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My star falling in line. por Kannon

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Una obscura noche mientras la ciudad dormía. Justo en ese punto en el que incluso el viento deja de sonar; todo el bosque se iluminó, solo que no había nadie para apreciarlo, e incluso si alguien hubiese estado ahí, no creerían en cual maravillosa aparición.

Ni un alma pudo contemplar el cómo en medio del bosque bajaba desde el cielo una luz que poco a poco tomaba forma de algo parecido a un cuerpo hasta aterrizar entre los árboles.

Y así, como la penumbra se desvanecía gracias a los rayos de sol que tornaban naranja el cielo, la imagen de esa hermosa aurora cayendo sobre la tierra quedó en el olvido de quienes aún en sueños pudieron presenciarlo.

 

*

 

Los rayos de sol tocaban la ventana de aquella habitación de paredes alabastro; el desorden en el suelo era prueba de la poca atención que se le daba a los deberes en ese lugar. Y acompañado del cántico de los pájaros, una sonora alarma con el pitar de un camión de bomberos impactó en el silencio del lugar.

 

Kin YuKwon era un chico bastante perezoso, y sin intención alguna de empezar el día, extendió el brazo de bajo la cobija para con la palma de la mano golpear torpemente la alarma.

No era que hubiese despertado, su rostro en ningún momento había dejado la almohada, era tanto como un reflejo de su propia pereza el pedir ‘cinco minutos más’ y tal como si fueran segundos, nuevamente el silencio se vio interrumpido por la alarma. Levantó el rostro, apenas abriendo un ojo, gruñó enfadado; el rubio cabello caía por su frente aunque la parte trasera era como un remolino.

Se arrastró, porque eso no era caminar, hasta el baño y como cadáver se quedó bajo la regadera mientras el agua tibia cubría su cuerpo.

 

YuKwon era una de esas personas que siempre estaban rodeadas de gente, aquellos que siempre llamaban la atención de los demás, ya fuera por su cabello decolorado, su enorme sonrisa que siempre solía mostrar o su para nada discreta risa.

Todos los días al llegar a la escuela, se sentaba en el pupitre del centro, era el lugar más cómodo para que todos lo escucharan al decir una broma. Para él, era normal ser el centro de atención en la escuela. Pero a pesar de las constantes atenciones por parte de sus compañeros y maestros, YuKwon no tenía amigos, ni uno solo. Claro, Kyung era uno de los pocos que siempre tenía a un lado e incluso se le podría considerar ‘amigo’ a JiHoon, que lo acompañaba un rato después de la escuela, pero no. No lo eran puesto que ninguno conocía en verdad a YuKwon, no les importaba su vida personal, simplemente les parecía agradable tener a alguien tan divertido a un lado. De todos modos al rubio no le afectaba mucho, estaba acostumbrado a la soledad, no vivía con sus padres desde hacía ya mucho tiempo. Su padre había fallecido cuando él era pequeño y su madre tenía un trabajo que implicaba cambiar de ciudad constantemente, siendo que no quería interrumpir la educación de su hijo, prefirió darle la libertad de vivir por su cuenta, aunque ella era quien pagaba todo. Era algo así como un pueblito, uno de esos lugares donde todos se conocen, un lugar pequeño con un bosque y lago al alcance de todos. A YuKwon le gustaba ese lugar por su tranquilidad y fue una de las razones por las que le alegraba el que su madre lo hubiera dejado ahí.

 

YuKwon mantenía una sonrisa en el rostro durante todo el día, una sonrisa divertida que llenaba de alegría a los demás, una sonrisa que al mirarse al espejo se veía triste y sin trasfondo. En las noches justo cuando lo único que iluminaba el cielo eran las estrellas, se acomodaba en su cama, cerraba los ojos y conforme el sueño se iba apoderando de él, su sonrisa se iba borrando.

 

Justo en aquella noche de cielo oscuro, YuKwon se acostó en su cama, tomó su almohada entre los brazos y la apretó con fuerza como en un abrazo. Sus ojos estaban abiertos pero su rostro no tenía expresión alguna, la mirada perdida en el techo reflejaba la melancolía de su alma, esa sensación de no pertenecer a ningún lado, un vacío que le recorría todo el cuerpo, la soledad se lo estaba llevando.

Y cuando sus parpados apenas se cerraron, en el cielo se pudo divisar la explosión de luces azules que lo iluminaron por completo. Él estaba dormido y por primera vez fue que se dibujó una sonrisa en su rostro.

 

*

 

—¡Kwon! ¡YuKwon! — una fuerte voz le llamó al siguiente día, a la hora de la salida. Como era costumbre, Pyo JiHoon fue hacia él al terminar sus clases para acompañarlo a casa —¿Ya nos vamos?

—Eh… Hoy debo ir a otro lado, lo siento— Había algo raro en la sonrisa de YuKwon, mostraba sus dientes, estiraba sus labios, pero había algo extraño en ella.

—Vale, entonces te veo mañana— Incluso JiHoon lo había notado, aunque no era tanto su sonrisa sino su mirada: estaba más vacía que de costumbre.

 

En vez de dirigirse a casa, prefirió ir a caminar, era uno de esos días en el que el aire está más frío de lo normal, era una de esas tardes en las que no quería ver nada, no quería pensar. Fue entonces que se le ocurrió adentrarse en el bosque.

 

El bosque era un lugar casi tan solitario como él, lleno de árboles que jamás se volteaban a ver, de criaturas que lo único que las hacía presentes eran sus huellas. Si dejaras caer una moneda sobre las hojas que coloreaban el suelo, cualquier cazador sabría tu localización exacta por el sonido del metal al impactarse.

