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Colores del Amor por LunaPieces

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Notas del capitulo:

Pareja principal: Kid x Law

Parejas secundarias: Marco x Ace, Sanji x Zoro y Doflamingo x Crocodrile

Género: Romance/Angst

Autor: Manato

Traducción japonés-inglés: Amaitsumi

Corrección inglés: Beposbutt

Traducción inglés-español: LunaPieces

Corrección español: LunaPieces

 

Algunas palabras japonesas permanecen intactas para preservar el sabor de la historia. Las traducciones respectivas serán dadas al final de la página.

 

Colores del Amor

Capítulo 2 ~Zafiro~

 

Ya había pasado una semana  desde mi extraño encuentro con ese hombre, Eustass Kid. El negocio iba como siempre y yo pasaba mis noches como de costumbre; con los numerosos hombres que compraban mi compañía.

Sin embargo, mis pensamientos regresaban al pelirrojo. Era desconcertante, ya que no habíamos hecho nada más que hablar esa noche.

El día de hoy no había sido diferente. Me senté detrás del harimise y miré a la multitud pasar por la calle exterior. Ace no se encontraba a la vista, así que asumí que su amo no vendría esta noche.

Mientras el sol comenzaba a ponerse, las calles se hacían más concurridas y los clientes comenzaban a colarse por los suburbios de placer. Su emoción y curiosidad eran un gran contraste con mi desánimo; no estaba de humor esa noche.

Pero pensando en ello, ¿cuándo había estado de humor? Con un suspiró me alejé del harimise y regresé de nuevo a mi suite.

Cada servidor masculino en nuestro establecimiento, tenía su habitación personal, donde residíamos durante el día y esperábamos a nuestros clientes de noche. Cada suite estaba equipada con un baño y un inodoro adjuntos, no para nuestra comodidad, sino para que nuestros clientes se refrescaran antes de retirarse.

Todas las suites eran diferentes en términos de tamaño y calidad y nos eran asignados los cuartos basados en nuestro rating de popularidad y como yo era considerado uno de los servidores más codiciados, mi suite reflejaba ese estatus. El cuarto principal tenía diez tapetes grandes de tatami sin incluir el baño e inodoro adjuntos. Había una puerta corrediza en la parte trasera del cuarto principal que conducía a un pequeño balcón cerrado con unas enormes ventanas de shoji abiertas hacia afuera. Ace estaba en un estado similar, así que su suite era un reflejo de la mía.

Había escuchado que los servidores más populares, tenían suites con más de una habitación y a los demás les gustaba cuchichear sobre la suite del más caro y popular cortesano en nuestra mansión, quien supuestamente tenía las habitaciones más grandes de todas; con biombos de pan de oro, lujosos muebles e incluso un baño de aguas termales para su placer.

Por último, cada habitación tenía un den den mushi para comunicarnos con la recepción.

Mi den den mushi estaba sonando cuando regresé a mi suite, Me apresuré a contestar.

—...Aquí suite 16, Trafalgar habla, ¿qué sucede?

—Un cliente te ha solicitado; en un servicio de 90 minutos sin opciones extras.

—Bien, mándalo.

Colgué el den den mushi y me arrodillé detrás de la puerta corrediza principal del corredor esperando a que mi cliente entrara. Después de un breve momento, la puerta se deslizó y escuché una voz familiar.

—¡Hola Trafalgar!

—¡¿Qué?! ¡¿Eustass-ya?!

¿Por qué estaba él aquí? ¿Por qué había venido?

Eustass-ya debió haber notado la confusión en mi rostro, así que se apresuró a explicarme cómo había sido arrastrado por sus superiores de nuevo.

—La recepción estaba recomendándome a otro tipo… pero decidí regresar contigo después de todo.

—¿Por qué?

—Bueno, no estoy aquí para tener sexo de cualquier forma y me divertí la última vez que estuvimos juntos.

—Oh, gracias.

—Así que, estaba preguntándome si podría hacerlo de nuevo.

