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Indiferencia por Cristabelle

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Notas del capitulo:

Los personajes no me pertenecen, sino a Pendleton Ward, sólo los tomó prestados para escribir locuras sin fines de lucro.

 

Érase una vez en una tierra llena de extrañas maravillas, un reino donde habitaba la gente más dulce, esto último no sólo por su amable hospitalidad y gran ternura, sino también porque eran de caramelo, lo cual no se limitaba a los ciudadanos, pues desde las calles y herramientas hasta las murallas que resguardaban el reino, por donde quiera que se mirara se podía encontrar golosinas.

 

Si bien era posible encontrar bastantes excepciones, la mayoría de los ciudadanos de aquel reino trabajaban con ahínco y tenían un gran corazón lo cual se debía en gran parte a su monarca: un sereno doncel de chicle, inteligente y responsable que los aconsejaba y cuidaba con ternura.

 

Por aquellas razones todos los que le conocían no podían sentir por él menos que admiración, empero para Marshall-lee el temible rey de los vampiros, el Dulce Príncipe estaba muy lejos de ser perfecto. Lo consideraba arrogante, frío y calculador, cualidades que solía aplicar a la hora de resolver los problemas del dulce reino; amable, pero impersonal, de tal manera que los que anhelaban acercarse a él resultaban lastimados, como Fionna, la brava y bella heroína que acudía siempre que fuera necesario pelear con la despiadada Reina Helada. El Dulce Príncipe nunca notó lo mucho que ella lo amaba.

 

Ciertamente las conclusiones del vampiro eran acertadas. El Dulce Príncipe poseía un carácter bastante difícil, se la pasaba estresado intentando hacer avances en sus investigaciones científicas o bien desarrollando medidas de contingencia y seguridad para mantener a salvo a sus súbditos en caso de que la Reina Helada atacase. Por eso, de vez en cuando descargaba su ira por cualquier estupidez; un caso notable era su resentimiento contra la Condesa de la Nuez que en cada visita al Dulce Reino no podía evitar comerse todas las reservas de pudín y peor que eso era la turbulenta relación que había entre el Dulce Príncipe y Marshall-lee.

 

Cada vez que la casualidad los reunía, reñían y se insultaban. El vampiro siempre iniciaba las disputas, pues no soportaba estar en su presencia debido a algo doloroso que no podía dilucidar y que solía resumir en la frase: “¿Por qué tuve que enamorarme de alguien que no puede amar a nadie?”

 

 ***

 

El viento soplaba fuerte y sacudía el espeso follaje de los árboles, la sangre fluía al remover las flechas color esmeralda que yacían clavadas en su pierna. El frío calaba sus dolorosas heridas al tiempo que se regeneraban, pero poco importaba todo aquello comparado con lo lacerante que le resultaba la indiferente mirada que le dirigía el Dulce Príncipe al acercarse a él.

 

—¿En verdad no te importa el daño que causaste?

 

—¿Por qué habría de importarme? —sonrió impúdico— lo único que me importa es que estaba a punto de darle una lección a ese maldito Hechicero Cazador cuando tú te entrometiste.

 

—Quebrantaste el orden, hiciste daño a propiedad privada y lo peor de todo es que la dulce gente casi salió lastimada.

 

—¡Por favor! Los cuidas demasiado, es por eso que son todos unos enclenques, empezando por ti.

 

—Me importa más no ser tan estúpido como para llevar una mundana pelea a un lugar donde claramente saldrían lastimados inocentes.

 

—¿Qué sabes del mundo real? Vives en una burbuja donde todos son complacientes e hipócritas contigo sólo porque eres un príncipe

 

Sin cambiar su desdeñosa expresión el Dulce Príncipe asesto un golpe en el rostro del vampiro haciéndolo caer.

 

—No cambies el tema, maldito cínico.

 

—Cómo te atreves… ¡te matare!

