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Me atormenta el pasado por _Dada_

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Notas del fanfic:

Buck Tick no me pertecene, he utilizado sus nombres para escribir historias que viven en mi imaginación.- 

 

One Shot.

Notas del capitulo:

 

La historia relata los pensamientos y el tormento de Imai, guitarrista del grupo al recordar antiguas promesas del pasado. 

 

Personajes Principales: Imai Hisashi, Sakurai Atsushi.

 

-.-

 

Buck Tick, por mas que lo niegue, no me pertecene. 

 

 

 

 

 

 

¿Cuántas veces había sentido lo mismo? …

 

Con la guitarra en las manos, componiendo tonadas al aire, sin tener el todo claro qué sería lo que resultaría esta vez…

Espiró profundo, tomando su cabello en una desordenada coleta. Solo tenía claro el tema de su canción. Amor. Ese medio era el único que tenía para desahogarse.

Una, dos, tres, siete canciones. Ya había perdido la cuenta.  La chasquilla de su ahora negro cabello caía sobre sus ojos con gracia, disimulando su graciosa nariz, y su extraño ojo izquierdo ligeramente diferente a su gemelo de otro extremo.

Un arpegio, ¿Quizás un solo de guitarra?... No lo tenía claro, la música solo salía de sus manos que ejecutaban – con poca gracia – su blanca guitarra favorita. Sólo tenía claro que tenía que gritarlo para desahogarse, que el hombre debía gritar. Y justamente ese era su medio, la música que tanto amaba.  Sintió la imperativa necesidad de fumar, a pesar de haber dejado el tabaco hacia un tiempo ya.

 

-          Acchan… - Susurraron sus labios, sonido que retumbó en la soledad de la sala de su apartamento.  

Cerró sus ojos dejándose llevar por los recuerdos.

 

Aquella vez y aquella promesa que ambos se habían hecho en la playa, con las manos tomadas tan disimuladamente que ninguno de los otros 3 pudieron percatarse de aquello. Él prometió quererlo aunque envejeciese, ya que ese era su único miedo en la vida.

 

Retornaron a paso suave hasta la cabaña que alquilaban en la época de juventud, cuando la fama era escaza, pero a sabiendas que el tiempo de paz se acabaría pronto, los sellos se peleaban por su música y por la propiedad de aquellas sonatas que enloquecían a las chicas en ese entonces.

Bien lo sabían todos. Quedaban pocos tiempos tranquilos.

Imai, aceleró el paso encerrándose en la habitación, sin pestillo.

-.-

 

Meneó su cabeza. Maldiciendo aquel día.  Lamentablemente, él creyó en aquellas palabras, que hasta el día de hoy lo tenían sumergido en la duda.

-          ¿Seguirá queriéndome…? .

Volvió a tomar la guitarra entre sus manos con firmeza. Continuando su labor.

-.-

-          ¿Puedo entrar?... 

Escuchó una profunda voz desde afuera, quien abrió la puerta sin esperar respuesta, dejando entrar los sonidos de las risas de U-Ta y su Hermano Toll. Apretó su ceño a la molestia.

El alto hombre de largos cabellos azabaches se apoyó  tras la puerta, cerrándola con aquel gesto, mientras suspiraba con la vista baja.

-          Estoy asustado…

Le confesó.

Imai levantó la mirada, con la cabeza ladeada, observándolo. Su amante tenía una tierna expresión de confusión.

-          Puedes pasar… -

Le dijo retardado.  Recibiendo una mirada confundida del otro, quien tardío, comprendió la respuesta, sonriéndole abiertamente.

“De cualquier modo, no necesitas pedir permiso…  - Pensó  el guitarrista – Ya estas dentro de mi cabeza desde hace un tiempo… No podrías estar más adentro de mi…” – Perdido en la cálida sonrisa del otro.

-          Tengo miedo, Imai… - Habló aún desde la puerta. – No sé qué será de mí… Me asusta la fama a la que nos expondrán…

Imai no lo escuchaba. Solo observaba aquellos gestos de su rostro perfecto, que lo descolocaban. Nunca antes había experimentado algo similar. Ni si quiera por una chica en la época de colegio.