Sí. Esto era real, Eustass-ya estaba aquí de nuevo. Estaba muy seguro de que nunca lo vería una segunda vez, pero ahí estaba.

Y él me había pedido.

 

Como nuestro primer encuentro, terminamos conversando alegremente sobre todo y el tiempo asignado, voló. Con Eustass-ya mi tediosa vida diaria parecía desvanecerse, reemplazada por una luz y un sencillo sentimiento parecido a la felicidad.

 

El sonante den den mushi irrumpió nuestra conversación; era la recepción que nos decía que nos quedaban diez minutos.

—¡Wow! ¡Tan rápido!— Comentó Eustass-ya.

Había algo que había estado molestándome y tomé la tranquilidad de nuestra conversación como una oportunidad para poder decirlo.

—Eustass-ya, bueno, ¿has…

Me sonrojé repentinamente, muy avergonzado para terminar mi oración.

—¿Qué pasa?

La voz amable y persuasiva de Eustass-ya me dio el valor para continuar.

—¿Alguna vez has pensado sobre… tener sexo conmigo...?

Allí, lo dije, sabiendo que Eustass-ya había dejado claro que no le interesaban los hombres. Me pregunté si se había ofendido con mi pregunta.

Pero no, me corregí. Como prostituto, era mi derecho preguntar. El sexo era el servicio principal por el que había sido comprado, después de todo.

Por un momento, Eustass-ya no respondió y un silencio se hizo presente entre los dos.

—...No te ofendas, pero no intento tener sexo contigo…

—Oh… está bien… sólo soy un poco curioso.

Lo sabía.

En ese momento, me sentí verdaderamente herido, aunque tampoco significaba que me gustara lo que hacía para ganarme la vida, es decir, ¿quién se divertiría vendiendo su cuerpo a otros por placer? No obstante, su respuesta había herido mi orgullo.

Había estado trabajando en este establecimiento por muchos años y sabía que todos y cada uno de los hombres a los que había servido hasta ahora, me deseaban. Ésta era, literalmente, la primera vez que alguien me decía que no tenía interés en mi cuerpo. Un extraño sentimiento de angustia estrujó mi corazón.

Después de una pausa, Eustass-ya habló de nuevo.

—Pero la primera vez que te vi detrás del harimise, llamaste mi atención. Realmente pensé que eras hermoso. Erm, no estoy diciendo que seas como una mujer o algo así, es sólo que eres...hermoso…

—¡Pero tú evitaste mi mirada cuando te vi!— Contradije, nervioso por la repentina confesión sentimental.

—¡Bueno, eso fue porque eras tan hermoso… que no pude mirarte!

Sentí mi rostro arder y sólo pude imaginar cuán patético debía verme en ese momento. Le lancé una mirada furtiva a Eustass-ya para descubrir que él también se había sonrojado, su rostro estaba tan rojo como su cabello.

—Erm...si vuelvo con mis superiores de nuevo…¿puedo pedirte?

—¿Eh?

—¡E-entiendo si eso no es posible! Quiero decir, si no te sientes bien con ello...

—...Está bien. Me divierto conversando contigo.

En ese momento, el den den mushi sonó de nuevo en señal de que se nos había acabado el tiempo. Después de despedirnos, Eustass-ya dejó el establecimiento con sus colegas.

Solo en mi suite, no podía ignorar los latidos de mi corazón. Eustass-ya me había llamado hermoso.

Pero, Eustass-ya, soy un prostituto. He vivido toda mi vida en las habitaciones de placer, abriendo mis piernas  para incontables hombres, dejándolos usarme como les diera la gana. ¿Cómo puede alguien como yo, ser hermoso?

“Realmente pensé que eras hermoso.”

Sus palabras hicieron eco en mi cabeza de nuevo y sentí que mi corazón se deshacía de toda culpa.

Perdido en mis pensamientos, pasó un tiempo hasta que me di cuenta de que el Den Den Mushi estaba sonando. Con los dedos entumecidos, le respondí al recepcionista.

—Esta es la suite 16… habla Trafalgar.