 

Furioso intentó alzarse al ataque, pero en ese instante sintió unos labios contra los suyos y el peso de alguien sobre él.

 

—¡¿Por qué hiciste eso?! —Marshall lo empujo— ¡quítate de encima!

 

Acto seguido tocó sus labios con incredulidad degustando un sabor a goma de mascar; lo que más ansiaba acababa de suceder.

 

—Porque tengo una duda…— expreso mirándolo fijamente

 

El vampiro trago saliva sin poder dejar de mirar aquellos ojos tan severos que de pronto comenzaron a destilar sensualidad.

 

—Te la pasas intentando llamar la atención, lo cual hace preguntarme ¿quién es esa persona a la cual no sabes acercarte, tanto que necesitas de artimañas como esta?

 

—¡¿Qué estupideces dices?!

 

El Dulce Príncipe se acercó insinuante al vampiro.

 

—¿Crees que no me he dado cuenta de cómo me miras?

 

—Yo no…

 

Los labios de Marshall temblaban y unas lágrimas de rabia parecían querer escapar de sus ojos, cuando volvió a ser presa de los besos y caricias del príncipe.

 

—Si tanto quieres esto, sólo pídelo, no hagas cosas que puedan lastimar a otros.

 

Cierta resistencia que en el fondo era fingida se dejaba entrever, pues el disfrute era inevitable e inevitable también era el daño, dos cosas que el orgulloso vampiro no quería aceptar, algo tan obvio que resultaba ridículo.

 

 —¡No me hagas reír! puedo tener a quién quiera, ¿por qué querría a un mimado como tú?— expreso avergonzado cuando al fin pudo recuperar la concentración.

 

Paseando sus manos por el torso del vampiro, desabrocho su camisa y deslizo la punta de sus dedos por la piel cadavérica de Marshall y entonces respondió:

 

—Porque todo cínico en el fondo es un sentimental.

 

Esa fría inteligencia escrutativa dejó rendido a Marshall-lee, quién sin darse cuenta había comenzado a llorar, todo por aquel sutil desprecio con el cual de a poco el Dulce Príncipe le rompía el alma, si es que aún tenía una.

 

—Gumball… odio tu indiferencia y a pesar de eso, no puedo… dejar de amarte.

 

—Lo mereces por todos los problemas que me causas, pero siempre es posible llegar a un acuerdo.

 

Cuando se quiere algo con vehemencia no importa el precio basta la oportunidad y se es capaz de olvidar las consecuencias.

 

Lo siguiente sería un castigo, por tanto el vampiro no tendría permitido hacer nada que el príncipe no le permitiera.

 

El aristócrata desnudo a Marshall con premura, situó sus manos en la entrepierna de este y haciendo presión despertó esa zona erógena disponiéndose a saborearla con la boca.

 

Subía y bajaba suavemente provocando placenteros gemidos de parte del vampiro, al tiempo que él mismo se tocaba.

 

La furia y la excitación estaban a la par, pues Gumball se detuvo y disfruto ver al vampiro rogarle con la mirada, lo ignoro y siguió auto complaciéndose; sólo cuando se sintió al límite volvió hacía Marshall y al fin le permitió acariciarlo.

 

Se masturbaron mutuamente entre besos casi asfixiantes y sintieron sus cuerpos derretirse de goce, pero aún no era suficiente. Sin previo aviso el doncel de caramelo comenzó a adentrarse en el vampiro que ahogaba el sufrimiento mordiéndose la muñeca. El dolor y el placer eran tan asiduos que Marshall no tardo en disfrutar esa lasciva intromisión tanto como lo hacía Gumball; la cadencia aumentó, sus gemidos se volvieron más vehementes y al fin llegaron al éxtasis.

 

Y al pasar la euforia las lágrimas volvieron.

 

—Ni siquiera te quitaste la ropa…

 

Gumball sólo se subió la bragueta.

