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Kiss me hard before you go por Slugnatic

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Notas del fanfic:

La historia es mía, los personajes no ;A;

Notas del capitulo:

Puse en las advertencias Lemon, pero para mí es Lime (? kekek. 

Es el primer fic que publico en esta cuenta, ¡Yay! Denle amor ♥ (?

Espero sinceramente que les guste ;A;

 —Morimos cuando el amor está muerto— las palabras dejaron sus labios apenas en un susurro. Su acompañante botó con parsimonia el humo de sus pulmones; una sonrisa bailando en sus labios. Con brusquedad apagó la colilla del cigarrillo en el barandal del mirador y dejó la preciosa vista de la ciudad de noche para ver al interior del sucio edificio.

—Suenas a tragedia, ¿Qué sucedió ahora?— el viento sopló más fuerte, llevándose consigo el pañuelo de seda que le había regalado su madre al partir. Frunció el ceño dejando que la ráfaga llevara la tela hasta la muralla y al fin se detuviese, caminó tranquilo hasta rescatarlo del suelo sucio.

—Nada— contestó el otro, apenas moviéndose unos centímetros de su lugar, aún observando las luces y la vida nocturna de Seúl. No dejaba de sorprenderle la turbulencia de las cosas. Sus ojos se cerraron disfrutando de la ventisca.

—Bueno, no suenas a que haya pasado nada— el más alto volvió a su lugar, aún sacudiendo el pañuelo con iniciales bordadas en oro, con cuidado lo dobló para luego guardarlo en el bolsillo interior de su chaqueta de cuero.

—Supongo que… ¿Alguna vez te has enamorado?— sus ojos denotaban un brillo especial, el mayor y más alto pudo notarlo, aunque no lo comprendió. Dudó en contestar porque no estaba seguro de su respuesta.

—Creo que no— el menor frunció el ceño y se alejó del barandal y del más alto. Se sentía molesto por algo, pero no sabía qué exactamente, hubiera deseado con todas sus fuerzas un 'sí' de la boca de su mejor amigo; pero a la vez no deseaba escucharlo, y el 'no' le había alegrado de cierta manera.

Sin despedirse se alejó del edificio abandonado que había surgido de la nada como su punto de encuentro. La verdad es que no deseaba volver a pisar el cemento de sus cimientos nunca más.

Sabía que el más alto iba a querer una explicación de su comportamiento. Pero ahora no estaba de ánimos para justificar sus actos. Se sentía molesto y ya, no quería verle a la cara por mucho tiempo; pero fue sólo por un momento. Dos horas después deseaba fervientemente nunca haberse ido del edificio y haber disfrutado un poco más de su compañía. Era tan extraño.

Pasaron más de dos meses antes de volver a verlo. Seguía molesto porque el mayor apenas y lo había llamado cinco veces antes de rendirse y dejarlo por su cuenta. Hubiera deseado más atención. Dolió ver que ya no se preocupaba por él y no quisiera sus respuestas. Su reencuentro fue tan frío y tan sórdido como lo había sido siempre. A veces dudaba de su amistad. A veces pensaba que al otro realmente no le gustaba estar con él y le había estado dando todas aquellas señales que él no había querido captar.

—¿Estás mejor ahora?— preguntó el más alto sin siquiera mirarlo. Encendió uno de sus habituales cigarrillos de menta y aspiró el humo para soltarlo segundos después con aire despreocupado. El menor apenas y lo miró antes de fruncir el ceño y sentarse en la acera de la calle. El mayor le siguió. —Pues parece que no— se contestó el mismo. Una nueva sonrisa escapándose de sus labios.

—A mí me parece que de verdad no te importa. Así que decido no responderte— murmuró enfadado, quitándole de los labios el cigarro y dándole una profunda calada que casi lo ahoga. La menta nunca había sido su predilección.

—Estás muy grande para que ande cuidándote— sus ojos pasearon descaradamente por el cuerpo del menor— Además las penas de amor no van conmigo, no las entiendo; no hubiera podido ayudarte por más que me lo pidieras.

—No te estaba pidiendo que me consolaras.

—Realmente no sé porqué te enfadaste conmigo.

—Porque eres un tonto— el más alto soltó una carcajada ante la seriedad del otro.

—Sí, en eso tienes mucha razón— afirmó, jugando con los anillos de oro que adornaban sus largos dedos. El menor lo miró de reojo, esperando algo más— Debes aceptar que te enamoras de puros idiotas.

—Tal parece que es así— confirmó, mordiéndose el labio.

—No lo parece. Es así.