 

-          Estoy aterrorizado, sé lo que esto significa… Tantos placeres, tantos deberes… 

 

-          Ven - Lo interrumpió. Sin dejar de mirarlo mientras avanzaba, fijándose en los pliegues del pantalón de jeans que vestía las largas piernas de Atsushi, quien se sentó en la cama. A su lado.

Los brazos de Imai se elevaron decididos, rodeándolo con un abrazo, que lejos de ser apasionado, lo hacía ver más cordial que otra cosa, apoyando la cabeza del más alto en su regazo, quien suspiró al contacto con el aroma de su perfume. Desde un tiempo a esta parte, era lo único que lo tranquilizaba.

-.-

-          Bueno,  ¿y…?.

Escuchó Imai, una voz desde la puerta, que lo sacó de sus profundos recuerdos.

 

-          ¿Cómo va la composición de nuestro nuevo trabajo musical?.

 

Su sonriente mejor amigo, lo miraba apoyado en el marco de la puerta, con las piernas entrelazadas y largas que parecían no tener fin, cubiertas por un jeans que dejaban a la vista los prominentes huesos de sus caderas.  Los ojos grandes, la expresión amable, la belleza en su rostro aunque no comparable con la de su eterna tortura, el cabello corto y desarreglado, la sudadera blanca, los brazos tatuados, y los dedos largos que ahora chispeaban, intentando hacerlo reaccionar.

-          No me presiones, Kiyoshi.  

Respondió amargado, corriendo la vista. Su amigo lo miró preocupado. La pregunta había sido simplona para dejarlo en ese estado, tan dolido, como se pudo percatar.

 

-          ¿De nuevo él inunda tus pensamientos? – Le preguntó preocupado, percatándose que el otro no le estaba prestando atención.  – La idea de formar Lucy, era para ser libres, sobre todo tú. Libérate de tus ataduras y del pasado, Hisashi.  – Musitó alejándose de la puerta, cerrándola tras de sí.

-.-

 

-          ¿Y, qué dirán de nosotros?....

 

Musitó el más alto preocupado. Imai no entendió claramente a que se referían.

 

-          Qué dirán de nuestra música… Imai, estoy aterrado.

Volvió a decirle, escondido aún en su pecho.

 

-          La plenitud de tu ser, independiente de tu estado de “locura agresiva”  no podrás ocultarla durante tanto tiempo de las manos de la cruel sociedad que nos desgarrará…. Por lo que más quieras, prométeme que tu estado de locura seguirá siendo igual,  por la eternidad…

 

Atsushi levantó su mirada.  Se perdió en el castaño de sus ojos… Qué palabras tan profundas le había dicho. Sin saberlo, había sido el mejor consejo que pudo recibir.

 

-.-

 

-          No puedo quejarme ahora… -

Suspiró Imai, recostándose en su sofá. 

 

-          El cumplió su promesa.  Nunca ha cambiado su forma de ser… Por más que me duela…

Susurró.

-.-

 

Aquellos recuerdos, él, era el amante de los amantes. Desencadenaba todos sus placeres… su cabeza no podía detener los recuerdos incesantes.  Era el único que le recordaba  la belleza de las caricias.

-          Tú, eres mi hogar…  - Le confesó Atsushi, con los ojos llorosos, y el rostro de Imai entre sus manos, depositando un suave beso en su mejilla, después de lo hermoso que había dicho para él.

Luego, besó sus labios, apasionado, pero suave. Sus manos se deslizaron suavemente hasta la cremallera de su camisa, bajándola con un gesto delicado, dejando a la vista la blanca piel de su pecho y de su liso abdomen. 

 

-          Tú me haces sentir la belleza de las caricias y el encanto de las noches…

Le susurró Atsushi, dejando un húmedo camino de besos en su cuello, llegando a las clavículas.

 

El cielo estaba ya oscureciendo, solo los iluminaban los cálidos rayos de luz del atardecer, que entraban desde el balcón de la acomodada cabaña.

Su piel era dulce para los labios del otro, no podía detenerse ahí…

-.-

 

Imai, abrió los ojos al reconocer el sonido de una lata de cerveza abrirse a unos metros de distancia. Miró a su alrededor, percatándose que seguía solo en aquella habitación.

No podía evitar recordar el calor de aquellas tardes en el balcón en su compañía, que en sus recuerdos, estaban envueltas en un vapor color escarlata.

