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El baile de los abanicos por albert2822

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Notas del capitulo:

Hola aquí os dejo el capitulo numero 13 de la historia. Siento mucho no haber publicado el domingo( a pesar de que lo dije) pero cierto profesor nos ha hecho rehacer el trabajo de toda una semana. Se que no es excusa, a si que solo puedo pedir disculpas. Pero ahora en fiestas me pondre a tope ya que aviso, estamos en la recta final de la historia.


Agradecer a todos los que continuan siguiendo la historia y además desearos felices fiestas.

Habían pasado varios días desde el asesinato cometido en la compañía astillera de la Galley-La Company. Todos los trabajadores estaban abatidos por la pérdida de su gran jefe, y parecía que el negocio se estaba tambaleando. Aunque la compañía había ganado bastante prestigio a lo largo de los años, en estos últimos días un gran número de clientes perdieron la confianza, ya que estaban preocupados de si la construcción de sus barcos no estaría envuelta en ningún conflicto tipo el que le había ocurrido al señor Iceburg. Era el final de los astilleros Galley-La Company.


 


La investigación llevada por la armada inglesa organizada por el capitán Vergo, no estaba teniendo buenos resultados, cosa que enfurecía a los trabajadores y sobretodo a Franky. Cuando parecía que encontraban alguna pista del asesino, desaparecía sin dejar ningún rastro. Como si alguien estuviera manipulando las pruebas. Era la verdad, y Vergo estaba consiguiendo su propósito. La armada inglesa estaba afligida por la pérdida de uno de sus mejores carpinteros navales, pero aún así, les preocupaba más la intención que había detrás del incidente. La flota inglesa no se podía equipar de nuevos barcos para un posible ataque, y eso les dejaba bastante indefensos. La Alianza había trazado un plan exhaustivamente para derribar los cimientos que protegían Inglaterra, y hasta ahora lo habían conseguido.


 


Mientras, en el Big Mom Cabaret, intentaban seguir con sus vidas con naturalidad. Habían pasado varias semanas de la desaparición de Bon Kure y Violet, y parecía que los miembros del espectáculo se habían resignado a aceptar su marcha. Todos menos Nami. A pesar de su mal genio y su falta de delicadez para tratar algunos asuntos o más bien a algunas personas, no podía creer que ambos se marcharan sin decir ninguna palabra, no tenía sentido. Estaba dispuesta a hacer lo que fuera para averiguar la verdad y sabía perfectamente a quien pedirle ayuda. Pero antes, tenía pendiente una conversación con un chico rubio. Aquel día cuando Sanji le prometió hablar, no volvió en toda la noche, y cuando regresó por la mañana parecía algo agitado y triste, sin ganas de hablar. Pero ya era hora. Nami se acercó a la habitación del rubio, para intentar acorralarlo en un lugar con una única salida, y lo logró. Entró por la puerta y la cerró sin dejar salir a nadie.


 


-Sanji-kun, hace unos días me tenías que dar una explicación de tus repentinas salidas nocturnas, pero lo deje pasar por alto, ya que vi que algo te preocupaba- comenzó a hablar la persona de cabellos anaranjados. Sanji, es hora de que te expliques.


 


-Nami, yo... Creo que no tengo muchas ganas de hablar- contesta el rubio quien parecía algo bajo de moral. Por favor, déjalo para otro día.


 


Desde aquel fatídico día en que asesinaron al jefe de Zoro, no se volvieron a ver. Sabía que debía darle cierto tiempo a su amante, para que se recuperase de la pérdida, pero su cuerpo le decía todo lo contrario. Sentía unas ganas terribles de ir a a consolarlo, pero luego su mente volvía a la realidad, pensando que era mejor que Zoro viniera cuando ya estuviera preparado. Sin embargo, volvía a caer en la tentación. Tentación de no poder tocar su suave cuerpo bien formado, y sentir todo aquel placer que le transmitía. Su cabeza en ese momento era un dilema moral-sexual.


 


-Sanji, ¿estás ahí? Vuelve a la tierra- intentaba decir Nami para que el rubio se diera cuenta de que estaba metido en sus pensamientos. Se que no quieres hablar del tema, pero creo que te sentirás mejor.


 


-Pero no es un tema especialmente cómodo, sobretodo para mí- volvía a negarse Sanji a hablar.


 


-Venga, porfa, si así a lo mejor, podemos encontrar una solución entre los dos- insistía de nuevo Nami, que a pesar de sus intenciones amistosas, se moría de ganas por saber ese secretillo que últimamente le ocultaba su mejor amigo.