—… ¿Estás bien? Suenas un poco angustiado. ¿Pasó algo con el cliente anterior?—La desconcertada voz del recepcionista sonó por el den den mushi.

—Estoy bien. ¿Qué sucede?

—Un cliente te ha solicitado, será un servicio de 120 minutos. Ha hecho un pedido especial para usar juguetes sexuales…

—No hay problema, mándalo.

—Bien.

 

……………….

 

//~Vista de Kid~//

 

Mi primera visita a los suburbios de placer había sido una semana antes.

Ellos lo llaman así, pero la mayor parte de la actividad toma lugar dentro de una enorme mansión. Personalmente, estoy en contra de la idea de pagarle a alguien para tener sexo, pero lo que me impactó esa noche, fue saber que realmente existían los servidores masculinos.

Enseguida se hizo evidente que mis superiores tenían preferencia por el servicio masculino, pero me hice mis reservaciones. No es que tuviera algún prejuicio en contra de los prostitutos masculinos; es sólo que no tengo interés en los hombres, no pude y no puedo imaginar tener sexo con alguien del mismo género…

Sin embargo, no había forma de que saliera de ese compromiso, y fue con mucha reluctancia, que terminé en los suburbios de placer esa noche. Así como las prostitutas, los hombres eran exhibidos detrás de un harimise, esperando llamar la atención de algún cliente.

Miraba el suelo, intentando conseguir la voluntad para poder salir de ese lugar, cuando repentinamente sentí la mirada de alguien sobre mí. Cuando levanté la cabeza, descubrí que uno de los prostitutos me miraba a través de las rejas del harimise.

“Era tan...hermoso…”

El pensamiento atravesó mi mente mientras miraba su apariencia. ¿Su cabello era negro, o era azul? No, era un hermoso color azul ultramarino. Sus ojos tenían una sombra oscura y brillaban como zafiros con la suave luz de las linternas. De características elegantes, de cuerpo delgado, poseía un aura digna, pero también tenía un toque de sensualidad que lo envolvía. Era verdaderamente un hombre hermoso. Fui incapaz de sostener su mirada y desvié la vista, nervioso de que se hubiera dado cuenta de que lo miraba.

Entramos en el establecimiento, donde mis superiores compraron a un hombre para mí a pesar de mis protestas. Y cuando me forzaron a entrar al cuarto, fue mayor mi sorpresa al encontrarme que era el hombre de los ojos de zafiro quien estaba esperando por mí.

—¿Es tu primera vez aquí?

La primera vez que había puesto mis ojos en él, había imaginado que poseía una personalidad humilde, con una voz dulce y gentil que coincidiera con sus maravillosas características. Por lo tanto, el atrevido y ligeramente divertido tono de su voz, me sorprendió.

Sin embargo, estaba muy avergonzado de mi situación como para replicar. Pensamientos confusos surcaban mi mente. ¿En verdad tendría sexo con él? ¡Pero no sabía hacerlo! ¿Podría hacerlo siquiera? Quizá funcionaría si imaginaba que era una mujer…¡No, eso nunca funcionaría! Quizá debía dar la vuelta y salir… decirle que no y preguntar por la tarifa de cancelación…

Mi dolorosa angustia debió haber sido obvia para el hombre ingeniosamente habilidoso en el tema, conversando amablemente en un intento de calmar mis nervios. Cuando finalmente logré expresar mis preocupaciones, él, inteligentemente me ofreció una alternativa.

—Podemos permanecer aquí y hablar…

Era una oferta informal de su parte, pero la acepté impacientemente, agradecido de que él comprendiera.

—...Ven, te serviré la primera ronda de sake y bocadillos, gratis.

Con eso, el tono atrevido regresó mientras decía eso con un guiño. Sin proponérmelo, mi corazón dio un vuelco. Me hice una nota mental de ser extremadamente cuidadoso con esos servidores masculinos y sus habilidosos trucos…

Después de eso, el ambiente se aligeró mientras conversábamos la hora asignada. Él sonreía y se reía de mis historias, y era en esos momentos cuando lucía más joven de que realmente era. Sentí como si estuviera pasando el tiempo con un buen amigo.

