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Abstinencia por Ichigosan

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Notas del fanfic:

Buenas noches fujoshis/fundashis! Mientras sigo trabajando en recuperar mi anterior fic ("En aquellos días...") como ya mencioné, decidí escribir otro one-shot, simplemente porque estaba aburrida jajaj.

Estoy muy contenta con la cantidad de lectores que pasaron a leer el one-shot anterior. Gracias!!! :)

Espero que éste también lo disfruten!! Sayonaraaaaa.

Un joven de 25 años llamado Onodera Ritsu se encontraba tirado en la sala de su apartamento, luchando por mantenerse consciente. Él era uno de los editores del departamento Esmeralda, de la editorial Marukawa, dedicado a la edición de manga shojo.

Se encontraban en esa parte del ciclo donde difícilmente tienes tiempo para hacer otra cosa que no sea trabajar. Y para él que a pesar de llevar tiempo en Esmeralda aun no se acostumbraba al ritmo tan turbio, era aun más difícil. Afortunadamente solo le quedaba revisar un manuscrito y acabaría con su trabajo pendiente. Mañana lo llevaría a la imprenta y hasta el mes que viene podría relajarse un poco.

Para corregir un manuscrito siempre lo hacía con una libreta de notas en su mano, la cual tenía escritas indicaciones que le había dado su jefe Takano Masamune para tener en cuenta.

–Creo que nunca le agradecí a Takano-san por estos consejos. Son muy útiles –se dijo a sí mismo al ver la facilidad con la que podía hallar errores con ayuda de esa libreta.

“Takano-san…”. Y como no podía ser de otra manera su mente se comenzó a alejar del trabajo y se centró en su jefe, que además de todo era su vecino y primer amor…único amor, mejor dicho. De repente llegó a su cabeza el pensamiento de que habían estado tan tapados de trabajo últimamente, que hacía más de una semana que él y Takano no tenían sexo… “¡¡Waaah!!, ¡¿por qué estoy pensando en esas cosas?! ¡¡No es como si quisiera tener sexo con él!!”.

La verdad era que desde que se habían reencontrado luego de estar diez años separados, Takano había jurado enamorar a Ritsu nuevamente. Y realmente lo había logrado…prácticamente a los diez segundos de habérselo propuesto. Pero el castaño era demasiado orgulloso y miedoso como para lanzarse a una relación amorosa nuevamente, sobre todo con la persona por la que tanto sufrió. Ritsu se prometió no decirle a su jefe lo que sentía por nada del mundo, creía que era capaz de controlar sus sentimientos…pero no. Cada día que pasaba, cada hora, cada minuto… ese sentimiento se hacía más fuerte en su interior. Ya casi no podía aguantarlo más. Y ahora no era solo su corazón, sino también su cuerpo quien lo extrañaba. “Definitivamente esto se me está yendo de las manos…”.

Trató de volver la mente al trabajo y terminó de corregir el manuscrito. Cuando al fin tuvo todo finalizado, arreglo los documentos para mañana llevarlos a la oficina y se fue a su habitación dispuesto a descansar.

La noche era calurosa, por eso optó por no ponerse su pijama y dormir simplemente con bóxers y una playera. Se hundió en el suave colchón, pretendiendo dormir enseguida, pero nuevamente Takano llegó a su mente a molestarlo.

“La última vez que estuvimos juntos… fue aquí”. Instintivamente se volteó de costado, mirando al lado contrario de la cama, como si alguien estuviese ahí acostado junto a él. “Takano-san…”. Ritsu cerró sus ojos y las imágenes del azabache venían a él. Su mente lo recreaba como si fuese una película, y sin poder evitarlo llevó la mano hasta su miembro. Comenzó a moverla arriba y abajo, mientras que con la otra mano comenzó a estimular sus pezones. Se sentía bien, pero nada comparado a como se sentía cuando Takano lo hacía. Siguió dándose placer a sí mismo pensando en el cuerpo del ojimiel sobre el suyo, susurrándole esas cosas hermosas al oído mientras lo penetraba certeramente y acariciaba con dulzura.

