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Nadie diga.... (One shot) por Iqui25

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Notas del fanfic:

De nuevo estoy dando lata con un One shot de mi otp favorita el Banghim. Ojala capten el significado del titulo, no es muy original pero de repente se me ocurrio, espero sea de su agrado.

Sin más disfruten su lectura ^^

Eran las 4 de la madrugada, un chico de cabello negro, ojos gatunos y labios color cereza, se encontraba recargado en la puerta del baño de su departamento. Llevaba ahí más de 15 minutos esperando que a su compañero se dignara a salir  de él. El chico pelinegro respondía al nombre de Kim Himchan, universitario, alumno responsable y sin vicio alguno (el afirmaba que no era adicto al café). El frio estaba calándole hasta los huesos, su playera y su pantalón deportivo, no le ayudaban a cubrirse del aire que se colaba por alguno agujero que hubiera en la edificación. Debía hablar con el conserje sobre esas pequeñas reparaciones que su hogar requería. Desesperado y con un tremendo sueño encima, toco la puerta del baño

-          Eh, Seyong. ¿Sigues con vida o llamo de una vez a la funeraria? – llamaba por lo bajo a su compañero. Solo pudo oír gruñidos del otro lado de la puerta, asustándose un poco, volviendo a llamar a su amigo – ¿Seyong? ¿Trajiste un animal a la casa? Sabes que no me gustan las mascotas

No había respuesta alguna, mas fastidiado que asustado, toco de nuevo, tratando de que la persona dentro lo oyera pero no los vecinos. Himchan había tenido que pedir disculpas por los inconvenientes provocados por Seyong. No quería tener que tener  que inclinarse otra vez, su espalda no lo soportaría. Tomo con su mano derecha el pomo de la puerta y lo giro. La puerta se abrió. Se llevó una gran sorpresa al ver a su amigo, recargado en el inodoro, profundamente dormido. Su ojo derecho comenzaba a saltar, solo Seyong era capaz de provocar un tic en Himchan, todo por el exceso de rabia. Quería golpearlo, patearlo, pero solo lo insulto y maldijo internamente.

Sin cuidado alguno Himchan tomo el cuerpo de su amigo, estaba claro que no dejaría que el otro chico durmiera ahí, era muy antihigiénico. El cuerpo de Seyong era pesado, además que se movía demasiado, por lo que más de una vez término estrellándose en el piso, aun así jamás se despertó. Una vez que Seyong había sido colocado, arropado y ahora se encontraba caliente bajos sus cobijas, Himchan más dormido que despierto también se fue a resguardar en la seguridad de su cama.

Eran pasadas las 8 de la mañana, Himchan desayunaba tranquilamente. Bebiendo su taza de café americano, se podía observar el vapor salir de él. Cuando estaba a punto de darle un sorbo a su taza, el grito de Seyong desde su habitación, alerto al pelinegro que este, se había despertado.

-          Himchannieeeeee, ¿Por qué no me has despertado? Debía de estar en la facultad a las… - el chico miraba su reloj – debía estar hace media hora

-          Intente despertarte, pero fui recibido por un almohadazo – se quejaba el pelinegro con un rostro inmutable – ¿no piensas irte ya?

-          Nop, el profe no me dejara entrar de todas formas. Y no mientas, no lo intentaste lo suficiente  - refunfuñaba Seyong sentándose a la mesa, quitándole una rebanada de pan tostado a Himchan.

-          Hey, eso es mío – dijo Himchan intentando quitarle el pan, pero el otro fue más rápido y se lo llevo  a la boca, bufo resignado – De todas formas Seyong, ¿hasta cuándo seguirás llegando de esa manera? ¿sabes? Me estoy cansando de tener que cuidar de ti cada vez que llegas borracho o de ir recogerte a algún bar, porque no sabes ni como encender tu auto – todos los recuerdos de esas veces en que ayudaba a su amigo, le daban dolor de cabeza – solo me haces pasar por situaciones vergonzosas

-          ¿En serio? La verdad yo no recuerdo nada – decía sin vergüenza alguna Seyong, logrando brotar ese tic de nuevo en Himchan

-          ¿Qué no lo recuerdas dices? La última vez, pensaron que éramos pareja, estabas tan borracho que te pusiste loco y creíste que era tu chica en turno e intentabas besarme sin olvidar que casi me desnudas en plena calle

-          Wow, sí que debí de estar muy borracho para confundir a Himchannie con una chica. Hahaha, pero eso ya paso, hay que olvidarlo y seguir. Por cierto, ¿no es tarde para tu examen?

