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Ride or Die. por Sayuri Nitta

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Notas del fanfic:

Una historia llena de peligros, carreras, adicciones y peleas. Quizá un poco diferente.

Notas del capitulo:

En este primer capítulo se planteará la situación de Yesung y Kyuhyun, los problemas que les rodean y la razón por la que ellos deciden... Hacer lo que hacen. Mucho amor, sentimientos intensos y un hombre que se niega a aceptar esa relación, además del comienzo de todo. 

Eran casi las 4:00am, la temperatura se sentía cada vez más baja, incluso cuando el sol comenzaba a hacerse notar, anunciando el amanecer. Yesung y Kyuhyun mantenían el calor difícilmente; a penas lograban mantenerse en un abrazo mutuo, refugiados dentro del auto que había quedado varado en medio de aquella desértica carretera, donde, después de muchas horas, finalmente pudieron darse un respiro luego de todo lo que se les había venido encima.

La policía les siguió por más de cuatro horas, las cuales habían sido infernales y, en su momento, parecieron eternas; no, ellos no eran criminales. No robaron, no asesinaron. Solo eran amantes.

Kyuhyun, el menor, era el hijo tercero de la familia Cho, después de sus hermanas, cuya cabeza ocupaba un hombre de 43 años llamado Cho Younghwan quien estaba a cargo de la comandancia federal policiaca. Aquel era un gran cargo, de suma importancia y por lo mismo, visto a detalle y criticado por la sociedad. Su trabajo debía ser limpio, sin fallas, o al menos aparentarlo. Así que era evidente que aquel poderoso e influyente hombre no podía tener “un hijo gay”. Eso mancharía su imagen hasta el punto de denigrarla, así como a su familia, despojándolo del prestigio que él había ganado. O al menos eso pensaba y aseguraba.

Con una mente como aquella, a penas se enteró de que su hijo mantenía en secreto una relación con un hombre, utilizó todos los medios posibles para separarlos. Pero ellos no se daban por vencidos y siempre lograban mantenerse juntos. ¿Cómo? Se amaban y se necesitaban mutuamente con la misma intensidad. Luchaban el uno por el otro soportando cada obstáculo. Yesung, soportaba semanas sin ver al menor integrante de la familia Cho, trabajando excesivamente en el taller mecánico que pertenecía a su padre. Descuidando su imagen y salud, sin tener otra forma de distraerse, pues estar sin el menor le afectaba a niveles inimaginables. Kyuhyun, por su lado, era obligado a soportar largos y desgastantes encierros, o más bien, era directamente exiliado. Siendo privado de todo lo que le gustaba, principalmente los videojuegos, había pasado incluso meses sin ellos. Un completo martirio.

Así que, después de tantos intentos fallidos, el seños Cho optó por lo mejor… Enviar a su hijo a una escuela militar, donde “su novio”, —a quien consideraba un mediocre cuya única ocupación, al parecer, era desviar a Kyuhyun— no pudiese acercársele. Era perfecto, y seguro habría funcionado si tan solo Kyuhyun no lo hubiese descubierto.

Un día por la tarde, el menor de los Cho se infiltró en la oficina de su padre. Sabía que planeaba algo, pues ya había pasado más tiempo del normal desde la última vez que su padre había hecho algo en contra de su relación, y debía descubrirlo. Era sospechoso que Younghwan tardara tanto tiempo en intentar alejarlos de nuevo. Y al buscar dentro de de aquella oficina finalmente lo encontró. Encontró el motivo por el cual su padre había tardado, dejándolo completamente sorprendido.

En el cajón superior del escritorio estaba la carta con su nombre y el sello de la milicia. Su padre había estado tramitando su inscripción a la escuela militar de Kyung Hee. “Desde mi último encierro…” pensó. ¿Era su padre capaz de ir hasta tales extremos? Sí; y lo afirmaba el contenido de la carta, donde con una fuente cursiva y soberbia, alguien había redactado su dictado. “Es para nosotros un honor comunicar que el joven Cho Kyuhyun ha sido aceptado como un nuevo miembro dentro de nuestra Kyung Hee…”. Contuvo con dificultad las ganas de armar un desastre y desquitar su furia con los valiosos objetos de la amplia oficina. Respiró profundo dejando las cosas exactamente como las había encontrado y salió del lugar con sigilo, cuidando no ser visto.

