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Error por Sarabi22

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Notas del capitulo:

Ciao! Cómo estamos? Bien espero. Aquí os traigo el nuevo capítulo de Error. A ver si sois capaces de figuraros qué está pasando. Y leer las pistas que os he puesto. Estoy deseando saber vuestras hipótesis.

Nos vemos abajo!

Estaba oscuro, solo un débil resplandor se podía distinguir. Sentía que flotaba, que estaba sumergido bajo agua. Siguió el leve resplandor hasta llegar a su fuente, dio un grito silencioso.

Maltratado el cuerpo, los ojos sellados, inerte yacía entre llamas de color índigo. Un pendiente con forma de lágrima.

Tsuna se despertó asustado, no, en pánico. Miró el reloj, las cuatro de la mañana, no podría volver a dormir después de haber tenido una pesadilla tan horrible. Pero… ¿Eh? No lo recordaba, sabía que era algo horrible y quizás por eso su cerebro reprimiese el recuerdo.

Iba a hacer algo que no había hecho desde que tenía diez años, iba a meterse en la cama de su hermano. No se atrevía a despertar a sus padres, sobre todo a su padre.

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-          ¡Buenos días Décimo! – fue lo primero que oyó al salir a la calle. – Buenos días Angelo. – con este último chocó los cinco, eran mejores amigos a fin de cuentas.

-          ¡Oh, Tsuna, Angelo! – oyeron que alguien les llamaba. Era Yamamoto que venía con una radiante sonrisa plasmada en la cara, estaba contento. Tenía el brazo curado, tenía un nuevo motivo por el vivir y su relación de padre-hijo había mejorado en cuanto le había dicho que quería que le enseñase a usar el Shigure Shouen Ryu.

-          ¡¿Quién te crees tomándote esas confianzas?! – gritó el peli-plateado. – ¡Décimo, como su mano derecha, déjeme darle una lección!

-          ¿Oh? Así que tú eres la mano derecha. – se sorprendió un poco el espadachín. – Encantado, yo soy la mano izquierda.

-          ¡Como si fuera a tragarme eso! – le gritó en respuesta el italiano.

-          Es cierto, mira su mano. – le dijo Tsuna, ya estaba acostumbrado a las explosivas reacciones del muchacho.

El otro la miró y por poco se desmaya. Era cierto, ese idiota era un guardián como él y lo peor de todo es que parecía ser la mano izquierda… Angelo se pasó todo el camino a la escuela consolándolo. La pobre tormenta casi no podía creer que en un par de días que había estado fuera hubiera pasado tal cosa, él, que había sido elegido para ser la mano derecha por el mismo Décimo Vongola…

Flash Back

-          <<Hayato>> – le había llamado Tsuna mientras Angelo le curaba y refunfuñaba en voz baja. – <<Recuerdas que me han dado la mitad de los anillos Vongola ¿Verdad?>> – preguntó el muchacho mirándolo, el herido asintió con un cabeceo y apartó la mirada. Sabía que no podría convertirse en uno de los guardianes, el hijo bastardo y problemático de un jefe mafioso… no tenía posibilidad alguna de poder estar cerca de su amigo. – <<Quiero que tú seas mi mano derecha, sé mi tormenta Hayato. >> – él, que jamás esperaría tal honor, le fue concedido.

Fin del Flash back.

¿Por qué se preguntaba? Por su personalidad, le respondía Angelo, por su instinto, le respondía Tsuna, por su lealtad le dijo por último Sieren. Y tenía razón, dedicaría su vida y su alma a ser la mano derecha de Tsunayoshi Arcobaleno Di Notte. Porque, él sin lugar a dudas, se convertiría en <<“Vongola Decimo”>>.

Se le había otorgado el papel de protector y ayudante, la mano derecha. ¡Y mira lo que se encuentra al haber dejado solo unos días al Décimo! Se quería morir, había fallado como mano derecha. O eso era lo que pensaba.

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Dejando a parte los pensamientos del por ahora depresivo Gokudera, lo acababan de presentar ante la clase. Pero claro con el odio que le dirigía a Yamamoto cualquiera diría que estaba a punto de matar a alguien. Le tocó sentarse detrás de Ieyasu y delante de Angelo, quien había pasado de ese sitio precisamente por el rubio y porque el sitio de su hermano estaba un asiento más atrás.

