Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

FIFA Stupid Cup por Yokukane

[Reviews - 6]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Una historia ‘inspirada’ en toda ésta pasión del deporte, de una forma un poco más ajustable a mis intereses personales, haha.

 

¿Por qué el título? Bueno. Todo es por la perspectiva que le da HimChan al fútbol. Desde el punto de vista de un no-aficionado es normal que lo deteste al punto en que lo vea como una estupidez. 

Notas del capitulo:

Sinceramente los deportes nunca han sido santos de mi devoción, el fútbol menos que todos ellos pero todos a mi alrededor se ven tan felices que no pude resistir el hacer esto tan sólo para (de alguna forma) aportar con sus ‘emociones’. Claro, a mi manera, jé.

 

Sin más, les presento éste pequeño desahogo que surgió hace apenas unas horas. SÉ que tengo pendiente una historia, y créanme que planeo darle fin, pero antes quiero terminar mis prioridades y aunque escribir en éste momento no es una de ellas la inspiración vino a mí y… ¿Cómo ignorarla cuando a dónde quiera que mirara ésta idea pedía a gritos nacer? Sin más doy comienzo.

 

Testosterona, sudor y el aroma a cerveza mezclada con un poco de nicotina. Eran los olores que llegaban a mis fosas nasales al respirar el fresco aire de aquel tan sano lugar; Espero y se haya notado el sarcasmo en mis palabras, de no ser así, me tomaré la molestia de resaltarlas.

 

Gritos estridentes en un intento de cantos animados comenzaban a aturdir mis tímpanos, aquellas ansias de algunos fanáticos por entrar por fin al recinto eran tales que estos comenzaban a empujarse unos con otros, por supuesto, yo recibía parte de aquellos golpes al encontrarme entre un mar de mastodontes apestosos con sus cornetas y botellas de bebida en mano. Juraría que el tipo a mi lado ni siquiera se ducho, posiblemente por hacer una larga fila tan sólo por presenciar aquel partido ¿Qué había de interesante en él? Nada, eso había de interesante nada. Un puñado de imbéciles admirando a otros imbéciles correr tras una pelota… ellos ya tenían dos, ¿Para qué una más? Já. ¿No es obvio mi amor por éste deporte? Lo sé, soy todo un aficionado como la bola de estúpidos con la que estoy.

 

¿Ven a ése chico castaño de piel blanca? Lo sé, resalta entre todas aquellas pieles tan bien bronceadas. Ése caucásico de ahí, ése sensual hombre de estilizada figura, tan dócil, tan bien vestido, gafas de lentillas purpuras y labios pequeños pero regordetes. Antojables en pocas palabras. Piernas largas y sin duda bien formadas, pantaloncillos que dejan a la vista aquel par de perfectas pantorrillas; así como también una camisa negra un poco holgada con el logo de Chanel.  Ésa explosión de sensualidad y erotismo en un hombre… soy yo. Kim HimChan.

 

¿Qué hago aquí si yo mismo me considero un tipo lejos de ser fanático de éste deporte? Ni yo mismo lo sé… Oh, por supuesto, vengo a acompañar a un grupo de viejos amigos quienes consiguieron  entradas para seguir los partidos de la liga uno a uno. Lo sé. Divertido ¿No? No.

 

—Bbang, de verdad quiero agradecerte por haberme traído contigo… —.

—HimChan… —.

—No, en serio. Es lo que siempre había deseado en la vida… —Decía con calma a pesar de que los gritos se escuchaban aún más audibles que mi propia voz. Ni siquiera podía hablarme a mí mismo en MI cabeza.

—… Channie… —.

—¿Te he dicho que te adoro? En verdad. No hubiese deseado algo más que pasar mis vacaciones junto a un montón de cabezas de chorlito reventándome los tímpanos con sus gritos y silbatos, —.

—… HimChan… —

—Te lo agradezco, amigo —Terminé, haciendo un énfasis especial en aquella última palabra.

—Lo sé, sé que odias el fútbol —.

 

¿Algo que no fuese obvio?

 

—Pero al menos trata de divertirte, anda. Por mí y los muchachos, —Me hizo una seña apuntando con su cabeza justo frente a nosotros, donde se encontraban viejos amigos.

 

DooJoon, YoungJae, así como KiKwang y YoSeob. Viejos amigos universitarios con quienes pasé los mejores años de mi vida.

 

—Tienes suerte de que no pueda matarte con tranquilidad, —Veneno salía de mi boca y mis manos contenían ésas ganas de romperle aquel largo cuello de jirafa sólo por ellos. No hacía falta decir más.

 

Si estaba ahí, ahogándome con la peste ajena, muriendo de calor en pleno día soleado y mareándome con el aroma a cerveza, pues bien lo soportaría sólo por aquellos chicos.

 

—A todo esto, ¿Cuándo entraremos? —Si iba a comenzar mi martirio al menos exigía comodidad, tsk.

 

Apenas y se había abierto la boca de mi mejor amigo cuando aquellas puertas se abrieron a nosotros. Vaya suerte, debo tener boca de profeta.

 

—Justo ahora, —Murmuró con una extensa sonrisa.

—Bien… —.

 

No dije más, sólo deseaba entrar y comer como poseso, al menos debían darme ése gusto si querían tenerme callado y tranquilo mientras ellos disfrutaban de su partido.

 

—Iré a comprar algo, —Dije apenas y cruzamos aquella entrada y una vez los oficiales chequearon mi anatomía lo suficiente como asegurarse de que NO era un terrorista asiático procedí a continuar con mi camino hacia ninguna parte en busca de algo para comer… o matar el rato en la caminata simplemente.

 

Me separé del grupo apenas tuve la oportunidad y escuché un grito de Guk a lo lejos. “Cuidado con la dieta” dice… Estúpido.

