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Sock por Gazettencia

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Notas del capitulo:

Gazettencia reportándose.

A ver, a ver, ¿qué sucede aquí? (?).




El 30 de Julio cumplí un año como escritora en esta bella página, ¡y no pude reportarme! ;nnnn;




Vengo a hacer doble actuación el día de hoy. 8D
Y pues nada, a leer. ~




Tú, quien gentilmente brinda su valioso tiempo a cada palabra escrita aquí, agradezco de antemano que leas.

 

Hoy quiero compartirte algo personal. Algo que solo tú podrás leer. Algo que solo tú podrás saber. Algo que solo tú recordarás si así lo deseas.

 

¿Te intriga saber qué es? Espero que así sea, porque mi breve relato comenzará.

 

 

 

 

 

Era una fría mañana de Diciembre.

 

Las grisáceas nubes encubrían el tan anhelado edén. Según las palabras de la chica que reportaba el clima, una lluvia torrencial nos haría una amable visita.

 

Después de todo, se acercaba Enero.

 

"Tomen las debidas precauciones".

 

¿O si no qué? Me preguntaba torpemente.

 

Claro que sabía la razón. Simplemente, pensé divagar en cosas insignificantes un rato.

 

El café humeante postrado en aquella mesa pública suplicaba por ser atendido. La taza clamaba porque mis labios entrasen en contacto con ella, y yo respondí al llamado de ambos. Di un sorbo al agrio líquido para después suspirar. El vaho se hizo presente.

 

Yo sabía que mi estadía en esta afable y por alguna razón acogedora cafetería, estaba ya escrita por el destino. Para una sola razón y solo por una causa.

 

Nostalgia. Melancolía. Recuerdos hermosos y desastrosos.

 

¿Qué hacer? Está trazado. Simplemente me venzo ante la sumisión en la que he sido colocado.

 

Cierro mis párpados.

 

 

 

 

 

Y me encuentro en el instituto.

 

Uniformes escolares por doquier. Estudiantes portándolos. Cada uno de ellos, con el objetivo de ser identificados. 

 

Mi chico leía, como habitualmente hacía. Dibujaba. Leía. Estudiaba. Siempre absorto en un mundo desemejante.  

 

Una de sus peculiares y preciosas manos, sostenían su barbilla, mientras que la otra se encontraba descansando en su muslo izquierdo, bajo la paleta de su banca.

 

Y como siempre, dos iris con un matiz dulce y semejante a la miel lo observaban detenidamente.

 

 

Ese inmenso aprecio por una persona desconocida, con la cual no has cruzado palabra alguna. Esa admiración, por el simple hecho de estar ahí. Ese cariño por existir. Esa envidia por la sensatez que emana la calidez de su presencia.

 

¿Lo has sentido? Me gustaría saber cuál es tu situación.

 

En mi caso, yo le admiro por vivir de aquella manera tan conmovedora. Por disfrutar lo que le gusta. Por no prestar interés a lo nocivo.

 

Él es alguien simple. Una persona que no es la diferencia entre las demás, si así lo quieres ver. Un ser humano cualquiera. Una existencia más entre tantísimas. Un grano de arena entre toda la existente en el mundo.

 

Yo simplemente trato de hacer lo mismo que él hace: Disfrutar la vida.

 

Lo hago observándole.

 

Estoy entre las sombras, como aquellos que no se dan a conocer por ningún medio. Y aun así, todas esas miradas no dejan de posarse en mí.

 

Lástima. Burlas. Eso es lo que he recibido durante toda mi vida, porque un defecto como éste, simplemente no puede pasar desapercibido.

 

No te diré qué es. Deseo que tú a tú criterio des en el clavo. 




Exceptuando eso, quiero relatarte solo un poco sobre mí.

 

Soy estudiante, tal vez igual que tú, tal vez no. Mis ojos pueden reflejar lo que hay en mí si los atiendes detenidamente: un vacío abrumador. Unos orbes preciosos, que pueden ser explotados a como dé lugar. Bellísimos a más no poder. Sin embargo, es una pena que revelen tanta inconformidad.

