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Nuestro amor por girlutena

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Notas del capitulo:

Bueno...antes que todo, quisiera agradecerles por leer esta historia, nunca pensé hacerla tan larga.

Sé que no lo avize, pero yo tampoco lo sabía, creo que este es el final de esta historia T_T

así que... Muchas gracias por todo su apoyo y sus comentarios

Pasando mis dedos fríos por tu  pecho fuerte y desnudo, escuchando el latir de tu corazón, sintiendo como latía rápidamente, mientras soltabas suaves gemidos, sonreí al saber que era yo, el único que podía causar esto en ti.


Mientras que con tu brazo apresabas mi fina cintura, mientras que dejaba que tu nariz se paseara por mis rubios cabellos, pasándolos suavemente por mis finas orejas y la desnuda piel de mi cuello, causándome cosquillas.


-¿En qué piensas? –Tu voz adormilada, seguía siendo tan varonil había cambiado para volverse más ronca y delirante para todos mis sentidos.


-¿De verdad pensaste que iba a dejar que te vengas solo? -Delineé tus músculos con las yemas de mis dedos, pasándolos sobre tus pezones que ya estaban erectos y pasé suavemente mis labios por aquellas pequeñas protuberancias, sacándote varios suspiros.


Acariciaste mis rubios cabellos y besaste mí frente a la vez que soltabas un suave y frustrado gemido, me removí inquieto entre tus brazos al sentir como tus dedos juguetones bajaban por mi espalda baja, introduciéndose por debajo de mi ropa de dormir, acariciando el anillo de mi entrada.


-Tan solo me asustaste, Dobe.


-Teme. –Mi voz salió con un fuerte gemido y apoye mi rostro en tu pecho, siendo abrigado por tus fuertes brazos.


-¡To-chan! ¡To-san! –Dos pequeños niños de tres años entraron sin tocar a la habitación, saltando a nuestra cama, la que compartíamos por más de seis años.


Los dos niños eran la perfecta combinación entre tú y yo. Con sus ojos de un color azul, que se podía confundir por el mismo cielo y sus cabellos tan negros como el mismo ébano.


-¡To-chan, To-san prometió llevarnos al lago!


-¡Sí! ¡Iremos a  pescar! –Sentí como ocultabas tu rostro en la curvatura de mi cuello, soltando un suave bufido, mientras que sentía un fuerte escalofríos al sentir como tu dedo se introducía en mí, para luego retirarlo con demasiada rapidez.


Los dos niños empezaron a saltar alegremente en la cama, sin importarle tirar las desordenadas sábanas al suelo, nos rodearon con sus cortas piernecitas y sus bracitos, mientras tú intentabas pararlos con cosquillas, sus risas tan alegras y contagiosas empezaron a llenar toda la habitación.


Miré al que era mi esposo por siete años y sus ojos brillaban al ver a nuestros niños, jugar con ellos; eres el mejor amigo, el mejor novio, el mejor esposo, padre que siempre soñé.


Tengo que ser sincero, al principio me dio algo de celos, que la atención que tenía con el teme se halla dispersado con esos dos pequeños. Con esas dos pequeñas cositas que eran parte de nosotros, eran fruto de nuestro amor. Pero sabía que él los amaba como me amaba a mí y yo haría todo por mis niños al igual que con mi esposo.


Pude escuchar un gemido tan bajito, me puse de pie lenta y silenciosamente sin querer detener la diversión de mis niños y caminé unos cortos pasos, acercándome a una pequeña cuna de metal, quité suavemente el dosel que lo cubría; donde yacía dormido mí otro bebé, un pequeño de unos nueve meses.


Tan idéntico a su padre varón, con aquellas pestañas tan largas y negras que cubrían sus párpados cerrados, su pequeña mata de cabello azabache, acaricie tiernamente su nívea mejilla, riendo bajito al ver como fruncía su ceño y sus labios tan rosados, creando un tierno puchero.


 


Pero él era igual a mí, con aquella capacidad y el don de dar nuevas vidas y nadie le juzgaría por nada, tendría los mismos derechos que las demás personas, sería educado con las mismas normas que los mismos varones. Y eso tú me lo habías prometido.


Acaricie suavemente sus sedosos cabellos, sonriendo maternalmente, ante la familia que había llegado a formar, cerré lentamente mis ojos al darme cuenta que todo había regresado a la forma en la que yo tanto deseaba que fuese.


