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No Regrets, Just Love. por ipen shidemiru

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Notas del capitulo:

En vista de que cometí un estido error vengo a dejarles otro capitulo aunque el mes sea el msmo...

¿Qué hice? pues si no estoy mal subi un capitulo sin corregir. Eso es algo que no debería pasar y lo lamento.

Respecto a este capitulo (que ya verifique que sea el que debo subir) es el último donde Reita es el narrador. Me causa un no sé qué el final que se ayer por la noche dije que iba a cambiar levemente y es hora de hacerlo.

— ¿Virgen?

— Sí, soy virgen, ¿Algún problema?

— No. Sólo me sorprendente.

— Si tengo sexo soy un cualquiera pero si no lo tengo soy un santurrón ¿No es así?

— Claro que no. Únicamente me parece extraño. ¿Cuántos años tienes?

— Tengo dieciocho, el febrero cumpliré diecinueve.

— ¿Y aún eres virgen?

— Tengo la idea de que mi primera vez sea con alguien de experiencia. Nada de idiotas de la escuela, ni habladores o esas cosas. Siempre me han gustado los mayores. Por ejemplo, los treintañeros, como tú, me encantan.

— Oh, eso me halaga.

— Sí, bueno. Lo que falta es que aceptes tener sexo conmigo. ¿Me harías ese favor?

— ¿Por qué eres así de seco? Podrías decirle hacer el amor, pero no. Es vil sexo para ti.

— ¿Quieres hacer el amor conmigo?

— Nada me gustaría más.

— Ne, Suzuki-san, ¿puedes ayudarme de nuevo con el estúpido programa del otro día? Sé que ya me lo explicaste antes, pero hay algo que no entendí bien y me causa mucho problema.

— Claro, espérame cerca de la entrada del campus. Pasaré por ti.

Gracias.

— De nada, Takanori-kun.

Cuelgo la llamada.

Miércoles 5, 1:28 de la tarde. Falta más de dos horas para salir de aquí. Sinceramente estoy algo aburrido, de no ser así, tal vez no habría aceptado la llamada.

No siento que esté haciendo algo malo. La verdad no. Es más cómo algo extraño. Es difícil que lo diga. Esta persona es...

 

 

— No fue lo que esperaba...

Takanori acomoda su cabeza sobre la almohada. Está completamente desnudo sobre el futón con la respiración entrecortada y su rostro regresa a su color original.

— Sólo fueron los dedos.

— Exacto, ¡Sólo fueron los malditos dedos!

— ¿Qué esperabas? ¿Qué te rompa en dos en tu primera vez?

— No, pero...

— Mira, Takanori-kun, tú querías que te enseñara. Una sola clase no tiene chiste, hay que llevarlo de apoco. Además, si hiciera eso se acabaría sin que ninguno disfrutara.

— Suzuki-san, eres un pervertido.

— No más que el chico que me pidió tomar su virginidad.

— Na, Suzuki-san...

— ¿Qué?

— Nada...

— Takanori-kun, yo siento lo mismo.

— ¿De qué hablas?

— Te quiero.

— Suzuki-san, no tenemos mucho tiempo de conocernos. Es imposible que me quieras.

— Si no te quisiera te habría partido el culo cuando de conocí.

— Cuando me conociste estaba trabajando. No habría pasado nada.

— Créeme, te hubiera violado al salir de ahí.

— ¿Violar? Eso es excesivo.

— No al pie de la letra. Solo técnicamente. Soy muy bueno seduciendo. Si no me crees, solo mírate, fuiste tú quien me pidió tener sexo.

— Hacer el amor.

— Si, disculpa, hacer el amor.

 

 

— Esto es muy incómodo. Deja de verme se esa forma.

— No es culpa mía que elijas las cosas más feas e inservibles.

— ¡Vamos, quiero verte haciéndolo!

— Me he preguntado cómo fui a dar contigo.

— En ningún momento te pedí que vinieras.

— Ya, ya, Takanori-kun. Elige los accesorios que quieras, sólo hablaré si estas por perder dinero a lo tonto.

Takanori retuerce los labios y se aleja de mí a otro estante. Los mouse son los que captan su atención. Creo que busca alguna cosa extraña con una cúpula de cristal que deje ver los circuitos o qué se yo. Todo irá bien si no se encuentra con uno obsoleto de hace medio siglo. Es más que capaz de comprarlo “Tiene valor histórico”, claro, y yo lo pondré en un estante para exhibirlo.

— Suzuki-san, ¿qué tal esto?

Un gato negro aparece en una caja de plástico. Lo más raro que he visto en mi vida. Es un gato que se ha tragado al ratón ¿cómo la boa al elefante? No, claro que no. Este gato es un ratón. Un gatito negro con los ojos blancos en lugar de botones, las orejas caídas a los lados y la cola es la antena inalámbrica que se asoma desde abajo.

