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Nuestro amor por girlutena

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Notas del capitulo:

waaaaa lo siento T_T 


tengo muchas historias sin terminar T_T y ya no cuento con mucho tiempo T_T


 


pero bueno .....wiiii les dejo el siguiente capitulo *-* 

El gran cuerpo sumamente trabajado de un varón, se veía tan cansado, sus hombros descolocados y con sus cabellos tan azabaches y sumamente desarreglados, había fijado sus oscuros  y tristes orbes en la clara y triste imagen que daba el enorme jardín de su casa, no se podía oír absolutamente nada, las personas que trabajaban ahí ya se habían retirado dejándolo solo, recordándole que desde hace cuatro años había estado solo.


Llevo una copa de wiski a sus labios, saboreándolo lentamente, sintiendo el sabor amargo bajar por su garganta, para llegar a su estómago vacío, ignorando la acides de su estómago, cerró sus ojos sintiendo el peso sobre sus hombros, suspiro abatido y se retiró de su despacho para contestar el teléfono de la sala que había comenzado a sonar insistentemente.


 


Le parecieron eterno los minutos que camino desde su despacho hasta la sala, se quedó de pie, mirando la enorme mampara que daba al patio de aquella desolada casa, las ramas de aquella enorme casa, chocaban entre ellas, causando un sonido aterrador.


Hace 4 años su segundo hijo varón lo había abandonado, nunca se esperó aquello de él, le había impuesto los mejores profesores, la mejor vida, los mejores lujos, la mejor educación que le podría dar, desde que murió su esposa, se olvidó de todo lo demás, sabía y su padre le había inculcado que su primer hijo, siendo un doncel no podía encargarse del futuro de la empresa y por eso había dejado de educarlo.


Ahora se arrepentía de haberle hecho caso.


Sabía que su mejor amigo y a la vez su peor enemigo Minato Namikase tenían un hijo doncel, pero cuando se enteró de eso ya había sido demasiado tarde, su hijo varón ya se habían enamorado de aquel doncel, intento separarlo y sabía que la familia Namikase también hacía lo mismo con su propio heredero.


Dejo la copa medio vacía y se sentó en el sillón personal, en aquel momento su cuerpo se encontraba desparramado en el sillón, el sonido del teléfono ya se había detenido y el silencio había vuelto a gobernar aquel frio lugar, la madera empezó a desquebrajarse por el calor del fuego, sobre el mesón de la chimenea, su bruna mirada se fijó sobre la única fotografía que conservaba de ellos. Su familia.


Su hermosa esposa una mujer con los cabellos azabaches y con un brillo azulado, cargando a un pequeño bebé, mientras él le abrazaba por la cintura con un brazo y con el otro cargando a su pequeño doncel, tan idéntico a él, desde el cabello, hasta esa mirada tan penetrante y negra. Había sido su orgullo y se arrepentía por haberlo olvidado.


 


Recordó la muerte de su padre, cuando le dejo la herencia de la empresa a él porque desconfiaba de su hijo, Obito, un doncel muy parecido a él pero con un carácter muy diferente, Obito era un doncel, demasiado alegre y recordaba como todos los días aquella felicidad albergaba en su casa, llevándose a sus hijos con ella.


Él los había amado y ahora tarde, se daba cuenta de ello, sus hijos, su hermano, su esposa, se habían marchado, no le quedaba nada y no le importaba. Su vida se había ido con ellos.


No había día en que se lamentara de haberle gritado todas esas cosas a su pequeño hermano, pero cuando se enteró que estaba enamorado y embarazado de Kakashi Hatake, empleado de Namikase, la furia pudo más con él, lloraba todas las noches rogando de que su hermanito y su pequeño sobrino estuvieran a salvo.


Había conocido a Hatake cuando aún era amigo de Minato, aquel joven varón de cabellos plateados había empezado a trabajar para Jiraya, el padre el rubio, sabía que lo habían entrenado para ser su guardaespaldas y que también había trabajado de detective, aunque se le hacía difícil admitirlo no había un mejor varón que él para Obito.