De pronto tus fuertes brazos rodearon mi vientre, besando mi cuello, sentía como el calor de tu pecho desnudo traspasaba la fina tela de mi camisón, que en realidad era tu camisa, que había cogido prestada.


Nuestros dos hijos se asomaron de puntillas en la cuna, agarrándose fuertemente para no caer, viendo como nuestro pequeño Masaru abría sus grandes brunos ojos, dejando ver aquel hermoso brillo que mostraba cada vez al sonreír.


 


Alzando sus pequeños bracitos para que lo cargue en brazos, mostrando su hermosa sonrisa sin dentadura y así lo hice, lo tomé delicadamente entre mis brazos, apoyando su cabecita sobre uno de mis brazos; su cuerpecito era tan delicado.


Tus labios se posaron sobre mi cuello, acariciaste los cabellos de tu pequeño bebé, besándole con total ternura, sentí tu suave aliento acariciar la piel desnuda de mi cuello, reí bajito al ver como los gemelos alzaban sus bracitos para ver al bebé.


Sasuke los cargó a cada uno en un brazo diferente; esta era mi familia, la que yo había escogido.


-Es muy bonito.


-Es igual a to-san. -Los gemelos se miraron tan solo entre ellos y asintieron a la par, mostrando una mirada seria, para luego sonreírnos suavemente. Todos sabíamos que ellos mantenían una relación única, una en la que nadie podía entrar.


-To-san ¿Vamos a ir al lago? –Takeshi miró a su padre varón, mientras que Sora se acercaba donde el doncel para observar con delicadeza al pequeño bebé.


-Claro mi niño. Pero tenemos que esperar a tus tíos.


-Pero tío Itachi está volviendo loco a tío Nagato.


-Eso es cierto. –Sasuke acarició juguetonamente los cabellos de Sora, mostrándole una pequeña y sincera sonrisa.


-Sora, eso no es cierto. –La familia voltearon sus rostros para ver en el umbral de la puerta a Fugaku, quien vestía con un pantalón negro ancho y de bolsillos y un polo blanco, viéndose más joven de lo que en realidad aparentaba.


-¡Abuelito! –Sasuke dejó a sus hijos sobre el suelo, sonriendo suavemente al ver como su padre alzaba a cada uno de sus niños con sus brazos.


-¿Dónde está el abuelito Minato? –Sora abrazó fuertemente el cuello del mayor, dejando que su hermano se acomodara en el otro brazo.


-Soy demasiado joven para que me digan abuelo.


Naruto rió al ver el aura deprimida de su padre, quien rápidamente tomó en brazos a Takeshi para colocárselo sobre los hombros y salir de la habitación; el doncel se acercó hasta la pequeña mesita escuchando los pasos de su esposo detrás suyo, colocó suavemente a su pequeño Masaru, dejando que Sasuke jugara y le quitara el pañal al pequeño.


-¿Quién es el bebé más hermoso? -El rubio volteó su mirada para observar como su esposo le hacía cosquillas sobre la pancita del doncel, haciéndolo reír fuertemente.


 


Naruto cerró suavemente la tapa de la canasta de mimbre donde había guardado la comida para el almuerzo, soltó un suave suspiro, salió de la cocina, viendo como Sasuke bajaba las escaleras con Masaru en brazos y la bolsa donde guardaban las cosas del bebé, no tan lejos podía escuchar las risas de Miku, la de sus hijos y la de Ryu, celando a su hermano mayor, mientras que el pequeño Haru un doncelito de casi dos años y medio, con sus cabellos rojos con los de su padre Nagato y sus ojos tan negros como los de Itachi, era tan delicado y tierno que era protegido por todos sus primos varones.


Caminó lentamente para acercarse donde Kakashi quien le ayudó a guardar la canasta, viendo que Itachi se acercara al auto para guardar la mochila de su hijo.


-¡Tío Sasu! dile a Takeshi, a Sora  y a Ryu que dejen de molestarme. -Los presentes voltearon sus rostros para ver al varón arrodillado al frente de su pequeño sobrino, sujetando fuertemente a Masaru con un brazo, acarició suavemente los sedosos cabellos de Miku.


-Mi pequeño. –Sasuke mostró una extraña sonrisa que pasó de ser percibida por el menor. -Yo tampoco voy a dejar que tengas amigos varones. -Luego besó tiernamente los cabellos del doncel para acercarse donde su esposo, dejando al menor con una mirada contrariada, dejando escuchar las voces de los más pequeños.