¿Qué puedo hacer contra eso? Takanori es muy... ¿cuál sería la palabra adecuada para decir que tiene reacciones nada agresivas a muy agresivas en un santiamén? No estoy seguro. Decido abstenerme de toda palabra pero hecho una mirada a la marca. Resulta ser buena así que lo apruebo por más ridículo que sea. Takanori lo piensa. Mira por el frente y por detrás, lee algo que nunca pasó por mi cabeza leer y regresa el horrible gato empaquetado a su lugar en la rejilla blanca con otros productos.

— No puedo creer tengas tan mal gusto. Esa cosa es horrible.

— ¡Tú quisiste comprarlo!

— No, sólo te la mostré.

— Por favor, toma todo lo que necesites y vámonos.

— No hay prisa, tengo todo el día libre.

— Pues yo no. Tengo cosas qué hacer.

— Eres libre de irte cuando gustes.

— Por dios, Takanori-kun, únicamente estás jugando. Si en verdad buscaras algo necesario estarías en otra área de la tienda.

— Suzuki-san, si tanto necesitas irte, vete— Hace un ademán con las manos. Una burla. Me trata como un perro —. Y de paso me disculpas por retrasar tu cita.

— ¿De qué hablas?

— Mira, no soy idiota.

Me rehúso a hablar de eso en este lugar. Simplemente no quiero. Takanori es alguien a quien estas cosas no le importan así que cuando le da la gana las saca a relucir como si de sartenes nuevas se tratase.

Hago una señal con la mano para que se dé prisa y deje esta sección de la tienda, lo que necesita son los software de diseño. Recuerdo que dijo algo sobre eso aunque no lo veo en plan de hacer ninguna compra relacionada con ese trabajo.

Me reta con la mirada. Qué ingrato el maldito. Yo perdiendo mí tiempo a su lado y él mofándose de las penurias que vivo. “Vete, vete, se feliz”, diría una y otra vez si se lo permitiera.

Si retrocedo un poco el tiempo no comprendo cómo llegué a él. Tan sólo fui en busca de algo qué poder comer, únicamente entré a una cafetería y tomé asiento. Eso fue todo. Él apareció con un menú en una mano y me saludó cordialmente —política de la empresa—, entonces le coquetee como si fuera un niño. Los nervios atacaron, eso jamás sucedió con nadie.

Nadie.

Nadie logró hacerme sentir de gelatina antes. Mucho menos Matsumoto. La gran casualidad fue el nombre acompañado de ese rostro. Ese maldito nombre que no pude dejar ir. Lo grité muchas veces al salir de ahí. Estuve a nada de hacer un viaje y dejar lo que tenía... quise asegurarme de que Matsumoto estuviera muerto. Tan muerto y seco como una momia.

No moví ni un sólo dedo. No fue necesario. Takanori era muy distinto; bastante más áspero, rudo y bravucón, no puedo considerarlo un genio pero tampoco es un imbécil. Además de que Takanori tan sólo tiene dieciocho años cuando Matsumoto debería cumplir pronto los treinta.

No son la misma persona. Eso es seguro.

— Compras acabadas.

Takanori se acerca con una bolsa de la tienda que contiene un paquete de unos cuarenta centímetros por quince de ancho y veinte de largo.

No luce satisfecho ante la compra.

— ¿Qué hay ahí?

— Un horrible vicio que no puedo dejar.

— El sexo no se vende en cajas... a menos que sea de plástico y necesites baterías o una bomba de aire.

— Para esto necesito internet de alta velocidad. La porno no aparece por sí sola.

— Tu apartamento será perfecto entonces.

— Sólo tengo que evitar que lo curiosos den con esto.

— Puedes meter tu muñeco a una caja.

— De ser así, tendría que usar la bomba de aire todos los días y me quitaría la energía.

— Cómprate algo que necesite baterías.

— Eso hice. Cada uno tiene ranura para dos doble a. Y las baterías recargables están de oferta.

— Aquí no venden eso.

— Es una tienda de electrónicos. El punto es preguntar.

— Lo que digas. ¿Compraste algo para mí?

— Vi unos joysticks genéricos y baratos.

— Tú no compas cosas genéricas.

— Pero sería para ti.

— ¿Qué sería exactamente para mí? ¿Tú? Hasta donde sé, ya lo eres.

 

 

— ¿Qué ocurre exactamente?

Pregunto tras verlo levantarse de la cama sin ganas de moverse. No es una persona perezosa así que eso es raro en él. Se mueve como un espagueti con miedo... no, bueno, quizá no. Se tambalea mucho y tiene que agarrarse de la pared. Aunque lo veo a nada de caer al suelo no me preocupo por ir al rescate. Primero deberá caer y pedir por mí antes de que yo me pare y vaya en su ayuda.

— ¿Recuerdas el día que nos conocimos? — asienta su mano junto a la puerta y con la otra se toca la cabeza. Al parecer la duele.

— No realmente.

— Yo tampoco.

— ¿Tienes problemas de memoria?

— Estoy aburrido. Este mundo es aburrido. No entiendo cómo he estado tanto tiempo aquí. Tú, simple humano, ¿de qué forma encuentras entretenida esta tierra?

— Simple humano. ¿Quién te crees? ¿Superman?

