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Su real majestad por Yuusei Suzuki

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Notas del fanfic:

¡Buenas noches! Este es mi segundo fic aquí en Haikyuu y espero que les guste.

Está basado en la canción de Luis Miguel (?) "La Bikina" No me maten ni nada xD es solo que al escucharla,pensé automáticamente en Kageyama y si no me creen,escúchenla y verán que se les vendrá él o su fem a la cabeza.

En este fic habrá varias parejas que no develaré por el momento para que lean (?) y en el transcurso sepan pero principalmente es un OiKage,de ahí se desenvuelve todo.

¡Gracias por leer!

Disclaimer:Haikyuu!! por lástima no me pertenece,es de Haruichi Furudate...O quizá sea él y los trolleo (?) ok no .n. Tampoco "La bikina" me pertenece ya que no soy LuisMi,soy Yuusei (?)

En fin,espero que les guste y dejen reviews y así para saber si les gustó o no y en que debo mejorar~

—Dicen que alguien ya vino y se fue, dicen que pasa las noches llorando por él—Ese no era nadie más que Tsukishima con una burlona sonrisa en su rostro al ver a Kageyama con un rostro compungido después de haber perdido contra Aoba Josai la semana pasada.

—Cállate Tsukishima, tú no sabes nada—Respondió Kageyama de manera cortante, mirando desafiantemente al rubio que aún tenía una sonrisa burlona.

— ¿Eh? ¿Entonces es cierto que el rey antes babeaba por el gran rey pero éste solo jugó con el rey y luego lo botó por la gran reina Iwaizumi? Wow, eso es un descubrimiento digno de un nobel—Kageyama agarró más fuerte el balón y lo aventó al pisó, evitando explotar su enojo con un golpe.

—Ya, ya. Vamos Tsukishima, deja a Kageyama practicar con Hinata—Sugawara como buena “madre” del equipo que era, decidió que era hora de calmar la pelea de sus polluelos.

—Hey, acomódense, ya acabó el entrenamiento—Las miradas de odio entre los de primero cesaron al escuchar al entrenador decir eso, fueron a sus lugares y escucharon las últimas instrucciones antes de agradecer y comenzar a guardar lo que habían ocupado.

—Vamos Kageyama, no dejes que lo que Tsukishima te diga, te afecte—El azabache solamente chasqueó la lengua al escuchar eso de Hinata, la persona que menos se daría cuenta de algo así. El de ojos azules agarró su mochila y se fue solo, evitando ir en parvada con los demás cuervos como casi todas las noches lo hacía.

Kageyama caminó solo por el sendero, sintiendo como la negra noche lo rodeaba pero por lástima, las estrellas del firmamento también destellaban, lastimándole con cada minuto que estuviera bajo el manto estelar que le recordaba tanto a él con Oikawa, lastimándole ahora cada vez más que antes ya que lo creía superado pero por lo visto, no era verdad.

—Solitaria camina la bikina…—Kageyama al escuchar eso, se puso de hielo; volteó lentamente la cabeza para ver quién era el que había dicho eso y ahí estaba, la persona por la cual ahora ni siquiera podía ver la noche en paz. Oikawa Tooru con los brazos cruzados y su boba sonrisa de siempre.

— ¿Qué diablos quieres? —Preguntó Kageyama con tristeza y molestia al ver la figura que se escondía entre las sombras y las disipaba con su luz.

— ¿Ah? Tobio-chan, no seas tan malo con tu senpai—Canturreó el castaño con su tonta sonrisa de siempre, dándole unas palmaditas en el hombro al menor—Se que perdiste la semana pasada pero no es para que estés así, solo pasaba por aquí para ver cómo iba mi lindo kohai con esto de recuperarse de la derrota—Kageyama castañeó los dientes y desvió la mirada al piso al sentir su brazo pasar por sus hombros.

—Vete al infierno Oikawa—Contestó cortantemente el de cabellos negros, que trataba con todo su ser de no romper en llanto por tan nostálgico y doloroso contacto que solo se sentía con mayor magnitud por la derrota pasada.

—Bueno, estoy en él porque estoy abrazando al mismo dictador de él—Kageyama apretó sus puños con dolor mientras su labio temblaba al compás de la ventisca que les revolvía los cabellos a ambos—Pero bueno…Creo que ya me voy, Iwa-chan me matará si se entera que vi a mi lindo Tobio-chan y aparte lo hice llorar—El de ojos azules abrió sus ojos sorprendido, preguntándose cómo diablos el otro podía ver en tan espesa noche su rostro sollozante—Mejora, a ver si a la otra puedes ganarme—

— ¡Ya verás, idiota! Ganaré, te aplastaré como tú me aplástate en secundaria. No necesito tu lástima—Tobio aventó el brazo que Oikawa tenía en sus hombros y alzó el rostro para comenzar a caminar, limpiándose las lágrimas que aún no cesaban, viendo hacia el frente para que su orgullo no se viera herido por la persona que menos quería que lo viera así.

—Altanero, precioso y orgulloso…—Oikawa sonrió de lado y miró como el azabache caminaba con calma pero imponente, como si implícitamente tuviera una capa y una corona con él—Ahora recordé porque me gustaba tanto Tobio-chan…—El castaño le miró hasta que lo perdió de vista y volteó nuevamente para seguir el camino a casa de su novio, que seguramente le recibiría con un golpe pero ese golpe había valido toda la pena.

Kageyama llegó a su casa aún con la cara en alto y las lágrimas a flor de piel, dejó cautelosamente su mochila en donde siempre para ir directo a su habitación, donde al llegar se aventó a la cama y comenzó a llorar con todo su ser, golpeando la almohada con todas sus fuerzas y ahogando sus gritos en el pobre saco de plumas que estaba a nada de romperse por los recuerdos que atormentaban al armador.

