Mientras, en otro lugar del mundo, concretamente la ciudad de Viena, perteneciente al imperio de Austria-Hungría comenzaba a movilizarse de forma secreta. La localidad erguida de majestuosos castillos, palacios y grandes edificaciones arquitectónicas trabajados con piedras y de gran antigüedad. Las calles estrechas y repletas de arcos de distinta forma, constituían una zona semejante a la del casco antiguo, donde rebosaba historia de distintas generaciones. En pleno centro de Viena se encontraba el cuartel general de la armada austriaca, cuyo nombre era Marine Ford. Una gran apariencia majestuosa, de fachada forjada con grandes figuras y elementos propios de la arquitectura barroca, de la cuál destacan grandes elementos vultuosos. Portones de hierro y de gran altura se encontraban situados en la entrada de aquél edificio, vigilados constantemente por guardias permanentes.
-Domino, ya terminó su turno de guardia, retírese-dijo un señor alto, atuendado con un traje negro, una gorra de militar, una gran espada sujetada con un cinturón y un puro encendido ya característico en su rutina.
-A sus órdenes jefe Shiliew- dijo Domino, una chica joven y rubia cuya apariencia daba a notar cierta obediencia en su actitud. Pero,si me permite decirle ¿no debería quedarme a vigilar el cuartel ya que hay reunión?
-Eso no es de su incumbencia, retírese ahora mismo y sin cuestionar mi autoridad-contestó bruscamente aquél hombre con pintas de malhumorado.
-Si jefe Shiliew- termina de decir Domino y se marcha de su puesto.
Una vez que Domino se retira y se marcha del cuartel, Shiliew se encarga de cerrar las pesadas puertas de hierro y se retira hacia adentro del edificio. Las estancias del interior se encontraban iluminadas con la suficiente luz que el sitio requería para poder situarse, pero poco más. Nada más entrar, Shiliew se acercó hacia una gran sala donde se hallaba la escalera principal que conducía al piso superior. Subió aquella escalera ataviadas de anchas alfombras de colores foscos que daban un toco de penumbra. Fue caminando por el pasillo central, hasta llegar a una puerta bastante robusta y pesada. Giró el poma con fuerza y entró en la estancia.
-Señores, disculpen el retraso, ya puede dar comienzo a la reunión-dijo Shiliew cerrando la puerta y sentándose en uno de los sillones.
La sala era relativamente amplia y semejante a un despacho principal. Disponía de un gran ventanal situado al fondo de la estancia y los lados se encontraban cubiertos de cuadros y figuras de personajes importantes de la historia militar. En medio, se situaba una gran mesa central de forma rectangular, dispuesta con cinco asientos, dos a cada lado,y una más majestuosos presidiendo la mesa. En ellos se encontraban sentados cinco personajes característicos. A la derecha de la mesa se situaban los representantes de los países de Austria y Hungría. Mientras que en la parte de la izquierda estaban Alemania y los Países Árabes representados por otras dos figuras. Presidiendo la reunión y por lo tanto la mesa también, se hallaba la cabeza de la Gran Alianza entre países.
-En primer lugar, disculpar al general Marhal D. Teach por su ausencia, en representación de él, yo ocuparé sus responsabilidades-explicó Shiliew de la Lluvia, quién acababa de entrar y representaba al país de Alemania como líder de las fuerzas militares de la alianza.
-Siempre poniendo excusas con sus obligaciones y enviando a perros como emisarios. Seguro que se ha pillado una cogorza grande y no podrá ni levantarse. No se como pudo dirigir y formar el gran imperio alemán-replicó el representante de Austria, Donquixote Doflamingo. Un hombre de apariencia estrafalaria, ataviado con un abrigo rosa de plumas sacado de los carnavales de la ciudad de Venecia. Sin embargo, su apariencia extravagante no quitaba relevancia a la astucia y engaño por el que era conocido. Era normal que le hallan nombrado general estratega de la Alianza.
-No se atreva a hablar así de mi general-dijo enfurecido Shiliew. Necesita que le recuerde quien aporta gran parte del poder económico y armamento en esta misión.
-Señores, no es el momento para ponerse a discutir, estamos hablando de asuntos de negocios que nos interesan a todos-intervino Sir Crocodile, el representante de la coalición entre los países árabes. De alta clase adquisitiva gracias a la fortuna lograda a costa de sus siervos y súbditos. Vestía un gran abrigo negro y un puro encendido. Pero sobretodo destacaba su enorme cicatriz que le atravesaba el rostro.
-No nos hable usted de dinero. Que raro que halla logrado el puesto de dirigir el poder económico de la Alianza-dijo un hombre con el rostro tapado con una máscara de hierro. Era Spandam, representante de Hungría y responsable político con el gobierno de la Alianza. Delgaducho de apariencia pero con una gran maldad, y quien entrena a los mejores asesinos secretos del mundo.
Tras unos largos minutos de discusión entre los cuatro miembros dispuestos a ambos lados de la mesa, un gran bullicio creado, un ambiente caldeado por la tensión y el humos de los puros encendidos, se produjo un gran estruendo en la sala. En el asiento central, un hombre se levanta y golpea con fuerza a la mesa provocando un fuerte sonido. Los cuatro miembros restantes se quedaron callados, y el general intervino en la discusión.
-Ustedes no saben el gran asunto a tratar en esta reunión y que nos concierne a todos. Esto es una Alianza militar, donde todos tenemos responsabilidades y nadie es más importante que otro. Espero que les halla quedado claro-dijo un señor alto, con un poco bigote y perilla, trajeado de rojo y con el rostro de enfado. Ese hombre rebosaba un aura de superioridad que se hizo notar para los otros asistentes, quedando estos callados. El hombre continuó hablando. Espero que les quede clara su responsabilidad para la Alianza y la causa que nos entrega, o sino observen al traidor italiano que quiso abandonarnos. Todos miraron a la pared izquierda donde había una cabeza colgada perteneciente a su antiguo compañero el representante de Italia, Gecko Moriah.
-Si, general de la Alianza Akainu- dijeron todos al unisono.
-Comencemos la reunión-propuso rotundamente el general Akainu. El principal objetivo es …
Tras unas largas dos horas de reunión, muchos puros gastados y continuas discusiones entre los participantes, esta acabó a las doce de la noche. Los cuatro miembros abandonaron la sala quedándose solo el general. El general Akainu mandó llamar a su secretaria.
-¿Que desea, general Akainu?-dijo una chica de cabellos largos y rubios, gafas de cristal fino y ataviada con un traje negro ajustado, unas mallas de encaje y unas grandes botas.
-Haga llamar a Monet, señorita Kalifa- le ordenó el general.
-En seguida-dijo Kalifa y se retiro.
Al cabo de unos minutos, llamaron a la puerta de la sala de reuniones.
-Pase-dijo Akainu.
-Con permiso- dijo una joven de cabellos verdosos y claros, de gran apariencia, bonita figura y esbelto contorno.
-Tengo un trabajo para usted. Debe infiltrarse en el Cabaret Big Mom, uno de los más prestigiosos locales de la ciudad londinense, y espiar los movimientos de nuestros enemigos, la armada inglesa-explicó el general a Monet.
-Como usted ordene- asintió Monet, retirándose de aquella sala.
El general Akainu, giro la silla del despacho y miró hacia el gran ventanal del fondo. Fijó su mirada envolviéndolo en pensamientos sobre acontecimientos próximos, sacando una expresión malévola.