 

YuKwon podía escuchar su propia respiración, el frío aire le golpeaba la cara y entonces, lo notó; mientras más se adentraba al bosque, el viento se enfriaba y como si eso lo hubiera hipnotizado seguía el oleaje invisible. Sus ojos se entrecerraron, sus piernas daban pasos torpes, estaba temblando pero seguía avanzando.

 

—¿Ho… Hola?... —Preguntó mientras sus pies le llevaban hacia detrás de una enorme roca cubierta de rojizo pasto. Sus pequeños ojos se abrieron lo más que pudieron cuando notaron, que ahí, recostado en el suelo, la figura de un hombre yacía inconsciente. Se armó de valor y se agachó, con la mano temblorosa le tocó la pierna. No reaccionaba, subió un poco más, hacia su muslo y le movió; de nuevo, no reaccionaba. Se quedó de rodillas y estiró un poco más la mano, justo cuando iba a tocarle la mejilla, una mano le tomó la muñeca. YuKwon saltó un poquito, por la impresión de que el chico que estaba acostado en el suelo hubiera reaccionado.

 

Delgado, alto, con cabello rubio, vestía con pantalón y saco, además de una camisa blanca de botones, tenía los ojos pequeños, los labios gruesos y una sobresaliente nariz. El chico inspeccionó la mano que había tomado, la miraba con mucho cuidado cuando su vista bajó a sus propios dedos; lo soltó y movió los dedos un poco asombrado por el movimiento de su propia mano.

 

—¿Estás… bien…?— Más que asustado, YuKwon estaba bastante confundido por el comportamiento del chico frente a él; notó como se incorporaba un poco hasta quedar sentado en el suelo, se veía confundido. Miraba a todos lados asombrado por la flora que le rodeaba al mismo tiempo que palmeaba el piso, movió un poco las piernas, la cabeza, los brazos como si apenas estuviera descubriendo que tenía ese cuerpo.

 

—Sí — El chico abrió los ojos, asombrado por el timbre de su voz. YuKwon parecía bastante intrigado en que rayos pasaba con él, quizá se había golpeado muy fuerte la cabeza, o quizá el tipo le estaba jugando alguna broma pesada. Se puso de pie, tambaleándose, la gravedad estaba jugando en su contra al parecer, y justo después de dar un paso, cayó al suelo golpeando a YuKwon en la cara con la mano.

—¡¿Qué…?! — Antes que YuKwon pudiera decir algo, notó que el otro chico en verdad estaba confundido, incluso se veía algo asustado; se puso de pie y le tomó por el brazo para ayudarlo a levantarse — ¿Estás lastimado? ¿Necesitas que te lleve al doctor? ¿Cómo te llamas? —

El chico, cuando finalmente pudieron ponerse de pie, tomó un poco de distancia, con la mirada recorría de arriba abajo el cuerpo de YuKwon, había una notoria diferencia de estaturas aunque se veían de la misma edad. El más alto ladeó la cabeza, dio un paso hacia delante lo que causó que YuKwon diera uno hacia atrás por la invasión del espacio personal. Otro paso hacia delante del más alto, y otro hacia atrás del confundido Kwon.

—Zico. Me llamo Zico y soy una estrella, he venido aquí con una misión —

 

 La expresión de YuKwon reflejaba tanto preocupación como incredulidad; en verdad, o el tipo se había golpeado con fuerza la cabeza o estaba completamente loco.

—De acuerdo, estrella. Debemos ir al doctor —Lo tomó por el brazo derecho, halándolo un poco para que caminara a su lado.

 

Lo cierto es que Zico no mentía, Zico era una estrella, una estrella que tenía una misión. Debía aprender el comportamiento de los humanos para aplicarlo en su planeta y así desarrollar nuevas tecnologías para el desarrollo del lugar.

 

—Estoy bien — Repitió Zico una vez habían salido del bosque. YuKwon no lo había soltado en ningún momento a pesar de que el chico ya caminaba a la par con él. Una y otra vez le hacía saber que se encontraba en buen estado y lo cierto era que además de sus declaraciones de ser un extraterrestre, se veía bien. Tal vez cuando cayó inhaló algún tipo de hierba extraña y por eso hablaba de esa forma. Tras adentrarse en el pueblo, YuKwon reaccionó, jamás en la vida había visto a ese chico, y al parecer nadie más lo había visto pues las miradas se iban sobre ambos, quizá era por la vestimenta de Zico, quizá porque ambos tenían el cabello rubio o quizá porque YuKwon seguía aferrado al brazo del más alto.

 

—¿Vives cerca? — Ambos se encontraban en la sala de estar, había preparado un poco de té negro para ambos, se dejó caer en el sofá a su lado y acercó una de las tazas que traía consigo.

—Como a 16,366 años luz.

Por un momento, YuKwon pensó en darle con el cojín en la cara, pero si eso en verdad era cierto, habría golpeado a una estrella…

—Vale, no me digas.

—¿Puedo quedarme aquí? Volverán por mí dentro de dos semanas.

 

Normalmente, una persona promedio, no deja que un completo desconocido se quede en su casa como si fuera su amigo de toda la vida, y mucho menos, si dicha persona se refiere a sí mismo como ‘una estrella’; sin embargo había algo en él que atraía a YuKwon, algo que le hacía no poder dejarlo ahí, cualquier otro se hubiera ido del bosque, o al entrar al pueblo lo hubiera dejado. Sin embargo, YuKwon no podía, había algo en él que le impedía alejarse de su lado.

—Claro.