Claro que no lo presentaban a él sino también al otro italiano que había venido con él, y que le había hecho el viaje un autentico calvario… Lambo Bovino. El chico se sentaba para su desgracia al frente de la clase, separado de sus compañeros. Angelo y Hayato aún se preguntaban ¿Qué rayos había visto su padre/Reborn-san en ese chico? Nunca mejor expresado.

-          Bien, como sabéis hoy es el día de los padres. – empezó Nezu-sensei. – Hoy uno de vuestros padres tiene permiso de venir a ver como impartimos la clase. – Tsuna sintió que le faltaba el aire, si nada había cambiado tendría que ver a la mujer que aún aparecía en algunas de sus más terribles pesadillas. – Por favor pasen señoras.

Poco a poco fueron entrando las madres de todos los alumnos, en el caso de los Sasagawa una niñera, en el de los nuevos alumnos nadie.

-          Perdón por llegar tarde, estaba hablando con el director. – se disculpó Sieren al entrar al aula la última.

-          ¿Arcobaleno-sensei? – se escandalizó Nezu.

-          Sí, mis hijos están aquí de cualquier manera. – le respondió con elegancia. – Además el director me ha dado permiso ya que he buscado a un sustituto para mis funciones yo misma. – le sonrió maliciosa y cautivadora, las demás madres empezaron a sentir celos. – ¿Tiene alguna queja? Nezu-sensei… – ese era el tono que había usado Kyoko el día anterior con Reborn, solo que este sí surtió efecto.

Ahora las demás madres ardían en celos, ¡¿Qué le pasaba a esa?! ¡¿A qué venía ese “sex-appel”?! Eran los pensamientos sobre la albina, quien destilaba elegancia y misterio. Enfundada en sus tacones negros, con un vestido azul índigo y un único pendiente visible del mismo color, en forma… de… lágrima. Algo acerca de ese pendiente le daba a Tsuna mala espina.

Las clases prosiguieron normalmente, hasta que llegó educación física. Por circunstancias imprevistas, el profesor de gimnasia había sido sustituido por… Reborn. Quien recibió a los alumnos con una sonrisa marca arcobaleno, incluso a las madres les recorrió un escalofrío. Fue entonces cuando finalmente hizo su aparición estelar, el presidente del comité disciplinario y el hombre, hasta entonces, más peligroso de Namimori. Parecía que sin querer lo habían despertado de su siesta…

-          Arcobaleno – fue cuanto salió de sus labios al ver a la familia completa allí reunida, luego se puso a sonreír como un depredador. – ¿Por fin podré pelear contra vosotros? – los cuatro sabían que se refería al matrimonio.

-          Gracias por la sugerencia Kyoya. – agradeció Reborn. – Bien, os pondré en parejas y hoy practicaremos defensa personal. ¿Quién querría ayudarme con la demostración?

Ningún alumno quiso ofrecerse voluntario, menos Hibari. Pero él estaba más interesado en emparejarlo con Tsuna, mientras que Angelo le daba una paliza al rubio más odiado por la familia. Dirigió su mirada oscura a las madres, quienes le miraron con aire soñador, Sieren se sentía por un lado orgullosa, por otro… estaba a punto de llamar a Cocytus. Entonces ella se adelantó, atrayendo la atención de las madres que se habían quedado espaciadas. Aunque ver a un Reborn sin fedora y vestido con un chándal no era muy común, pero se podía notar el torso bien formado. Lo cual les daba una idea de cómo sería el resto del cuerpo.

-          Bueno, como veo que no hay voluntarios ni tampoco voluntarias. – proclamó saliendo del aprieto. – Os explicaré lo que debéis hacer. – y empezó la explicación. – Será como una pelea, no importa el método que uséis, solo intentad no dejar heridas de gravedad. – esto último iba por los que sabía que eran peligrosos.

Una formadas las parejas, bueno no había que decir que era obvio el nivel de fuerza de cada uno. Hibari y Tsuna iban medio igualados, el chico de ojos metálicos era más fuerte por talento natural. Yamamoto y Hayato iban igualados, Ryohei y Lambo… bastaba con decir que el último solamente esquivaba. En cuanto a la pareja de Angelo e Ieyasu, no pudo evitar sonreír, mientras que Ieyasu hacía movimientos frenéticos, el moreno se movía lo mínimo. Ni siquiera había sacado las manos de los bolsillos, y la verdad es que tanto su madre como él estaban muy orgullosos de sus patadas y piernas.

