-Rin
Susurra suavemente en su oído, haciéndolo sentir a desfallecer, no puede parar de lamer aquel suave y terso cuello que posee su chico amado.
Porque para el Matsuoka no hay mejor día que no sea estar tan pegado a su Haru, tenerlo a tan escasos centímetros de su cuerpo y compartir la intimidad más deseada e indecorosa.
Sintiendo como es llevado lejos muy lejos hacia un mar de locura y perdición, podría pasarla así por más tiempo.
-Rin
Le insiste Haru pasando una mano por su mejilla, pero es tarde sus ojos se sumergen en los suyos y se ha perdido en el encuentro.
Entonces continúa su recorrido de besos por todo su cuerpo, lamiendo su rostro como si de una presa se tratara, frotando su cuerpo con el suyo.
-Haru
Lo llama provocativamente y éste no tiene opción más que responder con gemidos cortos y provocantes.
Porque aquel rojo carmesí esta fundido por completo al color de la pasión. Por un rato permanece gimiendo en su oído dejándole ver su necesidad.
Y parece una melódica sinfonía, que hace que ambos cuerpos dancen rítmicamente al compás del joven tiburón.
-Haru
Insiste, deseoso de devorarlo pero cauteloso de la respuesta que pueda darle el dulce delfín
-¿Qué voy hacer contigo?
Es cuando le responde, tomándolo del cuello, enganchando sus brazos a éste. Sus pupilas dilatadas por aquella imagen que le ofrecía Rin, por aquella que sólo dedicaba a él.
Porque Rin estaba enteramente enamorado de él, y le sería fiel por siempre y para siempre, ese tiburón se había entregado por completo al delfín, había dejado que éste lo dominara.
“Que ironía”
-Haru
Y suplica por su cuerpo, suplica por ser correspondido, como si alguna vez pudiese rechazarlo…
Sonríe complacido…
-Está bien
Responde sorprendiéndolo y animándolo a más no poder, no le queda de otra más que ceder a lo que por derecho le pertenece.
Y se deja llevar por la ola de placeres, placeres que solo aquel vivo joven le puede entregar.
Sintiendo sus temblorosas manos que pasean por toda su pieza y el sudor que éstas emanan de nerviosismo por cometer un error. Pero no sabe que eso es tonto, pues cualquier cosa que viniera de él estaría más que perfecto.
Hasta esos traviesos dientes filosos que no pueden evitar morderlo, llenándolo de lujuria y dejando muy lejano el dolor.
Y no puede evitar querer ayudarlo con su problemática camisa que esta muy arriba casi tapando su rostro al ser levantada de un jalón, y le da tanta risa.
Porque Rin se da cuenta que no ve su rostro y quiere ayudarlo y todo se viene abajo, haciéndolos reír por tal situación.
Se la quita por si mismo, atrayéndolo de nueva cuenta, haciéndole ver que nada a empezado aún.
Provocándolo, siendo él mismo quien se desvista y llenándolo de regocijo al mostrarle su bien formado cuerpo que adora y anhela.
No duda en soltar un suspiro…
-Entra en mí… Rin.
Y cierra sus ojos para perderse en la locura y demencia al mismo amor ferviente de ambos.
Entregándose a su eterno ser.
-ah~
Respondiendo por inercia al completo sentir.