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Error por Sarabi22

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Notas del capitulo:

Ciao! Aquí os traígo una nueva entrega de "Error". Aquí está lo que muchos estabáis esperando, La discusión. Creo que sabéis a cual me refieron ¿verdad?

Bueno, me encanta ver que me seguís apoyando durante todo este tiempo. Lo de Sieren (lo de pagar un precio) lo he sacado de una serie llamada "Code:Breaker". Es magnífica, me acabó de terminar el manga y aunque no ha tenido el mejor de los finales... han sido 230 maravillosos capítulos.

Perdón por hacer publicidad de otras series, pero quiero que sepáis de dónde cojo mis materias primas, a parte de la inspiración (Aedea) quien viene cuando le da la gana.

Bueno, nos vemos abajo!

-          Oye, Arcobaleno. – llamó Hibari con tono tenebroso. – ¿Cómo vas a arreglar esto? – preguntó el prefecto.

-          Nana, ¡¿Cómo que abandonaste a Tuna?! – cuestionó a gritos el rubio mayor.

-          Cerrad el pico. – un disparo se oyó y tragaron en seco. Reborn estaba a punto de cometer genocidio. – Primero, ¿Sieren estás bien?

-          ¡Es ella quien lo ha causado todo! – gritó Nana. – ¡¿Cómo no va estar bien?! – un disparo más y Nana gritó de dolor.

-          Vuelve a hablarme así y la próxima vez iré a por tu cabeza. – advirtió el mejor hitman del mundo.

Sieren por su lado estaba medio ida, Lal se temía que estuviesen pasándole factura. Aunque no sería nada extraño ni mucho menos la primera vez, el precio que solía pagar no era precisamente alto pero… dios, después de eso estaría una semana en “ese” estado. Por eso los arcobalenos lo odiaban.

Empezó a hablar por lenguaje de signos.

-          Dos palabras. – dijo Angelo. – Estamos. Jodidos.

-          Y que lo digas. – corroboraron Reborn, Tsuna y Lal.

-          ¿Qué pasa Sieren-san? – preguntó Hayato confundido.

Ella seguía hablando por lenguajes de signos, el pobre muchacho no entendía absolutamente nada. Se ganó un tortazo y la mujer se llevó la mano a la cara, le tendió los brazos a Ouroboros y este bajo su cabeza hasta estar a su altura.

-          Mi señora dice que este es el precio por causar tal destrucción. Uno de sus sentidos se anula. – tradujo el dragón con voz varonil. Poco a poco una burbuja de luz lo envolvió y se convirtió en un armiño, nadie se esperaba eso, ni siquiera los arcobalenos. Blanco con la punta de la cola negra y los ojos azules… era adorable. – Dependiendo de la criatura contratada invocada se desvanece un sentido u otro, para Cocytus es el gusto, para Alaïa el tacto, yo represento la voz. – miró a la albina, se subió hasta su hombro se colocó como si fuera una bufanda, lo único que se distinguía entre tanta blancura eran los ojos azules y la naricilla rosada.

Gokudera estaba en shock, Yamamoto no sabía bien cómo reaccionar, Lambo hizo como si tirara algo por la ventana levantando los brazos y pasó olímpicamente, Ryohei se puso a correr gritando extremo para ver si estaba viendo visiones. Los adultos tenían cara de circunstancias, Tsuna, Angelo e Ieyasu lo miraban con la mandíbula desencajada y las manos en las cabeza. “¡¡¡¿¿¿CÓMO QUIERES QUE CREAMOS QUE ESA COSA MONA DE AHÍ ES EL DRAGÓN DE HACE SEGUNDOS???!!!”

-          ¿Este es el gran dragón de antes? – preguntó Hibari cogiéndolo de la piel del pescuezo. El otro le soltó un rugido que le obligó a retroceder unos pasos y cambiar la cara, sí, esa cosita mona era el dragón de antes. Sonrió y lo miró con renovado interés. – Gua.

-          Nada mal humano. – dijo el armiño. – Ahora, devuélveme a los brazos de mi señora. – el pequeño fue devuelto a los brazos de la otra, volviendo a trepar se aclaró la garganta. – Este estado durara tres días. – confirmó. – Pero apuesto a que mi señora querrá que arregle todo esto ¿verdad? – ella asintió. – Bien, entonces que sea una semana.

Poco a poco los árboles y el suelo se empezaron a enderezar, vieron como el agua básicamente los arreglaba. Para cuando terminó todo estaba seco.

-          Mi señora así lo dijo al invocarme, “el agua es la madre que concibe y la serpiente devoradora”. – recitó. – No sé de qué os sorprendéis.

-          ¡Para empezar de que un dragón se convierta en una comadreja! – saltó Ieyasu, llegados a ese punto daba igual estar de un bando que de otro.