-Nee, Teme. –Naruto recibió el bolso del bebé, para colocarlo sobre el asiento trasero del auto. –Sabes que Masaru también va a crecer y va a querer una familia.


-Eso nunca, mi vida. –El menor no pudo evitar fruncir su ceño, al escuchar la voz de su esposo. –Masaru irá a una escuela de monjes. –Naruto sintió como si le cayera agua fría, viendo como Sasuke sonreía y besaba los cabellos del más pequeño.


-Pobre de Sasuke, sufrirá cuando el pequeño Masaru crezca. –Naruto no pudo estar más de acuerdo con las palabras de Kakashi.


 


Los más pequeños corrían por la orilla del lago, riendo y mojándose entre ellos; mientras Naruto, quien yacía sentado debajo de un gran árbol de cerezos, les veía jugar, sonrió suavemente al ver como los niños se divertían, mientras escuchaba las voces de su padre conversando amenamente con Obito; con su mano derecha movía suavemente la sillita donde estaba el más pequeño doncel.


El sol se estaba escondiendo por detrás de las altas montañas, dejando que el viento soplara suavemente, dejando mover los pequeños cabellos de su hijo, soltó un suave suspiro, mostrando una hermosa sonrisa en su rostro al ver como el pequeño levantaba sus manitos para atrapar los pequeños pétalos rosados, mientras soltaba suaves quejidos frustrados al ver que no podía atrapar ninguno; a lo lejos podía ver como Sasuke discutía de algunas cosas con Itachi, mientras los demás hacían oídos sordos a sus infantiles discusiones.


En todos los años vividos, había tenido un millón de peleas con el moreno; algunas giraban en torno a la hora que llegaba del trabajo, otras porque no pasaban demasiado tiempo juntos, otras porque pasaba más tiempo con los niños que con él y otras porque ya no solían hacer el amor como antes.


Claro que todas ellas eran excusas para que el moreno le trajera chocolates, excuzas para que llenara la casa con globos de diversos colores y estaba seguro que Sasuke sabía de todo aquello. Habían aprendido a valorarse entre los dos, habían aprendido a sobrevivir entre los dos.


Porque el amor para ellos, era no caer en la rutina, amarse todos los días como la primera vez y un poquito más.


Sus mejillas se tornaron de un rosa ligero al sentirse observado por aquellas gemas azabaches, bajo su mirada hasta la de su pequeño, que yacía tranquilo sintiendo el suave vendaval en su cuerpecito; mientras que sus grandes cuencas negras le miraban penetrante, al igual que el del varón.


El día había terminado con demasiada calma, en la casa de Nagato e Itachi, dejando a los más pequeños dormidos en las camas, mientras Obito y Nagato se encargaban de preparar el café. Sasuke tomó suavemente la mano del doncel y lo sentó sobre sus piernas, rodeándolo con sua brazos alrededor de su fina cintura, apoyó su cabeza sobre el hombro del menor, escuchando la conversación que mantenía su padre con Kakashi y Obito.


El menor apoyó su cabeza sobre el pecho del moreno, cerrando sus ojos, soltando un suave bostezo.


-Teme, vamos a casa. -El mayor asintió suavemente.


 


Naruto caminó suavemente por los pasillos del segundo piso de su pequeña casa, llevando en sus brazos del cuerpo dormido de su pequeño bebé; besó suavemente sus cabellos azabaches, después de ponerle su fina pijama y acostarlo en su pequeña cuna, lo cubrió con la delicada manta de color azulado con bordados dorados.


Se acercó lentamente hasta la ventana, observando las estrellas que brillaban alumbrando el manto negro, mientras que la luz de la luna ingresaba suavemente, iluminando el interior de la habitación; su azulina mirada giró lentamente hasta el umbral de la puerta, viendo como su esposo caminaba lentamente con los gemelos en brazos, rió bajito al imaginar el ceño fruncido de Takeshi y los suaves ronquidos de Sora.


Acarició suavemente la barriguita de su pequeño, sintiendo la suave respiración, para salir de la habitación en silencio y caminar hacía la suya; cepillo suavemente sus rubios cabellos, mientras veía su rostro en el espejo de su tocador.