Himchan miro el reloj, por estar discutiendo se le estaba haciendo tarde, había estudiado demasiado para reprobarlo solo por culpa de su molesto compañero. Entro a cepillarse los dientes. Cogió las llaves, el celular y sus libros.

-          Recuerda llegar temprano, hoy te toca hacer las compras – le gritaba a Seyong desde el umbral de la casa

-          Oh, no podre Himchannie, he quedado con Minzy. Puedes creerlo, al fin anotare con esa chica, sí que se hace la difícil.

-          No sé cómo puedes llevar esa vida, ¿que no piensas en otra cosa que no sea acostarte con cuanta chica te pase por enfrente?

-          Claro que sí, pero solo intento divertirme lo más que pueda mientras pueda, tal vez tú deberías hacer lo mismo de vez cuando. Solo un acoston Himchan, sino se te atrofiara tu… - el chico solo hizo señalo la entrepierna del otro. Himchan se ruborizo y solo salió dando un portazo.

Ya había pasado el examen, afortunadamente y pese a su falta de concentración por su parte, Himchan parecía satisfecho por su desempeño en el examen. Mientras se dirigía al salón de su siguiente clase, recordó la conversación de la mañana que sostuvo con Seyong. La última frase dicha por su compañero hizo que sus mejillas se volvieran a tornar rojizas. Negaba una y otra vez. Él no tenía ni tiempo ni necesidad de estar buscando con quien tener sexo. Su prioridad en ese momento eran sus estudios y nada más. Además, estaba seguro que aunque asistiera (que no pasaría) a una de esas fiestas que tanto le platicaba Seyong, el jamás terminaría en un total estado de embriaguez, él era un chico de más responsable y con un gran sentido de la razón.

Tan sumido en sus pensamientos se encontraba que no se dio cuenta cuando un chico cruzo en su camino, tropezando y haciéndolo caer. Sus libros se dispersaron, Himchan se tomaba del codo, intentando incorporase con su mano libre. El otro chico, también se levantaba, dándole la espalda al pelinegro. Cuando sus miradas se encontraron, Himchan solo se quedó estático, no sabía si era por lo atractivo que le parecía el otro o por el miedo que le dieron esos ojos llenos de ira.

-          Yo, yo, yo lo siento… - las palabras apenas y salían como un balbuceo. El extraño al ver la cara de susto del pelinegro, suavizo su expresión

-          Olvídalo, ambos tuvimos culpa. ¿Tu brazo está bien? – el extraño miro como Himchan seguía presionando su codo con la otra mano.

-          Ah sí, no es nada. No te preocupes – el tono de su voz disminuía, se sentía intimidado por el porte del otro chico.

-          Bien. Tengo prisa – decía alejándose de Himchan – y otra vez lo siento – grito ya a unos cuantos pasos lejos de Himchan

Miraba hacia el infinito, no se había movido de su lugar por vario minutos. Los pasillos estaban ya casi vacíos, cuando lo noto, salió corriendo hacia su salón.