 

Utilizo anteojos. En parte eso no favorece en nada, y creo que arruina la belleza de éstos. Ahora, mi flequillo cubriendo parte del ojo derecho... Simplemente es desastroso.

 

Solo en ciertos aspectos específicos soy realmente precavido. Soberbio.

 

Habitualmente recibo peticiones, ánimo y apoyo. Asquea. Lo rechazo egoístamente.

 

La dicha va reduciéndose a cada segundo. Ese maldito tic-tac incesante y por demás desquiciante no deja de reproducirse y taladrar inevitablemente mi cabeza. Anuncia que decaigo apresuradamente.

 

O, así lo siento yo.

 

Mi estatura es media, aunque no pueda apreciarse así.

 

Este chico siempre mantiene la cabeza gacha, deshonrado.

 

Mi cabello es cobrizo, sin mucha vida. Puedes darte cuenta de que en esta situación no se aplica mi vanidad.

 

Mis dedos son realmente largos, impresionantes. La piel que rodea la uña, destrozada.

 

Mi cerebro promete mucho. Deplorable que no puede ser evidenciado por voluntad propia.

 

Así es, mi querido lector.

 

¿Dónde queda el sufrimiento y la frustración en esta persona? Ahí están, bien presentes. Como siempre.

 

Conoces puntos qué resaltar de mí, y eso es suficiente.

 

Ahora me dirijo a mi banca, dispuesto a descansar mi esqueleto en ella. Mi mirada tropieza con la pizarra que se encuentra a unos metros frente a mí, y juega a fingir que presta atención a lo que el profesor balbucea.

 

Mi chico está ahí, con la cabeza gacha y la mirada perdida. ¿En qué pensará?  ¡Qué no daría por saberlo!

 

El timbre que anuncia el receso viaja hasta mis tímpanos. Con sorpresa lo recibo; no esperaba que la mitad de la jornada clases se paseara como una ráfaga de viento ante mis ojos.

 

 

Me pongo de pie. Tomo mis cuadernos con ayuda de aquellos dedos largos y peculiares que les mencioné con anterioridad y los introduzco en mi sencillo morral. Atiendo el salón de clases, el cual se encontraría vacío, si no fuese porque mi chico se encontraba ahí.

 

Mi corazón se aceleró inevitablemente. Nuestros orbes se encontraron.

 

Seguro mis mejillas tornaron un rebelde matiz carmesí, y mis labios formaron una leve "D" horizontal. Complacidamente tímido.

 

 

Y lo que me fundió el cerebro, fue su sonrisa.

 

Mi pulso era frenético. Mis ojos se humedecían y mi vista se nublaba.

 

Por supuesto, él no pudo percatarse de aquello, ya que instantáneamente dio media vuelta y salió del aula.

 

Y yo, podía morir en paz.

 

Era feliz. Uno de diversos recuerdos preciosos.

 

Y,

 

Ahora, lo describiré para ti.

 

Previamente: ¿Cuál fue la imagen de él en tu mente? ¿Era lindo? ¿Era alto? ¿Era castaño? Me encantaría saberlo también.

 

Tal vez en diversas características te dé la razón, tal vez en otras desmienta lo que tú decidiste imaginar.

 

Como sea.

 

Ese lindo jovencito es algo alto. Pálido. Todo un sueño. Tan dulce como el algodón de azúcar. Mayor que yo.

 

Sus hebras son cafés, y en verdad le vienen como anillo al dedo. Simple, humilde, neutro, como desees verlo.  Las raíces son marrones. En la naturaleza es el color de lo marchito, de algo que se extingue. Conmovedor, ¿no?

 

He escuchado aquel embriagador son que emite desde sus cuerdas vocales en contadas ocasiones. Por participación, o simplemente por coincidencia. La melodía que emite se asemeja a una guitarra acústica, con sonidos tan preciosos y acariciadores.

 

Su risa. Cristalina. Perfecta. Cautivadora.

 

¡Ah! No puedo evitar que un suspiro escape de mis labios al recordarle.

 

Sus dedos también son llamativos, pero no por el largo, sino por la preciosidad de éstos.

 

En verdad, todo él me encanta.

 

Mi chico. Mi enfermiza obsesión.