La clase acabó con unos cuantos visitando la enfermería por heridas menores. Y otros como Ieyasu mirando con odio a su contrincante, y siendo consolados por su madre. Entonces Nana se acercó a Tsuna con paso lento mientras Reborn separaba a Yamamoto y Gokudera y Sieren abrazaba a Angelo. Al llegar a donde estaba le propinó una bofetada que resonó por todo el campus, las madres la miraban atónitas, los chicos también, menos claro Ieyasu. Ese sonido disparó las miradas de los guardianes, de sus padres, de su hermano y de Hibari al lugar donde estaba Tsuna.

-          ¿Cómo te atreves a hacerle esto a tu hermano? – le dijo con rabia mal contenida. – ¿Cómo te atreves a volver después de todo este tiempo? ¿Es que no lo entendiste ese día? Yo ya no soy tu madre.

Tsuna ocultó sus ojos tras su flequillo, y se alejó unos pasos. Hibari no sabía de qué estaba hablando esa mujer ¿Ella madre de Tsunayoshi? ¿Volver? Por otro lado, Sieren avanzaba casi temblando de ira. Angelo miraba a Ieyasu como si fuera a comérselo vivo y Reborn hacía lo posible para retener a los guardianes a sus espaldas, bastante tenía con Sieren en ese estado. Había que sacar a todo el mundo de ese lugar, o eso pensaría y haría si de verdad le importase una mierda lo que pasara con esa gente. Solo cuando todos habían huido de allí Nana pudo notar ocho auras asesinas dirigidas hacia ella.

Miró alrededor buscando la fuente de estas, cuatro pares de ojos verdes, dos metálicos, dos marrones y unos negros. Entonces Tsuna abrió la boca para hacer lo que nunca se había atrevido hasta ese momento, contestarle a Nana.

-          Tal como has dicho, tú ya no eres mi madre. – por primera vez vio la cólera en los ojos de Tsuna, retrocedió un paso. – Solo eres una bastarda que me abandonó a mi suerte en un orfanato, a pesar de haberme dado a luz. – ella seguía retrocediendo, entonces dos personas entraron por la puerta de la escuela hasta las pistas. No podían creer la escena que se desarrollaba ante sus ojos, ni las palabras dichas por el adolescente con la mejilla roja. – Pero te lo agradezco, gracias a eso ahora estoy con mi verdadera familia. Solo te agradezco esas dos cosas, darme a luz y abandonarme.

Por su parte Sieren seguía sin calmarse y Reborn seguía con la pistola en la mano, los guardianes miraban con furia la figura de la asiática.

-          Vosotros ocupaos de Ieyasu, Nana es nuestra. – sentenció Reborn, refiriéndose a Sieren y a él. Ellos asintieron encantados de dar una vía de escape a toda esa furia. Hibari por su lado estaba impresionado y abrumado por tales noticias, ¿Cómo podía una madre hacer eso? Él la había perdido en un fuego cruzado pero, jamás de los jamases le había dado otra cosa que no fuese cariño y amor. Lo había protegido hasta el amargo final.

Iemitsu no podía creer lo que veían sus ojos y menos en lo escuchaban sus oídos. Su mujer había hecho ¿Qué? No su dulce Nana no habría hecho tal crueldad. ¿Verdad? Una vocecita en su cabeza le recordaba todas las veces que había ido que Tsuna no estaba. Sabía que no podían ocurrir tantas coincidencias pero… se negaba a pensar en cualquier otra posibilidad, tragándose las excusas de su esposa ciegamente, tontamente. Y ahora solo tenían que ver la situación en la que se encontraba…

Lal estaba colérica pero, también estaba sinceramente aterrada. Si Sieren usaba su poder como arcobaleno, sería el final de ese lugar. Tenía que convencer a Reborn para que la ayudase a minimizar los daños o si era posible a calmarla. La última vez que había usado sus poderes… bueno, no sería un eufemismo decir que podría haber creado un mar Caspio ella sola o un enorme iceberg. Pero, claro, no podía haber liberado tanto poder sin pagar el precio.

