Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

No Regrets, Just Love. por ipen shidemiru

[Reviews - 18]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

ayer pensé "soy una persona responsable, no puedo pasar una semana más sin actualizar" si.. perdón... estoy en examenes, la semana pasada me fui de viaje de practicas, los fines me los paso en la Uni con actividades extras T.T y segun yo no tenía time para nada y ahora me quitan 15 horas de mis sabados y domingos....

confieso que la primera vez que escribí este capitulo y los siguientes dos, borré el archibo sin querrer. Lloré amargamente, maldije y casi comienzo a matar personas... eso pasó en marzo, ahora es octubre... aun hay humanos al rededor mio xD 

¿El sexo? Bueno, Akira es genial.

Eso es más que suficiente para acabar un capítulo completo pero no es el punto. Este hombre tiene y hace cosas que nunca antes de conocerlo me pasaron por la mente. Por ejemplo, cuando lo conocí creí que era un persona muy descuidada y el día que fui a su apartamento vi las cosas tan ordenadas que creí que eran un psicópata. Resultó que Akira solamente limpia cuando tiene insomnio, o sea —en esa situación— una noche antes de que lo visitara. Cosa que ahora no es relevante porque siempre dormimos juntos en la misma cama y su habitación de Juegos —como la llama él—  es un asco.

Regresando a la época en que nos conocimos, yo ya había tenido sexo muchas veces, incluso era el primero en hablar y hacer que la conversación llevara a algo más, solo que... Con Akira fue completamente distinto. Él no se sintió atraído por mí en el primer momento — como yo por él—, tuve que ser sutil, muy sutil, para poder probar sus labios por primera vez.

La sensación fue dulce gracias a la comida que él mismo me había invitado, suave y tibio. Tuve que flirtear mucho aún después de que me correspondiera el beso. Era como si sólo quisiera verme y no deseara acercarse.

— ¿No quieres algo más? — le pregunté antes de que pagara.

— Aquí hay mucha gente, me gusta ser discreto.

— ¿Disculpa? — pagó la cuenta.

— ¿Te importaría morir antes del amanecer? — Preguntó guardándose el cambio — Quiero decir, ¿Has hecho ya todo lo que se debe hacer en la vida?

— ¿Piensas matarme?

Mi sangre se heló. No como esa patética sensación de calosfrió... fue algo más extraño. Una pequeña sentencia, como si el Diablo me dijera “Te daré placer pero a cambio me darás tu alma”.

— No. Lo pregunto porque quieres tener sexo con un desconocido. Podría ser un asesino serial y nunca lo sabrías.

— ¿Tú no quieres tener sexo con un desconocido? Eres extraño.

— Con un desconocido no. Yutaka-kun, contigo sí.

En ese momento debí lanzarme a sus brazos y decirle que lo amaba... Pero como es real y no una patética historia de amor eso no sucedió. Sino que reímos y buscamos dónde pasar la noche.

Llegamos a un motel decente. Pedí una habitación por el resto de la noche y pagué en efectivo. Akira —de quien desconocía nombre— se encontraba afuera mirando al cielo. Lo tomé de la mano y lo guié bajo nuestro techo rentado. Si hubiera sido cualquier otro hombre, sin necesidad de hacer algo yo, me habría tirado contra la puerta y sus labios saborearían los míos con tal pasión que le rogaría me dejase respirar. Pero tratándose de él, lo primero que hizo fue mirar dentro.

— Es un lugar limpio, créeme — le dije para tranquilizarlo —. De vez en cuando duermo aquí en lugar de llegar a casa de mis padres. Es tranquilo.

El chico castaño que me acompañaba se tiró a la cama, dejó su vista en el techo. Me senté en su cadera. Lo besé nuevamente y poco a poco tuvimos sexo.

El sexo fue grandioso. Tan genial que puedo compararlo con la primera vez que monte bicicleta y no caí al pavimento o un chocolate cuando tanto lo deseas o horas de sueño cuando estas cansado... maldición, fue tan bueno que estas pequeñas cosas suenan realmente mal a su lado. Cuando acabó ninguno podía respirar adecuadamente. Su pecho conservaba sellos definidos de bíceps marcados a profundidad que se desvanecían. Se hinchaba y luego sacaba el aire, casi igual que yo. Depositó un beso en mi frente y luego dejó mi interior. A decir verdad fue algo muy romántico.