 


-Vale, está bien, pero no me juzgues mal luego, y no me mires raro ni con cara de asco. Son temas muy personales. Bueno, pues el otro día cuando se celebró la fiesta en palacio...- Sanji comenzó a contarle toda la historia a su amiga, desde que se encontró con cierto camarero que conocía, a lo que pasó en una de las habitaciones, también le habló de su salida en la noche y su gran velada, y sobretodo le pidió consejo sobre el asunto del asesinato, todo mientras la cara de Nami iba cambiando entre asombro, seriedad y cierto toque de humor por la forma ñoña en como lo contaba el rubio.


 


-A si que parece que has arreglado todo con tu galán nocturno, no. Ya sabía yo que la fiesta te iba a alegrar de alguna forma u otra- decía la chica joven algo con mala intención.


 


-¡Nami!- gritó Sanji con la cara completamente sonrojada.


 


-Bueno veo que ese tal Zoro te ha cambiado y al menos te ha proporcionado esa felicidad que no tenías. Me alegro mucho por ti. De verdad, te lo mereces- contestaba Nami ahora sí con un tono de amiga mientras Sanji se alegraba por las palabras que le dedicaba. Ojalá que yo pueda encontrar un hombre que me quiera así y me haga sentir esas sensaciones en el cuerpo-justo en ese momento le vino la imagen de cierto conde inglés, cosa que ruborizó a Nami, intentando borrarla de su cabeza.


 


-Seguro que lo encuentras, aunque deberías mejorar tu carácter ante el resto de los humanos, y olvidarte de tu tendencia cleptómana- contestaba el rubio entre risas, haciendo enfadar un poco a su amiga, aunque pronto se le pasó. ¿Qué crees que debería hacer, ir a verlo o esperar?


 


-Creo que es necesario que vayas a apoyarlo, ya que seguro que no lo está pasando muy bien. Además, he escuchado rumores de un posible cierre de la compañía Galley-La Company- responde la chica intentando buscar la mejor solución. Por lo que me has dicho, sois novios o amantes, como lo quieras llamar, y creo que eso hacen las parejas. Aunque yo de eso no conozco mucho.


 


-La verdad es que yo pienso lo mismo, pero tengo miedo de no consolarlo adecuadamente- contestaba con mucha sinceridad el rubio.


 


-No te preocupes por eso, seguro que consigues sacarle una sonrisa en ese rudo rostro. Además, quizás puedas saciar tus ganas de hacerlo, que últimamente se escuchan ciertos ruidos extraños por las noches provenientes de tu habitación. Suerte que mi habitación es la única que se encuentra cerca de la tuya- decía la joven de cabellos naranjas, con cierta intención de aconsejarlo y sacarle los colores, consiguiendo al menos la segunda opción. Bueno, creo que debo irme a ensayar, será mejor que vayas a prepararte bien guapo para verlo esta tarde.


 


-¡Nami!, yo no necesito tanto tiempo como tú para arreglarme- contesta de forma brusca Sanji, a pesar de saber que era mentira. Nos vemos luego, deséame suerte.


 


-Mejor dirás nos vemos mañana. Y te deseo muchísima suerte- contesta la chica mientras sale de la habitación.


 


Justo al salir por la puerta, en el pasillo se topa con Monet, aquella persona a quien no le tenía cierto aprecio. Le extrañó verla por aquel lugar, y simplemente se molestó a saludarla con una entrecortada falsa sonrisa, respondiendo la otra del mismo modo. Una vez que Nami se había marchado al piso superior, Monet se quedó a solas en aquel estrecho pasillo y algo le rondaba por la cabeza.


 


-Creo que esto se sale de mi misión, pero voy a disfrutar destrozando la vida de la zorra de Nami. Que hará cuando halla perdido a su mejor amigo y le echen las culpas a ella. Supongo que con la conversación que he escuchado puedo hacer daño al rubio, ya que si mal no recuerdo ha infringido una de las normas del cabaret- pensaba la bruja de Monet sin decirlo en voz alta.


 


Al otro lado del continente europeo, una secretaria de rubios cabellos se estaba encargando de realizar toda la gestión que requería su general. Desde muy pequeña ya sentía aspiraciones por convertirse en una ayudante para su país, haciendo el trabajo que mejor sabía realizar. No le importaba ser una mera secretaria, sino que más bien pensaba que el general necesitaba a alguien que le arreglara la agenda. Aunque muchos desconocían que era una antigua asesina mundialmente conocida, sobretodo por sus crímenes. Todo sea por el bien de la Alianza.