 

La primera noche, YuKwon sacó un par de cobijas y una almohada, las dejó en el sillón esperando a que así Zico descansara un rato. Él se fue a su habitación, su rutina diaria, quedarse mirando el techo hasta que sus ojos se cerraran y su sonrisa desapareciera. Sin embargo, eso no sucedió.

Pasada la media noche, escuchó un ruido en el techo, aún no estaba dormido pero no era como que quisiera andar vagando por la casa a esas horas; salió de su cama y fue hacia la sala dando pasos lentos y con cuidado de no hacer ruido; la puerta de la entrada estaba abierta y Zico no dormía en el sofá. Se quedó detrás de la puerta pues logró ver la delgada figura a unos metros de ahí. Estaba viendo al cielo, hablándole a las estrellas.

 

—Al parecer, los humanos te reciben con una taza de bebida caliente, te dan frazadas para la noche y viven en completo silencio, solos. No hay nadie aquí más que él — YuKwon bajó un poco la mirada, en verdad estaba solo sin nadie más a su lado —Pero… Es lindo, siempre está sonriendo.

 

Volvió a su habitación, un tanto confundido y un tanto alegre por las palabras que el más alto había dicho de él; se recostó en su cama mirando al techo, y mientras sus ojos se cerraban su sonrisa se hacía más grande.

 

*

 

Los últimos días habían sido así, YuKwon se despertaba después de que su alarma sonara por segunda vez, se metía al baño y tras tomar una ducha iba hacia la sala para despertar a Zico. Zico tomaba un baño mientras YuKwon preparaba el desayuno; cuando el más alto salía, ponía la mesa y desayunaban juntos, en el comedor.  Iban a la escuela, donde Zico tomaba las clases como ‘oyente’ pues no tenía documentación como para inscribirse. Se sentaba en uno de los escritorios del fondo del salón mientras YuKwon continuaba en su posición regular. Zico observaba el comportamiento de cada uno de los estudiantes: los chicos callados que apenas y se notaba su presencia en el salón de clases, los que no hablaban por estar en su teléfono móvil, los que dormían en clase, los que comían, los chicos que amenazaban a los demás, las chicas que hablaban mal de otras, las que hablaban bien con todas, los que eran sumamente inteligentes, los que llegaban tarde y luego él, YuKwon, en el centro del salón haciendo bromas y sonriendo, sus ojos eran dos líneas la mayor parte del tiempo gracias a esa enorme sonrisa que siempre mantenía en su rostro.

 

El primer día, Kyung se acercó en la hora del almuerzo a ellos, estaba tan interesado en el chico nuevo que parecía no querer soltarlo, YuKwon solo repetía que Zico era una estrella y eso causaba que todos rieran, claro, era una broma viniendo de YuKwon, aunque, por alguna razón comenzaba a creerlo. Zico había traído luz a su vida, además de la compañía que ahora tenía, era un tanto extraño, peculiar, le asombraban pequeñas cosas como el microondas o la computadora. ¿Música? Zico estaba fascinado cuando YuKwon reproducía alguna canción en su iPod. Era tan cómodo el tenerlo a un lado, como si hubiesen estado destinados para estar juntos. Habían perdido la cuenta de los días que Zico tenía de inquilino en la casa de YuKwon, quizá eran ya dos semanas desde el día que se encontraron, y de alguna forma u otra Zico complementaba a YuKwon.

Él era el doble de alegre que el más bajo; su risa era aún más escandalosa y sus ganas de verlo feliz eran inmensas. Zico dejó de asistir a clases, se quedaba en casa para arreglar un poco y descubrir las maravillas de la televisión; incluso ya tenía un programa que le gustaba mucho Ghost Whispered. Siempre que YuKwon llegaba a casa, Zico estaba exactamente donde se lo imaginaba: En la sala viendo alguna serie de televisión. El más alto se quedaba ahí mientras el otro se sentaba a su lado y se acurrucaba en su pecho. Podían pasar horas en esa posición mirando cualesquier cosa; el punto era estar juntos.

 

*

 

Esa tarde, el cielo estaba lleno de nubes, pequeñas bolsas grisáceas que cubrían el brillante sol, un día frío, melancólico, dispuesto a mostrarle al mundo su dolor en gotas de lluvia.

YuKwon estaba envuelto en una cobija, sentado en el marco de la ventana de su habitación, el frío golpeaba tanto su rostro que sus ojos se encontraban casi cerrados. Su mirada estaba perdida, sus labios entreabiertos de los cuales suspiros se escapaban de vez en cuando; eran días como esos los que le recalcaban su soledad, no había nadie con él, no tenía un hombro en el cuál llorar, no tenía un cálido abrazo, ni siquiera un ‘Buenos días’. La lluvia marcaba la pauta de las lágrimas que corrían por las mejillas de YuKwon, la punta de su nariz era casi del color de sus mejillas. Estaba sumido en lo profundo de sus pensamientos que no escuchó la puerta abrirse, no se percató de los marcados pasos que se acercaban a él y ese fuerte abrazo por la espalda lo tomó por sorpresa.

 

—De donde vengo… Los días así son los más hermosos… El mundo se limpia —Una suave y baja voz había impactado de manera tan dulce en su oído que lo único que pudo hacer fue acurrucarse en ese abrazo mientras las comisuras de sus labios apenas y se levantaban en una diminuta sonrisa —El olor a la tierra mojada, el aire fresco, las plantas frías y húmedas… Es hermoso.

—¿Y el arcoíris? —Preguntó con la voz entrecortada.