Antes de irme, le pregunté su nombre. Allí fue cuando supe que el hombre con los ojos zafiro se llamaba Trafalgar.

Tenía una forma divertida de llamarme y me mortifiqué un poco al darme cuenta de que “Eustass-ya” podía ser un apodo cariñoso.

Había pasado una semana desde entonces, y aquí estaba, de regreso a los suburbios de placer con los mismos superiores. Sin ninguna vacilación, pedí a Trafalgar en la recepción. La noche pasó sin problemas, mientras hablábamos de cosas diferentes.

Estaba a punto de terminar mi tiempo cuando Trafalgar, de la nada me preguntó si tendría sexo con él.

La pregunta me regresó a la realidad derrumbándose sobre mí. Sí, después de todo estábamos en los suburbios de placer, era natural que él esperara eso. Pero no podía verme a mí mismo involucrado con un hombre de esa manera.

Cuando se lo dije a Trafalgar, un deje de tristeza cruzó por su rostro, pero se fue casi inmediatamente. Me pregunté si se había ofendido de que yo no hubiera caído en sus encantos o si pensaba que me burlaba de su profesión.

En ese momento, tuve el impulso de decirle que la primera impresión que había tenido de él me había abrumado, así que se lo dije. Su rostro se puso rojo con mi confesión y esa vista hizo que me sonrojara yo también.

Al final, le pregunté si estaba bien que lo visitara de nuevo. Trafalgar me dijo que se divertía hablando conmigo y el pensamiento de que nos encontráramos de nuevo de alguna forma alegró mi corazón.

Salí de su suite de muy buen humor y me dirigí a la recepción. En el camino, me encontré con un par de colegas que también salían de las demás suites así que nos dirigimos a la entrada del edificio a esperar a nuestros superiores.

Había muchos hombres en el área de recepción, haciendo solicitudes. Mientras caminábamos, escuché parte de una conversación entre un cliente y el recepcionista.

—¿Trafalgar de la suite 16 está libre? El que tiene la cara linda~

—Está de suerte señor. La suite 16 es una de las más populares, pero parece que está libre justo ahora. ¿Le gustaría hacer algún pedido especial?

Me giré para ver a un hombre panzón de mediana edad mirando de reojo mientras se inclinaba para susurrarle algo al recepcionista. Unos enormes anillos adornaban sus gruesos dedos y brillaban mientras los movía en el aire, absorto en cualquier fantasía que le describía al ruborizado recepcionista.

Mi corazón se retorció. ¿Ese era el tipo de hombres a los que tenía que servir Trafalgar?

—¡Oye Eustass! ¿Qué estás haciendo? ¡Vamos!

—...¡Oh sí! ¡Lo siento!

Arranqué mi vista del hombre y reanudé mi marcha no sin antes notar el bulto en sus pantalones mientras se dirigía a las escaleras. Sentí repugnancia al imaginar a un cerdo como ese manchando el hermoso cuerpo de Trafalgar.

¿Pero qué estaba pensando? Estos eran los suburbios de placer y cualquiera con dinero podía comprar placer de cualquier hombre que quisiera.

Intenté convencerme a mí mismo que Trafalgar solía vivir de esa forma. Sí, simplemente era su trabajo; servir a toda clase de hombres, era parte de lo que hacía cada día.

Pero el recuerdo de la sonrisa inocente de Trafalgar mientras escuchaba mis historias no abandonaba mi cabeza. Sabía que era un prostituto, pero no podía evitar que una sensación de indignación quemara mi interior, amenazando con destruir mi corazón.

 

 

 

 

 

 

...

Notas finales:

Harimise: jaulas enrejadas enfrente de los burdeles donde las prostitutas eran puestas en exhibición.

Tatami: suelos de estera tejida.

Shoji: Una puerta, ventana o cuarto dividido que consiste de papel traslúcido sobre un marco de madera que forman un tramado de madera o bambú.

 


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