 

 

 

Apenas y encontré una larga fila para los bocadillos pude notar que en definitiva y con suerte, llegaría ahí al segundo tiempo, aunque mala idea no era si lo que buscaba era no ver ésa mierda por un largo rato ¿Qué tan malo sería hacer fila por al menos media hora?

 

Claro, a los cinco minutos desistí de ésa idea cuando sentí unas manos recorrer mis piernas, decidí ignorar, pero aquel enfermo —Porque sí, las manos de un hombre se reconocen con el simple roce— creyó que sería divertido pasar a mi trasero, cosa que en definitiva no iba a permitir.

 

Levanté mi rodilla tanto como pude y, dejándola caer justo en el blanco, un elegante y sonoro pisotón se dejó escuchar. Ah, el sonido de los falanges al crujir, música para mis oídos en ése instante. Al menos esperaba haberle fracturado uno o dos dedos, lo que fuese.

 

 

 

 

 

Nuevamente continué en búsqueda de algo que pudiese satisfacer mi hambre y… ¿Por qué no? Mi necesidad de perder el tiempo.

 

—¿Qué podría comer por aquí? —.

 

Dios, si me escuchas: Te amo.

 

Justo frente a mí una fila de máquinas expendedoras hacía presencia en aquel blanco pasillo. ¡Al fin! Mis plegarias habían sido escuchadas. La sonrisa era notoria en mis finos y a la vez carnosos labios; Sólo debía insertar una moneda y listo.

 

Pero vaya mierda, olvidé que no había traído conmigo cambios con aquella moneda del respectivo país.

 

Me cago en todo…

 

Sólo quería irme y regresar a mi pequeño país ¿Era mucho pedir? Maldito el momento en que acepté venir aquí con YongGuk.

 

No sé en qué momento mi frente terminó apegada al vidrio de aquella máquina de golosinas pero sin duda alguna me veía patético.

 

—¿Disculpe? ¿Comprará algo? —Ése acento, no, ése idioma.

—No… —Murmuré con suma sinceridad.

Me separé de aquella máquina para encontrarme al fin con un extraño el cual llevaba sus audífonos puestos, así como una pesada chamarra encima. Bueno, dentro hacía un poco de frío, creo que era obvio pero ¿De verdad? ¿Tanto así?

 

—¿Puedo? —Preguntó éste con intenciones claras de meter una moneda en ella.

—Por supuesto, —Me alejé al menos medio metro para darle espacio.

 

Segundos transcurrieron y la maquina hizo lo suyo, ¿Y yo? Bueno, yo sólo podía mirar.

 

—Coreano ¿Cierto? —¿Tan obvio era? Já.

—Sí, —Respondí con un intento de sonrisa.

—No es normal ver… ya sabes… —.

—¿Compatriotas por aquí? —Su rostro hizo una mueca divertida, una sonrisa y la expresión de confusión mezcladas en una perfecta morisqueta. Demasiado perfecta.

—Iba a decir: “Coreanos tan atractivos”. Pero sí, también, —Mentiría si dijese que mi cara no se tornó rojiza por el comentario pero eso era lo de menos. —Me imagino que vienes a ver el partido, —Por supuesto, era lo más obvio.

—Algo así… sólo acompaño a unos amigos, en realidad no me gusta el fútbol, —Honestidad, era mi lema. No quería agradarle si eso significaba mentir.

—¿De verdad? Vaya, las entradas son algo caras. Tus amigos deben quererte demasiado para traerte con ellos, —Alegó tras sacar dos latas de soda, una para él y al parecer una para mí.

—Gracias, —De nuevo aquel halagador rubor en mi rostro se hacía presente.

—Por nada, Chico bonito, —Rió. Mierda, su sonrisa. Jamás había visto filas de perlas tan blancas y perfectas. Un ataque, eso iba  a tener.

—Ah, já… —Que inteligente, Chan-ah~. —Tú… ¿De verdad vienes a ver esto? —.

—Es amor al deporte, —.

—Tsk, paso… —.

—Bueno… te ves algo delicado para jugar un deporte de hombres así, —Oh, no… no había dicho lo que creo que dijo.

—¿Disculpa? —.

—Digo. Te ves más bien de Tenis, natación y ésas cosas más bien femeninas, —Sí, lo había dicho.

—Ah… vale —Mi mirada había dicho todo. Amaba mi facilidad por hacerle saber al resto que en definitiva no quería seguir ahí, y como tal traté de hacer obvio el sentimiento.

—Practicas natación ¿Cierto? —¿Cómo lo…?

—Sí, —Respondí en un intento por sonar tajante, pero a la vez un tono curioso salió de mí.

—Tus piernas… —Dijo él. —Se ven trabajadas y finas, como… —.

—… las de una chica, —Terminé. —Todos me dicen lo mismo. Lo sé, —.

—No debe sorprenderte, —Respondió el con aquella estúpida sonrisa. ¿Dije que era linda? ¡A la mierda! Era detestable. Aquel chico era tan… ¡Agh!

—En efecto, no lo hace, —Fingí mirar mi reloj y tras murmurar un “Me debo ir” esperé zafarme de todo aquello pero no, al parecer el macho dominante aún tenía mucho de qué hablar pues inclusive me tomó por el brazo.

—Tú, yo, después del partido ¿Te parece? —Su sonrisa. Ésa sonrisa. ¡¿De verdad?!

—No soy una puta, lo siento, —Sonreí, sonreí con toda la hipocresía que había en mí.

—No te pagaré, te permitiré estar conmigo, —.

 

QUE. MIERDA. ¿Era en serio? Vaya, y yo que creí que era lo suficientemente odioso, ésta fue la cereza del pastel.

 

—¡Ja! —No pude contenerme. — El niño me permitirá estar con él, —Fingí asombro. — Escucha, ¿Por qué no vas con tu mami? Debe estarte buscando, —.