—El arcoíris… Es la prueba de que todo lo que sucede es bonito, dependiendo del lado en que lo veas — Zico cerró los ojos y dio un beso rápido en los cabellos rubios del contrario —Dicen que es de buena suerte besar bajo la lluvia, pero yo nunca lo he hecho.

—¿De buena suerte? Ahora veo porque no la tengo.

—De donde vengo, también creemos que la buena suerte uno mismo la crea… — Zico apretó el cuerpo entre sus brazos un poquito mientras que YuKwon giró su rostro un poco, para poder verlo. Percibía ya la respiración del otro y poco a poco sus rostros perdieron distancia —¿Vamos a fuera? —Interrumpió Zico al momento en que soltaba el cuerpo contrario; YuKwon asintió nada más, un tanto confundido ¿Acaso habían tenido un ‘momento’? Sí, un momento, de esos que se ven en las películas, cuando los enamorados están por declararse su amor.

Sacudió la cabeza para apartar esos pensamientos y simplemente siguió al más alto hasta fuera de la habitación, no podía evitar el observar la espalda de Zico, la forma en que sus brazos se movían cuando caminaba, como lo miraba, le sonreía, el calor de sus brazos segundos antes que lo rodeó con ellos; su respiración, sus labios… La lluvia había incrementado y ambos chicos no tardaron en quedar empapados, apenas y podían abrir los ojos gracias al fuerte viento que les mojaba la cara. Zico tomó la cintura de YuKwon y lo acercó a él, pegando su cuerpo al contrario; tenía una sonrisa enorme dibujada en el rostro lo que causó que sus ojos se hicieran dos líneas. YuKwon apretaba un poco el entrecejo pues debía mirar hacia arriba para poder ver el rostro de quien lo abrazaba, dejó los brazos sobre los hombros de Zico y despacio los deslizó para abrazarlo por encima de ellos. Estaba confundido, nervioso o sobre todo, perdido en los labios del más alto.

 

—Y de donde vienes… ¿Las personas… se abrazan así?— Su voz era baja, un susurro apenas audible para el mundo pero lo suficientemente alto para que el otro lo escuchara.

—Solo las personas que son especiales…

 

La temperatura había bajado, sin embargo sus cuerpos se mantenían cálidos, labios separados, miradas entrelazadas, YuKwon sentía que el corazón se le iba a salir del pecho, incluso podía escuchar el palpitar del otro. Sus rostros se iban acercando, el viento frío era inexistente en ese momento y antes de que otra gota pudiera tocarlos, sus labios se unieron, titubeando, de manera torpe y sin coordinación, por un instante que duró más que el cielo nublado. Despacio, muy suave Zico movió sus labios, atrapando el inferior de YuKwon en un cálido beso, lo acariciaba, lo cubría a la perfección con su propia boca, grabando cada centímetro de éste.

Era como probar por primera vez un chocolate, tan placentero, tan agradable, de esos momentos que no quieres que jamás terminen.  El viento era helado pero la calidez en el pecho los hacía casi brillar, una ola de calor los envolvió, si Zico en verdad era una estrella entonces YuKwon tenía un deseo que pedir: Que ese momento jamás terminase.  

Sus labios se separaron a falta de aire y exceso de agua, pero sus frentes se mantuvieron unidas, respiración agitada y aferrado el uno al otro. Lentamente ambos abrieron los ojos, la distancia era corta por lo que el campo visual pequeño pero la sonrisa que se formó en el rostro de los dos  se podía ver desde cualquier ángulo.

 

YuKwon fue el primero en separarse del abrazo, su mano derecha se deslizó por el brazo del más alto desde el hombro hasta la muñeca donde le tomó firmemente; se giró un poco y caminó de regreso a casa. Zico lo seguía algo confundido, no sabía si había hecho mal o si le había gustado pero aún podía sentir el calor de los labios de YuKwon  palpitar sobre los propios. Al entrar a la sala, YuKwon empujó a Zico por el pecho y éste cayó de espaldas en el sillón, el más bajo se le sentó en las piernas, con las rodillas apoyadas sobre el asiento, le abrazó por los hombros y de nuevo, esa sensación, esa calidez, esa suave textura de los labios del contrario se apoderó de los de Zico.

La boca de ambos encajaba perfectamente, atrapaban los labios contrarios entre caricias y suaves succiones, lo apretaban contra su propia piel, paseaban su lengua apenas tocándose. Desesperados, necesitados del contacto del otro.

 

Esa noche, Zico se deslizó bajo las sábanas de la cama de YuKwon, lo rodeó por el torso con ambos brazos para acurrucarlo en su pecho. YuKwon dormía plácidamente con una sonrisa en el rostro mientras que él, observaba el cielo, a pesar de la lluvia las estrellas habían aparecido en un vago recuerdo de que Zico era una de ellas.

 

A partir de ese día, a pesar de que ya se veía que eran cercanos, había algo diferente en ellos. Las mejillas de YuKwon se tornaban rojas cada que Zico le tomaba por la mano, o descubría que el más alto se le quedaba viendo. La respiración de Zico se entrecortaba cada que YuKwon salía de bañarse, solo en toalla y le llamaba para que ahora lo hiciera él. Podían pasar la madrugada platicando de cualquier cosa sin sentido pero no aburrirse, podían ver cualquier cosa en la televisión y siempre era interesante mientras estuvieran juntos. Y, sobre todo, las noches eran cálidas pues ahora Zico tenía una nueva cobija y YuKwon una nueva almohada.

 

—Entonces… ¿Ya no le hablas a nadie? — Zico se sirvió un poco más de spaggeti aquella tarde a la hora de la cena; él lo había preparado, junto con un poco de sopa de verduras que el otro chico le había pedido para ambos comer.