—Me gustaría quedarme a ver qué cara pones al ver que te has llamado idiota a ti mismo— con rabia botó el cigarrillo al suelo y bajó la calle en silencio y a paso rápido. No quería esperar la reacción del otro cuando se diera por enterado del significado de sus palabras. Sin querer las lágrimas se reunieron en sus ojos para luego abandonarse y humedecer sus mejillas. Maldijo al darse cuenta de que no podía detenerlas, aún cuando era lo que más quería.

No hay amor real en ti— murmuró, sentado en una banca en la plaza más cercana a su piso. Golpeó su frente con la palma de su mano, reclamándose el ser tan estúpido. Ahora quería verle pero no tenía cara para enfrentarse a él y la verdad. Sabía que el mayor no era tan tonto como él decía que era.

Fue una noche cualquiera de un fin de semana a mediados de mes. No lo recuerda con exactitud porque fue hace más de dos años. Pero el mayor apareció en su puerta, alegando querer conversar con él y aporreando la puerta para cumplir su cometido. El menor estaba confuso y no quiso abrirle la puerta. Él se quedó toda la noche esperando que el más bajo decidiera permitirle el paso, golpeando de vez en cuando.

—Ábreme— ordenó, tocando por millonésima vez la puerta que sostenía el cuerpo del menor al otro lado— Tenemos que hablar.

—No estoy de ánimos— contestó, apenas en un susurro.

—Ábreme y arreglemos esto— pidió.

—No hay nada que arreglar.

—Nuestra amistad— el menor cerró los ojos, anticipándose a las lágrimas. La había cagado, realmente había hecho añicos la 'amistad' que tenían.

—Nosotros no somos amigos— contestó —Los amigos no se tratan como tú y yo— el más alto volvió a tocar la puerta, mucho más fuerte que la vez anterior.

—Por favor, sal— pidió — Al menos permíteme esto antes de desaparecer otra vez. — el menor se levantó y quitó el seguro de la puerta, caminó dentro de la casa hasta el living para esperar y poder tranquilizarse. Segundos después tenía al mayor pegado a su espalda, abrazándole fuerte.

—No hagas esto— reclamó, soltando el agarre.

—Pero te gusta— el menor se retorció en sus brazos y soltó un quejido. No deseaba que el otro estuviera a su lado por pena, por querer complacerle — A mí también me gusta estar así contigo.

—No mientas, y aléjate de mí. Ya he tenido suficiente.

— ¿Vas a irte?

—Como siempre.

—No me abandones— suplicó, escondiendo su rostro en el cuello del menor, dejando su aliento ahí y permitiéndose poder saborear un poco de su piel. El más bajo se retorció por el contacto, quejándose.

—Perdón.

—No seas como ella.

—Ya no tengo nada que hacer aquí.

—Lo mismo has dicho cuando Sehun terminó contigo. Estuve semanas enteras buscándote. No me abandones a mí por esto.

—Es que tú no lo entiendes.

Apenas y pudo terminar la frase antes de ser capturado por los labios del mayor. Había deseado noches enteras poder besar al más alto, lo había deseado tanto… pero no podía dejar de pensar que no era correspondido. Y nunca lo iba a ser. El mayor era tan sentimental como una máquina, y se debía a la educación y al mundo en el que se había criado. Y fue aún peor cuando su madre lo abandonó.

Con verdadera culpa lo alejó, dejándolo perplejo.

—Espero lo puedas entender algún día. De verdad deseo el amor para ti, tu felicidad será siempre la mía. Pero yo no puedo sacrificar mi vida por ello. Olvídate de mí y rehace tu vida. Sé feliz.

—Eres el único…

—Yo no existo.

— ¡Yixing!— se quejó el mayor.

—¡No trates de convencerme con tus estúpidas y frívolas palabras bonitas!— gritó, soltando toda la rabia y la pena que había estado conteniendo por demasiado tiempo, ya no lo podía aguantar más tiempo—Yo no soy como tus estúpidos novios… te conozco, soy tu mejor amigo. Esto —golpeó su pecho, con las palabras desbordándose de su boca sin poder contenerlas, necesitaba botarlo todo de una buena vez— duele, esto — golpeó otra vez— siempre ha estado mal. Siempre— secó con la manga de su sweater las lágrimas sucias que bordeaban su rostro — Por eso debo irme.

—¡Pero yo no te estoy mintiendo!— bramó el mayor. Tomó de los hombros al desdichado chico y lo empujó contra la pared de su living. Aquella que contenía sendos retratos suyos, de algunos años atrás. —Yixing, créeme que cuando te digo que si te vas yo me muero, es verdad. Eres el único que quiero que permanezca a mi lado siempre. Por favor… vuelve— pidió, susurrando contra su boca. La boca más apetitosa que había tenido el placer de probar.

