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No Regrets, Just Love. por ipen shidemiru

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Notas del capitulo:

Juré salir de mi casa temprano para  hacer mi tarea... nada que ver xD

Una chica me dijo que el capi anterior es algo confuso referente a los nombres, una disculpa. En mi cabeza la naración de Kai y la de Reita es ligeramente distinta pero tal parecer que sólo ahí lo es (?) xD

Otra cosa, en el capi anterior meciono dos lugares que no describo para nada y eso es porque en son parte del universo de otro fic mio de nombre Enamorando a un Chibi Pelirojo. Sí, soy floja~

Despierto. Estoy sólo en la gran cama. Es incómodo. Estoy tan acostumbrado al peso del otro extremo, al calor de otro cuerpo, incluso a la leve sensación de claustrofobia que hay cuando estamos juntos.

Observo a mí alrededor. Mis pantuflas están donde las dejé. Las suyos no, están desordenadas frente al closet. Su ropa de dormir está en una silla. Miro las cosas de valor, ni una sola falta. Debo estar loco al preocuparme primero por las cosas de valor en lugar de revisitar todos aquellos lugares donde frecuenta estar. Miro dentro del baño, no hay nadie. Camino a la cocina, está vacío. Abro la puerta de su estudio, el desorden sigue ahí pero él no.

El silencio me da miedo. Lo tengo que admitir. No hay nada más escalofriante que el silencio de una cuidad. Este silencio te cala los huesos, solo sirve para esperar al maniático que viene por tu vida... Prefiero el silencio del campo. Ese silencio te arrulla tranquilamente, las aves y los insectos hacen un concierto para todos los presentes sin importar la hora de día y lo ocupados que estén. Ellos rompen la capsula del vacío silencioso en las ciudades, ¿Por qué creen que muchas personas optan por comprar pajaritos y enjaularlos? Es para no temer cuando el silencio los ataca. Recuerdo que de niño mi madre también los tenía y todas las mañanas podía oírlos antes de ir a la escuela.

Extraño el cantar de las aves.

 

— Buenos días — Akira abre la puerta en silencio. Estoy sentado en la cocina detrás de una copa de yogurt natural y algunas frutas picadas—. No creí que despertaras tan temprano. Seguro fue mi culpa, perdón. Debí hacer menos ruido al salir. Por cierto, fui a correr. Hace tiempo que no lo hago así que sólo pude andar un par de kilómetros.

— Bienvenido — digo tras masticar un cubo de manzana.

Realmente no estoy de humor. Este hombre no suele irse así como así. Él siempre me dice donde va a estar, cuánto tiempo tardará y si es posible me manda mensajes de su estado de ánimo en el momento. Es algo bastante controlador, pero yo nunca le pido que lo haga. Él sencillamente lo hace.

— Tomaré un baño.

No es mal idea. Apesta lo suficiente como para no quererlo cerca en este momento.

— Toma tu tiempo — digo cortésmente y jugueteo con la fruta. No tengo hambre.

Akira entra al baño sin cerrar la puerta. Fantástico hombre ¿No lo creen? Se pasea desnudo cada que le da la gana, bien por mí. Lo malo es que el estúpido deja huellas de agua regadas por el piso y, en más de una ocasión, he patinado sobre ellas. En fin, mi esposo tiene un buen cuerpo que le cuesta pesas, abdominales, natación de vez en vez y tal parece que ahora jogging. Porque siendo sinceros, no creo que realmente corra.

Y yo debería sentirme como un elefante relleno al no seguir ni la mitad de su régimen... Agraciadamente mi genética es casi perfecta y me deja comer las cosas que me gustan sin engordar ni un solo gramo. Hasta ahora lo ha hecho bien, pero si me descuido y paso la mano enseguida me sale un rollito sobre el estómago. Lo que siempre hago es acompañarlo a la piscina pública y nadar un rato —todo lo que puedo— con él.

— ¡Tanabe! — grita desde el baño y retumba en míos oídos. Los vecinos seguro se quejarán pero lo más afectados son mis pobres tímpanos por culpa de eso malditos azulejos rebota-sonidos. — ¿Puedes ayudarme?

— ¿A qué? — Pregunto alejando la comida.

— Tallar mi espalda — se defiende con una risa suplicante.

— Espera, ya voy — haría cualquier cosa por no obligarme a comer, lo digo en serio. Sé que tengo que comer mas no tengo hambre después de despertar, y si como es por el bebe.

Entro al baño. Akira me está dando la espalda y lavándose el cabello. Su cabeza parece un casco de espuma blanca, todo por su hermoso cabello. Ya que su tono de rubio no parece difícil de mantener sólo recurre a sus preciadas botellitas... Y cuando lo convenzo deja que un experto lo trate. Por el momento el tiene más productos de higiene que yo —aunque no use por segunda vez mas de la mitad—, entre ellos sus shampoos, colonias, acondicionadores, crema para afeitar, jabones...  Se entiende ¿No?

Lo primero que hago es desvestirme. No quiero que acabe como en otras ocasiones en las que mi ropa termina por completo mojada sin que yo tenga la intención de bañarme. Aunque hoy sí lo pretendo.