—No, bueno… es que Kyung me dejó de hablar y a JiHoon lo aburrí — Negó despacito cuando contestó pero no se veía ningún rasgo de tristeza en su rostro, al contrario, estando con Zico, él siempre sonreía. — Se cansaron de que… Sólo hablara de ti — al decir lo último desvió la mirada hacia su plato de comida, sus mejillas se volvieron rojitas y sólo se dedicó a picar su pasta.

—¿Sólo hablas de mi? — Intrigado, Zico, jaló su silla para acercarse más a él.

—Pues… sí, les contaba todas las películas que hemos visto juntos, como nos desvelamos a ver series de televisión y bueno… a ellos no les interesa eso, pero no importa. Nunca he tenido amigos como para sentirme mal por ello.  

—Mi gatito…

La mirada de YuKwon despegó del plato de comida hacia el rostro del otro chico, sus ojos se encontraban bien abiertos al igual que su boca hacía forma de ‘O’.

—¿Soy tu gatito?

—Sí, mi gatito. Eres esponjoso y bonito…

—Zico… — Se movió en la silla y estiró el cuello para besarle la mejilla — Tú eres cálido… como un Osito…  — La mirada de ambos se conectó, era como si la noche hubiera caído y se hubiesen teletransportado a un universo donde solo ellos estaban, ellos rodeados de hermosas luces como estrellas — Te quedó rica la cena — Dijo YuKwon en voz baja y volvió la mirada hacia su plato para tomar un poco más de spaggeti.

 

*

 

Tal vez era la época del año, pero era una noche fría, lluviosa, las gotas de agua caían como si quisieran limpiar hasta la más profunda de las tristezas de un corazón atormentado. YuKwon estaba sentado sobre el escritorio, mirando hacia la ventana abrazándose las piernas, con el mentón sobre las rodillas y los ojos hinchados por las lágrimas que se desbordaban hacia sus mejillas, soltó un largo suspiro. Eran días como esos los que le recordaban lo solo que se encontraba, aunque ahora tenía a alguien a su lado aún le faltaba ese ‘buenos días’ de mamá, ese ‘estoy orgulloso de ti’ de papá o al menos un ‘yo lavo los trastes por ti’ de la abuela. Pero YuKwon no tenía nada, no tenía a nadie, y aunque poco a poco Zico fue llenando cada vacío de su vida, aún tenía esos momentos de melancolía de vez en cuando.

 

La puerta del baño se abrió, Zico salió con la toalla rodeándole la cadera, se sacudía el cabello con la mano izquierda y al voltear a la ventana lo notó ahí, hecho bolita como un gatito esperando que el día llegase. Despacio, sin hacer ruido se acercó a él y lo abrazó por la espalda, humedeciendo un poco la camisa que portaba el otro.

—Perdón… — Dijo en un susurro.

—¿Mh? No… está bien —Susurró Zico y acomodó su rostro en el hombro del más bajo.

—Es solo que… a veces los extraño… y  yo… —Una sonrisa se formó en el rostro de YuKwon, pero no era una sonrisa como las de siempre, era una de esas sonrisas que uno fuerza para no llorar —Perdón…

—Está bien… está bien que llores… yo también los extraño en ocasiones — Y era verdad, YuKwon había olvidado que Zico no vivía con él, que el día que lo conoció había dicho que volverían por él sin embargo ya habían pasado más de dos semanas y ni una llamada había tenido, nada, ni una sola señal de que pronto llegarían. En ese momento YuKwon se sintió mal por el chico pues, al menos  él estaba seguro que mamá lo visitaría en navidad o que le llamaría en su cumpleaños o quizá en año nuevo saldrían a cenar, pero por Zico nadie se había preocupado en hacerle saber que pronto llegarían. Sus brazos se aferraron mejor al  cuerpo del más bajo. Su mano izquierda le acariciaba el brazo derecho y despacio fue subiendo hasta la mejilla del chico, le empujó suavecito el rostro para que volteara hacia él y unió sus labios en un suave, tierno beso. YuKwon giró su cuerpo buscando una posición más cómoda hasta logar abrazarlo por encima de los hombros; Zico lo abrazó por la cintura y lo levantó haciendo que el contrario lo abrazara con las piernas por la cadera; cargándolo lo llevó hasta la cama, donde lo recostó boca arriba y él se acomodó en las piernas del más bajo. La boca de Zico abandonó los labios de YuKwon, pero fue solo para trazar un camino de besos hacia arriba por donde las lágrimas habían corrido en su mejilla derecha, al llegar a los ojos (que YuKwon mantenía cerrados) dio un pequeño beso sobre su húmedo parpado para ir al lado izquierdo haciendo lo mismo, cada gota, cada lágrima era secada con los gruesos labios del más alto de los dos. Bajando despacio hasta la comisura de su boca, fue al mentón sin dejar de dar cortos, pequeños y rápidos besos, descendió a su cuello donde sacó la punta de la lengua para acariciarle con ella aún más, haciendo lentos círculos en la expuesta piel.

 

La respiración de YuKwon ya era agitada, tenía las piernas flexionadas y el interior de ellas pegado al cuerpo sobre el suyo. Sus brazos sobre los antebrazos del chico y de sus labios se escapaban suaves jadeos que sustituían los sollozos.

