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Eres mi demonio, solo mío. por SamanthaEvans

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Notas del fanfic:

Espero lo disfruten y dejen sus opiniones y sugerencias. 

Gracias por leer, pequeñas humanas ^^ 

Osito, esto es para ti. Gracias por siempre aconsejarnos y hacernos felices. Te amo. 

Notas del capitulo:

Espero les guste :) 

 

23 de Septiembre, 2014. Hablemos acerca de este capitulo ;)

Me di cuenta de que éste capítulo tenía errores ortográficos aberrantes y que luego de detectar eliminé de inmediato. Eso me pasa por no releer lo que escribo, siempre pasa lo mismo, SIEMPRE. -Se da un tiro, pero falla.- En fin, dejando de lado el hecho de que soy muy apegada a la buena ortografía y el hecho de que casi morí cuando me di cuenta de que lo había subido sin corregir…Este capítulo no cambia en nada, quizá uno que otro signo de puntuación pero más allá de eso, nada. 

Esto va para quienes ya vayan mas adelante, quienes comienzan a leer omitan esto -u-. 

Disfrutéis este inventillo. 

 

 Estaba sentado en el sofá central de la pequeña salita de mi departamento. Aquel gélido asiento de cuero me hacía sentir la piel más fría de lo normal. 
Mis manos estaban inquietas sobre mi regazo, mis ojos iban de un lado a otro, buscando algo en que concentrarse. Escuchaba la música y las risas de las personas que estaban en el departamento del lado, se escuchaban tan felices, tan unidos...tan falsos. Mi vecina, aquella menuda chica estaba celebrando su cumpleaños número 18, por lo que había invitado a tantas personas como pudo. Aparentes amigos y amigos de amigos habían llegado hasta ahí para celebrar a SooHe...
Era la oportunidad perfecta para atrapar almas y arrastrarlas hasta donde pertenecían, el infierno.
Tome la iniciativa y me cambie mi largo abrigo y pantalones negros por algo más casual y de acuerdo a la alegre situación de mi vecina.

Peine mi cabello con estilo y mire mi reflejo en el espejo. No estaba tan lejano al chico que alguna vez fui. A ese estúpido imbécil que vendió su alma tratando de salvar la vida de su amada, la cual luego de mejorar lo abandono. 
A decir verdad, físicamente seguía siendo el mismo, alto, atlético, rostro cincelado y cabello rizado, pero mis ojos eran diferentes ahora, ya eran  veinte minutos pasada la media noche y como pasaba todas las noches desde hace muchos años, se habían tornado de un color sangre, aunque al parecer de las chicas pecadoras que habían en el infierno iban a corde con mi supuesta angelical cara y personalidad.

Seguí observándome y me di cuenta de que ahora también era mucho más pálido que antes. Claro estaba que psicológicamente era un ser completamente diferente a quien había sido, cuando mi alma aun era parte de mi.

Antes era una persona cálida, sonriente y siempre dispuesto a dar mi vida por alguien a quien amaba, y eso hice, vendí mi alma a cambio de la salvación del amor de mi vida, ¿Para qué? Para que luego se fuera con otro, dejándome transformado en alguien frio, sádico y muchas veces tildado de asesino. Claro, todo eso era verdad. 
A lo largo de los siglos de mi existencia, perdí la cuenta de cuantas almas y vidas había destrozado. Es mi trabajo, eso es lo que debo hacer por el resto de mi vida inmortal. 
Arrebatar almas a mortales lujuriosos y desesperados, de la misma manera en que me la arrebataron a mí, a través de actos carnales. 

Cerré mis ojos y sacudí levemente mi cabeza, no podía estar recordando y comparando quien fui, y quien soy ahora. 
Salí de mi departamento, caminando unos escasos cinco metros para quedar frente a la puerta de la cumpleañera. Llamé por el citofono, sabiendo bien que iban a dejarme pasar.

-¡Dios! Yixing, ¡has llegado!-SooHe se lanzó a mis brazos, podía notar sus atributos a través de las telas que cubrían nuestros cuerpos. -Ven- Tomó mi mano- Vamos, quiero presentarte a mis amigos.

Camine sonriente. Según todos yo, Zhang Yixing, era el tipo más inteligente de toda la facultad de ciencias, y en el futuro el químico-físico mas guapo de todo el mundo. Si esa era mi fachada, rostro sonriente, mirada y cara angelical, ocultando al demonio que en realidad soy.

Levante mi vista por encima de las innumerables cabezas que había en el departamento y vi cuantas personas podía arrastrar fácilmente a la perdición y cuáles eran celosamente custodiados por sus ángeles guardianes.