Pudo notar un brillo especial en sus iris azules, sonrió y rió suavemente; al recordar los gritos histéricos de Itachi hacía Nagato. Donde después de una larga charla y escuchar los quejidos de Fugaku, todos concordaron de que el doncel moreno, estaba embarazado.


Abrió lentamente el pequeño cajón de su cómoda y tomó entre sus manos la pequeña cajita de metal, grabada a fuego vivo las insignias de la familia Namikase y Uchiha, formando su perfecto Ying Yang.


Acarició suavemente las grabaciones, sintiendo el relieve en las yemas de sus dedos, cerró lentamente sus ojos al recordar el día en que el moreno le regalo aquel pequeño cofre.


 


Ese día, él se había levantado con el pie izquierdo, ese día Masaru se había despertado llorando desde muy temprano en la mañana, se había olvidado de hacerles el desayuno a sus pequeños, se había olvidado de corregirles sus tareas, le había gritado unas cuantas cosas a Sasuke y al final; cuando el moreno llevó a los gemelos a la escuela, él se quedó llorando en un rincón del cuarto del bebé.


Cuando se quiso dar cuenta la tarde ya había llegado y él no había preparado el almuerzo, pero rápidamente se olvidó de eso, cuando leyó el mensaje de Sasuke, diciéndole que no se preocupara por la comida. Llenó de cólera consigo mismo, tiró su celular y gritó frustrado al escuchar como las pequeñas cosas de la mesita se caían al suelo, pero rápidamente se puso de pie al escuchar llanto de su pequeño.


Calentó la leche del pequeño, mientras este jugaba con un peluche de felpa que le había regalado su padre varón, soltó un suspiro cansado y triste al escuchar el motor del auto del moreno, apagarse.


La puerta se abrió lentamente, mientras escuchaba los pasos calmados y sincronizados de los gemelos, quiso llorar al saber que ellos se comportaban de esa forma para no hacerlo enojar.


-Buenas tardes, Oto-chan. -El rubio les sonrió pero Takeshi se encontraba haciéndole muecas a Masaru, mientras Sora esperaba a su padre para cerrar la puerta principal.


-Takeshi ¿Ya han almorzado? -El menor volteó a ver a su papi y se dio cuenta que sus hermosos ojos azules se encontraban hinchados.


-Padre pidió comida en el restaurante familiar.


Naruto asintió suavemente y vio que Sora entraba a la cocina con unas bolsas con envases de comida, sonrió suavemente al ver como sus niños, aun pequeños, iban volviéndose independientes. Agachó su mirada al escuchar como la puerta principal se cerraba suavemente, se mordió el labio inferior al sentir la atmosfera pesada y todo por su culpa.


-Buenas tardes, Naruto. -El menor que yacía de espaldas, quiso llorar al escuchar el saludo tan escueto del mayor y luego escuchó como sus pasos se alejaban de la cocina.


-Papi, puedes ir a descansar.


-Nosotros nos encargamos de Masa-chan.


Naruto quiso sonreír al ver como los gemelos se volvían coordinados hasta en la perfecta forma de hablar, soltó un suave suspiro y dejó la mamila sobre la mesa, tan solo para que le den de comer; subió lentamente a la habitación oyendo el agua de la ducha correr.


Sin darse cuenta, cayó dormido; cuando abrió lentamente sus ojos, pudo sonreír al ver la brillante luna, se removió entre las mantas de la cama y se sentó despacio, talló suavemente sus ojos con el puño de su mano y salió de la habitación, caminando despacio hasta llegar a la habitación del más pequeño.


Vio como las cosas que antes yacían esparcidas sobre el suelo, ahora ya no se encontraban en ninguna parte, corrió buscando una pequeña joya, pero no la encontró, corrió hasta su habitación y empezó a abrir varios cajones, caminó despacio hasta que cayó sobre el mullido colchón y cubrió su cabeza con la almohada.


-Sé que no paso mucho tiempo con ustedes, pero nunca olvides que te amo. -Por fin, el menor pudo dejar salir un quejido lastimero, al sentir la cálida mano de su esposo sobre su cabeza, sintió como los brazos fuertes de Sasuke lo tomaban para sentarlo sobre sus piernas y escondió su rostro en la curvatura del cuello al sentir los suaves besos sobre su piel.


-No lo olvido, es solo que. -El menor cayó al sentir los labios del moreno sobre los suyos.