 

Mi comentario hizo justo el efecto que esperaba pues aquella pretenciosa sonrisa rápidamente abandonó sus labios. Punto para Chan.

 

—Tú, de verdad detestas el fútbol ¿Cierto? —.

—¿Lo dudas? —Dije sarcástico una vez liberé mi brazo.

—Te diré que… si Corea anota un gol me deberás un beso, —.

—Já, claro, —.

—Si anota un gol en el primer tiempo me permitirás besarte como yo deseé… —.

—Continúa, continúa, —Bramé con fingido respeto. Me provocaba risas su seguridad.

—Si gana, —Sonreía, ¿Por qué sonreía? No me gusta su sonrisa. No. Odio su sonrisa, y a aquella, la odiaba más que a las anteriores— Me debes una noche, —.

 

De nuevo, ése color, ése color en mi cara. Agh, como lo odiaba. Ni siquiera sabía su nombre y ya lo detestaba.

 

—Jamás… —.

—Si Corea pierde, admitiré que es un deporte para cavernícolas, ¿Te parece? —.

—¿Por qué mierda me importaría lo que digas? —Y era cierto, me importaba una mierda.

—Porque veo en tus ojos ego y orgullo, y el tenerme arrodillado frente a ti admitiéndolo y pidiéndote una disculpa te haría feliz, ¿No? —.

 

Lo admito, sí. La idea me hacía feliz, pero no por ello cedería tan fácilmente.

 

—Aún no me siento convencido, —Iba a sacarle todo el jugo que pudiera a esto.

—Hotel Royal Tulip… —.

—¿Qué…? —Joder, vaya que había captado mi atención.

—Si perdemos tú y tus amigos podrán hospedarse en ése hotel junto con nosotros, en habitaciones individuales, claro, —Era tentador, lo admito.

—Mmm, no lo sé, —Quería, pero a la vez temía ¿Y si ganaban? Mierda, jamás deseé tanto la derrota para mi propio país.

—Tic, tac. No tengo todo el tiempo del mundo, Muslos bonitos, —.

—Bien, es un trato, —Nuestras manos se estrecharon dando por cerrado aquel acuerdo. No esperé aquel sorpresivo beso sobre mi mejilla por parte del extraño moreno era algo que en definitiva, me había dejado un poco shockeado.

—Nos veremos en el partido, Muslos —.

 

 

No sé quién era, y me importaba muy poco en realidad… pero lo tendría de rodillas, pidiéndome disculpas y después de llegar a ése hotel pediría un buffet con servicio a la habitación, todo a su cargo.

 

 

 

 

 

 

El partido comenzó y yo me perdí… nada muy importante en realidad. Alineaciones, el himno de cada país, pase de lista de cada jugador con sus datos, tsk. Nada interesante.

 

—¿Los hice esperar demasiado? —Murmuré una vez localicé los asientos en la tribuna.

—¿Dónde mierda estabas? Guk creyó que habías tomado un vuelo de regreso a Corea, —Ah, había olvidado lo bocotas que podía ser el cachetón.

—Fui a comprar algo para comer, la fila estaba de muerte, —Y no mentía.

—Mentira, KiKwang te fue a buscar, —Ésta vez YoSeob se había unido al cachetón.

—Joder, me cansé y fui hasta las máquinas expendedores, ¿Contentos? De cualquier forma, entre más tarde llegase mejor… —.

—Sólo llevan 10 minutos del partido, tienes suerte, —Decía un alegre DooJoon.

—Que afortunado, —Sisé tras cruzarme de brazos y hundirme en mi silla.

Faltaban al menos treinta minutos para el medio tiempo. Que odiase el futbol no me convertía en un estúpido.

 

—Entonces… ¿No ha pasado nada interesante? —No quería sonar desesperado pero en serio, quería saber con qué habilidad se movían en el campo.

—Tanto Rusia como Corea están en igualdad de condición —Joder. —Pero Rusia ha tenido mayor control del balón, al menos ahora —.

 

Bien, me gustaba lo que escuchaba.

 

—¿Quién creen que gane el partido? —Dije como un simple comentario curioso.

—Corea definitivamente, —Alegaba aquel alegre KiKwang.

—Admitamos que Rusia se ve dispuesto a parar todos nuestros intentos, —YongGuk, tan sincero. Ahora su sinceridad era la que necesitaba.

 

El partido fue tan, largo… y cuando digo largo es Laaargo. Afortunadamente estábamos a 10 minutos del medio tiempo, un poco más, un poco más y me libraba de un beso, un beso asqueroso.

 

¡Cambio! Sale Lee KwangHee y entra la joven promesa del equipo asiático. El número 11. ¡Jung DaeHyun!

 

¿Qué? ¿Realmente? ¿Un cambio antes del medio tiempo? ¿Era eso legal? Mierda, sí que estaban desesperados.

 

A la edad de 20 años y con un número de 23 goles a lo largo de su corta carrera y 13 victorias, todas ellas, marcadas por el decisivo gol de éste joven; ha sido llamado “Pequeño muro” debido a su corta edad y su poderosa defensa así como la fuerza de sus tiros.

 

Por un segundo dije: “Vale, no importa. Un Jr, está bien”, pero al ver el rostro de aquel chico enfocado en la enorme pantalla… Mierda. Era él. Él. ¡ÉL!

 

—Ése imbécil… —.

—¿Cómo? —Mierda, ¿Hablé en voz alta? Al parecer, pues YongGuk me había escuchado.

—N-nada… —Negué.

 

No podía… él no… él no era capaz de…

 

¡Gol! La joven promesa ha anotado un gol tres minutos antes del medio tiempo. ¿Es posible eso? Cambiemos su sobrenombre por “Niño de oro”. Si tenemos una salvación para éste partido tiene nombre y apellido, y ése es Jung DaeHyun.

