-¡Mamá! ¡Ya estoy en casa!- anuncio el castaño al entrar a su hogar, su madre desde la cocina sonrió al escucharlo.
-Que bien que ya estés en casa, Makoto, ¿Qué tal te fue el día de hoy?- Su madre se acercó a abrazarlo, no había visto a su hijo desde ayer en la tarde, este se había quedado en casa de Haru, los padres de Makoto estaban acostumbrados a la convivencia que tenían los dos jóvenes, un padre cualquiera consideraría que la relación que ambos tienen rayaba la línea de invasión a espacio personal, pero eran tantos los años de amistad que tenían su hijo y el joven Nanase que aprobaban que pasarán días sin despegarse, además del gran cariño que le tenían a Haru.
-Muy bien mamá, tuve una nota alta en el examen de hoy.-
-¡Muchas felicidades hijo! Me alegro tanto, y dime ¿cómo está Haru? ¿Hoy viene a cenar, cierto?- se formo una sonrisa en el rostro de Makoto al escuchar el nombre de su mejor amigo.
-Está muy bien mamá, también saco una nota alta en el examen, valió la pena que ayer estuviésemos todo el día estudiando, y si, hoy viene a cenar.- Era casi tradición que los miércoles Haru se quedara a dormir en casa de los Tachibana.
-Cuanto me alegro, bien, iré a lavar la ropa, en cuanto desocupes la que llevas puesta me avisas.-
-Claro mamá, iré a tomar un baño.-
Y pasaron al menos 10 minutos y la señora Tachibana –ya un poco desesperada- fue a buscar la ropa por ella misma.
-¡MAMÁ!- Makoto apenas comenzaba a desvestirse cuando su madre entro al cuarto de baño, sacándole un buen susto, por reflejo, este se cubrió con su camisa su torso descubierto.
-Lo siento hijo pero te tomas demasiado tu tiempo, además…- su madre hizo una breve pausa mientras lo observaba fijamente.
-¿Sucede algo, mamá?- Makoto se sentía bastante incomodo a causa de la insistente mirada de su madre.
Makoto no entendía que miraba exactamente su madre hasta que…
-Makoto… quieres explicarme, ¿Qué son esas manchas en tu cuello?- el joven sintió que la sangre se le subió abruptamente a la cara.
-¿Q-que manchas mamá?-
-Hijo… deja de mentir, no soy estúpida como para no poder deducir que es lo que tienes en el cuello.- su madre lo miro acusadoramente en espera de una explicación, era obvio que aquellas manchas, unas con tonos morados, otras con tonos rojizos que se distribuían por el cuello y las clavículas de su hijo no se tratan de alguna picadura de insecto o alergia.
-N-no s-se d-de que h-hablas.-
-Makoto…-
-¡DEBO BAÑARME!- y joven apresurado cerro fuertemente la puerta al encerrarse en el baño, su madre solo suspiro resignada, no intentaría sacarle información a la fuerza, es decir, confiaba en Makoto plenamente y el chico le contaba absolutamente todo –o al menos eso creía ella- así que le daría su tiempo, aunque a decir verdad ahora se sentía bastante intranquila, y como no, estamos hablando de una madre asimilando que su hijo ya no es un “bebé.”
La madre de Makoto procuro darle su espacio y aun así el joven no salió de su habitación en todo el día.
Estaba a punto de caer la noche cuando se escucho el sonido del timbre, era más que obvio que se trataba de Haruka, la señora se apresuro a atender la puerta.
-¡Haru, que alegría verte! ¿Cómo te encuentras? Pasa, por favor.-
-Bien, gracias.- y el joven procedió a deshacerse de sus zapatos al entrar a la propiedad, los padres de Makoto sabían que Haru no era una persona de muchas palabras –a diferencia del pequeño rubio que iba algunas veces de visita- pero no lo veían como algo malo o una falta de respeto, cada quien tiene derecho de ser como quiera, y ellos respetaban eso.
Los dos hermanos de Makoto corrieron hasta donde se encontraba el joven Nanase, pero antes de abalanzarse sobre él, su madre les hablo.
-Ran, Ren, vayan a avisarle a su hermano que la cena esta lista y que Haru está aquí, ¡y por favor no corran!- Los niños asintieron y salieron en carrera al cuarto de su hermano mayor, haciendo caso omiso a las advertencias de su madre.
Unos minutos después, cuando ya se comenzaba a servir la cena, por fin hizo presencia Makoto, asomándose como cachorro asustado, ya que era más que obvio que su madre ya le hubiese comentado a su padre sobre las “marcas”, su padre al verlo le sonrió con orgullo, el joven solo atino a dedicarle una sonrisa incomoda a los presentes y centro su mirada hacia su plato, como si este fuese la cosa más entretenida del mundo.
-Entonces hijo, ¿Qué tal tu día? ¿Paso algo interesante?- El señor Tachibana le guiño el ojo a su hijo.
-Eh, ¡Iré por más comida! ¡E-está la cena deliciosa, mamá! ¿Te sirvo más, Haru?- El aludido alzo la mirada para observar aquel manojo de nervios en el que se había convertido su mejor amigo.- No, gracias.- y continuo comiendo, Makoto se apresuro a huir a la cocina.
-Cariño, no creo poder aguantar más la duda.-
-No seas desesperado, Makoto nos contara cuando esté listo.- La señora Tachibana obviamente quería saber quién era la posible novia de su hijo, pero debía esperar hasta que el mismo se las presentara, era lo prudente.
-Lo sé, lo sé, pero… ¡Ah! Haru, eres el mejor amigo de nuestro hijo, es obvio que se cuentan todo, lo siento pero necesito saberlo, ¿Acaso él tiene novia?- La madre Makoto miro algo ofendida a su marido, posiblemente una pregunta así incomodaría a Haruka y no era una manera madura de averiguar las cosas.
Para la sorpresa de ambos –literal, puede que lo que acaban de presenciar fuese lo más asombroso del mundo- Haru emitió una corta y leve risa, era obvio que ver sonreír al chico no era algo que se viera todos los días.
-No señor, Makoto no tiene novia.- y Haru volteo a ver a Makoto quien regresaba a la mesa, el señor Tachibana parecía confundido, bueno, posiblemente Haru es muy leal a Makoto como para contar un secreto así, por lo cual decidió dejar las cosas así y darle la razón a su esposa, ya Makoto les contará.
Makoto noto que la cara de su madre era un poema, la cena transcurrió en silencio, ambos adolescentes al terminar se dirigieron al cuarto de Makoto a jugar videojuegos.
-Cariño, ¿estás bien? Te noto distraída desde hace rato.-
-Sí, sólo… estoy procesando unas cosas.- Y como no, todo había hecho “click” en su cabeza, ahora comprendía muchas cosas, todo tenía sentido después de notar las mordidas y chupetones en el cuello de Haruka, muchos más en comparación a los similares del cuello de su hijo, al parecer su esposo no lo noto.
Se limito a soltar un suspiro, bueno, de cierto modo esto no era del todo inesperado.
Como sean ella esperaría a que su hijo estuviera listo para contarlo y presentarles a su “novia”.
Bueno, podrían saltarse eso ultimo, al fin y al cabo ya conocían a Haru de toda la vida.