 

Él está presente en mis escasos sueños.

 

Y solo en algunos de ellos, ansío despertar con una erección en mi ropa interior, al presenciarle en un sueño húmedo. Gemir su nombre inconscientemente, paseando mi mano desde mi abdomen hasta mi erecto sexo.

 

Nuevamente, otro suspiro se hace presente...

 

 

... Porque en verdad he disfrutado de aquello.

 

 

En mi cuento de hadas, con aquel príncipe azul en él, no todo es color de rosa.

 

Aquí relaté un bello recuerdo: Su sonrisa.

 

¿Esperabas algo más, cierto? Siento decepcionarte, jamás me atreví a hacer algo al respecto.

 

Su sonrisa no fue motivación para hacer si quiera un mínimo movimiento. Lo lamento.

 

 

 

Continúo.

 

Un día, no asistió a clases.

 

Me reprendí a mí mismo a causa de la irracional negligencia y preocupación injustificada que comenzaba a acomodarse en mi pecho. Por ello, no tomé importancia durante el día y esperé el siguiente.

 

Sin embargo...

 

 

Era  viernes. Sí, ese día que la mayoría de los estudiantes toman por sagrado.

 

Por alguna razón, el sol resplandecía como nunca, y yo no lo comprendía.

 

¿Tal vez era una señal?

 

¿Será que veré a mi amado hoy?

 

Y yo, ansioso y ridículo, me encaminé hacia el aula como un completo imbécil enamorado; esperando por ver a su príncipe azul. 

 

Crucé la puerta, bien erguido y esperanzado y...

 

Sí, así es. No estaba.

 

El aura de inmenso vacío que percibí en un sitio especificado, me estremeció.

 

Tomé asiento, mientras que las lágrimas atenazaban con derramarse a raudales.

 

Todo, todo, todo. Era todo. Era mi todo.

 

Aun así, me tomé la "molestia" de caminar hasta su hogar, con apuntes aferrados en los brazos y un superficial ceño fruncido.

 

Toqué la campanilla.

 

 

 

 

 

 



Entonces... ¿Aquel reluciente cielo le estaba dando la cálida bienvenida?

 

 

 

—Él falleció ayer, hijo.

 

Murmuró con voz quebrada el hombre que me recibió.

 

 

 

¿Que qué fue lo que hice?

 

Yo, simplemente: Boté los apuntes y hui de la realidad como un buen cobarde.

 

¿Por qué?

 

No sabía nada de ello. No lo entendí. No lo creí.

 

Mientras daba frenéticos pisotones al pavimento, sonriente le repliqué con sorna a El Señor:

 

— ¿Algo más? 

 

Y reí como un maldito loco desgraciado.

 

Pobre infeliz.

 

A la vez que mis mejillas y cuello ya se encontraban completamente húmedos, la distancia entre mi habitación y mi persona se hacía más escasa. Cuando por fin logré llegar a ella...

 

La almohada fue mi compañera durante siete meses de desgracia.

 

Patéticamente, mandé a la mismísima mierda los estudios. De vez en cuando en mi hogar, solo una persona podía pensar en este muerto en vida. Y gentilmente me proporcionaba suficiente alimento para incontables días, en los cuales yo estaría absorto en las nubes y en aquel aspecto tan lamentable.

 

 

La pérdida afectó severamente mi vida, ya de por sí una verdadera miseria esta.

 

 

 

Los recuerdos que se repiten como si fuese la realidad misma, son dolorosos. Por cada segundo de ellos, yo recibo un puñado de navajas clavadas en el corazón. Quiero que comprendas el por qué no deseo relatarlos; por qué con el simple hecho de considerar narrarlos, el lápiz que sostengo entre mis dedos tiembla. Quiero que esto signifique una mísera excusa convencedora.

 

 

Solo un día, enloquecí. Sí, por lo menos a una persona debe sucederle alguna vez durante toda su existencia, y era de esperarse que llegara el momento en el que literalmente explotaría.

 

 

Aquellos alaridos que desgarraron mi garganta. Profundos rasguños que viajaban desde mi mentón hasta el abdomen.

 

Bramé con todas mis fuerzas

 

"¿Qué diablos estoy haciendo de mi vida?"