-          ¡Reborn! – gritó Lal. Atrayendo la mirada asesina de este, pudo ver el miedo en sus ojos. ¿Por qué tendría Lal que estar asustada? No era ella la que iba a morir, entonces se dio cuenta del estado de su esposa. – ¡Va a llamar a uno de esos dos! ¡Tienes que detenerla!

Fue cuando por fin estalló en llamas, tan fuertes, tan puras, que tu cabello y vestido empezaban a flotar. Reborn, no podía hacer que se calmase, menos con el pendiente que llevaba, la prueba de que ella era una arcobaleno.

Tsuna perdió su instinto y miró en dirección de su madre, todos lo hicieron. Parecía haberse convertido en Némesis. Miraba a Nana con unos ojos que bien podrían haber pertenecido a la parca.

-          Nana Sawada, te has atrevido a levantar la mano contra mi hijo. No esperes salir impune de esto.

Todo empezó con agua

Todo volverá al agua

Por lo tanto el agua es la vida y la muerte,

la madre que concibe y la  serpiente devoradora

Todo fluye. Ni siquiera el tiempo puede escapar

Como un bote a la merced de un poderoso río, todo será tragado hasta el final

Oh, cruel naturaleza efímera

Pero amaré profundamente lo cruel y lo efímero

Hace mucho que he olvidado el rostro de mi madre

Mi cuerpo se volverá una serpiente con la boca abierta y arrasará con todo

Insaciable vacío eterno

Placer eterno sin descanso

Todo debe fluir volviendo a mi estómago.

Reborn y Lal habían creado un campo protector para la escuela, Lal llevaba su anillo azul y Reborn una pulsera, en realidad un aro en su muñeca, dorada. Estaban usando su poder como arcobalenos para mantener al mínimo los daños, si Colonello estuviese allí… Lal podría haber sacado todo su poder.

-          Ouroboros. – un tsunami arrasó el lugar erosionando de golpe la tierra, arrastrando árboles sin piedad y por supuesto a cualquiera en frente suya.

Incluso si Tsuna odiaba a Nana no podía dejar que muriese por la ira de su madre, justo antes de que esa ola arrasadora los arrastrase por completo, consiguió entrar en la barrera con la mujer a cuestas. Daba gracias por llevar siempre encima los guantes que le había fabricado León y las píldoras que le regaló su madrina en su último cumpleaños. Si no hubiese entrado en modo hyper ahora mismo estarían muertos.

Un dragón marino de escamas negras y ojos azules se enrolló alrededor de su madre. Miraba a Nana con ojos vengativos, esta se echó a temblar y se agarró al brazo de su marido, quien miraba a la albina como si fuese una especie de monstruo.

-          ¿Por qué no me dejáis matarla? – preguntó con voz vacía.

-          Mamá por favor cálmate. – pidió Angelo al borde de la barrera, Tsuna en cambio salió volando de ella y abrazó a su madre.

-          Mamá, mamá – llamaba con la voz llorosa, había dejado de estar en modo hyper. – no tienes que matar a nadie por mí. Estoy bien, estoy bien, por favor para. – le suplicaba, ella lo estrechó entre sus brazos y acarició su espalda.

Poco a poco volvió en sí, Ouroboros se calmó y la barrera fue desactivada.

Hibari estaba cabreado y emocionado, nunca había visto a alguien con tanto poder, ni a nadie con tanto valor. Pero eso no quitaba que por poco destruyeran Namimori.

Los guardianes estaban impresionados y ¿asustados? Ya sabían que Sieren era una madre protectora pero… sinceramente se alegraban desde lo más profundo de su alma que fuese su aliada.

Los Sawada estaban aterrorizados, incluso Iemitsu, el león de Vongola, lo estaba. Ni siquiera sospechaba que esa mujer pudiera tener tanto poder, ni siendo una arcobaleno.

Y Lal, Lal había estado al borde del infarto. Maldita fuera Nana, maldito fuera Iemitsu, maldito fuese Ieyasu y bendita fuese su suerte por haber estado con Reborn cuando Sieren estalló. Casi quería tirarse al suelo de alivio y mandar a Iemitsu a paseo por ser tan idiota.

Reborn por su parte estaba con Lal.

 

Notas finales:

Qué? Habéis tenido alguna idea? Debería haber matado a Nana? No sé yo.

Bueno, me despido con una frase.

-No te preocupes por las personas de tu pasado, hay una razón por la que no llegaron a tu futuro.- Paulo Coelho.


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