Cuando llego a casa, ya era tarde, el sol comenzaba a esconderse. Se quitó la chaqueta y le dejo en el respaldo de la silla de la cocina. Fue directo al refrigerador y saco una botella de agua. Dio un trago, el líquido resbalaba por su garganta, refrescando todo su cuerpo. Había sido un largo día y todo porque no había dejado de pensar en ese extraño con quien choco. Aunque solo fueron unos cuantos segundos, se había fijado en esa figura varonil del otro. Esa apariencia ruda lo había encandilado. Pero lo que llamo más su atención fue esa voz grave, combinada con las palabras suaves que salían de sus tentadores labios. Su cuerpo se estremecía cada vez que lo recordaba. Debía sacarlo de su mente, debía distraerse. Su estómago rugió pidiendo por comida. Miro de nuevo en el refrigerador, nada. En la alacena, nada. Hasta ahora recordaba que le tocaba hacer las compras a su inútil compañero, pero este se había largado a fajonearse con una tipa cualquiera. Himchan se preguntaba porque no había corrido al otro, porque lo aguantaba tanto. Ah sí, tal vez porque Seyong, aun siendo tan contrario a Himchan, le aceptaba con todas su manías, lo aceptaba, cosa que hasta ahora, nadie había hecho.

Tomo de nuevo su chaqueta y salió al súper de 24horas para comprar algo de comer. Solo había caminado un par de cuadras cuando su celular sonó.

-          Himchan? – era la voz de Seyong – necesito de tu ayuda – susurraba desde el otro lado de línea

Himchan suspiro cansado. De nuevo había accedido a ayudar a Seyong. Se reprimía mentalmente por ser tan débil. Miraba el papel arrugado donde había apuntado la dirección del club que Seyong le había dictado. Solo entraría, localizaría a su amigo y saldría de ahí.

Al entrar, el aire pesado del lugar golpeo contra sus sentidos, la vista se le nublo, la respiración se le dificultaba y la boca se le seco. ¿Cómo era que posible que la gente le gustara ese tipo de lugares? No lo comprendía. Como pudo se abrió paso otra vez del mar de gente. Se sentía perdido en ese lugar. Las luces oscuras no le ayudaban mucho a encontrar a su compañero. Cruzo prácticamente todo el lugar, ni rastro de Seyong. Estaba a punto de rendirse cuando visualizo una mata rubia conocida. Si no hubiera sido por la gente frente a él, hubiera corrido hasta el otro chico, quería salir de ahí lo más rápido posible. Pero para su mala fortuna, se estampo en la espalda de alguien que salió de la nada. Cayó al suelo, sobre su trasero. Dos veces en el día, maldecía su suerte, a su amigo y a la madre del sujeto con el que se había estampado.

-          ¿Acaso es un hábito tuyo ir tropezando con la gente? – Una voz raramente familiar lo puso en alerta, sus latidos se aceleraron. No podía ser, ¿o sí?

Levanto la mirada hacia el extraño. O sí, claro que era. El chico de la voz gruesa y sexys labios. Tímidamente se levantó, se sentía realmente avergonzado. Era obvio que no podría mirarlo a la cara. Hizo una reverencia e intentaba darse a la fuga. Paso a un lado del chico, con la cabeza gacha. Se sentía libre, pero sintió el agarre en su muñeca. Miro su brazo y se hayo sujeto por el chico moreno. Dirigió su vista hacia arriba encontrándose con esa mirada cautivante del otro, quien arqueaba una ceja divertido.

-          Piensas huir luego de causarme daño – se sostenía el hombro fingiendo dolencia – ¿sabes? puedo demandarte – dijo socarronamente

-          No, yo, yo, lo siento – el balbuceo apenas y permitía al otro escuchar lo que decía

-          Vamos, vamos – sintió unas cuantas palmadas en su espalda – solo es una broma. Pero si quieres redimirte, puedes acompañarme con una cerveza.

Himchan dudo, no le gustaba tomar fuera de casa, además de no ser muy aguantador. Con dos cervezas ya estaba perdido. Aun así y con la insistencia del otro, acepto.

-          Por cierto soy Yongguk – se presentaba mientras le tendía una cerveza al pelinegro

-          Himchan – dijo tomando la botella

Estaba en la barra, conversando sobre “x” cosa, o más bien Yongguk hablaba mientras Himchan solo escuchaba y asentía. Se enteró que Yongguk, estudiaba administración. Por lo que se preguntó porque el Yongguk se encontraba en la Facultad de Artes esa tarde.

