Tecleaba para poder enviar un mensaje a su queridísimo TaeMin, de pronto vio como saltaba una pantalla extra Choi Min Ho rezaba sobre el borde de la conversación
¿Cómo estás?
Hace tiempo que no sé de ti...
Me han dicho que has estado bien
Y sé que siempre ha sido así
Sintió de pronto un nudo en la garganta, hace mucho no hablaba con él, no llamadas, no notas, no mensajes, no cartas, no escritos, no... nada. Y estaba ahora ahí esa maldita ventana tintineando, tomó una bocanada de aire, lo sostuvo mientras escribía
Yo estoy bien,
muy bien, gracias por preguntar
Me ha ido cada vez mejor y...
todo empieza a caminar
El punto verde que marcaba como online desapareció, y no hubo más charla. El pelinegro soltó el aire y sus lágrimas comenzaron a salir
Después de aquella crisis de llanto amargo por parte de KiBum, de ni siquiera despedirse de TaeMin, de terminar con la almohada húmeda, con las mejillas pegajosas y con líneas de tristeza remarcándolas, terminó durmiendo con sus finas pestañas, llenas de gotitas salinas, totalmente cerradas, con la respiración acompasada, con la sonrisa desgastada, se dejó arrastrar por la oscuridad y durmió pensando en la falta que le hacia aquel quien era su mejor amigo...
Semana tras semana, KiBum encontró la manera de distraerse, de olvidar aquel momento de debilidad. Se había dicho que no esperaría más, ya no podía hacerse éste daño, pero ¿A quién engañaba?, a nadie, la herida estaba abierta, no entendía para que mentía diciendo que no lo añoraba, tal vez, intentaba creérsela el mismo, pretendiendo tragarse aquella absurda verdad, que ya no le quería, que ya no le extrañaba, se estaba mintiendo.
MinHo miraba su celular, aquel fondo de pantalla, hermoso, y con sus dedos trazó la imagen frente a él, de pronto se activo la pantalla de SMS, con un el nombre de Kim Ki Bum, y tragó duro, era como si algo le insistiera en que le comunicara lo mucho que lo extrañaba, cuanta falta hacía en su vida, que ya no podía, que no importaba sino estaban cerca, que necesitaba mínimo escuchar su voz, que anhelaba escuchar un misero Te quiero. Tecleó con nervios, con añoranza, con desesperación, pero no pudo apretar aquel enviar, no pudo.
MinHo, se sentía enjaulado, uno de sus más cercanos amigos, tanto de él como de KiBum, le comentó que el de mirada felina, estaba mucho mejor, que ya no se le veía triste, que incluso se le veía muy a gusto a lado de alguien más
Los días se convirtieron en semanas, las semanas en meses, los meses se volvió un año. MinHo decidió regresar, decidió volver por él, había sido suficiente tortura para él, había sido suficiente, no, no le había olvidado, pero tampoco podía seguir teniendo una relación meramente virtual. Decidió que dejar de engañarse era la mejor solución, le extrañaba, le añoraba, necesitaba esas sonrisas tímidas, extrañaba esas efímeras caricias, y todo empeoró cuando se dio cuenta de que le estaba perdiendo, que él mismo se estaba perdiendo, ya no sabía quien era, no sabía porque se había alejado, no sabía porque había decidido que terminar y tratar de olvidarse era la estúpida mejor opción, no era cierto, él ya no podía con eso. Su corazón tenía una enorme herida, su corazón no palpitaba con la misma calidez, se estaba hundiendo en un sentimiento de vacío, de soledad, de frialdad.
Podría jurar que era el mismo tren, con el que alguna vez se alejó de aquel ser amado, sintió eterno el viaje, sintió que no alcanzaba a llegar, el corazón oprimido, el nudo en la garganta, emoción, esperanza, pero sobretodo miedo, miedo de pensar que tal vez había sido demasiado tarde.
Llegó, y corrió, corrió a aquel edificio en el que según pensaba, su chico, seguía viviendo ahí, las cuadras eran largas, sentía que en cada pisada su corazón pedía a gritos dejar fluir todo aquello, sentía que con cada pisada se acercaba a la verdad. Sentía que podría volver el tiempo atrás, que KiBum iba a estar ahí esperándole, que podría pedir disculpas y que con esfuerzo, si fuese necesario, lo volvería a enamorar, como cuando eran unos chiquillos, como cuando le regaló aquel pequeño e insignificante portarretrato con una foto de ellos juntos.
Iba a cruzar la calle, a penas estaba bajando el pie de la banqueta cuando decidió que era mejor esperar, pues ahí estaba él, con ese alguien más, al cual reconoció casi al instante, era aquel chico no muy alto, de cabello oscuro que siempre quiso robar la atención de KiBum, WooHyun.
