Las cortinas se movían suavemente al compás del suave vendaval, dejando que el dulce aroma de los cerezos se colara por la habitación, los colores anaranjados y azulados se pintaban con sutileza en el manto del cielo, mientras que dejaban que el sol se ocultara lenta y suavemente.
Ya habían pasado tres semanas desde que dieron de alta al rubio y a sus dos hermosos gemelos, dos pequeños y hermosos varoncitos, de nombre Takeshi y Sora, los dos con el cabello tan negro como los de su progenitor, mientras que sus bellos ojos se mantenían ocultos debajo de sus pequeños párpados.
Casi y no podía creer que había pasado por mucho, creyendo haberlo perdido todo, su familia a su padre, sonrió suavemente al recordar el día en que conoció al bastardo de su esposo y no se arrepentía de nada.
Los dos pequeños varoncitos se encontraban profundamente dormidos, cada uno al lado del otro, tan tranquilos como si aún estuvieran dentro del vientre de su oto-chan, siendo observados fijamente por los ojos azules de Naruto; el doncel acaricio con demasiada ternura los cabellos azabaches de sus dos pequeñitos, sonriendo al ver como los pequeñitos fruncían sus ceños al igual que su padre varón.
Sonrío suavemente y se dejó cerrar sus añiles ojos al sentir como unos fuertes brazos le rodeaban la cintura, dejando que el aroma a canela del moreno le invadiera sus sentidos, Sasuke apoyo su quijada sobre los cabellos rubios del doncel, repartiendo suaves besos por su cabeza.
-¿De qué ríes, Dobe? –El moreno había fijado sus gemas azabaches sobre los dos pequeños cuerpecitos de sus pequeños, llevando suavemente su mano para acariciar las barriguitas de los menores, observando como estos empezaban a removerse inquietos, pero sin querer abrir sus ojitos.
-Se parecen mucho a ti, Teme. –El doncel acarició suavemente las mejillas de los pequeños gemelos, riendo ligeramente al ver como fruncían sus ceños al igual que su padre varón.
-Pues yo creo que tendrán tus ojos, amor mío.
-¡¿Tú crees-ttebayo?!
-Claro, solo míralos. -El moreno dio un pequeño beso en el lobulo de la oreja del doncel, para luego posar sus orbes oscuras sobre los dos pequeños cuerpecitos de sus hijos, acarició suavemente las pancitas de los recien nacidos. -Es tan raro pensar que esas dos pequeñas cositas estaban dentro de ti y que ahora lloran más fuerte que la misma alarma de incendios.
-¡Teme! No seas malo con tus hijos-ttebayo. –El menor apoyo su cabeza sobre el hombro del moreno, dejando que el mayor pasara suavemente sus labios por todo su cuello, pero inmediatamente el doncel se separó al soltar un suave jadeo, pero no rompió el abrazo.
Los padres primerizos se quedaron quietos al ver como los gemelos abrían lentamente sus pares de ojitos, dejando ver aquellas perlas de un azul plomizo, mientras soltaban suaves bostezos, levantando sus pequeños bracitos con dirección a sus progenitores, Sasuke sonrió suavemente y acercó sus labios al cuello del menor.
-Te lo dije. –El doncel movió ligeramente su cabeza, dándole más espacio para que los labios del moreno siguieran repartiendo más besos. –El doctor ha dicho que poco a poco sus ojos irán cambiando de color. –Naruto sonrió lentamente, llevando su mano para tocar la mejilla de los pequeños y sin perder su oportunidad apretó suavemente la mejilla de los pequeños, viendo emocionado como estos formaban pucheros en sus pequeños labios y fruncian ligeramente sus ceños.
-¡Dobe! ¿Por qué hiciste eso? –El moreno tomó en brazos al pequeño Sora, quien había empezado a llorar fuertemente, arrugando su ceño y frunciendo sus labios, molesto por el tacto de su oto-chan.
-Es que Teme, míralos. Se parecen mucho a ti-ttebayo. –El varón soltó un suspiro cansino, al ver como su rubio esposo miraba hipnotizado a su pequeño niño, manteniendo una sonrisa boba en su rostro. El mayor negó suavemente, mientras empezaba a arrullar suavemente al más pequeño.
El doncel tomó suavemente a Takeshi, acunándolo en brazos, cuando percibió que el otro varoncito iba a comenzar a llorar por atención; para sentarse en una de las sillas mecedoras para darle de comer, mientras sentía como el moreno hacia lo mismo con el pequeño Sora, los pequeños gemelos prendieron sus pequeñas bocas en el pico del biberón para absorber su segunda comida del día.
-¿Cómo esta Itachi-nii? –El moreno sonrió suavemente al recordar los fuertes antojos que empezó a tener su hermano.
-Hace un rato vi a Nagato correr con un pote de helado de natilla y un poco de frambuesas. –Sasuke acomodó al pequeño Sora, en sus brazos para poder darle de comer, mientras que el menor fijó sus orbes azules en el cuerpo de su esposo y sonrió suavemente al verlo tan ensimismado dándole de comer a su pequeño niño.