—No pensé que fueras virgen, pero la sangre que se asomó dice algo. Aguantas bien para ser primerizo. Es una lástima que...

Creo que estaba muy cansado así que me dormí a su lado.

 

Al despertar él ya no estaba. Yo tenía puesta mi ropa interior y las sábanas me cubrían. No encontré señales suyas.

 

La siguiente vez que lo vi fue dos días después en una entrevista de trabajo. Akira calificaba en detalle para un puesto importante en un departamento ajeno al mío, pero, para su suerte éste ya estaba ocupado por otro chico mejor parecido. Cuando mi querido castaño me vio se sorprendió tanto que se quedó sin habla. Iba cubierto de fachas y con zapatillas de deporte —más que claro porque no lo contrataron—. A su lado caminaba el recién contratado del área técnica, un chico alto, de cabello castaño claro, ojos marrones, nariz prominente y tez a penas bronceada. Vestía un pantalón negro recto, zapatos del mismo color que parecían azules por tanto brillo y una camisa  blanca ya sin corbata.

Ambos se fijaron en mí, pero la mejor sonrisa fue del bien parecido.

— ¿Cómo estás? — El fachoso se acercó a mí — ¿Quieres salir hoy? Puedo esperarte si gustas.

— Te fuiste — espeté.

— ¿Esperabas que me quedara? — Preguntó asombrado — Estabas dormido y tenía pendientes. Discúlpame por favor.

— Está bien, pero quiero que hagas lo mismo... ya sabes... esta vez avisando que me dejas.

— No te preocupes, no pasará. Es raro que tenga pendientes.

 

Sin otra cosa que resolver dedicamos el tiempo que me quedaba, antes de ser entrevistado, a coqueteos. Akira no mencionó su nombre, ni yo recordé preguntarlo. Hablaba más fluido que antes y estaba interesado realmente en mí ¿Los pendientes eran los causantes de su anterior comportamiento? No importaba. Resolvimos vernos dos horas después en el comedor del edificio y de ahí ir a cualquier otro lugar.

La tercera vez que nos vimos coincidimos en la misma calle. Ilógico, lo sé. Fue a una semana de la segunda. Reímos, entramos a una cafetería y tuvimos sexo en el sanitario.

 

 

— ¿Por qué estamos en un hotel sin hacer nada? — le pregunté un día.

— ¿Por qué? —  Graduó las luces como si la electricidad no marchara bien — Oí que te dieron el empleo, felicidades.

— ¿Vine a que me dijeras eso? Estoy falto de ganas, creo que me iré a casa.

— ¿No tienes ánimo de celebrar? — detuvo mi huida y me tiró a la cama.

— Anímame — Respondí aburrido.

 

Ese día lo recuerdo porque fue la primera vez que utilizó la boca para algo más que besarme. ¿Puedo ser más explícito...? Me hizo sexo oral ¿Capisci? No tengo la menor idea de porque no lo había hecho. Fue... No sé... ¿Es suficiente decir que me retorcí? Bien, eso pasó.

Cuando yo quise hacer lo mismo con él tuvimos el primer gran problema: él me hacía lo que quería sin que yo me quejará de algo, pero yo no podía hacer lo que yo quería porque a él no le gustaba. Fue completamente desesperante, tomaba mi cabello cada que no le parecían adecuados mis movimientos. Se harto y yo también. La solución fue que me dijera cómo quería que lo hiciera. Patético hasta que surtió efecto y lo oí jadear.

A decir verdad, él ya me conocía. ¿Cómo? No tengo la menor idea, pero en algo tan íntimo como lo era el sexo él acababa complaciéndome sin que de mi boca salieran muchas palabras, de las cuales la mayoría consistían en aclamaciones de velocidad, súplicas de orgasmos y monosílabos satisfactorios.

