Hoy es 16 de abril de 1898.
Soy un artista de diseño que vive en una pequeña ciudad llamada Slough, que está situada a diecinueve millas al oeste de Charing Cross por las afueras de Greater London.
Estoy aquí para contarte una historia. Una historia que atormentará tu mente de día y envenenará tus sueños de noche.
Y aunque hare todo lo posible, no hay palabras escritas ni pinceladas puestas sobre el lienzo que puedan describir la maldad y el horror de aquella noche en la que BaekHyun murió…
Unos ojos vacíos revelan un rostro perverso.
Mis ojos se abren por el escozor de la luz del sol. Algo está mal.
No sientes que reina la maldad cuando te despiertas de un mal sueño, pero algo está mal.
Una sensación de pánico u desesperación recorre por mis venas con tal rapidez que salto de la cama sin considerar que inevitablemente mi cabeza se golpeará con el soporte de la cama.
¿Qué es ese olor? Es tan extraño. La única cosa que reconozco es el aroma de BaekHyun, pero es como si algo completamente podrido ocultara su habitual dulce fragancia.
¿Por qué tiemblo? ¿Estoy equivocado con respecto a lo del sueño? Quizás estoy atrapado en los últimos segundos de una pesadilla tan horrorosa que aun permanezco de pie despierto y no puedo escapar de su aprehensión.
Un sorbo de agua y un momento para encontrarme a mí mismo debería ayudarme a unir las piezas.
¿Dónde estuve anoche? ¿Qué hice? Recuerdo la cena, bebidas, risas. Recuerdo que hice el amor con BaekHyun. Recuerdo que pinté.
Sí, mi bosquejo, mi última obra maestra. Oh, no puedo esperar a que mi dulce amor vea mi mejor logro hasta ahora. Esto lo hice por él.
Yo debería despertarlo, estoy demasiado ansioso como para dejar que su sueño se prolongue.
Tiendo la mano con cuidado para sacar a BaekHyun de su sueño y descubro que mis manos están cubiertas de sangre. El olor, el estremecimiento, el pánico.
Contra mi voluntad, giro y veo la horrorosa escena en la cama donde dormí. La áspera realidad que estoy viendo me cubre mientras caigo gritando de rodillas sintiendo náuseas.
Esto no puede estar pasando. Aún estoy dormido, nunca desperté. Avanzaré lentamente hacia la cama, estrecharé entre mis brazos a mi dulce BaekHyun, y en las señales del amanecer acariciaré suavemente sus labios.
Con toda mi fuerza me tiro a la cama y muevo suavemente al hombre con el que he compartido siete años de mi vida. Ese fue el momento en que con mucho dolor noté la belleza angelical de sus ojos. Tan sosegados, tan compasivos, y ahora aparentemente infinitos aún perfectos. Su lozana piel encendida, ahora se ahoga en un charco de color carmesí.
No estoy seguro que atrajo mi atención hacia el espejo sobre la pared.
No estoy diciendo que si no hubiera reflexionado sobre la funesta mañana las cosas al final habrían sido distintas. Todo lo que sé es que hasta el día que muera nunca volveré a dormir…
En la revelación del misterio después de las últimas horas de la vida de BaekHyun, el viejo y quebrado espejo que ha estado colgando en mi cuarto hasta donde puedo recordar mostró algo absolutamente claro.
Yo, Kim JongIn, maté al único amor que alguna vez conocí, BaekHyun.