 

-          “Que hermosos son los atardeceres en tu compañía…”

 

Escuchó en su cabeza, las palabras del pelinegro, dichas aquella tarde. Sentía que su corazón podía estallar, su visión se tornó dorada, sumergiéndose nuevamente en los recuerdos con el ahora rey de la oscuridad, sintiendo incluso el exquisito aroma de su piel, de su sangre, de su perfume.

 

Qué hermosas eran aquellas tardes.

-.-

 

La camisa del pálido guitarrista caía en la cama, mientras levantaba sus brazos rodeando al moreno, profundizando el beso, ya en la oscuridad, sintiendo que sus ojos se sumergían en las pupilas del otro, su piel se erizaba al contacto de su cálido aliento. Era lo más dulce de lo que podía tener recuerdo alguno.

 Entre sus manos acarició la espalda del más alto, levantando la camisa sintiendo su piel tibia bajo sus manos, mientras el beso se iba profundizando iba surcando su piel con las uñas, mezclando sus lenguas húmedas en un beso apasionado, en un beso con sabor amargo a un amor prohibido.

 

-          No hay fibra en mi cuerpo que no grite que te deseo, Imai.

 

Dejó caer su cabeza hacia atrás, tentándolo con su cuello.

 

-          Tu  aroma flota a mi alrededor, siento que quema mis pulmones y los llena de un deseo eterno y culpable, Imai… Un deseo que nunca morirá, me enloqueces.

 

El guitarrista solo se dejó caer hacia atrás, sin importar el sin pestillo de la puerta, sin importar que los otros pudiesen descubrirlos, solo se dejó llevar por la pasión desenfrenada.

Se percató de su completa desnudez al sentir la dura mezclilla de los pantalones de su amante rozar sus piernas, seguido de incontables besos húmedos por toda su piel, extasiado solo se dejó llevar. 

Con las manos hábiles, se deshizo de la ropa del vocalista en cosa de segundos, atando sus piernas a la cintura del otro, meneándose, retorciéndose seductoramente, rozando sus miembros enviando corrientes eléctricas por sus cuerpos, en las penumbras de la habitación.

 

-          Quiero quitarme esta pesada armadura, Hisashi… Este deseo informal nos llenará de sollozos en un futuro…. Pero no aguanto más…

 

Acomodó las piernas del guitarrista, aún amarradas en su cintura, preparándolo para lo que vendría, por primera vez para el de más blanquecina piel.

 

-          Solo espero estar lejos de la mirada de Dios en estos momentos, este deseo por ti me fatiga, me destroza….

 

El cuerpo completo de Imai estaba perlado por el sudor, jadeando de deseo. Su amante era perfecto, el cuerpo perfecto, la mirada deseosa, los besos dulces y su miembro…

 

-          Aahhhh….

 

Jadeó a la incomodidad de la primera falange introducida por el más alto en su pequeña entrada.-

 

-           Siempre te celaré, siempre te vigilaré como un centinela de mirar penetrante, desde hace un tiempo te vigilo… solo serás mío. Solo mío.

 

Lo maldijo, mientras se movía rítmicamente en su interior, ya con dos dedos, inmerso en un mar de deseo oyendo los suaves jadeos de su amante, mientras con su otra mano acariciaba su miembro erecto, preparándolo.

 

Y ya era hora.

Imai estaba listo para recibirlo. Quitó sus dedos lentamente, sonriendo discretamente por el reclamo que salía de sus labios al no sentirlo en su interior.

 

-          No tengas miedo, esto es todo lo que puedo darte. Quiero estar dentro de ti.

-          Ya lo estas, Acchan. En mi corazón – Le confesó.

-          Esta noche te demostraré, que lo puedo estar aún más, y grabaré mi nombre con fuego en tu interior…

-          Estoy listo…

-          Conocerás tanto como yo el dolor de lo sabroso….

 

Tomó su miembro, conduciéndolo hasta la pequeña entrada, mirando con cuidado el rostro de miedo de su amante, quien a pesar de la sensación incómoda, lo único que necesitaba en ese momento era sentirlo dentro, su cuerpo palpitaba, su entrada se contraía y se dilataba de tener ese preciado miembro tan cerca. Comenzó a sentir como se abría paso…

-          Ahhhh…..