 

Juro que jamás en mi vida olvidaré ése nombre.

 

La pantalla lo enfocó, ¿Por qué debían enfocarlo? Ésa sonrisa tan pretenciosa. Lo detesto. Miraba la pantalla con presunción, aquella lengua suya recorrió sus gruesos labios y tras morder su inferior lanzó un beso a la cámara. Lo odio. Nadie mejor que yo sabía el significado de eso, y el color en mi rostro así como un escalofrío el cual recorrió la punta de mis pies hasta mi espina fue la prueba de que sin duda su mensaje había sido recibido. Él no puede ganar.

 

—Muérete… —.

—¿Qué dijiste? —.

—Que quiero un té, —Dije mirando a otra dirección lejos de Bang, lejos de la pantalla, lejos del partido, lejos de él.

 

Si la suerte tuviese pies, mi suerte sería parapléjica.

 

El partido avanzó lento pero seguro. Los momentos de tensión me hacían gritar con el resto. Mientras mis compañeros creían que comenzaba a contagiarme de su pasión yo rogaba y temía por el momento en que Corea anotara otro gol para hacer una enorme diferencia. Temía por mí. Temía por la integridad de mi cuerpo. Mi integridad como persona…

 

… Mi virginidad.

 

¿En qué mierda había pensado cuando aposté ésta basura? No ¡¿EN QUÉ MIERDA HABÍA PENSADO CUANDO APOSTÉ CON UN JUGADOR?! Era obvio que si alguien podía marcar la diferencia era él, a menos que lograse obtener la nacionalidad Rusa, aprender las reglas del fútbol y hacer méritos para unirme al equipo enemigo todo en menos de 30 minutos… era imposible colocar las cosas a favor para mí. Iba a perder. Todo se iba a acabar para mí.

 

 

No, el Señor quería ayudarme. Desde que llegué no podía hacer nada más que agradecerle por los golpes de mala y buena suerte que había sufrido ¿Por qué no rezar? Sí,  si había una fuerza mayor que el ser un jugador era el de allá arriba.

 

Mis manos se juntaron, pedí por mi vida y por el bien de mi retaguardia. Dios ya no podía ayudarme con ése beso pero sí con esto. Joder, lo necesitaba tanto.

 

 

¡Gol de Rusia! ¡Los marcadores han sido igualados! Sin duda ahora ambos equipos están en igualdad de condición. Y con 20 minutos antes del final un milagro debe surgir para salvar a cualquiera de los dos contrincantes.

 

De ahora en adelante, me comprometo en ir a rezar cada domingo a la iglesia. Amén.

 

 

 

No podía ser tan malo, todo se veía bien para mí, iba a ser salvado, sólo podía rogar. Un gol más, un gol más, por favor. Era todo lo que pedía.

 

 

Cuando al fin Rusia estuvo por anotar uno más… Falló. Aquel molesto sonido se dejó escuchar dando fin al partido. Un empate se había vivido y con él la emoción de muchos había decaído, entre ellos, la mía.

 

 

—Perdimos, pero nos divertimos, —.

—Optimista como siempre, Kiki, —Burlaba YoSeob al menor.

—No perdimos, —Alegó DooJoon. —Sólo no ganamos, —.

 

Las risas no se hicieron esperar, por otra parte yo deseaba con toda mi alma salir de ahí. Él no tenía por qué saber que no estaba ahí, es más… entre más pronto saliésemos mejor. Sí, eso.

 

—Hey, creo que deberíamos irnos ya, —No quería hacer obvio mi nerviosismo pero el temblar de mi labio y mis manos sudorosas no ayudaban mucho.

—¿Por qué? —Cuestionó el inseguro YoungJae.

—Joder, ya terminó ésta mierda ¿Y aún así lo preguntas? Sólo vámonos, ¿Quieren? —.

—Mierda, HimChan. Cualquiera pensaría que apostaste con un sujeto peligroso y perdiste, —No exactamente pero un punto importante había tocado el cachetón.

—N-no… sólo… —.

—Sección F-14. Mi jefe quiere hablar con usted y sus amigos, —No. Mierda.

—¿Ah? ¿Ocurre algo? —Guk, como siempre, comportándose como un líder.

—Mi jefe sólo me envió aquí por el chico dientes de conejo, —Lo odio.

 

Inevitablemente todas las miradas se posaron en mí, era obvio ¿No?

 

—Ya… vamos, —Alegué. —Sólo yo, ellos no… —.

—También deben ir, mi jefe me lo ordenó, —Aquel hombre tan enorme y su aterrador tono de verdad me producía escalofríos,  seguro todos deben pensar que vamos a morir.

—¿Vamos a Morir? —Kiki, tan inocente.

—No vamos a morir, —En realidad, escuchar aquella paz en boca de DooJoon me tranquilizaba, enormemente, me hacía pensar positivo.

 

 

 

 

 

 

Llegamos hasta los vestidores del equipo Coreano. Joder,  ¿Piensa abusar de mí frente a sus compañeros? ¿Frente a mis amigos?

—¿En qué problemas te metiste, Hyung? —Hyung. YoungJae sólo me llamaba así cuando utilizaba ése tono de reproche.

—Digamos que aposté algo con alguien… —.

—¿Qué apostaste? —YongGuk sólo me miraba y yo, yo no quería mirar a nadie. —HimChan, ¿Qué mierda apostaste? —.

—Yo… no quería, —Silencio.

 

 

La puerta se vio abierta y ésta dio vista a todos los jugadores quienes se veían cansados, sudorosos. Mierda, apestaba a casillero maloliente, ¿De verdad? ¿Era éste el poder del equipo Coreano? Carajo. Bueno, sin duda apestan.

 

—Hey, bienvenidos. Supimos que vinieron desde muy lejos para vernos, —¿Qué? ¿Jugadores amistosos? ¿Es qué quieren abusar de mí en grupo?

