En el mismo cuento.
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yo solo espero, mientras él se encarga de todo.
Mi realidad… nuestra realidad.
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Como siempre, espera en la barra, pide una bebida… vodka, whisky, a veces ron mientras espera que todo comience de nuevo.
Las noches son intensas, así lo piensa, aunque sea un observador, alguien que para los demás no existe, sin embargo sabe que es real, y es lo que realmente le importa, la opinión de sí mismo.
Su trabajo como observador no es mucho, pero vaya que si es importante, porque es el cierre de la noche, el que abre paso a un nuevo día, a la misma rutina.
No pretende cambiar eso, odia los cambios tanto como los errores que se vuelven cotidianos. Detesta las imperfecciones, aunque sabe que no es prefecto, da todo de sí para parecerlo, y es lo que le vuelve inalcanzable para todo el mundo, incluso para sí mismo.
Es egoísta, y tiende a ser mal intencionado, cundo a las palabras se refiere.
Ama las mentiras, le encanta ser el mentiroso, pero mataría al que se atrevieran a mentirle; aun así, no es peligroso, es tan manso como un gatito cundo se logran detener sus garras.
No es moralista, ni se preocupa por serlo, vive su vida y la de los demás, le importa muy poco, la vida es demasiado corta para prestare atención a todo el mundo.
No es que deteste a las personas, pero la sobre población le incomoda de sobre manera, y esta de terminantemente a favor de una tercera guerra mundial, le encanta ver como la sociedad se trastorna, por lo que él llama, “pequeñeces”.
No es un hombre que abuse del alcohol, por esa razón, cada noche, trata de disfrutar lo mas que pueda de su trago, sabe que será el único, nunca sobrepasa sus reglas y sus límites, así que lo bebe despacio… sumergiéndose en el placer del relajamiento.
Para cundo todo comienza, su vaso debe estar vacio, es otra de sus reglas, nada de distracciones en el trabajo.
Así que cuando ve a su mejor amigo entrar al local, se queda quieto y observa todo de forma disimulada.
Esta vez ha llevado a un chica rubia, teñida, con varios quilos de sobre peso, divorciada recientemente, lo reflejaba en su cara, seguramente buscaba diversión, podía sentir sus hormonas revueltas aun encontrándose a una distancia considerable.
Siente repugnancia al imaginarla gimiendo como un animal tremendamente necesitado… “todos tienen urgencias, pero hay que saber disimularlas”-piensa.
Se acomoda un poco y clava su mirada en su amigo, lleva el cabello aparrado en una coleta, lo que le impide disfrutar del hermoso color rojizo que tanto le gusta. No lleva corbata, y ha dejado tres de sus botones desabrochados… no se ha rasurado la barba en unos días, lo que le da un aspecto varonil. Se le ve un poco pálido, como si pronto fuese a enfermarse; mentalmente se promete llevarle al médico, no puede permitir que él se enferme, de él depende todo.
Su amigo y la mujer ríen sin parar, y a él le parece absurdo, frunce el seño y muerde su dedo índice tratando de no sentirse molesto. Desde hace unos días, el termino de posesión sobre su amigo se ha clavado en el… le pertenece, ambos lo saben, ambos lo aceptan, lo disfrutan, lo viven.
se siente desesperado cundo su reloj marcan las 12:30, treinta minutos de retraso, sin embargo su amigo parece no darse cuenta, un con el riesgo de que todo falle, se queda esperándole. 10 minutos antes de marcar la una de la madrugada se levantan apresurados, la mujer lo toma del brazo a su amigo, quedándose muy cerca de él, le susurra al oído, mientras presiona descaradamente sus pechos a su cuerpo.
“puta”-murmulla mientras la pareja abandona el lugar.
Y el también lo hace, sin prisa, se dirige por la dirección contraria a la pareja y se dirige a un parque a solo unas cuadras de distancia, se sienta en la banca más notoria y comienza a leer, “La sonata a Kreutzer, de León Tolstoi” mientras espera con paciencia, sabe que es el único en ese lugar.
No pasa mucho tiempo cuando unos pasos apresurados se escuchan a la distancia, son tacones; sonríe sin interrumpir su lectura y espera a que lleguen a él.
Pronto la mujer rubia que acompañaba a su amigo aparece en su campo de visión, y pretende ignorarla hasta que llega a su posición, y le pide ayuda de forma desesperada, con las mejillas rosadas… exhalando de forma pausada…
Sabe lo que tiene que hacer, así que la tranquiliza y le pregunta que le pasa, trata de no tocarla, pero ella se aferra a sus manos.
-Me persiguen…- dice con la voz quebrada…- mi cita para esta noche ha intentado violarme…- lagrimas se escurren por sus ojos.
Siente como una ola de calor le recorre el cuerpo, su amigo solo debía asustara un poco, amenazarla… quizás e también estaba necesitado, así que la sorpresa inicial pasa al enfado.
Se levanta de la banca, y la mujer le ve de forma anhelante… quizás se siente protegida al estar a su lado. Mala elección.
Hace frio, así que le ofrece su chaqueta, ella sonríe agradecida. También le entrega su pañuelo, le pide que se suene la nariz, y lo hace, sin embargo al llegar a su nariz siente algo extraño. El aprovecha a sostenerlo en su boca y nariz. El cloroformo hace su efecto rápido, así que pronto está entre sus brazos desmayada. Una camioneta aparece en la esquina, de ella se baja su amigo y e sonríe ayudándole a meter la mujer en el automóvil.
Su amigo se quita la coleta y camina de forma sensual hacia él.
El simplemente lo mira, y cuando está lo suficientemente cerca lo abofetea, y lo mira molesto, su amigo lo mira sorprendido y una sonrisa se curva en sus labios, no pasan ni dos segundos cuando ambos se están comiendo a besos, en medio de la calle. No les importa.
Ambos entran en el coche con dificultad, el conduce y mientras su amigo sentado en sus regazo, se encarga de frotar sus erecciones.
Juntos se dirigen a vender su… “mercancía”.