 

-.-

 

-          Imai… ¡Despierta! No seas perezoso!

 

Volvió a abrir sus ojos, viendo nuevamente a su mejor amigo, con la expresión amable, tan cerca de su rostro que lo invadió la incomodidad y un sonrojo en su rostro se dibujó pálido.

 

-          Vinieron por ti…  Te doy 5 minutos para que estés listo, te están esperando en la sala.

 

Le dijo en el mismo tono amistoso de siempre. Imai pestañó repetidas veces, rogando que Kiyoshi no bajara la mirada y notara su ahora creciente excitación a causa de los recuerdos. 

Se puso de pie, avanzando por un largo pasillo hasta su habitación.

 

Kiyoshi retornó a la sala, y miró con expresión amable a quien esperaba a su colega.

-          ¿A dónde se dirigen?

-          A una reunión con el sello discográfico. – Kiyoshi lo miró interesado, de pie a un costado de la marquesa de una puerta – Está todo el mundo de cabeza con la noticia de que ustedes nuevamente se reúnen – Habló el otro, refiriéndose a Lucy.

-          No te preocupes, Sakurai – san – Musitó mientras se acercaba a paso lento – Es solo un respiro, dale unos meses para que se despeje y te lo devolveré sano y salvo, como la vez anterior.  – Atsushi, miró al delgado guitarrista con disgusto – Solamente quiero pedirte que lo comprendas, no seas duro con él.

-          Kiyoshi-san… - interrumpió más ronco que de costumbre  

-          Déjame terminar. A Imai no le ha sentado bien la noticia de tu paternidad, dale unos meses,  ¿Si?…  Está muy confundido, y creo que tú debes saber más que eso que yo.

 

Atsushi juntó aire en sus pulmones para responder el  entrometido comentario, no pudiendo terminar lo planeado, ya que Imai se asomaba vestido con un impecable saco negro, el cabello tomado y el rostro limpio con los ojos suavemente maquillados con negro, mirándolo con la seriedad dibujada en su rostro.  Avanzó hasta la salida, mirando a Atsushi hacia atrás, haciéndole un gesto para que siguiera sus pasos.  

-          ¿Va con nosotros, Kiyoshi -san? – preguntó el vocalista.

-          No, él se queda esperándome aquí, en casa. – Respondió Imai, haciendo reír al aludido.

-          Éxito chicos, los espero para más tarde con algo de comer. –

 

Ambos, salieron del departamento. Entraron al ascensor en silencio, hasta que el vocalista se atrevió a romperlo.

-          ¿Qué hace él ahí?...

-          ¿Celoso? – Le respondió el guitarrista, mirándolo hacia el lado.

-          Sí. – Musitó el más alto, dejando nuevamente el silencio en ambos. – ¿Por qué buscarías la belleza de lo nuestro en otra persona?...

Imai lo miró sorprendido, viendo como el ascensor se detenía ya  en el estacionamiento subterráneo.

-          En un mundo tan especial como el nuestro, el que reconozco como nuestro, en el que reconozco me has enseñado que la locura es la más sabia, donde me has enseñado a vivir con pasión, donde…

-          Estoy envejeciendo, Acchan… - Lo interrumpió, sin abandonar el ascensor, con la mano apoyada en la puerta, evitando así que esta se cerrase.

-          Y yo. Pero la pasión que me has enseñado no envejecerá nunca. Como tú ante mis ojos.

-          ¿A qué se reduce esto?

-          A que ese amigo tuyo no me agrada. Te quiero otra vez conmigo. Yo, soy el único que sabe cómo evocar aquellos momentos felices de pasión, Imai.  No te olvides de eso.  

 

Atsushi avanzó hasta su carro, montándose en él, mientras Imai lo miraba sonriente, conforme con la respuesta, tranquilizando su alma.

Nada cambiaría.

 

Seguiría siendo un amor alocado, a escondidas, y libre, porque la libertad de aquel amor, era amarga, pero era suya, espontánea, inmediato, contradictorio, caótico… pero tan suyo, como nadie lo había experimentado.

 

 

 

Notas finales:

Gracias por leer. 

¡Espero sus comentarios!

Veremos que tal va la cantidad de lecturas, críticas, etc., Para subir una historia mas larga que va en proceso. 

 

¡Saludos!


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