 

Con una mano, Zico jaló el cuello de la playera de YuKwon para descubrir sus clavículas, su lengua atacó esa zona, chupando y mordiendo suavemente, dejando marcas rojizas para marcar el camino que sus labios habían recorrido. Nuevamente bajó un poco más hasta que la tela llegó a su tope, se incorporó y observando la figura del chico, sonrió mientras le levantaba la playera desnudándole el torso. YuKwon levantó un poco la espalda y con  su ayuda lograron despojarse de esa prenda que estorbaba. Los besos de Zico iniciaron ahora sobre el pecho de YuKwon, esta vez no eran tan cortos, tan rápidos, esta vez sus labios atrapaban la piel del contrario, chupaban, succionaban y jalaban cada centímetro de ésta. Su lengua se paseó por uno de los pezones de YuKwon, frotándolo y delineándolo de arriba abajo, hasta que pegó los labios y succionó por un momento.  Las manos del más bajo solo jugaban con los cabellos rubios del chico, enredaba sus dedos entre cada suspiro; los gemidos que acompañaban la melodía de los besos aumentaron cuando el más alto bajó hacia su ombligo y llegó al elástico del pantalón del pijama. Cuando el cuerpo de Zico bajó un poco para acomodar mejor las piernas de YuKwon y poder jugar mejor con el pijama, la toalla que tenía en la cadera se desamarró, dejando su cuerpo desnudo y expuesto; inclinó la parte superior de su cuerpo, sus labios acariciaban la tela que cubría el miembro de YuKwon y con la punta de la lengua lo delineó.  Jaló el borde del pijama cuando sintió un tirón en su cabello, levantó la mirada y sonrió al notar como el pecho del chico subía y bajaba más rápido. Introdujo los dedos bajo la prenda, llevándose consigo los bóxers hasta que logró  bajarlos, la ropa recorría las piernas de YuKwon, Zico nunca había prestado atención a esa parte del cuerpo contrario, sus piernas tal vez no eran tan largas como las propias, pero podía notar los músculos de las pantorrillas, de los muslos y eso en verdad le encantaba.

 

Las prendas cayeron al suelo, el rostro de YuKwon estaba completamente rojo, ninguna de sus manos agarraba ya el cabello de Zico pues ambas se sostenían por las sábanas. Cada beso, cada caricia, cada lamida que su cuerpo recibía le hacía estremecerse, que una corriente eléctrica recorriera su cuerpo, su mente estaba invadida por la imagen del más alto, por la sensación de su boca recorrerle; se sentía tan bien, se sentía tan bien que sus nervios estaban reaccionando ya, su miembro estaba despertando gracias a cada contacto y atención que el otro le daba.  Apoyó los codos en el cochón para incorporarse un poco cuando su cuerpo fue despojado de la ropa pero apenas había logrado levantar la cabeza cuando se fue hacia atrás.

Los labios de Zico habían atrapado la punta de su pene, lamía el contorno con ella y daba pequeñas succiones.

—Ahh… — Los gemidos de YuKwon eran más fuertes, más constantes, cosa que hacía sonreír a Zico. Las manos del más bajo se aferraban de las sábanas, las jalaban y enredaba en sus dedos, incluso sus pies se movían sobre la cama empujando con los talones gracias a las olas de placer que invadían su cuerpo y se concentraban en su entrepierna.  La cabeza de Zico comenzó un suave vaivén, con sus gruesos labios recorría de arriba abajo el miembro de YuKwon, paseaba la lengua por los costados haciendo un poco de presión en el agarre, al llegar a la base frotaba más por debajo con el húmedo músculo y sobre la punta hacia succiones más largas. El cuerpo bajo él se contraía, se movía desesperado.

 

Zico llevó sus manos a la espalda baja de YuKwon para levantarlo un poco, las deslizó hacia abajo hasta llegar a sus glúteos, buscando su entrada, uno de sus largos dedos fue empujado más hasta topar con el lugar el cual acariciaba superficialmente a la par del movimiento de su cabeza. Levantó apenas la mirada y esa misma mano la regresó hacia arriba, buscando con ella la boca de YuKwon; el índice y dedo medio le acariciaron la comisura de los labios como indicándole que los tomara, y así lo hizo; abrió la boca, giró la cabeza y atrapó ambos dedos, su lengua imitaba las caricias de su similar, solo que él no movía el cuello para acercarse, Zico era quien metía y sacaba los dedos como si le penetrara la boca y una vez estuvieron lo suficientemente humedecidos, los sacó de la boca del más bajo y fue hacia su entrada. Apretó un poco los labios para que YuKwon concentrara más su atención en las sensaciones sobre su pene y después de un fuerte gemido por el más bajo, introdujo su índice en el interior del cuerpo ajeno.

Las piernas de YuKwon se tensaron, el aire se escapó de sus pulmones, sus manos se aferraron más y sus parpados estaban completamente cerrados, apretándolos. Fue entonces que el ritmo de su cabeza aumentó, subía y bajaba por lo largo del miembro intentando distraerlo del dolor que seguramente sentía en su cuerpo. Introdujo un segundo dedo, su mano se quedó quieta por un momento pero tras un par de segundos comenzó a moverla, muy despacio, solo para que su cadera se fuera acostumbrado, entraban y salían los dedos que momentos después ya lo hacían con más facilidad, podía deslizarlos incluso más rápido.

 

Las piernas de YuKwon se relajaron cuando el dolor se convirtió en placer. Él nunca había hecho algo así, era la primera vez que alguien lo tocaba de esa forma, era la primera vez que su cuerpo reaccionaba así, era la primera vez que su corazón latía con fuerza al tacto de alguien más. No se dio cuenta cuando Zico liberó su miembro pues la forma en que los dedos entraban y salían por su cuerpo le estaban volviendo loco, quería más, necesitaba más, su cuerpo demandaba ya el sentir en su interior a Zico.