 

—Estoy seguro de que no querías que esto sucediera así, pero debes ser consciente de que esta es la única manera posible… no puedo amar a nadie; mi cariño sólo puede ser de mis súbditos— alego mientras se disponía a volver al Dulce Reino.

 

—Esto aún no acaba… soportare cuanto sea necesario si me acerca a ti.

 

Por un instante el Dulce Príncipe le presto verdadera atención y resoplo melancólico antes de continuar su camino.

 

***

 

Corrió a sus aposentos, se encerró con llave y camino afligido por toda la habitación. Se desesperó  al sentir todavía en su piel la esencia del vampiro y presuroso se preparó él mismo una ablución de almíbar; dejo desparramada su ropa por el suelo del lujoso baño y se sumergió en la melaza de la espaciosa tina labrada en chocolate blanco, cerró los ojos e intento sosegarse pero no pudo a causa del sonido de unos pasos menudos.

 

—Buenas noches alteza, disculpe mi intromisión pero quise traerle ropa limpia— saludo la adorable doncella Mentita.

 

—¿Tenías que hacerlo en estos momentos? Me estoy bañando —suspiro molesto— se supone que cerré la puerta con llave.

 

—Bueno... es que también quería tratar algunos asuntos con usted.

 

—Hazlo y vete.

 

–Primeramente le informo que la dulce gente se encuentra mucho mejor, los que estaban asustados por la pelea entre el rey de los vampiros y el Hechicero Cazador ya se estabilizaron, nadie estalló.

 

—Eso es maravilloso— dijo el joven sonriendo con ternura.

 

Ahí fue cuando la mucama se tornó seria y hablo con decisión

 

—Sé que ya hablamos de esto, pero no estoy dispuesto a desistir, he estado portándome bien así que vuelvo a pedírselo. Permítame ser un mayordomo.

 

—No, como fémina levantas menos sospechas.

 

—Por favor, estoy tan harto de este disfraz, al menos preferiría ser un varón.

 

—No es no —bostezo aburrido— ¿eso era todo?

 

Mentita quedo en silencio por un largo tiempo.

 

—Si eso era todo te pido que por favor te retires.

 

El Dulce Príncipe no recibió respuesta.

 

—Doncella Mentita está faltando a sus deberes como sirvienta de este palacio y al acuerdo que tienes con la familia real— expreso Gumball enérgico.

 

De pronto la mucama abrió la boca desmesuradamente, dejando salir a un ser de aspecto bello y malvado al que cubría totalmente la oscuridad a excepción de los ojos que desprendían un fulgor argentífero.

 

A pesar de la impresión el príncipe conservó el aplomo.

 

—¡No de nuevo! Por si fuera poco con ese par de idiotas ¿ahora tú también piensas armar una trifulca en medio de este reino?

 

—¡Qué frío! Y pensar que tomó esta forma sólo para ti.

 

—Tú y yo bien sabemos que en este estado no eres rival para los guardias gigantes de chicle, así que vuelve a ponerte el disfraz antes de que te detecten.

 

Dark One sonrió con malicia.

 

—¿Olvidas que eso no es problema? —camino lentamente hacía la tina— pedir permiso no cuesta nada.

 

—No entiendo como lo consigues.

 

—La estabilidad de este reino se debe bastante a ti, por eso es imprescindible que no te estreses demasiado. Ellos también lo notan así que cuando les digo que puedo relajarte, miran hacía otro lado… y como hoy te veías especialmente mal.

 

Entro en la tina y se adoso con reticencia al doncel, acorralándolo.

 

—Además vi algo que me molesto de sobremanera, ¿sabes a lo que me refiero?

 

—Depravado— le increpo Gumball.

 

Tomó el rostro del muchacho acercándolo en demasía al suyo.

 

—No vengas con eso, nunca he disfrutado ver cómo te acuestas con el Hechicero Cazador… por otro lado, fuiste a buscar al vampiro, él te dijo que te amaba y por lo angustiado que volviste, tiendo a pensar que sientes lo mismo y me provoca celos.