 


Justo en ese momento estaba ordenando unos papeles del escritorio cuando le llegaron dos telegramas, de fechas distintas pero que casualmente habían entrado a la vez. Eran de sus dos espías encubiertos en la ciudad de Londres. Rápidamente se apresuró a recogerlos para llevárselos cuanto antes a su general. La joven de rubios cabellos llegó hasta la puerta y tocó.


 


-General Akainu, han llegado dos telegramas para usted- decía la joven Kalifa desde el otro lado de la puerta esperando la respuesta del otro.


 


-Adelante, pase- contesta el general, a lo que la joven decide pasar.


 


-Han llegado dos telegramas con noticias buenas para la Alianza. El capitán Vergo y Monet están cumpliendo sus misiones de una manera excelente- decía Kalifa mientras colocaba los mensajes sobre la mesa del escritorio del general. Es un orgullo para la alianza contar con semejantes espías.


 


El general se tomó su tiempo para leer ambos mensajes con claridad, examinando exactamente que decía cada palabra. Los telegramas no podían traer mejores noticias, y eso consiguió sacarle una pequeña sonrisa en su rostro siniestro, extraño sentimiento que rara vez se percibía en él.


 


-Señorita Kalifa, avise a todos para que se preparen para el ataque. Además, llamé al capitán Kizaru para que se presente ante mí lo antes posible- dijo el general con cierto tono de emoción en sus palabras, como si sus objetivos se estuvieran cumpliendo.


 


-En seguida, mi general-contesta seriamente la secretaria marchándose de aquel lugar para realizar los encargos que le habían pedido.


 


El general Akainu sentía la euforia de poder y triunfo. Estaba a punto de lograr sus objetivos, provocando cierto entusiasmo en su labor. La Alianza conseguiría borrar del mapa a todos aquellos que se opusieran a sus ideales. Se justificaba que era por el bien de la Alianza, aunque no se contase con la opinión del pueblo llano. Pronto, todo llegaría a su fin.


 


-Pronto conseguiremos alzar el poder de la Alianza- dijo en voz alta general Akainu cuando la secretaria ya se había marchado. Seremos la potencia número uno en todo el mundo, y dominaremos cada rincón de la Tierra.


 


Minutos más tarde de la conversación entre la secretaria y el general, Kalifa marchaba con paso rápido hacia la estancia donde se encontraban los distintos capitanes aliados, sobretodo intentando hallar al capitán Kizaru. Tras entrar en aquél gran edificio un poco más retirado dentro del cuartel general de Marine Ford, supo que era su perdición. Un lugar repleto de soldados barones y borrachos, sobretodo con ganas de tener cualquier tipo de acercamiento con ella, todo eso era el fin para un mujer. Aunque ya era conocida por sus duras patadas que apartaban a los salidos y buscones. Ese gran edificio estaba dividido en distintas estancias, sobretodo en los pisos superiores. Pero la planta baja formaba una gran sala de estar, amplia para la ocupación de todos sus soldados y capitanes. Entre toda aquella panda de borrachos, encontró al capitán Kizaru, el más fiel al general y la Alianza. Se acercó a él que estaba sentado en una de las mesas.


 


-Capitán Kizaru, si me permite. Debo comunicarle un mensaje directo del general Akainu- pregunta un poco cortada la joven de rubios cabellos.


 


-Hable- contesta seriamente el capitán, esperando escuchar aquellas noticias que parecían tan importantes.


 


-Por órdenes del general, los soldados aliados deben comenzar a movilizarse para la batalla. Tras las buenas noticias recibidas por nuestros espías, el general ha decidido que es el momento idóneo para el ataque- explica Kalifa mientras Kizaru atiende. Además, le ruega que acuda ante su presencia lo antes posible.


 


-Señorita, gracias por la información, en seguida me pondré en camino hacia su despacho- responde cortésmente el capitán mientras abandona la mesa.


 


Kizaru, conocido como la mano derecha del general, tenía una fe ciega en los ideales que el general Akainu promulgaba. De una apariencia menos robusta que la del general, eran características su media barba o perilla larga, y sus atuendos en colores vivos, sobretodo el amarillo. Tras abandonar la mesa, se dirigió para sorpresa de la secretaria, hacia lo que parecía ser el centro de la sala. Sin dudarlo, se subió sobre una de las mesas y comenzó a hablar a todos.


