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Tortura mental por Loveless_Lawelieth

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Notas del fanfic:

Los personajes no me pertenecen, son propiedad de Hidekaz Himaruya 

Notas del capitulo:

Primero y antes que nada, gracias a los que leyeron mi anterior fanfic, de verdad que me a echo muy feliz los reviews, juro que pensé que no recibiría ni uno, pero valla sorpresa, igual ver cuantas personas se tomaron unos minutos para leer mis babosadas, muchas gracias en verdad l@s amo

 Aquí les dejo un nuevo desvarió de media noche XD… Les dejo este sensual fanfic, que, por cierto, lleva dedicatoria para cierta persona que tiene por apodo el de un personaje de katekyo y realmente espero que lo lea... 

Aviso: Es un capitulo muy corto, comprendan mi cerebro ultimamente no da para mucho, juro que pronto les traere un fanfic mas largo e.e

Sin mas que decir ahora si los dejo leyendo o3o/

El día recién comenzaba y con ella el despertar de la sobre poblada ciudad, la mañana de cielo despejado pintaba bien para cualquiera que gustara de días así, pero para el rubio de cabello largo que se encontraba durmiendo era mas que molesto el que los tibios rayos solares se colaran por entre la cortina y dieran directo a su rostro; con pesadez Francis Bonnefoy logro abrir los ojos, la cabeza le punzaba y el amargo sabor del licor aun estaba en su boca, tras enfocar bien el techo sobre su cabeza solo soltó un suspiro y viro el rostro a un lado, encontrándose de frente a su acompañante de lecho, una mujer que dormía plácidamente, únicamente cubierta con la fina sabana que incluso a el ojiazul le cubría. Con el sentimiento de pesadez en todo su cuerpo se levanto de la cama y con la mirada, entre todo el desastre que se encontraba el cuarto, logro ubicar su ropa, sin mucho animo tomo las prendas y se vistió, mientras que en su mente trataba de acomodar las escenas de la noche anterior. Al estar completamente vestido, en silencio, se acerco a un lado de la dama que aun dormitaba y reviso el traer todo, tanto celular como cartera y llaves se quedaron en todo momento en los bolsillos de su pantalón y chaqueta; dio un ultimo vistazo a la mujer que le fue de compañía  y dio la vuelta para al fin salir de ese lugar; el cuarto de un hotel de paso.

Estando en la calle simplemente se estiro y soltó un largo bostezo; echo una mirada a su alrededor y logro distinguir el donde estaba, no negaba que se sentía extraño el comenzar a conocer tales lugres. Sintiéndose lo suficientemente sobrio y sin ánimos de exponerse al sol detuvo al primer taxi se que cruzo en su camino, con voz áspera y aliento alcohólico indico la dirección al chofer y el vehículo tomo marcha. Ignorando la radio que sonaba en ese momento el rubio tomo su celular y esbozó una suave sonrisa al ver las tantas llamadas perdidas y cantidad de mensajes que se acumularon, dio un rápido vistazo y solo ahogo un suspiro, la mitad de esa cantidad eran por parte de su  compañero de piso que le reclamaba de nuevo por no haber cerrado con seguro y por no llegar a dormir, luego se disculparía con él. Su aburrida mirada se dirigió al paisaje que le mostraba la ventanilla y solo se perdió en sus recuerdos, últimamente el despertar en una habitación de hotel junto a algún hombre o mujer se le estaba haciendo rutina, a los ojos de cualquiera parecería entretenido y hasta interesante ello, pero para él ojiazul le comenzaba a cansar, mas que nada porque todos y cada uno de sus amantes tenían las mismas características, cabello y ojos castaños, acaso era por ¿Fetiche? Tal vez, aunque el buscar “victimas” así se le estaba volviendo una manía.

Necesitaba despejarse de todo antes de encontrarse con el regaño que le esperaba en casa, así que simplemente detuvo al taxista a unas cuadras antes de su destino, pago la cuota marcada y bajo; aspiro el frio aire matinal y tras exhalar lentamente dirijo sus pasos al parque cercano a su casa.