Arrugo levemente su ceño al pensar que se sentiría desplazado por sus pequeños niños, sabía que él era demasiado celoso con las atenciones de su esposo, ya que ni siquiera le daba permiso para salir a la esquina solo; pero volvió a sonreír cuando el pequeño Takeshi abrió sus ojos y volteo a ver a Sasuke, alzando sus bracitos, mientras Sora hacía lo mismo.
Los jóvenes padres se intercambiaron a los bebés, mientras seguían siendo alimentados, el rubio fijó sus orbes azules al pequeño parque que se encontraba al frente de su casa, viendo como los niños corrían detrás de un pequeño balón.
El moreno siguió la mirada de su esposo, imaginando ver a sus dos pequeños niños jugar del mismo modo que ellos, pero cuando regreso su vista a su rubio, frunció levemente su ceño al verle soltar ligeras lágrimas.
-¿Qué pasa, amor?
-No quiero que crezcan-ttebayo. –El moreno se sentó cerca del doncel, para tomar delicadamente una de sus manos. –Los quiero tener así pequeñitos por siempre.
-Oh! Mi amor, pero para eso podremos tener más hijos.
El doncel golpeó suavemente el pecho del moreno, sintiendo como sus mejillas empezaban a tornarse de un color rojo carmín, frunció su ceño al escuchar la ligera risa del varón.
-Eres un teme. Tus hijos te están escuchando-dattebayo
-Mi kitsune, nuestros hijos tienen tres semanas, no van a recordar ni un momento de todos sus primeros meses.
El menor quiso seguir discutiendo, pero se puso de pie para caminar detrás del moreno al escuchar como la puerta principal de su casa se abría
-¡Sasu-ojiisan, Naru-ojii-san!. -El pequeño Haru corrió escalera arriba, topandose con las largas piernas de Sasuke, quien le hizo una seña para que no siguiera gritando.
El moreno se agacho a la altura del niño, dejando que sus ojitos negros miraran embelesados el cuerpecito del pequeño varón.
-Tío, yo quiero jugar ahorita con ellos.
-Mi niño, aún son muy pequeños para correr contigo, pero ahorita están despiertos; podrías quedarte con ellos en la cama.
El pequeño doncelito caminó emocionado detras de Naruto, ingresando a la habitación de la pareja, el pequeño Haru ayudo a colocar muchas almohadas alrededor de la cama, para evitar cualquier caía de los menores.
Sasuke dejó a su pequeña familia junto a Obito, e ingresó a la cocina encontrando a Kakashi en la cocina preparando té de jazmín, y un pequeño pastel se naranja y nuez, mientras que las voces de Itachi y Nagato llenaban toda la pequeña sala.
-¿Sigue con los antojos?
-Cada día se vuelve peor. -El moreno se sentó en una de las altas bancas, apoyando su cabeza sobre sus manos, cerró lentamente sus ojos, recordando lo mucho que sufrio cuando su rubio empezó con los primeros sintomas.
-¡Te odio! -El moreno abrió sus ojos al escuchar el sollozo de su hermano, mientras que al instante los brazos del doncel cruzaron su cuello. -Él me odia, Sasu-chan.
-Ya, ya Ita-chan. Nagato no te odia, solo dale tiempo para que conaiga todas las cosas que le pides. -El menor palpó suavemente la cabeza de su hermano, escuchandole sollozar entre la curvatura de su cuello.
-¿¡Por qué mi bebé está llorando!? -El moreno doncel se paró de prisa para correr y esconderse en los brazos de su padre.
-¡Oto-san! -Sasuke soltó un suave suspiro, pidiendo por la vida de Nagato; al ver como su padre le lanzaba una fría mirada al pelirrojo.
Minato se hallaba apoyado en la baranda del balcón, aspirando el suave aroma de los cerezos, que emanaban de los grandes árboles que rodeaban el jardín, sus ojos azules se posaron sobre los colores pasteles que adornaban el cielo.
Cerró lentamente sus ojos al escuchar el ruido de los niños que jugaban en el parque del frente; le parecía mentira que ya hubiese pasado tres meses desde que se reencontro con su pequeño niño, tres meses donde le hicieron doblemente abuelo, pero no tenía porque quejarse,los pequeños eran tan parecidos a sus padres que constantemente peleaban para llamar su atención; tambien habían pasado tres meses donde junto a Fugaku compraron una enorme casa, con un enorme patio, donde los más pequeños de la familia pudieran jugar; donde ya no se preocupaban tanto por trabajar sino por ganar más tiempo en familia, soltó un suave suspiro satisfecho, por haber reencontrado con lo que una vez pensó perdido.
Sonrió suavemente al sentir como unos grandes brazos le rodeaban su cintura, sintiendo un escalofríos al percibir los labios del mayor sobre su desnuda piel.