 


-¡Señores, escúchenme bien! Hoy es un gran día para la Alianza. Después de recibir grandes noticias de nuestros espías encubiertos, hoy va a comenzar una nueva etapa- empieza a explicar el general Kizaru, a modo de discurso para los soldados, aunque es detenido por alguien.


 


-¡Kizaru! Esa es mi labor. Yo debo dar los discursos a mis hombres- interrumpe el general las palabras que estaba contando Kizaru. Yo soy el general de la Alianza.


 


-Disculpe mi general, no era mi intención- se disculpa el capitán Kizaru, quien sabía el que más, el respeto que debía tener hacia el general.


 


Desde una de las barandillas del primer piso de aquel edificio, se encontraba el general Akainu. Asomado cara a la gran sala del piso inferior, comenzó a hablar seriamente a sus soldados.


-¡Soldados! ¡Militares! ¡Capitanes! ¡Aliados! Hoy empezará a cumplirse el sueño de nuestra gran Alianza. Por fin veremos los frutos de nuestro arduo trabajo. Tomaremos el poder sobre todo el mundo y sobre todas las personas. Nuestros ideales llegaran a todos los individuos del planeta. A si que podemos decir que debemos estar orgullosos de la Alianza-comienza su discurso el general Akainu. Levantad vuestros traseros de los asientos, derramar el alcohol de vuestras copas y alzar las armas contra aquellos que se opongan a la Alianza. ¡Luchar por la Alianza!


 


-¡Sí, general Akainu!- gritan los soldados al unisono.


 


-Cargar la pólvora de los cañones, apuntar a vuestros enemigos y derribarlos. Derramar sangre y dolor hasta que vuestra sed de venganza os pueda. Pensar en todas las veces que los reinos aliados estaban subyugados. Pensar que siempre estaba el poder inglés y francés oprimiendo. Es hora de cambiar las tornas. Es momento de hacernos un hueco en la historia- continuaba con su discurso el general. ¡Batallar por el pueblo austriaco! ¡Luchar por la Alianza!


 


-¡Sí, general Akainu!- gritan los soldados al unisono de nuevo.


 


-Preparar la flota, armarla con todas las armas, y armaros de valor vosotros, cabrones, que lucharéis por nuestra causa. Emprender el viaje y lograr el triunfo- comienza a finalizar su discurso. ¡Luchar por la Alianza y morir por ella!


 


-¡Sí, general Akainu!- gritan los soldados al unisono por última vez, pero con mucha más euforia y emoción, como si se dejaran sus voces en ello, incluso golpeando las mesas.


 


Tras el gran discurso proporcionado por el general de la armada aliada, casi todos los soldados se marcharon de aquel lugar, eufóricos por comenzar la lucha. Empezaron a preparar los barcos y el distinto armamento. Kizaru fue a buscar al general ya que su secretaria le había dicho que fuera. Se reunió con él justo en el piso superior, donde había dado el discurso.


 


-Mi general, ha sido un gran discurso por su parte- comienza la conversación el capitán Kizaru. Siento haberme tomado la libertad por empezar a hablarles a sus hombres.


 


-Eso es algo irrelevante en estos momentos. Debo encargarle una misión de vital importancia para que se logre el triunfo aliado- contesta el general cambiando el semblante a uno mucho más serio.


 


-Haré lo que usted me ordene- responde el capitán.


 


-Debe comandar uno de los navíos de la flota que transporta una nueva arma creada por el equipo de científicos de nuestro sótano- empieza a explicar el general. Además debe llevarla cerca de Londres y lanzarla justo en un cierto lugar.


 


-¿Cuál es esa nueva arma, mi general?- pregunta Kizaru intentando saber todos los detalles de la misión que debe cumplir y que es tan vital para la Alianza.


 


-Según el equipo de científicos, o más bien el creador Dr. Vegapunk Einstein, lo llama “bomba nuclear”, aunque aún es un prototipo que no ha alcanzado su máxima potencia. Pero sabemos que produce una gran explosión- responde el general a la pregunta de Kizaru. Digamos que es un pequeño regalito para Inglaterra que dará comienzo a su destrucción.


 


-Entiendo. Entonces me pondré de camino en seguida y embarcaré en la nave lo antes posible- contesta el capitán. Ya falta muy poco para conseguir el triunfo.