 

 

 

Siete meses puede parecerte un lapso de tiempo no sorprendente, o relativamente reducido, aunque para mí haya sido un verdadero infierno que parecía jamás tener fin.

 

“¿Por qué la muerte de aquel chico al que creía mi héroe me había afectado de esta manera? ¿Yo ganaré algo si continúo? Si es así, ¿qué es lo que recibo? ¿Por qué no puedo desvanecer este sentimiento de desesperación extrema?

 

Y, lo más importante... ¿Él sonreiría como lo hizo aquella vez, si yo hiciese lo que a él le limitaron?

 

Y si... ¿Yo vivo por él?”

 

 

 

 

Una semana. El considerar ello tardó una semana exactamente.

 

Eso. Decidí vivir como mi amado lo hacía, o como creo que a él le hubiese gustado hacerlo.

 

 

 

Ahora, por alguna razón, mi dedo meñique comienza a punzar. Será que he escrito esto sin detenerme ni un solo segundo.

 

 

 

 

Regresé a mis estudios.

 

Y, ¿sabes qué?  Aquel defecto que mencioné... Inusualmente lo recuerdo, y aun así, no le tomo ni la más mínima importancia.

 

Mi chico, JAMÁS cedió "sospechas" de que él vivía en un inexistente mundo color café. 

 

Entonces, ¿por qué yo sí?

 

 

 

 

 

He ahí mi lección de vida. Ese insistente tic-tac desapareció, y dio paso a un extenso y sugestivo trayecto por recorrer.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Entonces, durante mi estadía en aquella cafetería, yo escribí lo anterior. Bebí de un sorbo la bebida caliente, y tras hacer lo necesario del pago de ésta, doblé la fina hoja de papel para después introducirla con cuidado al bolsillo de mi chaqueta.

Y, salí con aires de grandeza del acogedor lugar.

 

 

 

 

 

 

 

Posteriormente, lo escrito en ella, se convirtió en cenizas que el viento se encargaría de pasear por diversos lugares, convirtiéndose en deshecho.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Y ahora, tú, quien me lee... ¿Qué estás pensando?

 

 

 

 

Yo me encamino hacia la cima de la escalinata, ¿y tú?

 

 

 

 

 


 

 

 

Mi relato finaliza aquí.

 

 

 

Gracias por leer.

 

 

 

Notas finales:

Hola. ♥

¿Les gustó? ; ;

Antes que nada, quiero hacer una que otra aclaración.

Aquí no se mencionan nombres, como ya se dieron cuenta.
Yo escribí esto con personajes que por un rato, “fueron creados por mí”, aunque el personaje que interactúa con el lector tenga ciertos caracteres míos. (?) Una vez que iba por la mitad, pues decidí aclararme todo esto.

Yo decidí que esto sería un Natsu(NOCTURNALBLOODLUST)xKai(theGazettE). ¿Por qué? Porque estos personajes de la historia los amé, y simplemente la idea de que mis más grandes ídolos y máximas  inspiraciones los interpretaran… Fue demasiado para mí. *fangirleo extremo*

Aquí la muerte, desde mi punto de vista, sería de Kai. </3 En este caso, Natsu decidió disfrutar la vida como Kai lo hubiese hecho, y también eso en verdad fue demasiado para mí. *llora*

 


Otra aclaración, es el título.
Éste significa “calcetín”. ¿Por qué diablos le puse así? Porque literalmente Natsu dio un cambio radical a su vida, como si hubiese volteado un calcetín. :3



Y, pues nada. ¿Me dejan su opinión en un review? ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥ ♥
También Natsu quiere que respondan sus anteriores preguntas. (?)


Después de esto, inmediatamente actualizo el tercer capítulo de Juguemos a Encantados. –w–






Si el fanfic te gustó, por favor deja un review y compártelo con tus amigos, eso me ayudaría muchísimo para seguir escribiendo trabajos así.

Te ha escrito Gazettencia y te deseo, buenas noches.

(?????????). –Huye–.


Nos leemos, amores míos. ♥ ♥ ♥ ♥ ♥


Gazettencia se retira.

Bye byeee. ~


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