El joven de 17 años no dudó en llamar a Yesung. No podía permitir que lo llevaran a ese lugar, él  no iba dejar a aquel al que amaba por nada en el mundo.

El mayor de entre los dos se sorprendió al escuchar la noticia, ¿Qué había de malo en que él y Kyuhyun estuviesen juntos? No entendía por qué el señor Cho se empeñaba en separarlos. Él jamás lastimaría al menor, ¿Por qué su padre no le daba al menos una oportunidad para demostrárselo? Y ahora salía con eso. No podría verlo en años… La sola idea abrió paso para la desesperación, que terminó apoderándose de él, obligándolo a optar por una idea que se encontraba en su mente desde hacía varios meses, pero no lo había mencionado pues lo creía imposible o muy remoto de cumplir. Sin embargo, este caso era diferente, no había opción, tenían que hacerlo; debían huir.

Le pidió al menor que hiciera su equipaje, lo más pronto y ligero posible. Suponía que al menor no le molestaría dejar sus comodidades por él, al menos por un tiempo mientras se establecían. Le dijo que esperara en su casa hasta que el anochecer comenzara a manifestarse. Sabía lo impulsivo que era a veces, por lo que le pidió que actuase con naturalidad mientras llegaba a recogerlo.

Kyuhyun aceptó con duda al inicio, pero después de meditarlo entendió que era lo mejor si quería permanecer al lado de Yesung.

Siendo de esa manera, decidió que a partir de ese momento no dudaría ni por un segundo en hacer lo que Yesung le pidiera; lo amaba a un punto tan alto que con los ojos cerrados era capaz de dejar todo lo que tenía y conocía si así iba a poder estar a su lado. El egoísmo de su padre no era más grande que el propio cuando de aquel al que amaba se refería. Definitivamente huiría a su lado, no importaba cuánto tuviese que sacrificar por ello.

Solo ropa sencilla y objetos de aseo personal empacó en su mochila, la cual ocultó en su armario para que estuviese lista cuando la noche cayera. Tenía una buena cantidad de dinero entre sus ahorros, los que habían comenzado aproximadamente seis años atrás, pero decidió ser precavido y pedir un préstamo a su hermana, y entonces, se presentó el peor momento del día. Cuando fue en busca de Ahra, la persona que probablemente lo conocía mejor que nadie más a su alrededor. No pudo hacer más que mentir, diciéndole que el dinero era para comprar un videojuego que realmente deseaba.

Y eso habría sido más fácil si tan solo no se hubiese tratado de ella. Lo podía ver en sus ojos, ella miraba la verdad en él, con sus suaves ojos cristalizados. Kyuhyun quedó desarmado, con el corazón encogido. Pero Ahra le dio el dinero sin decir mucho, solo acarició su mejilla demostrando todo el amor fraternal que sentía por él y dejó salir de sus labios un “Ve con cuidado…” lleno de tristeza y preocupación. El menor de los hermanos solo asintió incapaz de decir algo, solo abrazó a su hermana, como una despedida no hablada. Dio media vuelta y se fue a su habitación esperando ansioso e impaciente por la llamada de Yesung.

Las horas pasaron tranquilamente, o al menos eso aparentaba Kyuhyun cuando se topaba a sus hermanas o a algún empleado de la casa. Al caer la tarde, Ahra llevó a su madre y a Victoria, la primogénita del matrimonio Cho, a casa de los Park, amigos de la familia probablemente desde siempre.  Podía parecer casualidad, pero a final de cuentas, no era más que una prueba irrefutable de la lealtad que Ahra tenía por su “hermanito”.

Por supuesto, Kyuhyun fue consciente de aquello y no dudó en tomar la oportunidad. Era el hijo del gran comandante Cho, era de esperarse que su casa estuviese llena de seguridad, pero al estar completamente solo, era innecesario salir sin ser visto. Así que tomó su mochila y su celular. Sabía que debía esperar por la llamada de Yesung, pero no podía perder tiempo si no deseaba tener dificultades. Ya afuera llamaría a su novio.

Kyuhyun sentía la adrenalina, el camino a la salida le pareció eterno, todo a su alrededor le sofocaba al punto de sentirse agitado y respirar dificultosamente. Pero el alivió llenó su cuerpo apenas puso un pie fuera.

Libertad. Eso sentía.