–Mmh…T-Takano-san… –finalmente acabó en su mano y dio un hondo suspiro.

No sentía haber satisfecho sus sucios deseos, pero por lo menos ahora se había quitado la excitación. Fue hasta el baño a limpiarse y volvió a acostarse. El reloj marcaba las doce y media de la noche, debería dormirse ahora si quería tener unas cuantas horas de sueño y no ser un zombie en la mañana.

Sin embargo, no fue consciente de la cantidad de vueltas en la cama que dio buscando conciliar el sueño. Le era imposible y eso le estaba generando mal humor. Humor el cual empeoró cuando vio el reloj y éste ahora marcaba la una y cuarto de la madrugada.

–¡Waaaah, deja de avanzar tan rápido maldito! –gritó arrojándolo contra la pared y haciéndolo explotar en miles de pedazos.

La acción impulsiva y violenta lo sorprendió a sí mismo. Parecía un paciente psiquiátrico. Realmente la abstinencia le estaba haciendo mal. Pero fue sacado de sus pensamientos cuando comenzó a sonar su celular. De muy mal humor e indignado por quien sería tan desubicado de llamar a esa hora, cogió el teléfono y atendió sin siquiera fijarse quién era.

–¿Qué? –“saludó” de mala manera.

–¡¿Estás bien?! Oí un grito y un ruido fuerte.

Esa voz. La reconoció instantáneamente.

–Ah…Takano-san eres tú. Em…no fue nada…se me cayó el reloj.

– ¿Se te cayó? Fue un ruido bastante fuerte para que solo se te haya caído…

–B-Bueno yo… lo… ¡lo aventé contra la pared! ¡Es todo!

– ¿Y por qué aventaste el reloj? –bastante sorprendido.

– ¡Porque ese maldito y el insomnio están conspirando en contra mío, por eso!

No se dio cuenta de lo infantil que fue su respuesta hasta que hoyó a Takano soltar una risita desde el otro lado de la línea.

–En verdad estás loco. Ya duérmete, has trabajado muy duro.

– ¡Espera! ¿Tú… estás durmiendo?

–Sí, estoy durmiendo profundamente y justamente por eso estoy hablando por teléfono contigo. En realidad, ahora mismo estoy sonámbulo –ironizó.

– ¡Cállate! Ya sé que estas despierto, me refería a si no ibas a dormir…

–Acabo de terminar mi trabajo. Aun no tengo sueño así que iba a leer algo antes de acostarme. ¿Por qué?

–P-Porque…necesito que me ayudes con algo –dijo dudoso.

– ¿Tienes problemas con tu trabajo?

–No, ya lo terminé. Es con otra cosa… ¿Puedes venir?

Ritsu no lo supo, pero desde el otro lado Takano esbozó una gran sonrisa antes de responder.

–Ahora voy.

Unos cuantos segundos pasaron y el timbre del departamento del castaño sonó. Ritsu realmente no entendía como estaba siendo capaz de hacer eso, pero lo necesitaba. En ese momento nada más le importaba. Fue a abrirle y se encontró con una atónita mirada, pues Takano realmente no esperaba que el castaño lo fuera a recibir en bóxers y una playera. Casi era una provocación, aunque a decir verdad no lo era realmente, pues Ritsu se había olvidado de que estaba vestido así.

–Gracias por venir –dijo haciéndolo pasar.

–Por nada – “Este lugar está más ordenado que de costumbre”, pensó-. ¿En que necesitas que te ayude?

–N-Necesito que…me ayudes a dormir –dijo sin verlo a los ojos.

– ¿A dormir?... Bueno, me sé una que otra canción de cuna.

–¡No, tonto! ¡No me refiero a eso! ¡Tómatelo en serio porque es tu culpa que no pueda dormir! –gritó ruborizado.

– ¿Eh? ¿Cómo que mi culpa?

– ¡Sí! Es que…tu me has hecho cosas pervertidas casi a diario, y aunque no quiera mi cuerpo se…acostumbró por así decirlo. ¡Ahora ha pasado mucho tiempo desde la última vez y no puedo estar tranquilo! ¡Y el único culpable de todo esto eres tú!