—Sí… vaya… no creí. ¿De dónde conocen a HimChan? —Todos parecían impresionados, incluso yo.

—¿HimChan? Nosotros sólo sabemos que unos compatriotas vinieron a vernos y quisimos traerles con nosotros, —Decía un chico con una alegre sonrisa.

 

No me gusta cómo pintaba esto y sinceramente, no quería ver más.

 

—Nos hospedaremos en el Royal Tulip, ¿Vienen? —.

—No tenemos dinero para… —.

—Invitamos, no hay problema, —Joder que la sonrisa de todos se extendió tan pronto escucharon eso.

 

KiKwang había aprovechado para fotografiarse al lado de algunos jugadores, DooJoon no dejaba de hablar con algunos otros de cuando éste jugaba fútbol en la escuela Preparatoria, y YongGuk, él me miraba fijo así como YoungJae.

 

 

—¿Q-qué? ¿No están felices? —.

 

No. YongGuk sólo apretaba la mandíbula cuando estaba molesto. Feliz no era la palabra que le describiría en aquel momento.

 

—HimChan, ¿Tú qué crees? —.

 

No logré decir palabra alguna en mi defensa pues por la puerta había entrado un sonriente castaño. Ése chico. La última persona a quien me hubiese gustado saludar.   

 

—¿Disfrutaron el juego? Siento no haber anotado más goles, realmente estaba distraído el día de hoy —.

—¿Distraído? —Cuestionó YongGuk.

—Sí, distraído. Un par de muslos bonitos que vi por la tarde captaron toda mi atención.

 

Risas no se hicieron esperar, por otra parte mi rostro mostraba todo menos alegría.

 

—Hey, ¿Ya están al tanto de la noticia? —Murmuraba el pretencioso futbolista.

—Gracias, pero no podemos aceptar. No sería correcto.

—Hombre, ¿Cómo qué no? Es un regalo por ser tan buenos fanáticos.

 

Se posó a mi lado con total confianza, como si nos conociéramos de toda la vida; Y antes de que pudiese apartarme una de sus manos viajó hasta mi cintura en dónde me estrechó a él, aún bajo la mirada de todos los presentes. Aunque claro, nadie pareció darse cuenta.

 

—Anda, Guk. Es el Royal, —Los lujos llamaban a mis amigos y estos parecieron convencer a mi mejor amigo. Traición. Eso era.

—Supongo que está bien… ¿Por qué no? —.

 

 

Púdranse todos.

 

 

 

 

 

 

Royal. Ya estábamos en él. Se tomaron la molestia de llevarnos en su autobús personal, todos iban al lado de su jugador favorito, ¿y yo? Yo iba al lado de un idiota.

 

—Deja de mirarme así, ¿Quieres? Me exasperas, —.

—¿Por qué? Muslos bonitos, —.

—¡Deja de llamarme así! —Gracias a Dios nos encontrábamos en la parte trasera, nadie podía escucharnos. —Eres odioso, ¿Lo sabías? —.

—Un poco, —.

 

Traté de ignorarlo todo el camino hasta el mencionado hotel, pero éste no dejaba de hacerme preguntas y yo, para silenciarlo, me limitaba a contestar monotonías. Esperé a que perdiese el interés pero… no fue así.

 

—Llegamos. Las habitaciones están dadas, pero antes ¿Por qué no van a dar un paseo a la piscina? —Aquella sugerencia me daba escalofríos, ¿Qué tramaba?

 

Lo supe segundos después cuando traté de unirme a aquel ‘carnaval’ efusivo al lado de mis compañeros pero éste me sostuvo por el brazo, nuevamente.

 

—¿Qué mierda quieres ahora? —.

—Me debes un beso, Muslos bonitos… —.

 

Mierda. Lo había olvidado.

 

—¿Por qué tenías que echarlos? ¿Qué planeas hacer? —.

—Oye, tranquilo, no abusaré de ti, —Mi tono fue demasiado obvio, lo cual me hizo sonrojar. ¡Rayos! Le estaba dando muchas libertades de hacerme reaccionar como él quisiera.

—S-sólo terminemos con esto, —.

 

 

 

 

 

 

La habitación de los jugadores era lujosa, lo admito, pero no por ella me sentía impresionado. Paredes blancas, camas amplias dignas de un rey e inclusive sobraba espacio para cinco más. Cortinas tejidas de forma ecológica y veraniega además de alfombras tropicales y todo perfectamente adornado con madera y algunas luces bastante cálidas, así como colores cómodos para el deleite visual. Me gustaba sí, pero no por eso me sentía relajado.

 

—Se ve bien, —.

—Más que bien, —Habló éste tras guiarme con un incómodo agarre sobre mi cintura.

—No es necesario, ¿Sabes? —.

—Quiero hacerlo lo más cómodo posible para ti, Muslos… —.

—… Cállate, —.

—Como quieras, —Aquel encogimiento de sus hombros así como el estiramiento de sus músculos me hizo saber que se había rendido y estaba agotado. —Tomaré un baño, ponte cómodo si así lo deseas, —.

—Como sea, —.

 

No había mucho que decir. Un beso y a dormir, era todo. Ahora la duda era ¿Cómo me besaría? ¿Me gustaría? ¡Joder! ¡No! Él era tan… tsk. De sólo pensarlo me hacía arder de la furia. Sí, furia, eso, nada más.

 

He de admitir que me causaba curiosidad saber ¿cómo sería la textura de aquellos gruesos labios? ¿El sabor? ¿Sería un beso profundo? No. Ya me sentía hiperventilar y eso me aterraba a mí mismo. Estaba consiente de mi sexualidad, muy consciente, pero no por ello me besaría con cualquiera. Esto sólo era una apuesta por cumplir.