-Fugaku. -El rubio intentó separarse pero aquellos brazos se aferraron con más fuerza, sintienso el rapido latir del corazón del moreno sobre su espalda. Relajó sua músculos, sintiendo el aroma varonil del moreno.
-Vengo de ver a los niños. Y ese Nagato está haciendo llorar a mi bebé. -El rubio quiso reír al escuchar la voz molesta del moreno y casi podía jurar que eataba formando un gracioso puchero, mientras que fruncía su frente.
-Eso es normal, los varones no estamos acostumbrados a soportar los antonjos de los donceles, ni el de las mujeres.
El moreno frunció suavemente su ceños, haciendo el agarre en la cintura del rubio un poco más fuerte, escondió su rostro en el cuello del menor, aspirando su aroma varonil, mientras que poco a poco mostraba una leve sonrisa.
-¿Te imaginas tener a nuestro propio pequeñito?
-Somos dos varones, no podemos. -Fugaku volteó al rubio sin soltar sus brazos de la cintura, dejando que el rubio, siendo pocos centimetros más bajos, rodeara su cuello con sus brazos.
-¿Qué sugieres?
El moreno sonrió ante la mirada luguriosa que le mostró el rubio, dejando que sus labios se juntaran en un suave y demandante beso; el moreno dejó que Minato invadiera su boca con su lengua, sintiendola recorrer toda su cavidad.
-Te llenare de mí, hasta que quedes embarazado. -Minato sintió como sua mejillas se tornaban de un color carmín, mientras que sus orejas empezaban a quemarles, golpeo suavemente el pecho del mayor, intentando en vano separarse de él.
Mordió suavemente el labio inferior del rubio, escuchando como este soltaba un leve jadeo de molesti y sonrió prepotente al ver como fruncia su ceño, pero no fue motivo para alejarse; Minato apoyó sus manos sobre el duro pecho del moreno para tirarlo sobre el mullido colchón, se arrodilló a horcadas sobre su cintura.
Fugaku apoyo sus manos alrededor de la cintura del rubio, dejando que los delgados dedos del menor acariciaran su fina camisa, sintiendo como sus uñas acariciaban su piel desnuda, Minato apoyo suavemente sua labios acariciando y besando toda aquella lampiña piel, sintiendo como los dedos del moreno acariciaban sus cabellos rubios.
El menor sonrió al oír como el moreno soltaba un fuerte jadeo, mientras que sus dos prominentes excitaciones se rozaran entre las telas, Fugaku colocó sus manos sobre el trasero del rubio, intentando quitar aquella prenda.
Minato se separó del pecho del moreno, dejando ver sua claras pupilas cubiertas por una fina capa de lujuria, lentamente llevo sus dedos para desabrochar el pantalón del mayor, observando embelesado como el miembro luchaba por salir de la ropa interior.
Lentamente llevó su lengua por sus labios, sintiendo como las manos desesperadas del mayor se movían sobre su cuerpo, para empezar a desnudarlo. Fugaku volteó el cuerpo del rubio para quedar él encima, quitándole con desesperación todas sus prendas, incluida su ropa interior, acarició con su dedos toda la extensión del falo del rubio, acariciando y jugando con los bellos rubios de su pelvis, el rubio soltó un jadeo al sentir como el mayor introducia su miembro en su boca.
Minato llevó sus dedos hasta el cabello del mayor para hacer las penetraciones más rápidas, intentó acallar un jadeo al sentir como un dedo iba inteoduciendose en su cuerpo, empezó a removerse inquieto, intentando que el siguiente dedo que lo penetro ingresara más profundo.
-Veo que estás muy desesperado. -El rubio rugió disconforme al sentir como la atención en su miembro había desaparecido con demasiada rapides.
De pronto el moreno se vio nuevamente con su espalda contra el colchón y el rubio encima de sus caderas; sonrió arrogante ante la mirasa desesperada que mostraba el rubio, frunció levemente su ceño al sentir como su miembro era aprisionado suavemente por la mano del menor.
Lentamemte Minato llevó el prominente y erecto miembro de Fugaku para apoyar la punta sobre su entrada, para en un abrir y cerrar de ojos penetearse; el menor ocultó su rostro fuertemente enrojecido en el cuello del moreno, sintiendo las suaves caricias de los dedos en su cuello.
Cuando Fugaku empezó a embestirlo con fuerza, sentándolo, haciendo que el rubio rodeara su cintura con sus piernas.
La habitación empezó a llenarse de fuertes gemidos, mientras que el olor a sudor y semen iba mezclandose con el olor a tierra mojada, dando indicios de una fuerte lluvia.
Los dos varones soltaron fuertes gemidos al sentir como sus escencias se esparcían entre ellos, Minato cayó rendido sobre el cuerpo del moreno, dejando que este le rodeara su cintura con sus brazos, cayendo así en un profundo y agradable sueño.
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