Espero un poco más, pensó que era normal que ellos estuviesen juntos, era amigos, muy buenos y muy cercanos, hasta donde él sabía, KiBum estaba diferente, ya no era más rubio, llevaba el cabello castaño oscuro, pero no se refería a lo físico cuando pensaba en lo cambiado que estaba, su esencia, era más fría, más cerrada, no era aquel chico risueño y coqueto, no era aquel chico que desprendía un aura de ternura y calidez, no era así, y sus ojos se extendieron, cuando notó la osadía de aquel chico bajo, y sintió una corriente helada por todo su cuerpo, si bien no se podía decir que KiBum se correspondía aquel beso, se podría decir que tampoco estaba incómodo pues no hacía nada por rechazarlo.
No aguanto más, dio media vuelta y volvió el camino corrido a pasos lentos, con el corazón destrozado, con la esperanza pisoteada, con las mejillas tostadas por el llanto seco. Antes de volver una vez más a aquella fría estación, tomó su celular y decidió ponerle un fin con un Adiós, pensaba que era la única forma de cerrar aquel círculo.
Tocó el contacto que decía Kim KiBum, cuando desplegó la ventana de SMS, aquel mensaje que escribió hace algunos meses ya seguía ahí, intacto.
Yo estoy mal,
muy mal, gracias por preguntar.
Se siente cada vez peor,
nada parece caminar
Decidió que eso estaría bien, pero deseó anexarle un poco más.
Pero parece que me quedé atorado,
no quiero hacerte infeliz,
no me entrometeré más,
sé feliz, yo lo seré.
Adiós, KiBum
KiBum se disculpó con WooHyun, le explico que no estaba preparado, que no podía corresponderle, que sí, había aceptado el beso pero que eso no significaba que quisiera algo con él, creyó que podría intentarlo pero decidió al final, que aún no era el momento. Y se despidió.
Entro a su hogar, y al cerrar la puerta se recargó en esta, se deslizó hasta quedar sentado, y volvió a llorar como no lo hacía en meses, a pesar de todo, le amaba, porque tenía la estúpida idea de que él aparecería por aquella puerta, con su cabello semi-largo, con esos enormes ojos expresivos, con esa boca esponjosa, pero estaba tardando demasiado, y su corazón ya no podría más.
Sintió su celular después de un rato vibrar, lo tomó y desinteresadamente desbloqueó y abrió el mensaje, lo leyó y creyó estar loco, cerró y volvió a buscar, encontrando en el remitente Choi MinHo, lo releyó, una y otra vez ¿Qué significaba todo eso?, ¿Adiós?, ¿Era el adiós?, ¿De qué se trataba?, ¿Quién se creía?, no daba crédito a l que leía. Se levantó, con furia tecleó.
¿Qué es esto?
Dímelo en la cara...
¿Por qué me haces esto?
Te odio, Choi MinHo
Abrió la puerta, justo en el momento en el que pensaba enviar el mensaje, y lo único que hizo fue volver a llorar, cuando lo olió, cuando lo sintió, cuando lo abrazó. Le miró con furia, le miró con tristeza, le miró con añoranza, con un torbellino de sentimientos disparados de sus pupilas, de sus hermosos ojos felinos. Y MinHo, lo estrechó una vez más.
Después de que MinHo lo tomó en brazos y cerró tras él la puerta, después de que acarició su espalda, peinó con suavidad sus cabellos, aspiró el aroma dulzón, se inundó el alma con su calidez, KiBum recobró la calma, y le miró.
-¿Adiós?- preguntó dolido, molesto, contrariado.
MinHo tomó sus mejillas entre sus grandes manos -Me estoy mintiendo, ya no puedo con esto, yo no te he olvidado, amor...- susurró.
KiBum, le escuchó con atención, y sintió confusión -Yo, MinHo...- intentó preguntar
-Sé que no tengo derecho, pero me siento hundido en éste sentimiento, discúlpame, yo simplemente no te puedo olvidar- murmuró el más alto, agobiado -Sé que es tarde, sé que te has cansado de esperar, sé que él puede hacerte feliz, pero no puedo.-
El mayor le miraba -¿Por qué tardaste tanto?-
MinHo le miró, una vez con los ojos llenos de lágrimas -Sé que me has olvidado ya, pero yo no te he olvidado, amor- susurró con la garganta estrangulada
-No entiendo...- KiBum, susurró. ¿A qué se refería MinHo? ¿Qué estaba pasando? -¿De qué me hablas?-
-Te he visto, con WooHyun, tú eras feliz mientras a mí ya no me sale el sol desde que tu amor se escapó- MinHo sintió como KiBum colocaba un dedo sobre sus labios.
-Eres un estúpido, no tienes ningún derecho, pero a pesar de todo no me puedo seguir mintiendo, no puedo seguir pretendiendo que te he olvidado, porque no es cierto, no entiendo porqué me miento, si estoy hundido en este sentimiento- KiBum le miró y sonrío con ironía -Ya no puedo con éste desierto, mi corazón se quedó abierto, aún no es tarde... por favor... Yo no te he olvidado, amor- y volvió a llorar, se levantó ligeramente en puntas y le besó, cuando se separó susurró una vez más -Yo no te he olvidado, MinHo-