 

El sonido de la perilla que conducía al baño me sacó de mis cavilaciones y con ello mi mirada fue captada hasta aquel punto. Pude apreciar a un semi-desnudo jugador con sólo una toalla enrollada a su cintura y el resto de su cuerpo cubierto por una delgada capa de agua y algunas gotas de sudor que se tomaban la molestia de mostrarme cada músculo de aquel hombre al perfilar su anatomía en un camino de humedad que éstas mismas dejaban al pasar.

 

Ah, quiero creer que el calor de la habitación es por la ducha y el vapor que sale del baño.

 

—Ya… sólo debo besarte, ¿No? Acabemos con esto, estoy agotado, —Y asustado. Temía por lo que fuese a pasar ésa noche. Especialmente si todo era más que un beso.

—Acabaré con esto pronto sólo porque tú me lo pides, HimChannie, —.

—¿Cómo lo…? —.

—Tus amigos hablan muchas cosas, —Ya los mataría después.

—S-sólo bésame y ya, —Quiero agradecer a la poca iluminación, sin ella no sería posible el que yo haya evitado ser descubierto por aquel moreno.

—Mierda, que intenso eres, Channie —.

—¡Deja de llamarme como si fuésemos amigos! Sólo dame ése estúpido beso y acabemos con esto… —.

—Oye, yo no te besaré, —¿No? —.

—¿Ah no? —.

—No, —¿Acaso había cambiado de opinión? ¿Me habría equivocado al juzgarlo? Quizá… —Tú me besarás.

 

Hijo de puta.

 

—No. No. ¡No! Nunca, —Mi diestra, como acto reflejo, cubrió mis rosados labios de cualquier intención agresiva hacia ellos. Temía de lo que fuese capaz aquel chico.

—Anda, Channie. Gané ésa parte de la apuesta, deberías darme mi premio, —.

—Lo dices con tanta tranquilidad que… —.

—Te repugna, lo sé. Pero es lo divertido. Te haces el difícil, —¿Qué? —Eso es sexy —.

 

Tragué en seco una vez aquellas palabras abandonaron sus labios. Mi boca se entreabrió con dificultad. Mis manos, mis manos temblaban como si no hubiese un mañana. Mis piernas parecían entumecidas y mis hombros se sentían tensos. Quería morir, que alguien entrara, que interrumpiera pero aquella música poco audible desde nuestra habitación hasta la piscina lo hacía ver imposible.

 

 

Anda, HimChan, ¿Qué es un beso? Puedes hacerlo. Me animé. Estaba listo.

 

 

Mis labios se abultaron con total calma, mis manos, ellas sostuvieron las muñecas de aquel jugador. Aún temía porque me forzara a algo, debía admitirlo. La paz en su rostro me relajó un poco; Se había tomado la molestia de cerrar sus ojos, como si fuese un beso dulce el que le daría, pero no, no era eso. Era extraño, ya había besado anteriormente —Mis anteriores relaciones claro —pero nada como esto.

 

Mis pómulos sentían aquel calor concentrarse en ellos, mis manos temblaban, él posiblemente lo sentía y yo, aquí como idiota continuando con el tacto. Agh, algún día me odiaré por ésta estúpida apuesta. ¡Sentía mi corazón reventar! Mis nervios a flor de piel, y cogiendo aire por última vez. Le besé.

 

Era un beso dulce, tranquilo, nada era forzoso y él ni siquiera profundizó. Mis manos ahora acariciaban sus muñecas y antebrazos, ascendían lentamente hasta aquellos firmes y gruesos bíceps. Sus manos, por otra parte, habían encontrado lugar en mi cintura; No me opuse. Era agradable tener un contacto así aún si se trataba de un extraño. Nuestros labios parecían responder a aquel beso el cual lentamente comenzó a abrirse un poco más, y por abrirse me refiero a nuestras bocas, ya no era sólo un roce simple ahora nuestros belfos se atrapaban entre sí, ambos mordisqueábamos los labios ajenos no sólo con nuestros ya hinchados labios sino también utilizando aquellos blancos dientes. Pude sentir sus perlas atrapar mi grueso inferior entre ellas. Una leve presión se dejó sentir sobre mi rosado inferior, me quejé mas no fue de dolor sino más bien debido  la impresión.

 

—Dae… —Su nombre. Lo había dicho.

—Dime, HimChannie, —Susurró sobre mi boca. Aún no había señal de su mirada sobre la mía, creo que era bastante obvio que el mantener distancias tan cortas me avergonzaba. Agradecía enormemente aquel respeto hacia mi espacio, pero no, gestos así sólo me hacían desear más.

—Hace calor… —Mi piel, juraba que ardía, ¿Era el vapor debido al baño realmente? ¿Por qué quemaba así?

—¿Quieres sacarte la ropa? —.

 

No.

 

—Sí… —.

 

Mierda.

 

Mis prendas fueron desprendidas de mi cuerpo gracias al moreno quien sin haberme dado cuenta ya me tenía totalmente descubierto ante su mirada. Apenas iba a protestar cuando éste mismo lanzó aquella tela que cubría su desnudez.

 

Mucho mejor.

 

 Mis labios, nuevamente se vieron apresados entre aquel par de gruesos y prominentes a diferencia de los míos pequeños y regordetes. Aquellas manos recorrieron con libertad la piel expuesta. Sus labios dejaron de invadir sólo el exterior, ahora su lengua hacía presión en mi boca como si se tratase de fingidas estocadas dentro de ella. No tardé demasiado en captar el ritmo que imponía dentro de ella, mi lengua inclusive se unió a aquella ‘fiesta’. Podía sentir un intenso calor inundarme, aquel sabor ajeno al mío inclusive se mezclaba con total compatibilidad.

La calidez que me embriagaba cada vez que éste saboreaba centímetro a centímetro los rincones de aquel húmedo lugar no podía ser descrita. No tenía palabras, era una dulce sensación pero a la vez algo palpitaba en mi zona baja.