 

Tiempo después de que comenzáramos a tener sexo furtivamente caí en cuanta de algunas cosas. Él no me miraba con ojos seductores de los que alardean otra victoria, sino que su mirada era por demás tierna. No sabría cómo describirla, simplemente no parecía querer tener sexo, sólo mirarme. Pero entonces ahí iba yo a besarlo y arrastrarlo al primer lugar que me venía en mente. El castaño fue fácil de seducir en todas las ocasiones después del día que nos conocimos y, en la mayor parte del tiempo, él era quien me buscaba. Luego del sexo hablábamos de cualquier cosa, la mayoría era sobre trabajo... Y era yo quien no se callaba.

En una ocasión, pasó todo un mes sin que nos viéramos. Juro que pensé en ir por un acompañante para pasar el rato, mas no me apetecía pagar la habitación, los condones y además el sexo. Igual discutí si llamar a alguien más. Claro, esto último me seria barato —sí, yo, él tacaño—, pero significaría que eso no lo sentiría... Y que... ¿Y qué? Yo quería a Suzuki.

En uno de esos abrumadores días un chico rubio se me acercó por detrás.

 

— ¿Qué tal? ¿Podríamos ir a tomar algo?

 

De inmediato reconocí la voz de Suzuki, pero cuando volteé... ¿había alguien más?

 

— ¿Quién eres? — pregunté al chico rubio con un traje negro, zapatos marrones y saco en brazo.

— Suzuki Akira.

— Suzuki-kun es castaño.

— Si, lo lamento, me teñí el cabello.

— El Suzuki-kun que yo conozco no vestiría así aunque los cerdos volasen.

— Hay algo que se llama aspecto profesional, desgraciadamente hay que lucir bien para solicitar un trabajo.

— El Suzuki-kun que me ha frecuentado usa una cosa en la nariz por muchas razones.

— Está en alguno de mis bolsillos. Todo es parte de la imagen...

— Suzuki-kun no usaría esos zapatos.

— Ya lo creo, olvidé que podían ser cómodos.

— Suzuki-kun...

— Yutaka-san, ya es suficiente. Quiero llevarte a comer.

— ¿Sólo a comer?

— ¿Qué crees que comerás?

 

Falté al trabajo por enfermedad. Nadie dudó, ¿Qué mortal lo haría? El empleado nuevo que siempre se esforzaba no tenía problemas con nadie ni pesares que lo obligaran a no ir. Al parecer, de la nada pescó un resfriado, y, da la casualidad que al regresar, le dolía la espalda por no moverse de la cama, claro...

Si hablamos del estado mental de Akira, para mí no cambió, pero si su estado físico. Akira era olvidadizo, flojo, irresponsable... Lo que quieran respecto a no hacer ejercicio, las cuantas marcas que ganó antes de conocernos desaparecían antes de ese mes, luego, se endurecieron más que nunca. En pocas palabras, no solo fue el cabello y la ropa, todo lo que se pudiera ver se convirtió.

 

— No me acostumbraré a verte rubio.

— ¿Por qué? Siempre he sido rubio, me tiño desde el secundario. Lo que pasó, es que no estaba en un buen momento y me descuidé, la compañía en la que trabajaba quebró y, para mi desgracia, sin dinero no se puede hacer mucho.

 

Así la vida continuó. Hubo más sexo, nos mudamos juntos, nos casamos, vivimos felices y esta historia comenzó. Y bueno, esto aun no llega ni a la tercera parte, lo sé. Poco a poco será peor, posiblemente pida clemencia o una forma de acabar con el dolor, algo más rápido.

En momentos como estos, pienso seriamente en dejar de narrar estas cosas. Pero, si no lo hago, desapareceré en el tiempo y moriré.

Notas finales:

Creo que la dinamica ahora será un caputilo cada 15 días... sí, je je je será lo mejor para todos. ustedes leen lo que quieran tiene un vida y yo logro aprobar mis materias xD

sé que a nadie le interesa, pero uno de mis compañeros tiene un leve parecido a ziwon o es siwon? no sé -.- el en el viaje de practicas se mojo el cabello y no le puso nada para fijarlo y yo quedeé tan o.o "hay un coreano aquí" y él me llama "chica de intercambió" porque, según, me visto como coreana... qué vida... xD

aios~~


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).