 

—Ahh.. Zi-co…

 

Sacó los dedos de su interior y le tomó por las piernas para colocárselas en los hombros. Gracias a ello, YuKwon levantó la cadera, Zico tomó su miembro con una mano y lo fue acercando a la entrada del más bajo.

 

—Shh…

 

Introdujo apenas la punta, dolía, dolía y mucho; parecía que las sábanas era lo único que podría bajar la presión pues cada vez las jaloneaba más con las manos, sus parpados estaban apretados, su respiración había pasado a segundo término pues cada vez se ponía más tenso.

 

—Agh…

 

Zico bajó la parte superior de su cuerpo conforme su miembro se deslizaba en el interior del otro; atrapó los labios del contrario besándolo muy despacio. YuKwon volvió a respirar al sentir la suave y cálida piel de la boca del otro, con trabajo y de manera muy descoordinada respondió al beso, soltando quejidos y suspiros sobre su rostro. Finalmente Zico había entrado en él por completo, su cuerpo no se movió, aunque seguía besando los labios del chico que amaba abrazar, despacio, recorriendo cada parte de la delicada piel. Sin darse cuenta, YuKwon movió la cadera hacia delante, como señal de que Zico podía moverse ya pues su cuerpo necesitaba la fricción de ambos, el calor que lo recorría ahora era tan intenso que necesitaba más de aquello que Zico estaba haciendo para volverlo loco. Como respuesta a ese movimiento, Zico acarició los muslos de YuKwon, las piernas seguían sobre sus hombros por lo que se incorporó un poco, lo tomó por la cadera y empezó a mover la pelvis despacio, haciendo unas lentas embestidas apenas moviéndose en su interior. El sonido que sus cuerpos hacían, los suspiros, jadeos, los gemidos que se escapaban de la boca de ambos creaban una dulce melodía. YuKwon se sostenía por los brazos de Zico mientras Zico aún tomándole por la cadera lo seguía embistiendo, ese movimiento que aumentaba de velocidad conforme el tiempo y los gemidos avanzaban. Era una fría noche, pero en la habitación de YuKwon el vapor se hacía presente, sus cuerpos ardían, sus mejillas se coloreaban de rojo. Finalmente el más bajo abrió los ojos, cegado por el placer en lo único que su mirada se pudo enfocar fue en el rostro frente a él, desde su posición se veía tan perfecto; el alto bajó la mirada encontrándose con la del otro, y así como sus cuerpos lo hacían, sus miradas se conectaron.  

Más y más sonoro era el golpe de sus cuerpos al chocar cuando las embestidas se hicieron más rápidas, incluso YuKwon ya se movía bajo él para lograr que las penetraciones fueran más profundas. Una de sus manos soltó la sábana para tomar su miembro y empezar a masturbarse al ritmo de sus cuerpos, la electricidad les recorría, los espasmos se hacían presentes.

El cuerpo de YuKwon fue el primero en temblar, su espalda se arqueó hacia delante, un fuerte gemido se escapó de sus labios y terminó por correrse entre sus cuerpo, su interior se cerró y atrapó el miembro de Zico, lo que hizo que segundos más tardes su cuerpo también llegara al orgasmo y terminó dentro de él. Ambos, con la respiración agitada no dejaban de verse, Zico salió de su interior despacio y se tiró a un lado, tomó entre brazos el cuerpo del más bajo y lo acurrucó contra su pecho.

 

—Te quiero…  — Susurró y depositó un beso en su cabello.

—Yo… Yo también te quiero, Zico… mucho…

 

Y así, sin moverse, con los músculos relajados, la respiración volviendo a la normalidad y el cuerpo perlado por el sudor, prueba de que por primera vez habían hecho el amor de manera carnal, se quedaron dormidos abrazados sobre la cama.

 

*

 

—¿Alguna vez le has pedido un deseo a las estrellas? — Noches después se encontraban sentados en el marco de la ventana, YuKwon envuelto en los brazos de Zico mientras veían el cielo, aún había rastro de las lluvias, pero esa noche, las estrellas brillaban como nunca.

—No, nunca — Contestó Zico acurrucándose mejor — ¿Tú lo has hecho?

—No — giró su rostro para poder verlo —Solo me gusta observarlas y pensar que algún día seré una de ellas. Además no podría pedirles nada… Ya tengo todo estando a tu lado.

—Eres un tonto… —Media sonrisa se dibujó en su rostro —Pero me gusta escuchar eso, significa que te hago feliz.

—Me haces muy feliz… Me encanta estar contigo — Elevó una mano para acariciarle la mejilla — Eres la estrella más brillante, la que alumbra mi camino.

—Creo que si les pediría un deseo… — Cuando se encontró con los ojos de YuKwon solo sonrió amplio —Que no se les ocurra separarnos.

Zico tenía una misión, debía escabullirse entre los humanos para poder estudiarlos y así, poder aplicar las reglas sociales que éstos tenían, en su propio planeta; sin embargo, Zico se distrajo, había olvidado que era lo que tenía que hacer y ahora debía volver al lugar de donde vino.

 

 A pesar de que el cielo estaba nublado, las estrellas brillaban, su luz deslumbraba más que la luna en noches despejadas, parecían moverse, parecían acercarse a la tierra.

Zico no podía dormir, pero el chico entre sus brazos dormía como si el tiempo no existiera, como si el pecho de Zico fuera el lugar más cómodo del planeta. Las luces de las estrellas se hacían más fuertes, entraban por la ventana en un tono azulado, Zico entrecerró los ojos por el brillo pero rápidamente los abrió asustado.