-          ¡Insolente! ¡Esta es la forma de un armiño! – se encolerizó el animalito.

-          No das mucho miedo así, qué quieres que te diga. – señaló Angelo. Empezó a crecer y oscurecerse hasta volver a ser un elegante y enorme dragón de agua.

-          ¡¿Y así?! – preguntó con lo que parecían ser dos voces en una sola. Ambas terroríficas.

Una arboleda salió de la nada, Sieren estaba harta de ser ignorada. El dragón volvió a su forma de armiño y se situó de nuevo en el hombro de la albina, si hubiera podido le habría corrido un sudor frío por la frente. No era buena idea hacer enfadar a su contratista.

-          Lo lamento mi señora. – se disculpó con ella, mientras le mandaba por telepatía lo que quería decir. Ya que menos los arcobalenos allí presentes y sus hijos los demás no entendían ni uno solo de sus signos. – Mi señora propone que llevemos este asunto a un lugar más privado. La casa de los arcobaleno por ejemplo.

-          No me meteré en casa de Reborn. – objetó por inercia Ieyasu. Demasiados desacuerdos a lo largo de los años.

-          Ni yo en la tuya. – recalcó el hitman dándole una mirada de asco a Nana.

-          ¡Lo siento mucho Décimo! – gritó de pronto Gokudera. – Mi piso es alquilado y no cabríamos todos.

-          Yare, Yare, lo mismo digo yo. – dijo Lambo.

-          ¡Mi casa AL EXTREMO! – gritó Ryohei, solo para ser refutado por Ieyasu.

-          Ni en sueños, si Kyoko nos encuentra qué. – le preguntó con mala cara, el muchacho se calló de pronto. Aunque no lo dijeran todos concordaban en que sería un dolor de cabeza tener que explicárselo todo.

-          Ni lo penséis herbívoros. – atajó Hibari de forma cortante. – No contéis conmigo.

-          Eres el guardián de la nube. – le recordó el armiño hablando por la albina, quien lo miraba pícara. – Aceptaste el anillo a cambio de oponentes fuertes. – signos hechos de forma cortante. – Tanto lo bueno como lo malo, para eso eres un hombre de palabra. – el chico chasqueó la lengua enfurruñado.

-          Entonces, ¿Qué tal mi casa? – propuso Yamamoto. – Es un restaurante de sushi pero creo que tendrían que explicarle a mi padre todo esto… – dijo con una cara de disculpa.

Después de un rato de discusión, acabaron haciéndole caso a Yamamoto. Muy a pesar de que Reborn, Lal y, milagrosamente aunque no de forma bien recibida el acuerdo, Iemitsu no quisieran envolver en todo eso a un hombre inocente como el padre de Yamamoto.

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-          Así que – resumió el padre de Yamamoto. – Mi hijo se partió el brazo al seguir el consejo del señorito rubiales de allí – señaló a Ieyasu. – y luego, para tomar venganza aceptó la oferta de este chico – ahora señalaba a Tsuna a su lado. – que fue abandonado por la familia del rubiales, y acogido por los mejores asesinos de la mafia con la ayuda de la señorita de pelo azul de allí.

-          Exacto. – dijo Lal.

-          Ese chico resultó ser uno de los herederos de la mayor familia mafiosa – continuó. – Y tiene que reunir a no-sé-cuántos guardianes para dios-sabe-qué, porque es una tradición familiar.

-          ¡Más respeto a Vongola! – saltó un peli-plateado quien volvió a sentarse después de que Tsuna le pidiese que se calmara.

-          Además habéis venido a Namimori para reunir los guardianes que os faltaban, y mi hijo es uno de esos guardianes. – continuó esperando una aprobación que recibió de Sieren. – Pero, durante el día de los padres en la escuela, ella – señaló a Nana. – abofeteó al chico y provocó que usted – señaló a Sieren. – causará un increíble desastre como por arte de magia. – asintió Angelo. – Invocando a un enorme dragón que ahora es esa cosita con voz de barítono, y a cambio estará usted muda durante una semana.

-          Sí. – confirmó Reborn, todos pensaban lo mismo “Esto no se lo traga nadie”.

Una respiración profunda, y unos minutos de silencio que crisparon los nervios de Hibari y Reborn. Todos se removieron intranquilos por unos u otros motivos, mientras el padre de Yamamoto guardaba silencio.

-          Muy bien. – dijo por fin. Más de uno dijo por lo bajo “No nos cree ni de coña.” – Os creo.

Decir que se quedaron en blanco sería un eufemismo. Incluso el estoico Kyoya Hibari parpadeó sorprendido, no era posible. Reborn fue el único al que le salió una sonrisa desde debajo de la sombra de su fedora, pues en esos momentos solo la parte inferior era visible.