Y su pequeño bebé, su Itachi, la luz que había sido en su vida cuando le vio nacer, aquella mata azabache que cubría su pequeña cabecita y la primera sonrisa que dio, fue para él, se odiaba por haberse olvidado de él, se odiaba por haberle gritado y sabía que había sido el único culpable de hacerle llorar e incitarle para que huyera con el cuñado de Namikase.


Fugaku llevo sus manos acariciando su cabeza que había empezado a dar vueltas, apretó suavemente sus ojos con las yemas de sus dedos, intentando apaciguar el dolor que empezaba a sucumbir en él; parecía como si esa familia le siguiese a todos lados, su mirada se perdió en el techo blanco. Intentando recordad, ya había olvidado el motivo de la pelea con aquel rubio de ojos azules.


 


Sin intenciones de tomar el teléfono que volvía a sonar insistentemente, salió de su casa, sin tomar sus guantes y sin ningún abrigo más que una camiseta gris de manga larga y un chándal plomizo, camino como si sus pies supieran a donde ir, sin importarle que el viento soplara fuertemente dándole a conocer que el otoño estaba ahí, para hacerle recordar su soledad, sin saber cómo, llegó a un pequeño parque deshabitado y algo viejo, el viejo columpio se movía gracias al viento y por un segundo vio la imagen de sus hijos y la de su hermano jugando en aquel lugar, también recordó que había sido en aquel lugar donde conoció a su amigo, que había sido casi como su hermano por más de treinta años.


-Recuerdo esa vez, en la que te caíste del árbol. -El moreno se exalto al oír una voz que no había escuchado hace mucho, cuando viró a verlo, vio que llevaba sus cabellos un poco más largos y descuidados que aquella vez, ya no brillaban con la misma intensidad y sus ojos azules, más opacos como los de él.


Escondió sus manos en los bolsillos de su chándal, evitando que se congelasen, agacho su mirada viendo como las hojas secas se movían al compás del viento, sin saber muy bien que decir.


-Supe lo de tu hijo.


-Supe que se fue detrás del tuyo.


Volvió a subir su mirada, enfocándola ahora en los árboles desnudos, y aquellas ramas secas, empezó a sentir sus labios resecos, sintiendo el wiski en su garganta y un zumbido en la oreja, los sonidos de los pasos del rubio empezaron a escucharse cada vez más cerca, pasando a un costado de él.


-¿Sabes en dónde están? -Le vio negar lentamente, había visto a aquel doncel tan solo una vez, cuando había ido a ver a su hijo al colegio y era una gota de agua a su padre, pero con el carácter tan explosivo de su madre, sabía también que era un buen doncel, pero al igual que él, Minato también se había equivocado.


-Supe que Kakashi se casó con Obito.


-E Itachi se fue con Nagato. –Los dos varones se mantuvieron callados por varios segundos que les pareció eterno, el sonido del aire llevarse todo a su paso, era lo único que se podía escuchar.


-Quise mandar a Kakashi a seguirlos, pero antes de que me dé cuenta, ya había renunciado.


Minato se sentó en el columpio, dejando escuchar el sonido de las cadenas oxidadas chocar entre ellas, pudo darse cuenta que su mirada estaba nublada por la tristeza que le invadía el alma, al igual que él.        


-Estoy seguro que si los encontramos, querrán huir nuevamente.


-¿Qué planeas? Han pasado casi cuatro años y no sabemos nada de ellos. –Minato subió su mirada para ver a su amigo, aquel cuerpo que él había conocido se había desgastado con el paso de los años.


-Lo sé, pero no puedo seguir un minuto más  sin saber nada de ellos.


Los dos varones compartieron sus tristes y opacas miradas, mostrando una sonrisa triste, Fugaku se acercó lentamente hasta quedar a la altura del rubio, subiéndose al otro columpio, mirando como las primeras estrellas empezaban a aparecer en el cielo, mostrando un color grisáceo.


-¿Por qué peleamos?


-No lo recuerdo... Somos un par de impulsivos.