Sus pasos lo llevaron hasta aquel lugar apartado del bullicio de los niños jugando, aquel lugar donde, en el pasado, pudo disfrutar de una dulce compañía, se maldijo a si mismo por volver a rememorar el rostro y voz de su dulce martirio. Agotado se dejo caer en el pasto y se acomodo apoyando la espalda en el tronco del árbol, tomo entre sus manos el celular y casi a ojos cerrados encontró el numero de su niño, si, porque aun lo consideraba suyo, así como el se sentía completa y totalmente de la propiedad de Feliciano Vargas. Se quedo unos minutos admirando como estúpido la fotografía que tenia del castaño y suspiro con pesar. Por un momento cerro los ojos fuertemente tratando de eliminar el ardor que comenzaba a sentir en estos, aunque le fue imposible ya que las lagrimas comenzaron con su recorrido, extrañaba al menor. Francis nunca se había caracterizado por ser alguien fiel y sin embargo, ese niño de sonrisa inocente y torpeza adorable había entrado tan profundo en su corazón que durante sus años de relación jamás le había engañado, incluso después de un mes de haber terminado, aun sentía que el acostarse con quien se le cruzara en el camino era un engaño para el joven castaño.

Sin ánimos y con el creciente dolor de cabeza, sin saber si era por los efectos del alcohol o por la insistente luz solar, se levanto del pasto y regreso por sobre sus pasos. No tardo ni 10 minutos en llegar a la puerta de su casa y ya podía sentir el regaño de su compañero, por ello hasta miedo de abrir le dio y sin embargo la necesidad de sentirse seguro le obligo a introducir la llave y empujar la puerta, termino por encontrarse con la “grata” vista de un peliblanco medio recostado en el sofá, vestido únicamente con un pantalón. Al ver que no se movía para recibirlo, a propósito, cerro con fuerza la puerta y paso frente al televisor hasta llegar al pasillo que conectaba con las habitaciones.

-Milagro que apareces- El joven de ojos rojos soltó un pesado suspiro y se levanto del sofá, miro con detenimiento el rostro contrario, notando de inmediato el rastro que había dejado las lagrimas, así como los rasguños y chupetones que se lograban ver a través de la fina tela de la camisa  –Dios, vete a dar una ducha, estas echo un asco-

-Y me lo dice el que aun tiene rastros de la nochecita que se paso con el señorito- el ojiazul sintió como un cojín le dio de lleno en la cara y al notar a su compañero con el fuerte sonrojo solo pudo soltar una sonora carcajada.

-¡Ya lárgate!- Gilbert regreso a su cómoda posición en el sofá y tomo la lata de soda que había dejado anteriormente en el piso, la llevo a sus labios y antes de dar un sorbo hablo calmado –Sabes que siempre estaré aquí para escucharte- Sin mirar al rubio sus ojos se enfocaron en la pantalla de la televisión encendida y dio un largo trago al gaseoso liquido.

El ojiazul sonrió y siguió su camino a su habitación, era verdad, siempre tendría a su amigo, pero por mas apoyo que pudiera recibir del ojirojo eso no lograba eliminar que aun sentía el vacio en su interior al saber que su adorado amante de la pasta ya no estaba a su lado; lo aceptaba y cada mañana se repetía lo mismo; aunque sabia que cada que los recuerdos se agolparan volvería a salir a algún bar, bebería un poco y encontraría alguien con quien pasar la noche, para así, de nuevo, volver a torturarse en el amanecer al ver en sus compañeros de cama el fantasma de su amado Feliciano. 

Notas finales:

¿Les gusto? ¿si? ¿no?... ¡¿no?! ¡ahhhh! *huye por su vida* no me maten, juro que el siguiente que escriba tendra hard, solo dejenme vivir hasta que lo termine(?) ;w;

un review puede salvar una vida(?) y si me regalan uno yo les dare galletitas caseras con forma de uke(??) uwu


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