 

Sin siquiera darme cuenta mis piernas ya lucían abiertas frente a él, no por gusto sino porque era la posición que habíamos adoptado ante aquel beso… ¿En qué momento caí en aquella enorme cama? Las sábanas ya se adherían a mi ahora húmeda espalda debido a la ligera capa de sudor que ahora perlaba muy apenas mi blanquecina piel, tan así que inclusive podría jurar que la poca iluminación le hacía brillar. El calor, pensaba yo ante aquella sensación de sofocamiento que ejercía presión en mi ahora entrecortada respiración; quería mentirme, pero no, no era eso. Estaba excitado. Un extraño había conseguido generarme un desconocido placer con sólo un beso, y yo quería aprovechar ése beso, ya no me importaba hasta dónde había ido a parar el trato, si sólo debía ser un roce entre nuestras bocas. En ése momento estaba tan seguro de querer proseguir como el hecho de que ahora ni siquiera podía detener mis propios labios. No quería admitirlo pero en realidad, deseaba más que un beso.

 

 

 

Ósculos descendían por mi cuello, mis clavículas, lentamente aquella boca ya se encontraba devorando la piel anteriormente recorrida, ésta vez utilizando su lengua como medio para saborear cada milímetro de mi cuerpo. Deslizaba aquel húmedo ápice desde mi barbilla, la línea de mi yugular y siguiendo su camino hasta mi pecho. He de decir que todo en mí es considerado un área sensible por lo que, el mínimo roce de alguien con buenas manos podría inducir a una perfecta reacción.

 

—A-ah… —Justo así.

 

Aquellos gruesos labios habían atrapado entre estos uno de aquellos botones rosados que reposaban sobre mi pecho. La sonrisa de DaeHyun era notoria aun cuando sólo se dedicaba a torturarme.

 

—B-basta… —.

—¿Por qué? —.

—P-porque sí… —.

—Ésa no es una respuesta, —.

—Tú… ¡Ah! —.

 

Nuevamente sus labios habían hecho de las suyas sobre mi piel y en compañía de su lengua ahora se encontraba realizando círculos sobre aquel erecto pezón. Joder, si esto seguía así yo…

 

—Que tenemos aquí, —Mierda.

 

Había resultado tarde, él había notado aquella erección entre mis piernas y yo podía sentir muy claramente la suya rozar mi trasero. Era obvio lo que quería, lo que queríamos. Y yo se lo iba a permitir.

 

—Deja, —Ordené, pero él no lo hizo. Fue rebelde y decidió acariciar mi excitación entre sus manos. Jodido niño tan más odioso.

 

Arriba, abajo, desde la base hasta la punta, esos eran los movimientos que Jung DaeHyun prestaba a mi erección haciéndome retorcer sobre sus sábanas.

 

—Te odio… —.

—No lo haces, —.

—¿Por qué tanta seguridad? —Exclamé con aquel color ya característico en mi rostro.

—Porque puedo ver en tus ojos que lo deseas… tanto como yo, —La peor parte es que era verdad.

 

De nada servía continuar conteniéndome, quería continuar, quería sentir a ése detestable chico dentro, mi cuerpo lo pedía y yo también. Importaba un carajo si él era un extraño y yo un arisco, comenzaba a hartarme el ser torturado. Si iba a recibir placer quería dejar los juegos.

 

—Lo deseo tanto como tú, —.

 

Lo había admitido.

 

—¿Qué? —.

—Dije: que lo deseo tanto como tú, —Palabra por palabra, y con un erótica lentitud, murmuré para él.

 

Ya estaba cansado de estar bajo su cuerpo, me limitaba a sólo recibir placer, entrecerrar mi mirada, temblar mis labios, mi piel ¿Por qué el único afectado debía ser yo? Quiero decir, también quería ver lo que YO podía llegar a causar en el joven jugador. Quería invertir posiciones, aún si no tenía el valor para ser el activo yo quería estar arriba, no, necesitaba estarlo.

 

—¿Le asusta acaso, Mr. Player? —Mis manos ascendieron hasta dónde el trabajado abdomen que poseía él, una vez me encontré sentado sobre la pelvis de éste. Bastaba decir que la posición era algo vergonzosa para mí, quiero decir, mi trasero rozaba perfectamente contra la semi-despierta entrepierna de él. Estaba tocando terreno peligroso.

 

Su expresión me lo decía todo. Estaba tan impresionado ante mi cambio de actitud que incluso su mandíbula lucía como si se fuese a desprender de su boca, já. No dejaría pasar un segundo más, quería una venganza limpia ante todo lo que él había causado sobre mí. Yo también quería jugar con él.

 

Pequeños besos fueron depositados sobre aquel bronceado pecho. Mis manos se encargaron de acariciar cada músculo que fuese palpable para mis curiosas manos. Mis labios, por otra parte, recorrían desde aquella morena piel ubicada en su cuello hasta el marcado pecho de éste. No quería perder ninguna oportunidad por hacerlo temblar tal y como ahora lo hacía, más aún después de descubrir lo erizada que se tornaba su piel y lo ásperos que podían llegar a ser aquellos masculinos suspiros. Una mordida fue dejaba sobre su abdomen conforme comencé a descender.

 

Sería mi primera vez haciendo aquello y estaba nervioso, su entrepierna ya estaba entre mis manos, sólo necesitaba acariciarla un poco y hasta dónde lograba ver la vista le agradaba pues no tuve que prestar demasiadas atenciones como para tener aquel cuerpo implorando por más.

 

HimChan… —.