Una sonrisa lasciva asomo en mis labios al ver a cuantas chicas había cautivado de una sola vez. Me invitaban a acostarme con ellas de manera tan evidente que solo les faltaba tirarse sobre mí. 
Al parecer nadie había notado el color de mis ojos y eso era lo mejor. 
Entre todas las personas que había en aquel reducido lugar, una gran cantidad terminarían bajo la custodia de los demonios del segundo círculo del infierno, el círculo al cual pertenecía yo. 
Pero también vi a una pequeña y casi reducida cantidad de personas que terminarían en las filas de combate entre el cielo y el infierno el día del juicio final. Vi también ángeles mezclándose entre mortales, los cuales notaron mi presencia de inmediato. Pero no podían atacarme frente a sus protegidos, esas eran las reglas y me encantaban. 
Fui llevándome a la cama una chica tras otra, arrebatándoles sus almas, drenando parte de su sangre y desintegrando sus cuerpos, este día había sido uno de los mejores para poder llevar a la perdición a quien la merecían. 
Cuando ya sacie mi sed de chicas, a las cuales nadie extrañaba, observe a mi alrededor notando que había almas masculinas potenciales para ser condenados.
Lo hice, a ellos también les quite sus almas y los asesine. 

Cuando ya hube terminado mi recolección, sonreí al reflejo que estaba frente a mí. 
- Bien hecho Lay, haz mejorado espléndidamente en el sádico arte del asesinato carnal.-Escuche una voz tras mi espalda, pero no tuve la necesidad de voltearme para saber quién era. Amber, la chica a la cual me habían asignado para que ella me instruyera. 
-Aprendí de la maestra, ¿no? -sonreí lascivo. Acercándome a ella hasta acorralarla contra la pared.
-Gracias niño, pero te he dicho muchas veces que no eres mi tipo.-Ella sonrió autosuficiente apartándose de mi.- Eres el demonio perfecto, pero no eres mi estilo. 
-Eh-Lamí mi labio inferior- Entonces ¿a qué se debe tu agradable y excitante visita?
-Ya sabes...Kairos quiere verte.

******

Kairos.
Hace tanto tiempo que no escuchaba ese nombre. Casi se podría decir que extrañaba a ese hijo de puta, pero no. 
Definitivamente no extrañaba al imbécil que me había condenado a esto.

Para ser más claro, Kairos es un demonio de aparentes 29 años. Fornido, alto y castaño. Unos cuantos puestos más arriba que yo en la escalera de autoridades y quien me arrebato el alma.

El 25 de Agosto del año 1534, mientras estaba recostado en mi cama, mirando el techo de mi habitación, pedía al cielo que me mandara a alguien que pudiera cumplir mi deseo. Salvar la vida de la persona que mas amaba, o creí amar, Lucy. La pobre muchacha estaba enferma de Leucemia terminal. 

Así que, pidiendo con todo mi corazón que ella se curara, acepte imbécilmente las condiciones que me había puesto Kairos. Acepte y en efecto, Lucy mejoro. Para todos fue un milagro, un hermoso milagro. 
Pero para mí, no lo fue. Tres meses después de que se hubiese sanado, me abandono y se fue con el que creí era mi mejor amigo. 
El 25 de Agosto de 1536, exactamente dos años después de que había vendido mi alma, llego Kairos a cobrármela.

-He venido por lo que es mío.- Escuche una voz masculina a los pies de mi cama.
-Eh? Yo...Kairos? -pregunte dudoso.
-El único- Sonrió lascivo, trepándose a mi cama y gateando hasta mi. -Ahora, dame lo que me pertenece.-Acaricio lenta y sugerentemente mi rostro.
-Kairos...veras yo...
-Tu amada Lucy se fue con Daniel ¿Verdad? -Hablo bastante cerca de mi rostro. 
-¿Co-Como lo sabes? 
-Ah...por favor Yixing, siempre estoy atento a lo que es mío. 
-Tuyo? Solo mi...
-No solo tu alma -me interrumpió- También tu cuerpo y tu castidad me pertenecen.
-Pero yo creí que...
-¿Acaso creíste que solo iba a venir y matarte? Por favor Yixing, soy un demonio del sexo...¿No pretendías que me llevara tu alma sin obtener nada mas a cambio de ti verdad? 


Trate de alejarlo, debí haber escuchado las condiciones del contrato antes de vender mi alma, pero no lo hice. Kairos me había sujetado las muñecas al respaldo de mi cama con cadenas y me había amordazado, separo mis piernas y sujeto mis tobillos a la cama con cadenas negras y pesadas. 
Se acercó a mí y abuso brutalmente de todo lo que había protegido durante mis 24 años de vida, mi castidad. 
Cuando desperté en el infierno, camine el único camino del cual tenía una visión clara. Avancé y entré en el segundo círculo, dejando atrás el limbo y a aquellas personas de hace miles de años.

 

 

 

 


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