Caminó un par de calles apartándose de su casa, con cada paso que daba, el mismo sentimiento de libertad aumentaba, más no desaparecía la ansiedad por no estar aún con el mayor. Pero todo cambió cuando al levantar la mirada notó un auto rojo al frente, y no solo eso, Yesung estaba dentro con la mirada fija en su celular, probablemente estaba a punto de llamarle… Ellos no podían estar mejor conectados.

–¡Yesung! –le llamó. El aludido reaccionó a la voz de Kyuhyun al instante. Sonrió al verlo, como si de un ser divino se tratase, como siempre lo miraba.

Más palabras no fueron necesarias. Yesung, el mayor de los dos con veintidós años, se estiró hasta la puerta del copiloto para abrirla, indicándole que entrara, a lo que el menor obedeció sin pensarlo.

Una vez dentro del auto, el mayor aceleró. No podían perder tiempo. Recorrieron varias cuadras hasta detenerse en el estacionamiento de una tienda de autoservicios. El mayor sabía que tenían un largo camino por recorrer, por lo que debían comprar algo de alimento o algún suministro que fuese necesario para ambos. Pero a penas Yesung apartó las manos del volante, Kyuhyun se lanzó a sus brazos para besarlo. Fue un beso que el mayor no tardó en responder, pues ambos necesitaban de ese contacto para dar fe y seguridad a lo que acababan de hacer. Yesung se giró quedando así frente al menor para poder atraerlo por la cintura con una de sus manos mientras la otra subía hasta su nuca impidiéndole apartarse. Y no es que el menor quisiera hacerlo realmente, pues movía sus labios contra los ajenos con insistencia y demanda, perdiéndose en cada sensación y dada roce que se provocaba, olvidándose de todo por esos instantes, como pasaba siempre que besaba al mayor. La razón se hizo presente antes de lo que hubiesen querido, los nervios habían mantenido sis mentes ocupadas, obligándoles a separarse, pero antes, Kyuhyun mordió levemente el labio inferior del mayor, como habitualmente hacía cuando lo besaba.

–¿A dónde vamos? ­–preguntó el menor, ya que, hasta ese momento, el lugar al que se dirigían no le había importado mucho. Y si lo pensaba, Yesung nunca le había comentado sobre tener alguna casa o algún departamento fuera de la ciudad, nada que no fuese el departamento cerca del taller mecánico donde trabajaba. Ese pensamiento le hizo notar otra cosa. – ¿Y este auto?
– Vamos a casa de un amigo. –respondió tajante desviando la mirada. No tenía dinero para pagar un motel, mucho menos para comprar o rentar algún departamento. Además, se negaba rotundamente a aceptar dinero por parte del menor. Nunca lo había hecho y no lo iba a hacer en ese momento. Terminó haciendo una leve sonrisa mientras acariciaba su mejilla. –Es mío. Lo he estado arreglando desde hace tiempo. Aún le faltan algunos detalles, pero eso puede arreglarse después. 

Kyuhyun asintió no muy convencido por la primera respuesta, pero confiaba en el mayor, así que no replicaría. Sonrió evaluando el interior del auto; no era lo que usualmente acostumbraba, pero le gustó. Iba bien con la personalidad del mayor. La tapicería negra, dándole un tono serio y hasta cierto punto elegante. Notó que incluso del espejo colgaba el llavero que le había regalado, era de las pocas cosas que había aceptado Yesung, pues su orgullo no le permitía aceptar algo que fuese costoso o lujoso. El llavero era una pequeña tortuga de cristal con sus iniciales en el caparazón, de un verde claro, con los detalles bien definidos. El solo verlo le hacía pensar en el mayor y por eso lo había comprado. Kyuhyun se sobresaltó cuando su puerta fue abierta, no se dio cuenta de en qué momento quedó sumido en sus pensamientos. Desvió la mirada con expresión molesta, pero molestia fingida; en ese momento no podría enojarse con Yesung, por nada. Bajó del auto después de un corto suspiro.

–No me gusta que hagas eso. Yo tengo manos. –le recriminó.
–No seas berrinchudo y vamos, debemos apurarnos. –le recordó mientras tomaba su mano y tiraba de ella. El menor se dejó hacer, pues caminar tomado de la mano con Yesung no era algo que podía hacer regularmente, mucho menos en público, gracias a su padre. Así que sin ánimos de discutir, comenzó caminar a su lado con una amplia sonrisa en dirección a la tienda.

Notas finales:

El comienzo es quizá algo tranquilo, sin embargo, es la base de la historia en sí. Espero haber hecho un buen trabajo y que esta haya sido una agradable lectura.


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