-Lo sé, pero... recuerdo que mi padre siempre me decía "Nunca confíes en un Namikase" Recuerdo que cuando llegue a los dieciocho empezó a meterme ideas de que tenía que ser mejor.


-Si... lo recuerdo, empezó a culpar a tu familia por habernos robado a unos socios.


Los dos varones soltaron unos suspiros agotados, los ojos azules del rubio siguieron mirando la oscura tierra, viendo como las puntas de sus caros zapatos rozaban la húmeda tierra, mientras que los ojos oscuros del azabache siguieron mirando al cielo, viendo como cambiaban de colores.


El moreno agacho su mirada para darse cuenta que el rubio también le estaba mirando fijamente, los dos sonrieron lentamente, dándose cuenta que habían cometido un error que les había costado varios años y la perdida de sus hijos.


-Nuestros hijos nunca nos escucharon.


-Ellos dos se enamoraron lo suficiente para seguir su amor.


-¿Sabes algo de ellos?


-He mandado a un investigador desde hace un tiempo... pero aun no tengo ninguna noticia. –Minato se quedó mirándolo pensativo, hace muchos años había querido algo más de él y todos esos años alejado de aquel varón se había dado cuenta que lo había amado.


-¿Puedo... puedo ir mañana a verte a tu empresa?


El moreno no contesto, tan solo se puso de pie y le mostro una fina sonrisa, tan característica de su familia, Minato se sintió sumamente aliviado, el peso de sus hombros fue debilitándose poco a poco, sin darse cuenta se vio rodeado por los fuertes brazos de su mejor amigo, un fuerte apretón, haciéndole olvidar respirar.


Mientras se negaba a soltarse de aquel abrazó, recordó los días que pasaban saltándose las horas de clase, escondiéndose de sus padres, el aroma a cítricos que siempre había emanado de aquel fuerte cuerpo, seguía aun ahí y su miedo de que su amor fuera descubierto, también estaba ahí.


 


Fugaku no pudo negar que sintió un poco de malestar cuando el rubio se soltó de sus brazos, Minato siempre se había acomodado a su cuerpo, a sus brazos. Fugaku regreso a su casa, encontrándola con las luces apagadas, aquel silencio le volvía a invadir, no se había acordado de cuento odiaba la soledad, pero no quería volver a sentirse de aquella manera.


 


Llegó a su oficina y paso sin siquiera escuchar lo que su secretaria le decía y sin saludar a algunos trabajadores que pasaban por ahí, ingreso a su despacho, sin levantar su mirada, dejando que el aire frio del aire acondicionado golpeara con fuerza su rostro, cerro sus ojos con malestar y acaricio sus cabellos azabaches.


De pronto el fax empezó a sonar, indicando que le estaban enviando demasiada información, nuevamente el teléfono empezó a sonar. Suspiro cansado y presiono el botón, dejando que la dulce voz de la mujer llenara la oficina.


-Señor Fugaku, el señor Nara le está esperando en la linea 3.


-Gracias Ino.


-Señor Nara ¿Tienes algo? -El moreno se sentó en su silla reclinable de cuero negro, apoyando su espalda y su cabeza en el respaldo, aprisionó sus cansados ojos con sus dedos.


-En estos momentos estoy enviándole una información y unas fotos.


El varón arrancó la hoja del fax, leyendo la hoja, abrió desmesuradamente sus ojos azabaches y volvió a releerlo.


-Esto no puede ser verdad. ¿Cuándo?


-Según las fechas, fue el mismo año en que desaparecieron. –El detective espero unos segundos pero solo escuchó la agitada respiración del varón. –Los jóvenes están invitados a una fiesta de inauguración en el Museo del hielo flotante de Okhotsk.


-Bien, gracias Nara. –El varón de la otra línea colgó después de acatar las órdenes del moreno. Fugaku  tomó su celular y marco rápidamente el número que pensó que había olvidado ya mucho tiempo.