 

Dulce. Así fue aquella sinfonía. Mordidas fueron dejadas en mi labio ante la necesidad de escuchar más, no paré, al contrario seguí y con insistencia. Ésta vez fueron mis labios quienes desearon prestar mayores atenciones a aquella despierta erección. Un beso fue depositado en la punta de aquel hinchado glande y, tras utilizar mi lengua como herramienta para el placer ajeno al generar círculos sobre aquella sensible zona me atreví a engullir por completo —Al menos, lo que mi boca podría tragar — subiendo en lentos movimientos. No deseaba provocarme arcadas, mucho menos siendo que mi intención no era precisamente hacerle venirse de una vez. No, el virginal HimChan aún tenía muchas ideas las cuales deseaba colocar en la práctica.

 

Me aseguré de abarcar cada espacio de éste no sólo con mi boca, sino también con mi lengua. El interior de mis mejillas servía para masajear aquel trozo de carne cada vez que un vaivén era producido por mis labios.

 

—¡Aah! Mierda… para… —.

 

“¡Pop!”

 

Ése curioso sonido fue producido por mis labios al succionar la punta del moreno como última caricia sobre su palpitante erección, y tal cómo él me lo pidió, paré.

 

Aún podía percibir aquel calor agolparse en mis mejillas, mi rostro entero ardía al igual que el resto de mi cuerpo.

 

Retomé mi posición inicial, ésta vez colocando mis piernas a cada lado de las caderas de aquel jugador. Tragué pesadamente pues, a pesar de haberme esforzado por lubricar esto sin duda iba a doler. Sólo quería pensar en que tan pronto pasara me encontraría gimiendo como una perra en celo.

 

Y así fue. Tan pronto el miembro de DaeHyun entró de lleno en mí mi piel se erizó, me dejé caer sobre él aun cuando él se encontraba dentro de mí. Resultó tierno el hecho de que se tomase la molestia de acariciar mi espalda en un vago intento de conforte, más no por ello el placer del momento disminuía. Segundos más tarde aquella necesidad por sentirlo haciendo estragos en mí resultó mayor.

Pronto DaeHyun se encontraba tomándome por la cadera para así hacerme descender una y otra vez sobre él. Aquella posición ayudaba a que golpease seguidas veces aquel tan dulce punto dentro de mí… mi voz, ya no podía escucharla. Mis propios gritos me habían ensordecido, la sinfonía de la cama al rechinar así como el choque de ésta contra el muro a nuestras espaldas resultaba lo suficientemente adictiva como para repetirlo. Resultó insuficiente hacerlo una sola vez, por lo cual decidimos continuar. Las posiciones fueron variadas y algunas de ellas bastante simples mas el vigor con que eran aplicadas les hacía lo suficientemente placenteras como para hacernos callar con mordidas en nuestros ahora rojizos labios.

 

Hace algunas horas éramos sólo extraños, y ahora nos encontrábamos jadeando a todo pulmón el nombre del ajeno entre gritos y gemidos.

 

—D-DaeHyun… para… —Rogué tan pronto sentí su miembro golpear mi próstata nuevamente.

—¿Por qué? Te gusta, tu cara lo dice… —.

 

Me encantaba que hablara así, tan demandante, tan dominante conmigo. Al masoquista que llevaba dentro le encendía aquello.

 

—Quiero. Quiero correrme, —Alegué con desesperación. Necesitaba al menos una sola vez después de… perdí la cuenta después de llegar al quinto orgasmo.

—Channie, joder… espero continúes así de estrecho, —.

 

En ése momento no importó el rango de edades ni el hecho de que estuviésemos gritándonos en la búsqueda por llegar al edén, yo sólo quería sentir el cielo entre mis dedos de nuevo, y por quizás décima vez, así fue. Llegué al paraíso al lado de aquel Dios del sexo.

 

Mañana me arrepentiría.

 

 

 

 

—Channie, HimChan… —.

 

Duele…

 

—HimChannie, —.

 

“Tock, Tock”.

 

¿Quién carajos toca a ésta hora?

 

—HimChan, ¿Estás ahí? Abre la jodida puerta, mierda, —¿YongGuk?

—¿Q-qué es lo qué…? —Mi voz. Me escuchaba afónico.

—¿Channie? ¿Eres tú? —.

—Mmm… —Musité. Supe que éste se lo había tomado como algo positivo pues dejó de insistir.

 

A mi lado no había nadie, sólo un montón de sábanas deshechas, el aroma a colonia, sudor y sexo. Especialmente aquello último. Impregnaba el ambiente.

 

—¿No vienes? —.

—¿A dónde? —Pregunté como pude. Vaya que me costó la garganta.

—El equipo está entrenando ¿No vienes a ver? —Continuaba hablando tras aquella puerta.

 

Me negaba a abrir en éste estado.

 

—No quiero… —.

—Anda, sé que no te gusta el fútbol pero ellos han sido demasiado amables, trata de mostrarte agradecido —.

—¡Con un carajo, YongGuk! ¡No pued…! —.

—¿No… qué? —.

—No puedo… —Susurré un poco avergonzado, hastiado, cansado.

—¿Por qué no? —.

 

¿Tan necesario era responder a aquello? Ni siquiera me estaba mirando y yo moría de la vergüenza en un intento por fundirme con aquellas sábanas.

 

—¿HimChan? —.


Silencio.

 

—No puedo caminar… —.

 

 

Notas finales:

Si llegaron hasta aquí se han ganado... una patata Kawaii<3.

 

¿Ven cómo el fútbol es malo? :(

Dejó al pobre Channie sin poder caminar [?]. Bueno no, haha. Al menos ahora no se puede quejar. Tuvo la noche de su vida y mira que incluso hay pruebas de que fue una noche de locura  e w e.

 

Lamento las faltas de ortografía si las hay, juro que revisé y corregí las que vi. Si no... daré otra chequeadita. En fin. Quizá después les traiga algo más, pero antes...

 

¡A seguir con el estudio! Pai-pai<3. 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).