Yongguk tomaba de lo que sería su tercera cerveza, mientras que Himchan ya empezaba a marearse con tan solo unos cuantos sorbos de su segunda cerveza. Las luces ayudaban a su estado de confusión. Además había olvidado de el porque se encontraba en ese bar. Yongguk observaba de reojo a su acompañante, no era muy hablador, si hubiera sido cualquier otra persona, seguro que ya lo habría abandonado, pero para Guk ese chico era extremadamente tímido y eso le parecía demasiado tierno. Agradecía a su hermano Dae que intercambiaran celulares por la mañana, por que así tuvo la fortuna de haber conocido al pelinegro y tener una excusa para hablarle en el bar.

Para Himchan el tiempo transcurría en cámara lenta, era una tortura el silencio que se había producido entre él y Guk. Estaba seguro que el otro ya se había aburrido de su compañía y ahora no sabía cómo sacárselo de encima. Siempre era lo mismo, podía ser un gran estudiante, pero su timidez le impedía relacionarse con los demás, al final todos se cansaban de su presencia.

Un aura depresiva rodeaba a Himchan, sentía que debía irse pero no lo hizo, en lugar de eso, comenzó a beber más rápido y pronto alcanzo a Guk. Tanto alcohol en el sistema de Himchan, le hizo olvidarse de la timidez y empezó hablar de más, aunque casi todo lo que decía era sobre  como esa chica se dejaba manosear por un fulano cualquiera o como aquel sujeto pretendía ligar y era bateado una y otra vez o como un pobre diablo era sacado por los cadeneros por beber de más. Himchan repetía una y otra vez que él jamás me rebajaría a ser protagonista de tales escenas.

La risa burlona combinada con los hipeos que salían de la boca de Himchan, eran escuchados por Guk, quien solo miraba divertido al pelinegro.  De inmediato se dio cuenta que era la primera vez de Himchan, en un lugar de esos, además de notar lo poco tolerante al alcohol. La situación era un tanto cómica para Guk, quien bebía sin problema alguno.

-          No deberías reírte de las desgracias ajenas – le decía al pelinegro, sin ningún afán de molestar – todos tenemos defectos y algunos saben lidiar mejor con ellos que otros

Himchan no recibió de buena gana ese comentario, no porque pensaba que estaba siendo regañado, sino porque él mejor que nadie sabía de defectos, después de todo él los tenía de sobra. Su timidez muchas veces la escondía con altivez y orgullo, por eso no era muy agradable a la vista de otros. También estaba su obsesión por controlar todo aspecto de su vida, todo debía ser como lo había planeado. Su corazón se empequeñeció, se sintió mal y levantándose de banco, dio las gracias a Guk y salió del local.

Se tambaleaba en cada paso que daba. Varias lágrimas rodaban por sus mejillas, no era la primera vez que le reprendían por criticar a los demás, pero escucharlo de alguien por quien se sentía atraído, le dolió  de más.

Guk, tardo vario minutos en reaccionar y cuando lo hizo corrió a alcanzar a Himchan. Sentía que le debía una disculpa. Miro a la derecha, luego a la izquierda, a lo lejos vio la figura de Himchan. Noto como caminaba torpemente y con dificultad. Decidió no acercarse mucho, no sabía cómo tratar al otro chico, así que pensó esperar por una buena oportunidad. Se sorprendió cuando Himchan entro en una vinatería, para él había sido obvio la poca experiencia del chico al beber, entonces ¿Por qué entraba a comprar más alcohol? Espero afuera, un poco alejado de la entrada. Cuando Himchan salió, ya le había dado varios sorbos a la botella que había comprado. Su andar se volvió más torpe. Guk lo observaba preocupado. Y más se preocupó cuando un par de chicos le cerraron el camino al pelinegro. Por lo ebrio que se encontraba Himchan intento hacerles frente, pero poco le sirvió. Uno de ellos lo tomo por las muñecas mientras que el otro se colocaba por detrás.