 


Finalmente, la conversación entre los militares acabó. El capitán Kizaru se marchó camino a los astilleros, mientras que el general Akainu observaba a las pocas personas que quedaban en aquel lugar. Se dio cuenta que de los representantes de los países aliados solo estaban Sir Crocodile y el perro de Spandam. Aunque pronto recordó que hace unos días, su secretaria Kalifa le informó de la partida de Donquixote Doflamingo rumbó a los Estados Unidos y que Shiliew había regresado a Alemania, por órdenes de Kurohige. Para dar comienzo al plan, no les necesitaba, pero sabía que era muy importante el apoyo de estas grandes fuerzas, sobretodo cuando la batalla se este desarrollando. A pesar de eso, por el momento decidió no preocuparse.


 


La armada aliada estaba a punto de ultimar los preparativos para la batalla. A finales ya del mes de Junio, comenzaban a formarse los primeros problemas para el pueblo londinense, incluido para la gran pareja.


 


Pasaron unas horas, incluso ya había anochecido en la ciudad londinense. El Big Mom Cabaret estaba a punto de dar su espectáculo como cada noche, por tanto era normal que fueran llegando los clientes. Tras la desaparición de Bon Kure, Ivankov tuvo que sustituirlo en la entrada, y lo mismo paso con Violet, ya que las bailarinas aumentaron sus horas de actuaciones para suplir a esta. Mientras entraban por la puerta principal hombres adinerados de distintas edades gastando su dinero en placer, había una señorita que esperaba pacientemente en la entrada del lugar. Los noches de Londres eran algo frías y eso comenzaba a notarse en su cuerpo, pero no desistió y continuó su espera. No sabía con certeza si iba a encontrarse con esa persona, pero algo le decía que sí. Digamos algo asó como intuición gatuna. Se puso a pensar en lo afortunado que era su amigo, ya que parecía que había encontrado el amor. Era algo extraño en ella, pero sentía algo de celos. Estos pensamientos provocaron que saliera de nuevo la imagen de ese conde.


 


-En que estaré pensando yo ahora- dice resignada la joven de cabellos anaranjados. De toda la vida, la gente adinerada no se va a juntar con personas pobres como yo.


 


Estaban a punto de cerrar la taquilla para las entradas del espectáculo, cuando la muchacha dio un suspiro y decidió retirarse. Pero justo en ese momento oyó la voz de un hombre que la llamaba.


 


-Señorita Nami, señorita Nami, espere- grita un hombre vestido galantemente desde a lo lejos de la calle.


 


-Señor conde, me alegra verle de nuevo por nuestro humilde local- contesta la joven algo contenta por la visita, después de detenerse en la puerta. Tenía la impresión de que hoy iba a venir.


 


-Jajajajaja, me alegra escuchar eso. Supongo que no me estaría esperando a mí, seguro que tiene un gran número de pretendientes a su disposición, como su amigo, el chico rubio- contesta algo apenado el conde Usopp. Pero aún así, es un placer que sea usted quien me reciba.


 


-No se crea usted que tengo tantos hombres que esperan a mis pies. Y sobre mi amigo, el ya tiene pareja, a si que ahora mismo, la verdad no tengo pareja- responde Nami con cierto dolor en su pecho. Si le soy sincera, nunca he tenido pareja, todos los hombres que se me acercan acaban diciendo que tengo un carácter muy difícil. Por suerte tengo a Sanji y al cabaret, son mis amigos y me apoyan.


 


-Me quedo perplejo al escuchar esas palabras. Una bella dama con usted se merece a un apuesto galán que la cuide y le ayude- dice Usopp para intentar animar a la chica.


 


-Gracias, creo que no merezco tales halagos, sobretodo viniendo de una persona tan respetable como usted- responde Nami agradecida por el comentario del conde. La gente como yo se encuentra a un nivel inferior que las personas como usted.


 


-No diga tonterías. Todos somos humanos que vivimos una única vida. Da igual como o donde hallas nacido, lo importante es como vives después- responde con tal sinceridad el conde.


 


-Gracias, de verdad- contesta Nami mientras le caía una lágrima por el rostro cuando impetuosamente y de forma involuntaria se abrazó al conde.


 


Tras un largo abrazo entre ambos, un abrazo de consuelo y cariño, se quedaron un poco ruborizados por la situación un tanto incómoda.


 


-Señor conde, no creo que me permita pedirle un favor, pero me gustaría tener su ayuda con cierto asunto que envuelve a mis amigos- pregunta algo cortada la joven de cabellos anaranjados.


 


-No creo que sea ninguno inconveniente, pídame lo que sea- responde con mucha amabilidad el hombre de Gales. Pero a cambio, me gustaría que me llamara de tu, como si fuéramos amigos.