—No… no por favor… no… — Abrazó más fuerte al chico que dormía —No… no hoy, por favor… no hoy...

 

Cualquiera que hubiese escuchado al chico, hubiera creído que se trataba de una pesadilla, o de una de esas fobias bizarras, pero no. Zico estaba despierto y no era la luz azul lo que le aterraba o al menos no del todo.  Esa aurora azulada lo envolvió por el torso y piernas, lo jalaba fuera de la cama e incluso abría sus brazos para que soltara al chico que dormía. Zico peleaba contra aquella brillante luz, pataleaba y manoteaba para intentar volver pero solo causaba que se elevara más.

YuKwon seguía dormido, cuando el cuerpo del más alto fue arrancado de él, se hizo bolita bajo la cobija abrazando una almohada, sin embargo, algo se sentía extraño, diferente.

 

Una ola de viento golpeó la ventana para que se abriera y el cuerpo de Zico fue llevado por el marco, sus piernas y parte de su torso ya estaban fuera de la casa, Zico seguía peleando y parecía que por más que gritara nada podría salvarlo, la aurora azul no pensaba soltarlo y justo cuando sus brazos salieron por la ventana una cálida mano lo tomó por la diestra.

 

—Zico… — YuKwon apretó fuerte la mano utilizando las dos propias, lo jalaba hacia el interior de su habitación con lágrimas corriendo por las mejillas.

—Kwonnie… Gatito… ¡Volveré! ¡Volveré por ti!  — La voz de Zico mostraba la preocupación, el miedo y lo desesperado que estaba por no poder hacer nada, porque sabía que si se iba y volvía a ser una estrella, jamás podría abrazar de nuevo a YuKwon. Sintió un fuerte tirón por su torso, las manos de YuKwon resbalaron y se soltaron del agarre. El cuerpo de Zico se elevó hasta convertirse en un punto negro, brillante, pero negro.

 

*

 

Una noche más abrazando la almohada, sintiendo ese vacío del otro lado de la cama. Estar acostumbrado a dormir entre los cálidos brazos de alguien, en percibir su aroma, en sentir su cuerpo, escuchar su corazón. Ahora solo había un enorme vacío, soledad, el perfume de su cuerpo había desaparecido pero en su cuello aún había rastro de los besos que había dejado.

 

YuKwon pasaba todas las noches sentado en el marco de la ventana observando el cielo, buscando a la estrella más brillante, a su estrella favorita: A Zico.

 

Algo había cambiado en él, en su rostro, su sonrisa ya no se hacía presente como acostumbraba, su voz sonaba apagada e incluso las bromas habían desaparecido; YuKwon seguía sentándose en el centro del salón pero era como si una mancha negra lo acompañara siempre. Kyung y JiHoon intentaron acercarse pero al ver que éste no respondía decidieron dejar de intentar. Si alguien le preguntaba qué era lo que le ocurría, él solo contestaba: Deseó que no se les ocurriera separarnos…

 

Era uno de esos días en el que el aire está más frío de lo normal, era una de esas tardes en las que no quería ver nada, no quería pensar. Al salir de la escuela decidió que pasaría el resto de la tarde en el bosque, quería perderse por un momento, de todos modos nadie lo esperaba en casa, nadie lo extrañaría o se preocuparía si no llegaba a como acostumbraba.

Una ola de aire frío el golpeó el rostro, y como si estuviera hipnotizado, siguió ese camino que el viento marcaba, mientras más se adentraba al bosque, más frío se ponía el clima, pero no le importaba, pues había algo que le hacía seguir avanzando.

 

Y ahí, lo vio. Una alta y delgada figura, con el cabello rubio casi como el de él. YuKwon abrió los ojos sorprendido ¿era un espejismo? Temeroso, se acercó intentando no hacer ruido aunque las hojas lo traicionaban. Y justo cuando quedó detrás de él, le tocó el hombro. El joven dio media vuelta para poder mirar a quien había interrumpido sus pensamientos y una expresión confundida se dibujó en su rostro.

 

—… ¿Zico? — preguntó temeroso, YuKwon.

—Lo siento… Mi nombre es JiHo, Woo JiHo — Respondió el joven más alto. La mirada de YuKwon se fue al suelo, podía sentir su corazón palpitar con tanta fuerza que juraba se saldría de su pecho, pero en sus ojos se notaba la decepción de aquel encuentro.

—Oh, disculpa… Es que te pareces mucho a alguien — Se dio media vuelta para caminar, arrastraba los pies y tenía las manos hechas puño.

—¿Recuerdas lo que le pedí a las estrellas, gatito? — Dijo el chico en voz alta cuando YuKwon ya se había alejado un poco —Que no se les ocurriera separarnos — YuKwon se quedó paralizado por las palabras que había escuchado, su mirada seguía en el suelo pero sus ojos estaban bien abiertos, sintió unos fuertes brazos rodearle por el torso, ese calor… Ese calor lo conocía muy bien, y ese palpitar que se coordinaba con el suyo. Era Zico, era SU Zico — Ya no me iré de nuevo…

 

Cuando las estrellas regresaron a Zico a la Tierra, lo regresaron con una sola condición, no poder volver a su planeta. No podría regresar al lugar donde había nacido; si quería ir a la tierra tendría que vivir ahí como los demás, como un terrícola cualquiera. Y eso para Zico, para JiHo era más que perfecto pues en la tierra se encontraba la razón que necesitaba para ser humano.

 

 

 

Fin.

 

Notas finales:

Inspirado en el ZiKwon mío y de JunWoo  


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