— ¿Dónde dejaste la esponja? — pregunto y miro alrededor.

— Toma — extiende a mí la maraña de hilos en los que la esponja se ha convertido. Debemos hacernos de otra pronto —. Espera a que termine con esto.

Respondo con un sonido.

La desnudez me hace sentir frío en presencia de la humedad. Pero de llegar a mojar mi cuerpo, la corriente de aire me haría sentir peor. Decido cerrar la ventana que tiene una horrorosa vista a un callejón donde está un contenedor de basura. Odio sentir frio en mi propia casa.

Akira se moja el cabello y su casco de derrite. Es algo muy curioso ver esos algodones blancos deslizándose desde su espalda hasta sus tobillos. No cualquiera resistiría esta escena.

Le arrebato la regadera de las manos.

— Tardas mucho en eso — Akira voltea.

— Señor-cuerpo-perfecto-sin-esfuerzo, deme un momento más.

— No, señor-presumo-mi-abdomen.

— Señor-desnudo-y-guapo para ti.

— Señor-rubio-artificial, si no deja de jugar voy a enjuagar su cabello con agua helada.

— Bien, bien...

Puede parecer que nos llevamos muy bien, que peleamos por estupideces igual que niños pequeños o novios que suelen restregarse cosas en la cara, pero en realidad me creo que intentamos no aburrirnos de pasar tiempo encerrados el uno con el otro. Sí, claro, nos queremos y eso, sin embargo nadie resiste tanto tiempo a lado de otra persona solo porque sí. Admitámoslo, puede existir el más puro amor de la historia, puede ser más inclemente que Romeo y Julieta (Incluso un más duradero y menos trágico) y eso no garantizaría que una pareja continuara su vida junta.

Da la casualidad de que continuamos jugando como niños pequeños y no nos rendimos ante el otro. Eso se desvía y regresa al propósito original que es tallarle la espalda a Akira. A eso se le suman los hombros, brazos... Básicamente lo baño para que él haga lo mismo conmigo. En cierta parte las cosas cambian de rumbo. Akira me besa y luego hacemos el amor sobre la cama. Un extraño final para el humor con el que aparecí en un principio.

Cuando acabamos caigo dormido.

 

Al abrir los ojos me encuentro una cabellera rubia en mi pecho: Akira me abrazó mientras dormía.

— Buenos días — Dice sin moverse.

— ¿Te desperté?

— No.

— ¿Estas cómodo?

— Algo, tus latidos son relajantes... O lo son cuando duermes ¿Estás muy cansado? Últimamente te duermes después del sexo.

— Un poco. No sé, creo que hacerlo me cansa.

— Eso pasa cuando te haces viejo.

— Akira...

— Hola Tanabe.

— ¿Acaso tú no estás cansado después del sexo?

— Lo normal. A veces quiero dormir, pero otras no concilio el sueño tan fácil. Hoy dormí una hora y tú casi tres. Ya es más de medio día.

— Akira, cuéntame, qué has hecho que yo no sepa — intento cambiar el rumbo de la conversación, si esta sigue llegará a preguntar por mi salud y mi alimentación, cosa que no quiero.

— No mucho— suspira. Es como decir "si te lo dijera ya no tendría secretos y eso me fastidia, pero eres tú y a ti no te guardo nada". — Sólo tengo un amante. Es un chico de cabello negro y piel algo bronceada. Le gusta el sexo. Es un enclenque pero tiene un buen cuerpo. Le gusta mantenerme despierto y darme de comer. Es fan de la comida pero es igual a un chef, sirve de apoco y solo prueba sus alimentos. Dice que espera un hijo mío... Tú qué dices, ¿Le creo? No es que no confíe en él, pero siempre tengo la sensación de que será más suyo que mío. Eso me aterra un poco, sabes, yo soy huérfano, por mucho tiempo soñé con tener una familia pero ahora ese mismo pensamiento no me deja— acaricio su cabello. Akira besa mi estómago —. Estás muy flaco, ¿Acaso no comes? ¿Cuántos meses llevas ya? ¿Cuatro? ¿Cinco? Tu vientre es por demás plano.

— Dieciséis semanas. Eso te pasa por hacer cambio de turno a último momento. El bebe está bien, hay caso así, donde el vientre no crece pero el bebe nace sin contratiempos. El doctor dijo que por ahora lo único que tengo que hacer es no descuidarme. Y sí, estoy comiendo.

Oímos el graznido de un cuervo y ambos miramos a la ventana. No vemos nada, o por lo menos yo no veo nada. Las cortinas están corridas y dejan entrar la claridad del día afuera, esa luminosidad que te provoca sentimiento de culpa al estar desperdiciando un hermoso día dentro.

No estoy seguro del por qué pero inmediatamente después de eso me siento sobre la cadera de Akira y comienzo a besarlo. No es uno de esos días donde disfruto sobre él, sino donde él disfruta lo que yo quiero. Entonces volvemos a tener sexo. Tengo que aclarar que las cosas son muy distintas cuando él está abajo. Akira es casi un masoquista en lo que trata de yo-sexo-él, mientras que en él-sexo-yo las cosas son más suaves. La primera vez que estuve sobre Akira quede completamente exhausto por todo lo que hice. No entraré en detalles pero aún me sorprende que después de todo eso no tenga ni una sola marca en la piel. Además de que usualmente lo muerdo o le clavo las uñas...

