El sonido de la campana de la escuela, siempre da alegría, siempre y cuando sea la que anuncia el final del periodo de clases.
No da tanta alegría cuando la escuchas y tú junto con tus amigos aún siguen corriendo tratando de llegar.
No da tanta alegría cuando llegas al fin y vez la reja cerrada. Eso le paso a Jongin y a su grupo de amigos.
-¡Por favor prefecto Byun déjenos entrar! –rogo Chanyeol. Mi amigo orejón y poste de luz personal.
-Lo siento chicos, los 5 minutos de tolerancia han pasado.
-Mañana tenemos una prueba importantiiiiiisima –esta vez hablo mi amigo Lay, algo exagerado pero era cierto lo de la prueba- perderemos los apuntes y el repaso.
-Lo siento, es un no, ustedes siempre llegan tarde –estaba por girarse para adentrarse a las instalaciones pero se volvió a nosotros que ya teníamos tatuada la decepción en nuestros rostros- ¿En qué grado van?
-Tercer grado A. –dije esperanzado a que nos dejara entrar. El prefecto suspiro cansadamente.
-Tengan –nos dio una tarjeta de presentación, yo la tome sin entender- vayan a la casa alrededor de las 4 de la tarde, mi hijo y sus amigos tienen un grupo de estudio, ellos pueden pasarle los apuntes –se dio la vuelta y entro a la escuela sin decir más.
-Oh no –negó Tao- iremos a la casa de los Byun.
-¿Qué tiene de malo? –pregunto Luhan sin comprender la actitud del panda.
-Ahí todos son inteligentes, ¡¡se nos va a pegar!! –se sacudió todo ocasionando que nos riéramos.
-Ojala se nos pegara lo inteligente –dijo Sehun- si no pasamos las pruebas, no nos graduaremos.
-Eso ya lo sé, y mi madre también –dije mientras caminábamos en sentido contrario de nuestras casas- es por eso que estoy castigado.
-Con razón no trajiste tu disque moto –dijo Sehun analizando la situación
-Me confisco las llaves –se iluminaron mis ojos- eso quiere decir que llegue tarde por su culpa.
-Hyung, tu madre no aceptara esa excusa –nos sentamos en unas bancas. Chanyeol se quitó su mochila mientras decía- somos un desastre, incluso con 5 alarmas no logramos llegar temprano… ya ni siquiera me espanta la alarma que se llama “Levántate o venderás Avon” –todos reímos menos Lay.
-Esperen, no nos desviemos del tema… ¿iremos o no a casa de los Byun? –pregunto Lay algo confundido.
-Yo si –dije sin más- tal vez mi mamá me lleve hasta allá.
-Sí, también yo –dijo Sehun y Luhan a la vez y después de una mirada intensa comenzaron a golpearse.
-¡Aja gane! Me debes una paleta Sehunnie – Luhan le saco la lengua.
-Me da miedo pero iré –comento Tao.
-¿Chanyeol tu iras? –le pregunte.
-Oh… sí, vender Avon no está en mi destino.
Pasamos la mañana comiendo y gastando nuestro dinero de la escuela en los videojuegos, cuando llego la hora de la salida nos dispersamos. Cada quien a su casa como si hubiéramos asistido a clases. No quería más castigos, no tener computadora ni celular ya era suficiente. ¡Sin mencionar mi zanella styler 150 z3! Esa cochinada era mi vida, me hacía sentir un motociclista aunque solo avanzara unos 70 km/hr.
Entre a mi casa como un perdedor y avente mi mochila y abrigo cerca del perchero. Mi madre salió de la cocina con una cuchara en la mano y su característico mandil de africanos bailando “me recuerda a ti bebé” dijo cuando la vi llegar con esa cosa hace un año atrás.
-¿Cómo estuvo la escuela bebé? –me pregunto. Iba a decir la verdad pero después recordé que llevaba una cuchara en la mano y temía que aterrizara en mi cabeza.
-Bien –avance hasta deslizarme por el sofá- tengo un trabajo en equipo por la tarde ma’ ¿Me puedes llevar?
-Claro bebé, ¿Cómo se llama tu amiguito? –rodee los ojos, siempre diciendo todo en diminutivo, esa mujer me volvía loco.
-Byun Baekhyun, es hijo del prefecto.
-Está bien, ve a bañarte la comida estará en unos minutos.
Ya era penoso ser castigado pero era más penoso que tu madre te tuviera que llevar a lugares públicos, es decir, ¡mamá mírame; tengo 17, casi 18 años! Pero para ella ni siquiera era Jongin, o Kai, para ella era "bebé".
Llegamos a una casa extremadamente grande comparada con la mía. Y mis amigos estaban ahí afuera discutiendo quien tocaría el timbre.
-Paso por ti en tres horas.
-No, mamá… -solté el aire y le sonreí- solo dame dinero para el metro.
-¡Oh si, mejor! Hoy sale un nuevo episodio de cake boss, ten –me estiro varios billetes- ¡compórtate!
-Sí, te amo –dije mientras cerraba la puerta del auto y corría hasta mis amigos- ¿y bien, quien es el valiente?
Todos sonrieron y apuntaron al valiente, que casualmente era yo. ¡Malditos!