-          ¿Nos crees? – preguntó Takeshi atónito.

-          ¿De verdad nos cree? – preguntó Tsuna incrédulo, quién podía tomarse todo eso tan bien y estar tan tranquilo.

-          Acabo de ver a una comadreja hablar. – dijo el hombre sonriendo como si nada pasase. – Además me pasó algo parecido mucho tiempo atrás. ¡Pero! Eso es otra historia. – Ouroboros no se molestó en corregirlo.

Se levantó y los dejó solos para que hablaran a gusto mientras él iba preparándolo todo, más tarde tendrían que abrir a fin de cuentas.

-          Mi señora pregunta si deberíamos sacar los trapos sucios a la luz ya o si quieren esperar. – habló Ouroboros rompiendo el silencio tenso que se había formado.

-          Para empezar, quiero de vuelta a mi hijo. – exigió Iemitsu.

-          Ya no es tu hijo, al menos no legalmente. – le informó Reborn con una cara seria que no daba ni un atisbo de diversión. – Aquí tienes los papeles, y no se te ocurra romperlos, los originales están en manos de Nono.

Iemitsu miró los papeles que le había pasado el moreno desde el asiento de enfrente, unos decían que renunciaban a la patria potestad de su hijo, tanto su mujer como él. Los testigos eran Lal y Colonello, esto se había hecho ante un notario quien había dado fe de que tal documento era válido. El otro era el certificado de adopción de Tsuna, el cual tenía el sello del mismísimo orfanato de Namimori, la fecha de adopción… era una semana después del cumpleaños de los mellizos, el 21 de octubre.

El hombre estaba temblando de pies a cabeza, incluso los papeles en sus manos temblaban, los apretaba con tanta fuerza que incluso estaban arrugados. No podía ser, todo esto era una broma de mal gusto, tenía que serlo… o mejor aún una pesadilla, sí una de la que se despertaría pronto. Entonces, cuando se despertase, desayunaría con sus hijos y su mujer, Reborn sería el tutor de Ieyasu, Sieren y Lal no estarían, esos serían los guardianes de su hijo menor y Tsuna estaría a salvo y fuera de todo ese bajo mundo. Un chasqueo delante de su cara le hizo pegar un bote en la silla.

-          Pensé que te habías desmayado de la impresión. – dijo el castaño en tono casual, esos ojos tan parecidos a los de su amada, esa cara de niño inocente que no había roto un plato en su vida… ese niño no estaba hecho para la mafia. No podía tener los anillos Vongola, o la mitad de ellos, pero allí estaba reluciendo en su dedo de forma orgullosa, la mitad del anillo del cielo de Vongola. – Como puede ver Iemitsu, no soy hijo suyo desde hace poco más de diez años. Bueno, tampoco es que te considerase muy cercano en esa época.

-          Tsu-tsuna – tartamudeó el adulto, no podía ser, no le podía estar diciendo todo eso con esa dulce sonrisa. – no digas eso hijo. – intentó tocar su rostro pero su mano fue desviada de forma lenta y dulce por la de Tsuna, quien seguía mirándolo con esa inocente sonrisa.

-          Lo siento pero – empezó con una sonrisa de disculpa, la misma que puso Yamamoto al estar a punto de confesarse ante Tsuna. Antes de casi tirarse por la terraza de la escuela. –, yo solo reconozco como mis padres a Reborn Arcobaleno y Sieren Di Notte.

Porque sabiéndolo, pero siendo imposible de culpar, estaba siendo inocentemente cruel.

La sala cayó en un silencio profundo, tenso que nadie se atrevía a romper. Los guardianes de la impresión, la familia adoptiva de felicidad, los padres bilógicos del shock, y Tsuna sencillamente quería disfrutar de las palabras que acababa de decir. Igual que Nana era cruel, pero igual que su madre parecía ser inocentemente cruel. Para él eso era tan solo un hecho innegable su resolución se volvió de hierro cuando declaró que sería capaz de matar por su familia tantos años atrás. Entonces una palmada en la mesa los hizo saltar.

-          ¿Y qué? – saltó Ieyasu. – Solo porque hayas encontrado una familia con conexiones no te hace mejor de lo que eras. Sigues siendo un torpe que nunca demuestra lo que tiene. – le espetó Ieyasu, el chico parpadeo un par de veces. – Siempre lo supe, lo bueno que eras en idiomas, que eras listo como el hambre, que podías ser bueno en lo que quisieras. Y por supuesto mejor que yo, pero ¿Y qué? Te limitas a rebajarte solo para ser aceptado por los demás. – escupió el rubio con cara de pocos amigos. – Eso solo te hace un perdedor, nada más. Enhorabuena, has reunido a un idiota cobarde con complejo de vaca, un estúpido que no es capaz de pensar con frialdad, un beisbolista fracasado, un demonio salvaje y el hermano mayor extremadamente imbécil de la madonna del colegio. – sin saberlo, o igual sabiéndolo, se estaba cavando su propia tumba. – Felicidades, sigues siendo un bueno para nada.