El rubio ingresó rápidamente al despacho sin escuchar las quejas de la secretaria del moreno, lo primero que vio al abrir estrepitosamente fue la imagen del cuerpo de Fugaku de pie mirando por la enorme mampara, había olvidado cuan enorme era la presencia de su amigo, aquella espalda ancha y esos brazos fuertes, llenos de puro músculo.


Quiso dar unos pasos, pero las hojas desparramadas por el suelo de mármol le llamaron la atención. En ella había una donde aparecía Sasuke, el segundo hijo de su amigo, en otra estaba Itachi sonriendo junto con Nagato, en otra había un pequeño doncel riendo y siendo alzado por los brazos de Kakashi.


No muy lejos de todas esas fotografías, había una donde está su hijo, su pequeño niño, siendo abrazado protectoramente por los brazos de Sasuke. Su bebé se encontraba sonriendo mientras el ceño de Sasuke se hacía notorio.


Lentamente tomó una fotografía donde estaba su pequeño bebé vestido con un chándal gris y una polera naranja demasiada grande para ser de él, entrecerró sus ojos para ver el leve abultamiento de su vientre. No se dio cuenta que había dejado de respirar, hasta que sintió las suaves palmadas en su espalda.


-¿Estas bien?


-¡¿Cómo voy a estar bien?! ¡Mi hijo está embarazado!


-No solo eso. –Minato arrugo su ceño cuando vio que su amigo se alejaba para entregarle un último papel.


ACTA DE MATRIMONIO, decía en la parte superior de la copia, la insignia de la municipalidad de Hokkaido se encontraba empastada en tinta de agua y los nombres de su hijo y el de Sasuke se encontraban inscritos en aquel papel, más abajo la firma y la huella digital de los dos jóvenes.


Los pasos fuertes y sonoros sobre el suelo de mármol se hicieron escuchar, Fugaku se acercó a la pulcra mampara para ver la desolada ciudad, el sol apenas había salido a alumbrar algunos cortos minutos, para luego ser cubierto por las esponjosas nubes.


Cuando Minato levanto su rostro, pudo ver el rostro y la mirada desolada del moreno, sus manos escondidas en sus bolsillos y su camisa desarreglada y su corbata mal colocada, dejó el papel sobre el escritorio, fijando su mirada en la pequeña fotografía, donde se podían ver a los dos pequeños morenos siendo abrazados por Fugaku. Aquella época debió ser muy buena.


Se acercó lentamente hasta quedar al costado del moreno, dándose cuenta que seguía siendo más pequeño que él, Fugaku siempre le había sacado más ventaja en todo, su mirada azul se posó sobre las ramas secas de los altos árboles, recordando el día en que nació Naruto.


Fue el mismo rayo del sol que lo alumbró, un doncel tan parecido a él, una gota de agua, que fue abandonado por su madre cuando cumplió los seis años, desde ese día nada fue igual. Kushina había empezado a aburrirse de la vida que él le había dado, siendo su único deber dar a luz a un saludable varón.


Pero aquello nunca pasó, no tuvo a su hijo varón, la única luz de su vida le abandonó y su esposa se alejó de él, cuando se enteró que el doncel había escapado. Se había convertido en un hombre tan indeseable y molesto que ni él mismo se aguantaba.


Había creado una careta tan falsa, engañando a todos y hasta a él mismo, pensando que de ese modo se iba a olvidar del amor enfermizo que mantenía hacía otro varón; aquello fue la base para separarse de él, enterrándola bajo un montón de mentiras.


 


-¿Te encuentras bien? –Escucho la varonil voz del moreno, no entendía la razón del porque la escuchaba tan lejana, cuando abrió sus ojos lentamente se vio reflejado en aquellas hermosas perlas negras, tuvo que esforzarse en respirar e intento alejarse un poco de él.


-Sí… yo… yo… -Intentó decir algo, pero su amigo regresaba su mirada hacia el parque y vio como volvía a mostrar una sonrisa triste.


-¿Recuerdas cuando nos subíamos al tejado de la escuela primaria?


-Y perdíamos las horas del profesor Orochimaru.