Yifan deseaba con todas sus fuerzas que el menor comprendiera sus palabras y se quedara junto a él. El castaño sólo podía concentrarse en el calor del aliento mentolado de Yifan que golpeaba sin compasión contra sus labios y le hacía cosquillas en el cuello. Ambos estaban perdidos.

Un calor abrasante los envolvió a ambos cuando la distancia entre sus cuerpos se volvió nula. La boca del rubio se apoderó de los labios rellenos de quien sería su mejor amigo hasta entonces. Un gemido de satisfacción abandonó su garganta cuando al fin pudo explorar la boca del castaño y enredar su lengua junto a la suya. El placer era desbordante.

Como nunca, sus manos dejaron de apretar las muñecas de Yixing y viajaron por sus costados, descubriendo y definiendo de una manera más plausible el contorno de un cuerpo que siempre había estado vetado para él. A medida que sus besos continuaban, más exploraba Yifan el cuerpo atrapado bajo el suyo. Con sus largos dedos subió por debajo de la camiseta del castaño para abarcar la piel de su torso y juguetear de vez en cuando con sus tetillas. Los espasmos del cuerpo del más bajo hacían vibrar de deseo al rubio y sus gemidos terminaban acallados dentro de sus bocas aún unidas en apasionados besos.

Era como estar en el paraíso. 

Una vez satisfecho de su trabajo, continuó hasta los pantalones de buzo que cubrían lo mejor del cuerpo de su amigo: su sexo y sus piernas. Yifan recordaba el día cuando había conocido a Yixing en las prácticas de baile en su antiguo instituto, como había fantaseado con esas piernas rodeándolo, una vez el tocaba lo más profundo de su ser… pero de eso habían pasado años y era tan idílico estar cumpliendo su fantasía por fin… que sentía no poder aguantar el torrente de emociones que se arremolinaban en su estómago cuando por fin sentía que sus dedos tocarían la deseada piel.

Abandonó sus besos para dedicarse al sensible cuello del castaño. Una vez liberado, Yixing no podía aguantar sus quejidos y las lágrimas de anticipación por todo el placer que unas pocas caricias le había proporcionado. Demonios, era tan injusto… Con Yifan siempre iba a ser así. Yifan no lo amaba como él. Nunca lo haría, porque Yixing sabía que Yifan solo se refugiaba en él y su cariño para no sentirse solo. Con sus anteriores novios había sido lo mismo, ¿Por qué él habría de ser diferente para el rubio? Después de todo en la preparatoria le había quedado más que claro que no era del gusto de Yifan. Él mismo se lo había dicho.

Pero, ¿por qué negarse a esto? Después de todo, luego de terminar, él se iría como había prometido hacer y buscaría la manera de empezar de nuevo sin tener que sufrir tanto por el maldito y bastardo amor unilateral y el egoísmo de Yifan.

Lloró aún más fuerte cuando Yifan le penetró. Él incluso se preocupó por él. Pero en el menor no había dolor físico. Se sentía feliz y desdichado en el mismo momento y los sentimientos contradictorios se arremolinaban en su interior. Pero sus gemidos no dejaban de abandonar su boca y una vez se sintió listo, dejó que su semen manchara todo. Yifan terminó tras un par de embates más. Yixing no tenía idea de cuando fue que llegaron a su habitación y a su cama.

—Yixing, quédate conmigo…— susurró a sus espaldas cuando estaba rodeándole con sus fuertes brazos—No me abandones— pidió — Te amo.

Y el agua de sus ojos surcó el perfilado rostro hasta que ambos se quedaron dormidos.

A la mañana siguiente, incluso antes del amanecer, el pañuelo con letras bordadas en oro era puesto a un lado de la cama. A su lado, un hermoso anillo de oro con el nombre de Yixing. El sonido de las llaves fue silenciado y la puerta no hizo ruido al cerrarse.

Cubierto con un abrigo negro, sobre la sudadera que le había robado al rubio en la preparatoria, Yixing caminó calle abajo con la garuga sobre su cabeza y una tormenta en su pecho.

Yo sí te amo, Yifan.

Notas finales:

(1) Love is Dead - Tokio Hotel

(2) Automatic - Tokio Hotel

Me inspiré en estas canciones cuando escribía ;A;

¡Espero les haya gustado! - y que se haya entendido (._. ) - 

Cualquier duda, consulta, amor u odio (? háganmela en los comentarios, les responderé a todos con amor de abuela (? ;A; ♥ 

Cuídense, muchos besitos y amen al Kray, que son hermosos

Éste y otros fics aquí: Socrazym 


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