-Esto es para ti. -Naruto abrió sus azules ojos y desenvolvió el pequeño paquete, sintiéndose emocionado al ver los dos emblemas de lo que significaba su familia. -Porque tú eres mío y yo soy tuyo.


El mayor coloco su frente sobre la del menor, mostrando una pequeña sonrisa al ver las lágrimas emanar de las cuencas azules.


-Lo siento, lo siento tanto. -El menor abrazó con fuerza el cuello del menor. -Te amo tanto, tanto-dattebayo. -Sasuke acarició con suavidad la espalda de su joven esposo, besando sus rubios y sedosos cabellos.


Rió al ver como el menor abría el pequeño cofre, encontrando la pequeña alianza que los unía terrenalmente, lo que simbolizaba la unión perfecta, una unión consagrada por Dios y por los mismos hombres.


Las lágrimas de Naruto volvieron a emanar con fluidez, sintiendo los suaves besos por todo su rostro, sonrojándose al sentirse despojado de sus ropas y sentir los labios del mayor recorrer toda su desnudez.


Sintiéndose extasiado al poder soltar fuertemente sus gemidos al saber que sus niños se encontraban con Obito.


 


Sintió sus mejillas sonrojarse al recordar los detalles de aquella noche, negó lentamente, intentando bajar la temperatura de sus mejillas y viró su rostro al escuchar la puerta del baño que era abierta, dejando mostrar el cuerpo aun húmedo y desnudo de su esposo, siendo cubierto tan solo por una pequeña toalla blanca, tragó su saliva al saberse observando la entrepierna del moreno.


-¿Quieres un poquito? Mi pequeño kitsune.


Vio la sonrisa orgullosa de su marido y él también mostro su sonrisa inocente pero afilando sus zafiros, se puso de pie, lentamente, dejando unos cortos centímetros alejado del mayor y suavemente dejó que su bata cayera sobre sus pies.


Mostrándose libidinoso, se acercó donde su esposo apoyando las dos palmas de sus manos sobre el pecho fuerte y húmedo, sintiendo el fuerte y rápido golpetear de su corazón, se acercó con cortos pasos, pegando sus cuerpos, sintiendo la prominente erección del mayor, aun cubierto por la suave tela; llevó lentamente su mano para acariciar aquella parte, escuchando los fuertes jadeos de Sasuke.


Lo golpeó suavemente para llevarlo a la cama, cayendo sobre el fuerte cuerpo del moreno, se sentó a horcadas sobre su pelvis, acariciando suavemente aquella piel lechosa, sonrió suavemente al escuchar como intentaba acallar sus gemidos al sentir como sus pezones eran acariciados por los labios del menor.


Naruto llevó lentamente sus manos para quitar aquella toalla y quedarse observando el palpitante y erecto miembro del Uchiha, tragó duro al saber que todo aquello estaba en su interior, se bajó suavemente de las piernas para quedar de rodillas, tomó delicadamente el miembro entre sus dedos para darle un pequeño beso en la punta húmeda y luego repartir varios besos sobre todo el largo de aquel falo, sintió el pre semen del mayor, saboreándolo entre sus labios, sintiendo aquel sabor entre dulzón y amargo, para luego engullirlo en su mayoría; primero lo hizo lento al sentir como iba aumentando de tamaño dentro de su pequeña cavidad, intentó dar un corto respiro y luego lo tragó todo, sintiendo como la mano del mayor acariciaba sus cabellos, cerró lentamente sus ojos al sentir la caliente y espesa esencia en su boca.


Tragó un poco y luego sintió las suaves manos de su esposo sobre sus brazos para sentarlo nuevamente sobre sus piernas, se obligó a agacharse para besar los labios del mayor y darle de probar su propio semen.


Sasuke dio una vuelto, dejando el cuerpo de su rubio debajo del suyo, mostrando una sonrisa afilada al ver el brillo lujurioso en los ojos de su pequeño amado, besó lenta y tortuosamente los labios del menor, para luego ir bajando por todo el largo de su cuello, dejó una marca de sus dientes en el hombro derecho, chupo con lujuria los pezones del menor y sonrió al ver como el doncel cubría su boca con su puño.


Bajó lentamente, quedándose sobre el vientre, con sus manos tomó suavemente cada pezón del menor y los tocó lentamente, mientras jugaba con el ombligo del menor, haciendo penetraciones con su lengua; giró levemente su rostro al sentir las punzadas del miembro del doncel sobre su vientre.