Por otra parte, los cuervos habían pasado a casa del entrenador Ukai a petición suya, para levantarles los pocos ánimos que aún tenían caídos con la comida que habían preparado entre Kiyoko y Takeda mientras los chicos estaban en la práctica.

—Tsukishima… ¿Por qué le dijiste eso a Kageyama? —Preguntó Hinata al agarrar un kushiage de camarón, provocando un silencio en la atmósfera tan agradable que hace minutos se vivía.

—Porque es la verdad, en la secundaria se oía que el temido rey de la cancha siempre tenía ese ceño fruncido. La razón era porque tenía una pena y no dejaba que nadie lo consolara, su real majestad siempre pasaba junto a los demás sin verlos jamás para que no notaran que detrás de ese duro mirar estaba un mocoso llorando por su corazón roto—Contestó Tsukishima de lo más calmado del mundo, diciéndolo como si se tratara del clima, dejando a todo el equipo de Karasuno a cuadros.

— ¿De qué hablas Tsukishima? Explica más claro—Nishinoya asintió con la cabeza ante la petición de Tanaka ya que él tampoco había entendido con claridad lo que les había dicho su compañero; el rubio suspiró con pesadez y volvió a hablar.

—Que Kageyama estaba enamorado de Oikawa y su obsesión por ser el mejor no es solo porque ame el volleyball, sino también porque quiere ganarle a su antiguo “amor”, quiere demostrarle que es mejor y que ya lo superó además de que siempre se ve enojado es para que nadie vea que es una nena llorona que le sigue doliendo lo de Oikawa en el fondo ¿Ahora ya entendieron? —Un “ahh” coral se escuchó y Tsukishima volvió a su comida.

— ¿Entonces Oikawa-san no le correspondió? —Volvió a preguntar Hinata al tratar de atar cabos. Esa pregunta dibujó en el rubio una macabra sonrisa, dejó su plato de gohan en la mesa y miró al pelinaranja.

—Vaya, vaya, vaya…Se ve que aquí nadie sabe nada—Al decir eso, su mirada se dirigió al libero y al rematador de segundo, los cuales no comprendieron la indirecta ya que estaban un poco más ocupados luchando por ver con quien se quedaba el último rollo de huevo hecho por su amada Kiyoko—Lo mejor de todo esto es que Oikawa aceptó los sentimientos del rey pero ¿Qué crees, Hinata? —Hinata miró al rubio con intriga, desesperándose al no obtener respuesta—Pues…En realidad había jugado con sus sentimientos ya que siempre había andado con Iwaizumi y el gran rey solo había jugado con el rey para que no centrara toda su atención en su talento, logrando así su objetivo de asegurar su puesto como armador ¿Interesante, no? Ya que a final de cuentas, funcionó—Hinata se quedó de piedra al escuchar eso, hasta sintió como su corazón se partió en dos al oír la historia.

—Eso es cruel…Muy cruel…—Susurró Yamaguchi algo dolido también por la historia, sin notar que Tsukishima le miraba por el rabillo del ojo.

— ¿Cómo alguien puede ser tan cruel para hacer eso? —Preguntó Sugawara al comprender por fin el porqué en unos días específicos o cuando había partidos contra Aoba Josai, el azabache lucía más triste que enojado.

—Ese Oikawa está loco, debería pulverizar a ese “shitty boy” —Dijo Tanaka con su cara que “imponía temor” aunque solo causó la risa de Nishinoya.

—Bueno, bueno. Dejemos de hablar de chismes de Oikawa y Kageyama, miren la hora. Sus padres me mataran si no los corro ahora—Los cuervos terminaron de comer en cuestión de segundos y salieron de la casa del entrenador, donde ahora solo quedaban él y el profesor.

—Qué bonito detalle de tu parte el hacer esto por los chicos, Ukai-kun—El rubio artificial se sonrojó un poco y siguió alzando los platos junto al mayor.

—Oh, no es nada, sensei…Es solo que yo hubiera querido que mi abuelo hiciera esto por nosotros cuando perdíamos—El de lentes sonrió y miró al rubio que seguía alzando los platos—Se siente mejor porque compartir una comida crea un ambiente más de confianza y familiar—

Después de que la mesa quedara totalmente limpia, ambos tomaron té y se quedaron platicando de varias cosas hasta altas horas de la noche.

—Oh mira qué hora es, creo que mejor me voy—Ukai cambió de su semblante despreocupado a uno de tristeza.

—No sensei, quédese por favor, no me arriesgaré a que vaya a pie hasta su casa a estas horas.

—Pero no quiero ser una molestia.

—Usted no es ninguna molestia, de hecho tengo un futón extra preparado, era por si algún chico se quedaba—El castaño hizo una reverencia en modo de agradecimiento y se dejó jalar de la mano por el menor, sonrojándose por tal acto.

—Gracias Ukai-kun…En verdad eres la mejor persona del mundo—El rubio desvió la mirada avergonzado y negó—Entonces…Buenas noches…Hasta mañana—Ukai asintió con la cabeza, viendo hacia la pared ya que sabía que si volteaba a ver al profesor, de seguro perdería la poca cordura que mantenía y lo besaría.

—Hasta mañana, Takeda-san…—Ukai se volteó al decir eso en un acto de valentía, ya que había decidido decirle de paso lo que sentía pero con lo único que se encontró fue con el profesor dormido apaciblemente con una bella sonrisa en sus labios. El rubio jaló de la cadera al mayor y lo abrazó, apegándolo a su pecho, respirando su hipnotizante aroma que lo enamoraba cada día más, sonriendo al instante ya que por fin, le ganaría al crudo frío que se sentía en su habitación por una noche.


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