Habían pasado tantos años ya, los horribles sueños de un principio habían cesado, su habilidad social había mejorado; hacia solamente unas semanas que su padre había muerto, ahora caía en sus hombros la responsabilidad de todo un reino, al menos algo bueno le dejo el viejo.
El sabía que era muy cruel al pensar asi, al tener ese sentimiento, pero la libertad y la sensación de alegría cuando el que se decía su padre murió fue sumamente placentero.
Faltaban solamente 3 días para la ceremonia de coronación, un evento final antes de iniciar una nueva vida con total libertad de su pasado tormentoso y la molesta presencia de su padre. En este punto ya nada podía salir mal, nada podría opacar su alegría.
- Majestad, estamos listos para la lectura del testamento - entró en la recamara un caballero alto y de cabellos plateados. - solo lo esperamos austed.
- Olvídate de decirme "mejestad" - con mueca de fastidio - a ti y Aiacos se los deje muy claro, ustedes tienen la obligación de no dirigirse a mí como su majestad. ¿De verdad tengo que ir?
- No seas remilgoso, por muy desgraciado que haya sido, era tu padre, y si dejo un testamento fue por algo
- Esperemos que no sea nada que arruine este perfecto día - diciéndolo mientras caminaba fuera de la habitación.
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Mientras tanto, en un reino más lejano, en un castillo en lo alto de la colina dañado severamente por el tiempo y el descuido, una figura delgada y menuda, peliverde, con su mirada esmeralda perdida en el atardecer, asomaba por el balcón.
- Shun, tenemos que irnos ya, el carruaje espera y el viaje es largo - decía un muchacho de cabellos negros que se acercaba para poner una manta en sus hombros. - ¿estás seguro que quieres hacerlo?
- Es la única forma en que mi gente no sufrirá; después de enfrentar tantas guerras y perder a la mitad de nuestros hombres en ello, incluyendo a mi padre - y una lagrima recorrió su mejilla - nos hemos quedado en la ruina, la mitad de la ciudad se cae a pedazos como este castillo. La única manera de salvar a estas personas de la miseria es casándome con él y añadiendo estas tierras a las suyas.
-¿Aunque tu vida se vaya en ello?
-En el momento en que mi padre murió, me convertí en rey, y mi vida paso de ser mía a ser de ellos. Vámonos, antes de que la tristeza me supere y empiece a arrepentirme.
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-¡CASARME! ¡CASARME! Maldita sea la hora en que ese viejo se convirtió en mi padre. - Gritaba Hades al mismo tiempo que hacia volar cientos de hojas por los aires.
Incluso muerto, el hombre que alguna vez se dijo su padre, había estipulado en su testamento que Hades no recibiría oficialmente el título de rey hasta que este no se casará; y como si no fuera suficiente había llegado una carta dirigida específicamente a su Alteza el príncipe Hades de parte del Principe de Andromeda solicitando una audiencia para hablar sobre unposible matrimonio.
-Esta petición te cae como anillo al dedo Hades, no sé porque haces tanto alboroto, solo necesitas casarte para poder obtener la corona, no es como que fueras el primero y tampoco será el último que se case por poder, tu lo necesitas y él lo solicita, que mejor. – Aicos estaba recargado en el escritorio sosteniendo la carta en sus manos mientras Minos recogía todo lo que el otro había tirado.
- Sé que me conviene y eso es lo malo, porque incluso muerto ese maldito viejo me manipula desde su pútrida tumba. – Decía Hades, volviéndose a donde Aicos para tomar la carta – mi problema es que no quiero hacerlo y menos con este niño que hasta donde sé apenas ha cumplido los 16 años, ahhh, no
- Te recuerdo que tu padre se casó con tu madre cuando ella solo tenía 15 años – Dijo Minos mientras recogía el ultimo papel – Además está desesperado, acaban de ganar una guerra que los dejo en la miseria, su pueblo se muere de hambre y la única solución que tiene es la de casarse con alguien lo suficientemente próspero y rico para poder darle a su pueblo lo que el no puede, a aparte esas tierras son ricas en minas. Un negocio muy bueno si me lo preguntas.
- ¿Cuándo llega? – Minos y Aicos se miraron con un signo de interrogación en sus caras – Necesito esa corona y el me la puede dar, aparte que se esta ofreciendo, no me queda más salida que esta. Minos, ¿te haría un gra favor si e casará con él verdad?
- Llega pasado mañana, empezaré a preparar todo. Y si me haría un gran favor, me pones mucho más fácil mi boda con Shiryu.
Era una mañana nublada, con nubes muy obscuras que auguraban una gran tormenta para aquella tarde; muchas veces había escuchado que le reino de Averno era famoso por dos cosas: la primera, su grandes bosques y riqueza maderera y la seguda, sus 300 días del año con lluvias obligadas.
Desde que cruzaron la frontera, los grandes árboles fueron apareciendo en porciones cada vez más grandes hasta quedar rodeados por un bosque inmenso. Aunque tenía su balleza, aquel paisje no se asemejaba en nada a Andromeda, su inmensa playa y los atardeceres tan brillantes que podía admirar desde su habitación, sin duda lo que más extrañaría.
- Después de un tiempo uno se acostumbra a la lluvia y a disfrutar del sol solo en el verano. – Shiryu trató de llamar la atención de Shun mientras tomaba una de sus manos – no es tan malo, es más frio y húmedo, pero también tiene sus bellezas.
