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Ocho años por Xafy

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Estaba muy cansado y le dolían músculos que no dolían desde su época de Quidditch. Los parpados se cerraban contra su voluntad , lo único que quería era dormir y reponerse, desearía no tener que trabajar mañana. Giro un poco la cabeza para ver los numeritos rojos que brillaban en la media luz de la habitación. Las 2:45 am. Joder. Ya era mañana. Una puerta se abrió a su izquierda y una masa de vapor caliente salió de ella seguida de la figura de un hombre con tan solo una toalla ridículamente pequeña atada a su estrecha cintura. Una sonrisa se asomo en su adormilado rostro
- ¿El vapor te encogió la toalla? – El otro hombre tan solo le sonrió de vuelta mientras se deshacía de la toalla y se colocaba un pantalón de pijama de algodón con grandes cuadros rojos y pequeños cuadros blancos.
- No encontré la mía, la tuya tampoco estaba – le dijo metiéndose a la cama y acercándose al otro cuerpo – Estas frío, si quieres yo puedo calentarte – ofreció con voz sugerente
- Olvídalo Potter, en 4 horas tú tienes que irte a atrapar criminales como el buen superhéroe que eres y yo a juzgarlos y no pienso llegar ni con cinco minutos de retraso, ni con una sola sombra de sueño en mi rostro por tu culpa – le corto alejándose del cuerpo caliente.
- Podríamos habernos acostado antes
- Si, pero eso es culpa tuya, te dije que tantos dulces hacían mal y que sería imposible dormir con tanta azúcar en la sangre
- Eres un aguafiestas, después de todo, no todos los días se cumplen años
- Pero no por eso te atiborras de dulces como Weasley – Harry solo le miro mal de reojo y termino con una sonrisa distendida
- Ahora que estoy tendido siento que se me ha venido el mundo encima
- Claro, después de la euforia, estas al borde de la depresión – le contesto el rubio acercándose al cuerpo tibio del moreno que le atraía. Harry sonrió ante el gesto, Draco siempre terminaba abrazado de él aunque no quisiera en un principio y él le recibió gustoso.
- Supongo que no habrá dulces por un tiempo – Draco sonrió levemente –Lo dudo, aun queda un montón de torta y no creas que no he visto los que escondieron después de romper esa snitch gigante de papel que trajo Granger
-Se llaman piñatas
- Lo que sea – hizo un gesto con la mano restándole importancia - Lo más probable es que mañana, me corrijo, hoy tenga que preparar un montón de poción para el dolor de estomago y para la intoxicación de azúcar – Harry comenzó a reírse y abrazo a Draco mas fuerte
- Deja ya de quejarte tanto, te saldrán arrugas - Draco le miro entre sorprendido y ofendido – A los Malfoy no les salen arrugas…. Además.. te encanta que me queje – Harry sonrió y lo beso suavemente en la frente – Si… me encanta que te quejes y me regañes y me castigues cuando no obedezco – los besos en la frente habían bajado hasta llegar al cuello – Potter.. ya te dije que tus intentos serán inútiles – replico el rubio, pero dejándose hacer y acariciando la espalda del moreno. 
Las manos de Harry acariciaban su vientre y por eso le pareció extraño sentir otra tirándole el pijama por la espalda. Se alejo de los labios del ojiverde que devoraban su cuello y se volteo. Harry también paro en sus faenas y levanto el rostro, curioso de la distancia del rubio. Junto a la cama, por el lado de Draco, había una figurita usando un pijama a lo menos dos tallas más grande, pero hecho con las mejores telas, con el cabello rubio muy desordenado y unos ojitos grises que les miraban somnolientos
- ¿Max? ¿Pasa algo? – pregunto el rubio 
- Me duele la panza – contesto el pequeño estrujando el pijama por donde debería estar su estomago. Draco se giro a mirar a Harry – Te lo dije – y se volvió a su hijo, agarrándolo de las axilas y subiéndolo a la cama, dejándolo entre ambos adultos, luego se paro tirando de su camisa para cubrirse y se metió al baño 
- ¿Los interrumpí? – pregunto con ojitos de perrito
- No hijo, pero te dije que no deberías haber comido tanto porque luego te dolería. Además, tu padre sabe sobre los que tienes escondidos – el niño tubo la decencia de parecer arrepentido, aunque seguramente era solo por el dolor
-¿Y tú, que le dijiste?
- Que la idea fue mía por supuesto – contesto el moreno sonriendo
- Espero que con esto sea suficiente – dijo el rubio mientras salía del baño con una pequeña botellita con apenas unos milímetros de un liquido azul brillante. Maximiliano se paro rápidamente y se la tomo de una sola vez, luego se volvió a acurrucar entre el calor de las sabanas, tratando de ocultar las muecas de desagrado por el sabor. Draco también se metió a la cama y el pequeño se abrazo fuertemente de su brazo izquierdo – Papi… no te enojes con papa Harry, el me dijo que no comiera tanto y yo lo hice igual – otra vez los ojitos de perro. El rubio sonrió – Por supuesto que lo se hijo, pero no voy a enojarme con ninguno de los dos, después de todo, no todos los días se cumplen ocho años – el niño sonrió ampliamente, seguido de la risa suave de Harry. Max se acurruco bajo el brazo de Draco y se aferro fuertemente a su camisa
- ¿Que tal tu estomago? – pregunto el moreno acomodándose tras su hijo
- Ya.. ya no duele- contesto somnoliento. Draco lo abrazo acomodándolo mejor a su lado, miro a Harry y le sonrió – Buenas noches amor – Harry paso un brazo por encima, abrazando tanto a su hijo como a su marido, escondiendo el otro brazo bajó la almohada
- Querrás decir, buenos días –le corrigió Harry, haciendo un gesto hacia el reloj. Le beso la frente, cerró los ojos y abrazo el cuerpo del los rubios un poco más fuerte. Draco ni siquiera se molesto en voltear a ver la hora. Su último pensamiento antes de caer en los brazos de Morfeo fue que al buscar la poción para el dolor de estomago se había encontrado con otra botellita medio llena de poción reparadora del sueño y que daba igual si llegaba cinco minutos tarde, total, el era el jefe.


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