 


-Claro, por supuesto, y muchas gracias- contesta Nami preparándose para comentarle su problema a su ahora amigo. Hace varios días que dos miembros del cabaret, una bailarina y un maestro de ceremonias, que están desaparecidos. Mis compañeros se han resignado a aceptar que se han largado por ahí, pero yo me niego. Se que no les trataba como mucho aprecio, pero esto que ha pasado es muy extraño. Ellos nunca abandonarían su oficio, ya que lo amaban, o al menos avisarían.


 


-Ya veo, creo que entiendo lo que me quiere pedir. Intentaré hallar cualquier pista sobre su paradero, pero antes me tendrá que dar algo más de información- responde el conde, ahora con cierto tono de seriedad.


 


-Muchas gracias por todo, es un gran amigo- responde Nami muy alegre por la respuesta.


 


Ambos estuvieron hablando un rato para que Nami diera la información necesaria para localizar a Violet y a Bon Kure. Cuando acabaron la conversación, se marcharon hacia el interior del local, ya que estaba a punto de dar comienzo las actuaciones.


 


Por las calles de la ciudad londinense andaba un joven chico de cabellos rubios perdido en sus pensamientos. Llevaba un par de horas caminando por la ciudad, intentando aclarar sus pensamientos, o mejor dicho, intentando buscar la solución más correcta. Pero tenía pinta que aun no la hallaba, y su camino por las calles prosiguió. Sanji estaba dando el rodeo más largo hasta llegar a casa de Zoro. Era consciente pero tenía miedo de la reacción del otro. Había calculado más o menos que llegaría a la barriada de obreros cuando acabará las actuaciones en el cabaret. El muchacho continuó deambulando por la ciudad, con un destino fijo.


 


La noche ya había acabado para el Big Mom Cabaret. Las bailarinas y todo el personal estaba agotada por el espectáculo, por lo que se habían acostado muy pronto. Nami estaba en su habitación, intentando conciliar el sueño después de todos los acontecimientos de estos días. De repente escuchó un ruido que parecía provenir del exterior del local. Rápidamente se vistió, para no coger frío y salió a ver que pasaba. Su intención le decía que todo esto podía estar relacionado con la desaparición de sus dos amigos, y era su deber descubrir la verdad.


 


Subió las escaleras del sótano, atravesó el Thousand Hall y la recepción del local, todo con un paso muy silencioso, para no alertar a nadie. Finalmente ya estaba fuera del cabaret y algo le llamó la atención, una sombra. Para intentar conseguir algo más de información, decidió esconderse detrás de unas cajas de madera que había en uno de los laterales. A pesar de que era de noche, pudo deducir la identidad de esa sombra. Era Monet y parecía que llevaba algo en las manos. A Nami no le cuadraba esta situación. ¿Qué hacia Monet fuera a esas horas de la noche? De repente, la joven de cabellos verdosos se puso a hablar en voz alta.


 


-Con esta carta acabaré con vuestras vidas y con vuestra felicidad, Sanji, Nami- dijo Monet mientras caminaba por la calle. Seguro que este regalito le gusta a nuestra jefa Big Mom.


 


Nami estaba perpleja. Monet, a quien odiaba con toda su alma, quería acabar con su vida y con la de Sanji. En seguida dedujo que ella podía haber tenido algo que ver con la desaparición repentina de los otros dos miembros. La sangre comenzaba a hervirle. Estaba muy enfada, a punto de estallar ese mal carácter, del que tanto era conocida. Tal era el enfado que pegó sin darse cuenta un puñetazo al suelo, escuchando el sonido Monet.


 


-¿Quien anda detrás de las cajas?- pregunta la joven acercándose a ellas y descubriendo a Nami detrás. Pero si es mi gran amiga Nami, me imagino que habrás escuchado mis palabras. Que boba soy a veces.


 


-Monet, ¿que piensas hacernos a Sanji y a mi?- contesta muy enfurecida Nami, saliendo de su escondite plantándose en mitad de la calle, cara a cara con Monet.


 


-No me esperaba que este inconveniente surgiera- dice Monet con voz malévolo mirando fijamente a la chica de cabellos naranjas. Nami, ha llegado tu fin.


 

Notas finales:

Bueno espero que os halla gustado. Espero los review sobre si os está gustando como continua la historia. Me gustaría decir que intentaré publicar el domingo, aunque ya no puedo prometer nada. Lo intentaré.El destino de Nami está en juego.

 

TO BE CONTINUED=)

 

 

 


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