-Aquellos tiempos contigo siempre fueron buenos, nunca entendí porque de pronto te separaste de mí.


No necesitaba voltear a verlo, en el reflejo se vio como el rubio rehuía de la penetrante mirada del más alto.


-Después de eso, vinieron más problemas hasta que dejamos de hablarnos. En ese tiempo yo quise decirte muchas cosas.


-Tú salías con muchas chicas y donceles.


-Al igual que tú. No pensé que ese fuera el motivo.


-No… no lo fue. –Se mordió la lengua para no soltar nada más, necesitaba salir de ahí, había recuperado a su amigo y no deseaba perderlo.


-¿Recuerdas como era mal visto que dos hombres estuvieran juntos? –Apretó sus manos y los hizo puños, empezó a dolerle el pecho, ¿Por qué Fugaku había empezado a hablarle de lo que tanto había querido olvidar?


-Lo recuerdo, recuerdo que siempre nos miraban mal pensando que teníamos algo. –Y se sintió completamente estúpido al soltar una lastimera risa, sintió la mirada del moreno sobre él, se sintió invadió y no supo que pensar al sentir la voz de su amigo triste.


-¿Tú piensas lo mismo? –No pudo decir nada, un incómodo silencio empezó, de pronto a invadir el ambiente. –Siempre quise algo pero nunca pude tenerlo y luego tú te alejaste de mí y me sentí… me sentí fuera de lugar. ¡Maldita sea! ¡Nunca entendiste que fuiste mi pilar para poder seguir de pie siguiendo las órdenes de mi padre! ¡Pero a ti te dio igual y te alejaste!


El rubio espabiló cuando sintió como aquellas palabras le eran taladradas en sus oídos, luego el movimiento repentino de Fugaku alejándose de él, fue un reflejo, cuando se dio cuenta su mano había atrapado un pedazo de tela de la camisa de aquel varón orgulloso.


Se había detenido, todo había sido demasiado rápido y no sabía que decir, agacho su rostro, sin permitir que el contrario se volteara a mirarlo.


-Yo siempre pensé en ti, nunca quise alejarme, no lo hice con esa intención. Yo no podía seguir siendo más tu amigo.


-¿Quién eras tú para decidir eso?


-Tu mejor amigo. Tuve miedo, tengo miedo de que sepas la verdadera razón.


-Nos conocemos desde que éramos unos niños de tres años, al principio pensé que era admiración, pero luego empecé a sentirme extraño cada vez que nuestros cuerpos se rozaban y no entendía porque me dolía cuando se te acercaban las mujeres y los donceles.


No pensé, no quise que todo esto acabara de esta forma.


Lo último que sintió fue su mano soltando aquella tela, permitiendo que se alejara, su mirada aun fijada en el suelo blanco y los zapatos negros alejándose de él, las manos grandes y suaves del moreno levantándole su rostro y esos dedos limpiando delicadamente su rostro mojado por las lágrimas.


El moreno le sonrió como tan solo sabía sonreírle, bajo lentamente su rostro para depositar suavemente un beso en sus labios resecos, fue tan solo un roce, pero fue lo único que sirvió para prender todo en él.


Cruzó sus brazos por el cuello del moreno, alzándose levemente para llegar a su altura, haciendo que aquel beso se hiciera más demandante, sus lenguas peleando entre ellas, sintiéndose la una con la otra, los brazos del mayor sobre su cintura y sus manos jalando fuertemente aquellos cabellos azabaches.


-Uchiha-san. El señor Nara le está esperando. –Aquella voz resonó en todo el despacho, haciéndolos separar sorpresivamente, Fugaku mostro su sonrisa arrogante al notar los labios hinchados y las mejillas sonrojadas del rubio.


Minato abochornado regreso rápidamente hasta la mampara dejando que Fugaku abriera la puerta, dejando entrar al nuevo hombre.

Notas finales:

yyyyyyy 


a que no se lo esperaban??!!!! jojojo T_T 


en el proximo veremos mas!!!!!


espero que les haya gustado y espero sus comentarios!!!! 


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