.
Aparentemente eligió la primera opción ya que hizo un imperceptible movimiento de cabeza, dando a entender que estaba le estaba prestando atención.
_Dame tu cuaderno de matemáticas y te prometo que hoy nadie te tirara al bote de basura, teto - Dijo con burla. El castaño logro, por un momento, ver una sombra de ira correr por los ojos del otro. No le dio importancia, seguramente solo era el reflejo en los cristales de los anteojos, pensó.
_Lo siento - musito el pelinegro mirando impasible al moreno - no traje mi libreta de matemáticas.
Matthew lo observo, sorprendido por un segundo. No por que le haya sido negada su petición, sino porque las palabras salidas de la boca del azabache habían sonado tan despectivas que por un segundo, se sintió como una vil rata despreciada por su asquerosidad. Nunca antes alguien lo había echo sentir de esa manera, tan inferior, tan... bajo. Solo con unas simples palabras cargadas de veneno.
El castaño trato de recuperar la compostura al verse observado tan intensamente por el pelinegro.
_Bien, pues entonces tráela mañana, nerd. Claro, sino quieres que mis amigos y yo te dejemos un pequeño regalito en tu casillero, y tu sabes a que me refiero - y con esas palabras se fue, dejando al azabache, que observaba todos sus movimientos con un rostro inexpresivo.
_Y bien, ¿qué te dijo? ¿te la dio? - pregunto la pelirroja en cuanto el moreno llego a su lado.
Él la miro como si apenas se hubiese dado cuenta de su presencia.
_Eh, no, no - respondió torpemente, analizando lo recientemente acontecido con aquel extraño pelinegro - dijo que no la traía, y yo le pedí amablemente - dijo sarcástico, mientras rascaba distraído su cabeza - que la trajera mañana.
Ella lo miro con aburrimiento.
_Ya, claro. "Amablemente" - contesto, remarcando la ultima palabra para dar a entender su incredulidad - bueno, espero que la traiga, sino, ya sabe lo que le espera - miro al nerd, quien nuevamente leía el aburrido libro -o eso pensaba- con malicia.
El ojiambar la imito, y así ambos salieron entre risas del salón de clases.
El pelinegro dirigió su mirada hacía el lugar donde anteriormente estaban la pelirroja y el moreno. Estrecho sus ojos con aburrimiento. Pero había algo mas en su mirada, algo extraño...
Desvió la vista hasta la ventana, donde se veía la salida del instituto y de la nada, una pequeña sonrisa adornaba su rostro, una ligera curvatura apenas perceptible.
Una sonrisa hermética, sin sentimiento ni expresión.
Continuara....