El forcejeo no tardó en llegar, Himchan luchaba por zafarse de aquel tipo, pero el suelo se le movía demasiado, sin contar el aliento horrible de su atacante que lo mareaba más. Pensaba en el peor de los escenarios, no quiera ser mancillado ahí y en esas condiciones. Le pedía a su cuerpo resistir, pero no fueron escuchados sus ruegos. Al final, su cuerpo cedió y cayó al suelo cansado, rendido. Los sujetos estaban encima de él, tocándolo lascivamente. Himchan se reprendía mentalmente por excitarse con un par de maleantes, pero el alcohol le había puesto sensible, cuando intentaron de nuevo  ponerle las manos encima, fueron detenidos por la voz gruesa y enojada de Guk. Aquella mirada que anteriormente había intimidado a Himchan, ahora tenía efecto en las personas paradas frente él. Titubeando, los atacantes salieron corriendo ante la mirada confusa del pelinegro.

Cuando ya no había rastro de los maleantes, Guk, tomo del brazo a Himchan para ayudarlo a levantarse, pero para su sorpresa, Himchan rechazo su ayuda.

-          Déjame – zafaba con violencia su brazo del agarre de Guk – ¿qué haces aquí? – Himchan evitaba que Guk se percatará de la vergonzosa erección que había sufrido

-          ¿Qué no es obvio? Vine a buscarte, me preocupo la forma en que te fuiste.

-          Precisamente eso es lo que te pregunto ¿Por qué  tienes que preocuparte por mí? – seguía hablando para poder darle la cara al otro chico -  Después de todo soy un fastidio y un prejuicioso. Seguro eso has pensado de mí con todos esos comentarios. Soy una persona desagradable.

La visión que tenía Himchan de sí mismo, no era la mejor. Era inteligente, cumplía con sus obligaciones y era confiable, pero de sobra sabía que de nada le servía esa gran inteligencia cuando se trataba de conocer gente, no podía evitar siempre fijarse en los defectos de ellos y verlos de mala manera. Era una enfermedad que por años intentaba curar, pero era débil y se había rendido. Había decidido mantenerse alejado de la gente para no lastimarlos y  no ser lastimado.

Guk miraba compasivamente al pelinegro. Verlo en el piso de concreto, intentando detener las lágrimas con su chaqueta, le oprimía el corazón. No era necesario conocerlo demasiado como para darse cuenta que aquel chico vivía ocultándose de los demás, que se había fabricado un mundo lleno de soledad y angustia. Pero no dejaría que él siguiera en esa oscuridad, le brindaría un poco de su felicidad.

-          No eres desagradable, creo que eres muy interesante, tienes una manera peculiar de ver las cosas – no era mentira lo que decía, pero debía sonar lo más convincente para que Himchan lo creyera y saliera de esa manera negativa de verse – Yo quiero conocerte más, saber que te hace reír, que te asusta, que odias, todo, quiero conocer todo de ti

En los ojos cristalinos de Himchan, se vislumbraba un rayo de alegría mezclada con ingenuidad, se repetía en su cabeza ¿Por qué? ¿Por qué le importo? ¿Por qué necesito ser aceptado por él? ¿Por qué?

-          ¿Por qué? – no podía mantener las preguntas solo en su cabeza - ¿Por qué?

-          Por qué… - Guk hizo una pausa, dudaba si decirlo o no, después de todo, no sabían cuánto podría durar aquello, y temía lastimar más al pelinegro. Los ojos negros de Himchan lo atravesaban esperando la respuesta. Suspiro y rogo por no darle solo falsas esperanzas – me gustas

Solo esas dos palabras le basto para sentirse flotar, no espero más y se lanzó a los brazos de Guk y soltó a llorar todo lo que se había guardado para sí. Mojo la chaqueta del otro chico, pero no se despegó de él. Guk limpiaba las lágrimas de las mejillas de Himchan, en verdad ese chico le gustaba y sabía que debía aprender a ser tolerante con él si intentaría tener una relación seria. Levanto el rostro del pelinegro y beso sus fríos labios. Lo acuno en sus brazos, así estuvieron un rato. Himchan aún estaba bajo los efectos del alcohol, por eso se dejó llevar por el cálido placer que le brindaba estar con Guk, placer que no pudo esconder al  soltar un gemido, gemido que tomo por sorpresa a Guk.