 

 

— ¿Eso es todo?

— Claro, ¿qué falta?

— Recuerdo haber pagado por más.

— Quien pagó fui yo.

— Ese no es el punto. Yo subí al carrito un montón de frituras, pero solo veo las papas de bolsa, las paletas de cereza, los chicles de sabores y lo panecillos. No encuentro los chocolates ni los caramelos de miel. Akira, por favor, regresa y ve que ocurrió. Mientras iré acomodando la compra en el carro.

Akira gira los ojos, ya debería estar acostumbrado a estas cosas, digo, a tratar con un embarazado mañoso. Y vale la pena aclarar, que el hecho de que esté embarazado sólo aumenta lo mañoso que soy. En fin, regresa a la tienda mientras yo juego tetris en los asientos traseros.

— Hola.

Escucho una voz y miro fuera del auto. No veo a nadie.

— Aquí, onni-chan.

Escucho unos zapatos moverse y decido salir.

Es el niño que llevé al hospital hace más de dos meses. Viste un overol azul pavo y una camisa de mangas cortas blanca. Su cabello está entre de un lado, para atrás y de frente: está despeinado...

— Hola, onni-chan.

— Hola — respondo y busco algunos dulces entre las bolsas. — ¿Cómo estás?

— Bien, gracias. Te agradezco lo que hiciste por mí, si no fuera por onni-chan no podría estar aquí — encuentro una bolsa de papas y se la doy — ¿Es para mí?

— Si, toda tuya.

— Muchas gracias onni-chan.

— Oye, ¿Cómo te llamas?

— Soy Ruki.

— Yo soy Yutaka Tanabe, pero puedes decirme simplemente Tanabe.

— Nee, onni-chan, tengo que irme. Adiós y gracias, algún día te lo pagaré.

Una de las bolsas cae al piso de auto y volteo en reacción, cuando regreso la vista a Ruki, este ya no está.

 

Akira conduce tranquilo mientras yo leo la sección nutrimental de las frituras.

Sí, estoy que me caigo de aburrido.

— ¿Por qué tan entretenido con eso? ¿Tan interesante es? — pregunta insulso.

— No realmente. Es muy aburrido.

— Si estás aburrido porque no hablas conmigo. No sé, juguemos a veo-veo.

Giro lo ojos. Akira no tuvo infancia...

— Oh, cierto. Vi al niño de hace dos meses.

— ¿Qué niño?

— El que llevé al hospital y se escapó.

— Ah, ese. ¿Y qué pasó?

— Me dio las gracias. Sabes, creo que no está siquiera cerca de estar en adopción. Su ropa era de una de esas escuelas privadas que tienen de jardín de niños hasta universidad.

— ¿Cómo sabes eso?

— Yo usé el mismo uniforme.

— Niño rico...—dice— No deberías tratarlo como si fuera un animalito. Es un humano, y aun si lo fuera tiene derechos.

— Lo sé. Lo sé. Pero... ¿Cómo te fue con la ponencia en la universidad? — Ya me hacía falta un buen cambio de tema.

Akira no es del tipo de personas que se para frente a otras a presentar algo, ni siquiera le gusta hablar frente a mi familia cuando están todos juntos. Pero, por cosas de trabajo tuvo que hacerlo. La empresa donde Akira trabaja tiene un convenio con la Universidad B, los alumnos pueden hacer prácticas dentro de esta, la empresa los dota de algunas cosas y los capacita en las áreas que necesita para así, contratar a los de mejor rendimiento... O algo por el estilo.

— Yoshida canceló en el último momento y tuve que dar la conferencia yo solo, pero ya sabes eso.

— Sí, sí, quiero detalles extraños. No sé, ¿qué tal darle clases a un puñado de universitarios?

— No fueron clases, solo fue una ponencia sobre cómo usar el programa con el que hago tus animaciones. Los chicos que se acercaron a mí eran de Diseño, Programación, uno de Fotografía y otro de Animación 3D. Nada relevante. Aún cuando alguno de esos chicos pudiera hacer prácticas en la empresa: uno, las prácticas no son en mi departamento; dos, sólo uno de ellos estaba en segundo, el resto era de primero. No hay nada de raro en eso, fui una cobaya durante un rato pero no seré responsable de nadie.

— Nee, ¿Me dejarías por algo de esa carne cruda?

— ¿Esa carne cruda?

— Si, esa carne cruda.

— Técnicamente tú eres carne cruda.

Notas finales:

Creo que en total son cuatro capitulos narrados por Reita(el anterior a este y el sguiente entre ellos). No se me ocurre qué más decir así que nos vemos en dos semanas. Si siguiera publicando semanalmente habría dejado mal a muchos por los pendientes de tener una vida adulta (?) toda la semana pasada no fui a la universidad por trabajar y estos tipos aún no me pagan ><

Saludos!


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