El castaño finalizó rojo hasta las orejas, mientras que el azabache lo miraba escéptico sin creer que ese que estaba frente a él era su amado tsundere. Pero ¿iba a negar que eso era un sueño hecho realidad? No señor. Esbozó una seductora sonrisa y se acercó más a él, quien no retrocedió sino que se quedó en el lugar.

–Está bien, creo que tendré que tomar la responsabilidad… Pero dime, ¿exactamente qué quieres que haga?

– ¡Y-Ya lo sabes!

–Por supuesto que lo sé. Pero quiero oírte decirlo –se acercó tomando sus mejillas y acercándolo a su rostro, a muy escasos centímetros. Aquellos ojos esmeraldas brillosos y entrecerrados suplicaban por un beso-. ¿Y bien…? No podré continuar hasta que me digas que quieres.

–Quiero que…que me hagas el amor, Takano-san.

Otra gran sonrisa, esta vez de satisfacción, se dibujó en el rostro del azabache. Sin esperar un segundo más tomó a su gran amor abrazándolo y levantándolo del suelo, fundiéndolo en un fogoso beso.

Ritsu no tenía ni la menor intención de oponer resistencia, y actuando contra su comportamiento habitual abrazó fuertemente el cuello de Takano y enredó las piernas en su cintura.

–Vaya…que cooperativo.

–C-Cállate, idiota –volvió a besarlo.

Entre besos llegaron a la habitación de Ritsu donde Masamune lo tumbó en la cama, poniéndose sobre él. Sin dejar aquellos adictivos labios, el azabache se deshizo de su camisa dejando al descubierto su fornido pecho. El castaño se sintió en el cielo al tocar esa tersa piel, paseaba sus manos sin vergüenza ni pudor, encantado a Takano.

–Ojala fueras así todo el tiempo –acariciando su rostro.

–Nunca te conformas –dijo extrañamente con voz tierna para después besarlo, como si estuviera disculpándose por eso.

En pocos segundos más la playera de Ritsu voló por algún lugar del cuarto, y Takano comenzó a bajar con sus besos por el cuello de su amado. Los jadeos y leves gemidos del menor ya se escapaban de su boca, mientras jugaba con los cabellos azabaches.

El recorrido de húmedos besos llegó hasta los pezones del uke, ese punto tan sensible que Takano disfrutaba tanto atormentar. Los besó y lamió, dando también pequeños mordisquitos, mientras que con su mano descendía acariciando sus delgadas piernas.

–Mmh…T-Te extrañaba…

Takano realmente no podía creer que ese chico era su Ritsu. Esas dulces palabras, los tiernos gestos… ¿será que finalmente estaba cediendo ante él? Sea lo que sea, esa nueva actitud no le desagradaba en lo absoluto.

–Yo también. Extrañaba tu cuerpo, tus gemidos… –dijo al mismo tiempo que presionaba su miembro erecto.

– ¡Ah! ¡Taka…no! –gimió.

En cuestión de segundos mandó a volar la ropa interior de Ritsu y se desvistió él también, quedando ambos como vinieron al mundo. El seme dejó aquellos tiernos botoncitos y bajó por el vientre, dejando a su paso marcas y jugueteando un poco con el ombligo del menor, hasta llegar a su miembro. Lo engulló sin pereza, enloqueciendo a su amado con su experimental técnica por unos cuantos minutos hasta que éste no resistió más.

– ¡Ngh! ¡Ahh! ¡N-no puedo…m-más! –acabando en la boca de su amante

–Cada vez estás mas delicioso –dijo tragándose aquel néctar tan exquisitamente agridulce.

Marcando un camino con su lengua volvió a subir por ese sensual abdomen hasta llegar nuevamente al rostro jadeante del menor. Lo besó siendo correspondido con intensidad.

–¿Ya estás satisfecho? –preguntó con divertido tono viéndolo agitado y ruborizado.

–Aún no…No es muy propio de ti…dejar algo inconcluso… ¿no?

–Exactamente –lamiendo su lóbulo-. ¿Levantarías tus caderitas para mí?