- Sé que lo dices para darme ánimos, pero lamento decirte que nada de lo que me digas en estos momentos me va a alegrar. – y volvió la mirada al pelinegro – esto lo hago por mi gente no por mi, me estoy sacrificando por ellos, yo no tengo nada aquí que me haga sentir bien, en cambio tu tienes a tu prometido aquí, tu si tienes algo por lo cual sonreír. – le ofreció una sonrisa forzada, pero en sus ojos se notaba la tristeza
- Antes que prometido de Minos, soy tu amigo y tu consejero, siempre estaré ahí para ti, hasta que te acostumbres a este lugar. – y también le regalo una sonrisa antes de asomar su vista a al ventana – ya llegamos.
Shun se asomó y pudo ver en todo su esplendor el castillo, con las grandes montañas de fondo y un inmenso jardín en el frente y en él, el camino se convierto de tierra a un camino de ladrillos rojos con rosas rojas arbustos de rosas rojas; en la entrada del palacio los esperaban dos hombres, Minos y Aicos, y una docena de guardias que formaban un pasillo.
- Bienvenido a Averno su Alteza, mi nombre es Minos, Capitán de la Guardia Real; y él es Aicos, General del Ejército. Por favor cuente con nosotros para lo que se le ofrezca. Se Alteza Hades lo espera en la biblioteca
- Yo lo escoltare hasta allí, Minos se encargará de mostrarle las habitaciones a su compañero y también le dará algunas indicaciones para que pueda moverse libremente por el castillo.
- JAJAJA!!! – No pudo evitar la risa, y todos se le quedaron viendo – perdón, pero no es necesario que los cubrá, solo no te tardes demasiado, te espero aquí Shiryu – le dijo, y luego se encamino hacia la biblioteca.
- Gracias Shun, ahora si me puedes mostrar tu habitación para saber donde buscarte i se me ofrece algo – dijo coquetamente –
- Por supuesto que si – y corrieron juntos hasta la habitación. (Ya sabrán ustedes que paso, jijiji)
La puertas de la biblioteca eran enormes, de caoba y finamente talladas, con adornos exagerados en cantidad y barrocos. Al abrirlas Shun se sorprenió, siempre fue un ávido lector y logró juntar una gran cantidad de libros, pero su bibliteca no se parecía ni por asomo a lo que tenía enfrente de él; era sumamente grande, los estantes que llegaban hasta el techo y cubrían todas las paredes estaban divididos en tres pisos, al medio os separaban en los primero s dos pisos unas ventanas enormes con cortinas rojas y etas a su vez estaban separadas por una chimenea que en la parte de arriba tenía un cuadro de un valle soleado, todo el espacio era alumbrado por un gran candelabro y en el medio una mesa con dos sillones rojos.
- Su Alteza, el príncipe Shun está aquí.
- Que pase – Shun se dirigió hasta la mesa donde se encontraba el que podría ser su futuro esposo. – Bienvenido, espero disfrute su estancia aquí,
- Gracias por recibirme, su Alteza
- Puedes llamarme Hades por favor, odio los formalismos – el otro asintió – mencionas en tu carta que querías discutir algo sobre un posible matrimonio, ¿verdad?
- Asi es mi señor, es decir, Hades – tomó una enorme bocanada de aire y comenzó - la guerra reciente ha dejado a mi reino en bancarrota, mi padre acaba de morir y ha caído sobre ms hombros la responsabilidad de toda esa gente, mi pueblo muere de hambre y no hay mucho que podamos hacer, por no decir nada, - Tubo que hacer una pausa para tomar valor y continuar – Sé que su padre siempre quizó nuestras tierras, la minería sigue siendo nuestro fuerte, pero los daños fueron tan grandes que ni siquiera los que ganamos con ella alcanza para cubrir los gasts. Por eso vengo a usted, por eso me ofrezco a usted para que pueda salvar a mi pueblo por favor – y las lágrimas comenzaron a mojar sus mejillas.
- No llores por favor – y le extendió un pañuelo, quedó conmovido que una chico tan joven tuviera esa determinación y amor por su pueblo, a tal grado de sacrificar toda su vida y tal vez incluso su felicidad por el bien de toda su gente, eso significaba una gran sentido de responsabilidad. - Lo que me ofreces es tentador, y me viene com anillo al dedo en estos momentos, porque acabó de enterarme que no podré heredar la corona a menos que me case – y en los ojos de Shun comenzó a alumbrar la esperanza – Si aceptó tu oferta, si bien gano tus tierras, tendré que poner micho esfuerzo en volver a darle un poco de su gloria a tu pueblo ¿verdad?
- Sé que es mucho lo que tendría que gastar en dinero y esfuerzos para levantar esas tierras, pero lo recuperaría con el tiempo gracias a los minerales.
- Hmph…. Dea cuerdo, acepto tu oferta
- Gracias, muchas gracias mi señor – se acercó para besarle las manos pero Hades lo detuvo
- Antes que nada, tienes que saber que los compromisos en este lugar no se cierran de la manera tradicional – Shun lo miró con extrañeza – para hacerlo oficial, y toma en cuenta que en algún momento tendría que pasar, deberás tener relaciones conmigo y a oídos de toda mi corte
- ¿Qué? ¿Es decir nos escucharan?
- Para ser exactos, estarán en la misma habitación y lo que único que impedirá que no nos vean será un biombo delante de la cama, pero por lo demás podrán escuchar todo, vieja tradición para que la novia o novio no escape
- No puede….. – una cosa es hacerlo, y el sabía que en algún momento pasaría, pero ¿a la merced de los oídos de todo mundo? Eso era demasiado….