— Sí, creo que tengo problemas de memoria. De niño solía extraviarme seguido. Una vez un extraño me cuidó hasta que fueron por mí.

— ¿Nadie te cuidaba?

— Claro que sí. Un estúpido que no servía para nada.

— Cierto, lo niños ricos siempre tiene a alguien de esa calaña cerca para que les arruine la infancia.

— Suzuki-san, ¿Acaso me tratarás bien alguna vez?

— Nunca te he tratado mal.

Nunca es un adverbio de tiempo usado a la ligera.

— ¿Qué pretendes?

— Nada en especial.

Takanori sale de la habitación. No dice nada. Tampoco voltea.

Jalo su almohada a la mitad de la cama y recuesto la cabeza sobre ella. Es igual de suave que la que usé hace nada. hipolergenico, de plumas, blanda... con una única diferencia. Esta tiene su aroma. Bueno, dormir del mismo lado de la cama —aun teniendo una de este tamaño usada por una sola persona— provoca eso.

Miro el reloj, ya es tarde. Son las seis treinta. Debería estar camino a casa. Hoy es mi turno de hacer las compras para cenar y no tengo la menor idea de qué comprar. Se me antoja algo de carne ¿barbacoa? En casa no tenemos parrilla ¿frita? Eso es más sencillo. Lo primero que tengo que hacer es levantarme, vestirme y salir de aquí. No imagino a Takanori haciendo una rabieta por irme temprano. Él siempre hace su santa voluntad cuando y donde quiera. Es como un niño mimado, aunque no llega a un nivel exasperante.

El rey entra todavía con la mano sobre la frente.

— ¿Qué te pasa?

— Me duele y ya.

— ¿Tomaste algo?

— Sí, pero el estómago me arde.

— Debes comer algo para tomar esas pastillas

— No tengo hambre.

— No importa mucho.

Logra que me ponga de pie. Voy por mi ropa primero y luego salgo de la habitación.

Takanori me sigue a la cocina. Tampoco él me deja cocinar, pero no pretendo hacerlo. Abro el frigorífico y saco una lechuga, queso y jamón. Después voy a la alacena a rescatar el pan de hierbas y la mayonesa.

— Quizá tú deberías usar condón.

— Takanori-kun, no puedes tener hijos.

— ¿Quién habla de niños?

Hipócrita, pienso pero no lo digo. Ambos lo somos.

— Porque no me explicas — digo.

— Tú eres el único mortal con quien tengo sexo. Sin embargo, yo no soy el único con quien tú tienes sexo.

— ¿Mortal? ¿Ahora eres un ser superior que usa magia? ¿Un hada? ¿Un ángel? ¿Un demonio? ¿Un gnomo? A mi parecer eres más un demonio.

— Los demonios son demonios de nacimiento, no veo por qué esa etiqueta. Podrías enfermarme de algo.

— ¿Por qué no simplemente vas al médico y dejas de quejarte? Si no es demonio qué eres.

— Hasta el momento me gusta más ángel caído, ellos se merecen su título. No es necesario que vaya al doctor.

— ¿Vendrá a ti? ¿Cómo que hasta el momento?

Le extiendo su sándwich. Un pobre y casi sin relleno sándwich. Takanori lo ve y desborona el pan para comerlo de a poco.

— Si encuentro algo que me vaya mejor lo tomaré. No, no vendrá. No tengo nada.

— Quejica. ¿Qué hiciste para ser un ángel caído?

— Se supone que Lucifer es el ángel más bello creado por Dios. Lucifer desobedeció a Dios y Dios lo desterró. Yo escapé de casa y soy amante de un hombre casi doce años mayor y casado.

— Aunque digas eso, este lugar no es barato y un trabajo parcial no puede cubrir todos tus gastos.

— Por eso soy un ángel caído y no un demonio.

— ¿Te mantienen?

— Me dieron el departamento y ellos pagan las cuentas de muchas cosas.

— ¿Ellos? Jamás me has hablado de tus padres.

— Los que manejan el dinero.

— ¿Y tus padres?

— Creo que es momento de que te vayas. Está oscureciendo y hoy te toca comprar la cena. Si no te das prisa la carne se acabará.

— ¿Cómo sabes eso?

— Tú lo dijiste en la habitación.

— Lo pensé.

— En voz alta.

— No estabas ahí — ríe.

Takanori se rasca la cabeza y voltea a verme.

— Hace un tiempo perdí algo, y cuando volví a encontrarlo alguien más lo presumía como suyo. Sabes que no soy una persona que permita esas cosas, lo mío es mío y de nadie más…

— ¿Necesitas que haga algo?

— ¿Tú? ¿Qué podrías hacer tú por mí? Tú eres lo que había perdido...

Notas finales:

Espero que se haya notado la personalidad, a decir verdad hasta que termine el capitulo no me di cuanta que el comportamiento cambiaba pero caí en cuenta que era necesario.

De nuevo una disculpa por el error anterior y continuaré con la dinamica de subia mensual.

Dudas, reclamos, quejas... dejen comentario aquí o en twitter @hanako_hirozuki


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