 

—Tendré que explicarte, pero primero…

 

Se acomodó en los brazos de Dark One y le entrego un paño embebido en esencia de tutti frutti que El Oscuro paso gustoso por el cuerpo desnudo del príncipe que comenzó a relatar:

 

—He investigado mucho y los humanos tenían una gran gama de corrientes filosóficas, todas muy fascinantes, y una frase que rescato de entre todo eso es “El fin justifica los medios”

 

—¿Quieres decir que has estado haciendo esto sólo porque es necesario?

 

—Por supuesto. El Hechicero Cazador con sus intrigas estuvo a punto de llevar al reino de los magos a una guerra en contra del dulce reino debido al escándalo que sin querer armo Fionna en la última Batalla Mágica, todo porque no gano un beso mío. Y el rey de los vampiros…disputar con él siempre me deja en ridículo, lo cual realmente no me importa, pero que se pusiera a pelear con el Hechicero cazador en medio del reino, fue algo que no pude tolerar.

 

—Interesante —rio por lo bajo— si se ve desde otro punto de vista, técnicamente el responsable de los daños fuiste tú.

 

—Cierra la boca.

 

—Piénsalo, el vampiro merodeaba el castillo a causa de que te ama y de casualidad se encontró con el Hechicero Cazador que hacía lo mismo por razones parecidas, los pretendientes se batieron en duelo y henos aquí.

 

Luego de aquel comentario prefirió guardar silencio, pero aquello no duro mucho debido a que las manos de Dark One comenzaron a acariciarle las partes bajas.

 

—Entonces ¿cuáles son tus razones conmigo?

 

—Entretenerte lo suficiente como para evitar que regresen tus deseos de liberar al rey de las sombras— susurro entre gemidos.

 

—Al menos yo sé la verdad —lo beso con fuerza y frunció el ceño— ¡rayos! Todavía siento su esencia en ti.

 

—Reemplázala con la tuya— dijo Gumball en un murmuro.

 

Se dejó llevar, le permitió recorrer cada centímetro de su piel y hacer con su cuerpo lo que él quisiera y como siempre el deleite y el pesar se entremezclaron dejándolo exhausto.

 

Ver así al príncipe, siempre provocaba en el demonio una extraña ternura, que lo movía a arroparlo y a quedarse con él hasta que se dormía, entonces aprovechaba para confiarle algunas de sus reflexiones.

 

—Adoro tu indiferencia, aún en los momentos en que te poseo, tu cuerpo está ahí, pero no tu mente, ese desdén representa tanto de la oscuridad que guardas, una barrera donde escapas de lo que en verdad sientes… si todo cínico en el fondo es un sentimental, entonces ¿todo sentimental en el fondo es un cínico?

 

Ante esa dura verdad Gumball se despabilo un poco y alcanzó a llegar a un arreglo con Dark One.

 

—Puedes ser un mayordomo si prometes no volver a decirme eso.

 

—Me gusta la idea, desde ahora seré el Mayordomo Mentita— le dio un beso y se dirigió a la salida.

 

—Espera, quiero que hagas algo más —bajo la mirada entristecido— tala el bosque donde nos viste al vampiro y a mí.

 

—Será un placer.

 

 

Retornó su aspecto de sirviente, pero esta vez como un afable mentita de traje azul con accesorios rojos y salió por la puerta con una sonrisa que se desvaneció por la frustración que le provocaba no poder entender por completo príncipe de chicle, que con su frialdad hasta a él lo desconcertaba.

 

 

Notas finales:

Gracias por leer esta extraña historia (?) espero que no les molestara mucho aquellas dos parejas tan crack, pero no pude evitarlo TAT, todos los fics que tengo pensados siempre me salen así XD nuevamente, gracias por leer, agradecería muchisimo poder saber que les pareció mi escrito en sus comentarios n,n


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