Ritsu soltó una risita por la forma tierna en que fueron dichas esas palabras. Sin contestar nada, levantó sus caderas siendo tomadas con firmeza y a la vez dulzura por las grandes manos de Takano. A esas alturas, la entrada de Ritsu estaba bastante acostumbrada, pero lo que menos quería era arriesgar a lo más preciado para él, por eso prepararlo nunca estaba demás.

Insertó un dedo en su interior, que fue perfectamente recibido. Al cabo de unos segundos fue por otro más, y comenzó a moverlos simulando tijeras y círculos. El menor se removía bajo su cuerpo, pero no quejoso… más bien ansioso.

–T-Takano-san… –jadeó.

– ¿Te duele?

–N-No…Mételo ya, p-por favor… –contestó sorprendiéndolo una vez más en la noche.

–A tus ordenes, príncipe –dijo dulcemente.

Sacó sus dedos y los reemplazó por su miembro palpitante y deseoso. De una sola estocada ya se encontraba en el cálido interior de su gran amor, esperando a que éste se acostumbrara a su presencia dentro. No pasó mucho cuando el menor se aferró fuertemente a la espalda del azabache y meneó sus caderas, dándole permiso a su seme de moverse.

En un abrir y cerrar de ojos, habían dejado la existencia terrenal y estaban pisando el suelo del paraíso. Aquellas estocadas que siempre daban con el sensible punto de su interior, descontrolaban de placer al castaño; cuya estreches hacía a Takano sentirse en la gloria también.

– ¡M-Más, más fuerte! ¡Ahh, ahh! –rasguñando la espalda de su seme.

–Ritsu… Eres increíble –jadeó cumpliendo con la petición, al mismo tiempo que masturbaba su miembro.

No tardaron en venirse casi al mismo tiempo, cayendo desde el cielo hasta la tierra nuevamente. Jadeantes y cansados se dieron un último beso. Takano estaba por salir del interior de su amante cuando éste lo detuvo.

–No. No salgas –ruborizado-. ¿Puedes quedarte un rato más así?

–Por supuesto –besando su frente.

Se quedaron unos minutos más en esa posición. Takano encima de Ritsu, abrazándose con cariño, unidos en cuerpo y alma. El azabache notó la cara de cansancio de su amado, así que decidió finalmente salir para dejarlo dormir, pero ante eso obtuvo un quejido que le resultó muy tierno.

–Y dime. Ahora que ya cumplí mi servicio, ¿me vas a echar o me puedo quedar? –preguntó acostándose a su lado.

En respuesta Ritsu se volteó abrazándolo posesivamente y acurrucándose en su pecho. Otra gran sonrisa de felicidad se dibujó en el rostro de Masamune y sin dudar abrazó ese delicado cuerpo, acunándolo con ternura.

–Quiero que sepas que esto no cambiará nada. Sigo diciéndote que no siento nada por ti.

–Sí, seguro. Eso está muy claro en estos momentos –dijo burlón y el menor escondió su sonrojado rostro en el pecho del mayor-. Oye, Ritsu…

– ¿Qué? –sin despegarse del cuerpo del azabache.

–Mírame, te quiero decir algo importante –el menor descubrió su rostro levantándolo para encontrarse con esos hermosos ojos miel-. Te amo.

Ritsu se sonrojó aun más y volvió a esconderse en el pecho de Takano, abrazándolo con más fuerza. Y luego de unos segundos de silencio, contestó.

–Ya me estaba molestando que aun no lo dijeras –musitó despacio pero perfectamente audible para Takano, quien soltó una carcajada cargada de ternura.

–Eres muy dulce cuando quieres –acariciando sus cabellos-. No sabía que necesitabas tanto de esas palabras.

–Es tu culpa por malacostumbrarme.

–Siempre me hechas la culpa de todo lo que te sucede ¿no?

–Hazte cargo.

–Está bien –sonrió-, siempre que tenga que ver contigo me haré cargo de todo lo que me pidas.

Ritsu esbozó una tierna sonrisa que fue el perfecto cierre de una noche mágica para el mayor. Y forjando aun más ese abrazo, se durmieron en brazos del otro.


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