-          Tienes agallas chico. – dijo Reborn. – Eso te lo voy a reconocer. Bien por ti Iemitsu, los huevos que tú no tienes los tiene tu hijo, por eso le dejaré ir esta vez. – una cuerda dorada y resplandeciente ató a todos los de la mesa con intenciones asesinas. – Pero, ni siquiera pienses que lo dejaré ir una segunda vez.

La voz fría de Reborn, sus ojos muertos mirándolos, a todos los Sawada temblaron de forma involuntaria. Incluso Lal abrió los ojos un poco más de lo normal, encontrándose repentinamente tensa, ese Reborn… hablaba en serio sobre cargarse al rubio imprudente. Tenía que enseñarle a cerrar la boca cuando debía.

-          Reborn, yo me encargó de llevar a estos a su casa. – manifestó Lal levantándose rápidamente de la mesa. – Vamos panda de tarugos. – se llevó a Iemitsu del cuello de la camisa, quien pataleaba cual niño pequeño en una rabieta.

Una vez quedaron solos en el restaurante las cuerdas se soltaron. Y Hayato fue el primero en querer salir disparado tras ellos cosa que Sieren impidió.

-          Espera. – habló el armiño. – Mi señora y su esposo tienen algo que deciros. – solo entonces dejaron de prestar atención a su propia rabia por unos segundos y miraron a la pareja que se hallaba sentada lado con lado.

Un escalofrío les subió por la espalda, ya que Angelo se mostraba de la misma manera, su rabia y enfado era tanta que estaban tan callados como muertos. Podían ver lo apretada que estaba la mandíbula de Angelo, lo muertos que parecían los ojos de Sieren y Reborn. El único en esa familia que tenía una aterradora sonrisa era Tsuna, igualmente, daba miedo mirarlo a la cara.

-          No me importa que se metan conmigo, pero mi familia es otra historia. – manifestó el muchacho con un tono medio alegre. – No es ni siquiera gracioso. – la sonrisa se había borrado, el tono era lúgubre.

-          Y que lo digas hermano, y que lo digas… – Angelo, quien estaba cruzado de brazos de pronto se levantó y golpeó la pared. El cráter que dejó se parecía al que había hecho Ryohei en la pared el día anterior al recibir una patada de Sieren. Luego lo cubrió con niebla, pero el padre de Yamamoto había salido a ver qué pasaba y de dónde venían aquellas auras asesinas.

Si tenía alguna duda de que fueran asesinos profesionales, se había esfumado.

-          Devolvámoselo con el conflicto de los anillos. – ordenó Reborn, el dios de la muerte había vuelto. La actriz sonreía escalofriantemente. Todos se regocijaron de ser inocentes del pecado de enfurecerlos.

Hibari sonreía cual depredador y Yamamoto no se quedaba muy atrás, podría tener su venganza contra Ieyasu. Lambo sencillamente quería patear a Ieyasu por llamar a su “hermano mayor” o jefe, como quisieran llamarlo, bueno para nada, eso solo se lo podían decir Reborn y Angelo. Ryohei ardía en deseos de partirle la cara a ese infeliz, nadie lo llama imbécil y sale de rositas. Hayato… quería dejarlo hecho una pulpa sangrienta en el suelo.

Por su lado, Reborn y Sieren querían matarlo. Tsuna le demostraría que estaba equivocado, ya no se rebajaba ante nada ni ante nadie, esos días habían quedado muy atrás en su pasado. Y Angelo… Angelo quería hacer lo mismo que Hayato, de forma sádica y lenta, muy, muy lenta.

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A Ieyasu le recorrió un escalofrío mientras cruzaba la puerta de su casa, todos habían ido en siendo sepulcral mientras llegaban. Todos, menos Iemitsu.

-          ¡Lal! – gritó cuando fue arrojado por la misma al sofá. – ¡¿Por qué no me dijiste nada?!

-          Porque no merecías saberlo.

A partir de ahí se inició una discusión que duró casi hasta el amanecer, la cual involucró a todos los que estaban en la casa en esos momentos. Los vecinos estuvieron a punto de llamar a la policía.

 

Notas finales:

Ciao! A que Ouroboros es mono?! Pensé que ya había demasiadas serpientes y quería poner algo gracioso y tipo peluche.

Lo sé, la familia Arcobaleno da miedo. Perdón por solo poner el inicio de la discución entre los Sawada pero prefiero que os la imaginéis vosotros. Cada uno a su gusto.

En fin, espero que os haya gustado el capítulo.

Nos vemos!


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