-Mi pequeño kitsune está demasiado excitado.


-Es tu culpa, teme. –El mayor sonrió abiertamente y nuevamente atrapo los labios del menor entre los suyos.


Acarició el largo de la cicatriz sobre la perfecta piel del menor, aquella cicatriz que había significado darle la vida a su pequeño y hermoso doncelito, acarició suavemente con la yema de sus dedos aquella marca, pensando que aun dolía.


-Ya no duele, Teme. –El moreno alzó levemente su vista para observar los grandes y hermosos ojos del menor. –Ahora bésame. –Y rió abiertamente al escuchar la voz demandante de su kitsune.


Escuchó el fuerte jadeo del menor al sentir como su extensión era atrapada suavemente por la mano del varón, se removió inquieto al sentir como los dedos de Sasuke jugaban contra el borde de su entrada, haciendo una suave fricción entre ellos, poco a poco fue ingresando un dígito, quedándose por la mitad.


-¡Teme!


-Quiero oírte, mi pequeño. –Sasuke se estiró para morder levemente el labio del rubio, escuchando la suave maldición del menor contra su oído.


-¡Penétrame ya, Teme!


-Eso, mi niño. –Sasuke le dio un suave beso sobre su mejilla fuertemente sonrojada, escuchando otro jadeo al introducir su segundo dígito.


Naruto llevó su mano sobre el miembro del mayor, moviendo su mano, sintiendo el líquido recorrer entre sus dedos.


Sasuke besó nuevamente sus labios para sentarse sobre la cama, retirando sus dedos del interior del menor, dejando su miembro erecto para que el menor se sentara sobre él. Naruto hizo un gracioso puchero, para arrodillarse sobre la cadera del menor e introducir suavemente aquel pedazo de carne en su interior.


Naruto apoyó sus manos sobre los fuertes hombros del moreno, mientras sentía sus manos apresar sus caderas, ayudándole a aumentar las estocadas, llevó la mitad de su cuerpo hacía atrás al sentir los labios del moreno sobre sus pezones, colocó sus manos sobre los cabellos azabaches al sentir como el líquido vital que era la comida de su pequeño Masaru, ahora era robada por el mayor.


Los labios de Sasuke se posaron sobre los suyos, sintiendo el sabor de la leche, un poco amarga para su gusto, llegó a sonrojarse al ver la mirada lujuriosa de su esposo.


Soltó un leve gritó al verse empujado sobre el colchón, Sasuke levantó una de sus piernas sobre sus hombros y le hizo apoyar su mano sobre el otro hombro, haciendo que las estocadas se hicieran más rápidas, más fuertes y más profundas, abrió sus ojos y apoyó su mano sobre la mejilla del moreno para incitarle a besar sus labios.


El moreno agachó la mitad de su cuerpo, haciendo que su miembro golpeara más fuerte el interior del doncel, los gemidos del menor se vieron opacados por la boca del mayor, su respiración empezó a hacerse más rápida y su miembro empezaba a doler, no tuvo que decir nada para que el moreno llevara su mano sobre su miembro para empezar a masturbarlo; fue tan solo un segundo, un golpe que el mayor dio en el lugar exacto, en aquel lugar donde él mismo sabía que no podía ocultar sus gemidos; soltó su semen entre sus vientres.


Sasuke escondió su rostro en la curvatura del menor, aspirando el suave aroma a girasoles de su esposo, el sudor y el olor a semen que se había impregnado en toda la habitación. El menor oyó el fuerte gruñido que soltó el varón y sintió un fuerte escalofríos al sentir la fuerte descarga de toda aquella esencia caliente y espesa en su interior.


Naruto recibió con los brazos abiertos el cuerpo de su esposo, intentando calmarse mutuamente, Sasuke gruñó bajito al sentir las suaves caricias sobre sus cabellos; estaba seguro de que las manos de su doncel eran milagrosas.


-Teme, tenemos que bañarnos.


-Ya saben lo que dicen de ahorrar el agua. –La suave risa del doncel se escuchó en toda la habitación; Naruto se dejó abrazar fuertemente por el moreno y cerró suavemente sus ojos, al saber que él también lo necesitaba y que aquel amor seguía ahí intacto.

Notas finales:

Waaaaaa lo hice y aquí está

Muchas gracias! ahora iré a contestar los comentarios!!!!


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