Himchan llevo sus manos a su boca, sus mejillas rojas se encendieron aún más. Soltándose del agarre del Guk, se dio media vuelta e intento escapar, pero fue atrapado por los fuertes brazos de Guk.

****

Eran las 5 am del día siguiente, un pelinegro se encontraba parado frente al espejo del baño. Miraba atentamente su rostro, odiaba la imagen que tenía. Estaba pálido, ojeroso, lagañoso, sus ojos estaban rojo e hinchados. Y eso era el menor de sus males. La cabeza le seguía dando vueltas, se veía a sí mismo como en un sueño, sin olvidarse de las terribles punzadas que atacaban su vientre y la pesadez que sentía en las piernas.

-          Himchannieeeee, ¿dónde estás? Contesta si estás aquí– gritaba agitado Seyong entrando al departamento

-          Seyong, quieres callarte, me duele horrible la cabeza – Himchan se sujetaba la cabeza intentando tapar sus oídos – además ¿cómo te habría contestado de no estar? Eres un tonto.

-          Channieeee – salto abrazando al pelinegro – pensé que te había pasado algo muy grave, estoy tan feliz que estés bien

-          Ahhhhhh, quítate de encima, duele  -  por el peso de Seyong, Himchan no soporto más el dolor y se dejó caer – Eres muy molesto, me duele la cadera, mis piernas, la cabeza y tu saltas sobre mí. Además ¿porque no habría de estar bien?

-          ¿Cómo que porque? Te estuve esperando el club, paso el tiempo y cuando estuve a punto de darme por vencido, te vi salir del club casi corriendo y por si fuera poco de tras tuyo un sujeto extraño. Salí a buscarte pero no estabas, por más que te busque no aparecías y entonces… – Himchan se enterneció al ver a su amigo llorar por él, se arrepintió por tratarlo tan mal

-          Tranquilízate quieres, mira estoy bien – decía para reconfortar a Seyong

-          Pero pensé… – hipeaba el rubio – pensé que ese sujeto te había hecho algo, que te habia asaltado y violado

 

La cara de Himchan palideció, por un instante eso pudo haber pasado, pero gracias a Guk salió ileso, sin embargo. Giro su rostro hacia su cuarto, pensó y pensó, cómo decirle aquello a Seyong. Aunque, ¿Por qué decirle? no diría nada y resolvería “ese” problema muy temprano, antes que  Seyong despertara.

Himchan parecía tener las cosas resueltas, pero no contó con el sueño tan ligero de Guk. El chico moreno, salió  tallando sus ojos, buscando a su compañero de cama. Los chicos que se encontraban en la sala, lo miraron, luego se voltearon a ver entre ellos. Seyong le regalo una sonrisa burlona a Himchan, este pasaba sus vista entre la aterradora sonrisa maliciosa de Seyong y el cuerpo de dios griego de Guk.

-          Vaya, vaya, que tenemos aquí – decía Seyong acercándose a Himchan – ¿Sabes?, si recuerdo bien, alguien había  dicho tan solo ayer,  que no necesitaba de una buena noche de sexo y además que jamás se embragaría hasta perderse. Pero ahora mismo esa misma persona apesta a alcohol y tiene a un chico semidesnudo en su cuarto. Ironías de la vida no. Supongo que aquí bien aplica ese refrán “nunca digas de esa agua no he de beber”.

Un rojo carmesí tiño el rostro de un muy pero muy avergonzado Himchan, intento darle alcance para patearlo y golpearlo como siempre había querido hacer, pero Seyong ya se había refugiado en su cuarto. Colérico, Himchan empujo a un confundido Guk, de nuevo al cuarto, yendo de tras de él, pero antes de cerrar la puerta, oyó la voz de Seyong hablar de nuevo.

-          Channie – el susodicho se giró molesto – me alegra verte tan feliz

No tuvo palabras para responder a  lo que su compañero acababa de decir, porque era cierto, por primera vez sentía una felicidad sincera y aunque le asustaba que esa noche, ese instante terminara pronto, era feliz y disfrutaría sin complejos, sin obsesiones y sin reproche alguno.

 

Notas finales:

Gracias por leer

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