-Bueno, bueno, ¿qué os ha parecido el nuevo espectáculo? Un tanto ardiente-se contestó a si mismo Bon Kure. Prosigamos con las actuaciones. Nuestra siguiente bailarina proviene de un lugar muy exótico...
Desde que Zoro escuchó el nombre de quien le había cautivado, se distanció del mundo, dejando su cabeza pensativa sin prestar atención a su alrededor. Un impulso le puso de pie dirigiéndose a una puerta situada al lado de la barra, que comunicaba con la parte trasera del escenario. Se preguntaba que estaba haciendo, no lo entendía, pero prosiguió su camino.
Mientras, en la parte de arriba del local, en el salón Thousand Hall, los grandes señores con grandes fortunas la despilfarraban con todos esos placeres a su alrededor. El Thousand Hall estaba repleto de comodidades, lleno de lujos. Los grandes ventanales cubiertos con cortinas caídas y de color rojo pasión, a juego con las butacas que conformaban la sala. En el centro de la sala, se encontraba una gran lampara de araña que iluminaba prácticamente todo el salón. Las mesas se alzaban repletas de víveres y licores caros que habían pedido los clientes. A los lados de la sala estaban las largas barras atendidas por un gran número de camareras ligeras de ropa. Entre los asistentes a tal evento, se distinguía una gran variedad de la aristocracia inglesa. Desde los antiguos nobles, algunos burgueses, comerciantes y gente adinerada, militares y marines, e incluso alguna que otra persona relacionada con la Iglesia.
-Aokiji, al final ha sido una buena idea venir a pasar el rato- dijó un hombre a la vez que fumaba un gran puro.
-Smoker tiene razón, este espectáculo promete de seguro- dijo un hombre delgaducho con el pelo rubio cuyo nombre era Helmeppo.
-No entiendo porque habéis traído al aprendiz a un lugar como este, no se merece tal prestigio con tan temprana edad-se quejó un hombre mayor.
-Garp no te quejes tanto, que seguro que cuando tu eras joven te hubiese gustado venir aquí-le contestó Aokiji. Además, esto ha sido idea mía. Coby no te preocupes y disfruta- le dijo acercándose al joven muchacho y este asintió.
-Traiga un par de botellas mas de vino, que por ahora no tenemos que patrullar-le dijo Garp a una camarera.
-Aquí tienen- sirvió la camarera al grupo de militares.
-Oye Tashigi, ven aquí, y sirveme más de cerca-dijo Smoker riéndose.
-Como le pongas un solo pelo a una de mis camareras te corto por la mitad, has entendido Smoker- dijo una voz femenina amenazante.
-Como siempre Hina y ese mal humor-explicó Aokiji. Señor, ¿esta noche no va a beber nada?
-Esta noche no. Tengo un mal presagio sobre algo que va a suceder-dijo una voz mayor.
-Comandante Sengoku, el único presagio que va a suceder es el comienzo del espectáculo- le replicó Smoker.
El escenario se alzaba deslumbrante, lleno de velas y lámparas que brillaban, un telón rojo comenzaba a separarse creando expectación entre el público. De detrás del escenario salió un hombre, si a eso se le puede llamar hombre, algo pintoresco y de un tamaño desproporcionado, sobretodo su cabeza. Llevaba una mallas de color fucsia y el pelo rizado a tonos violetas. La cara estaba totalmente maquillada dando un aspecto espeluznante. El hombre comenzó a hablar.
-Bienvenidos caballeros, damas no, espero que hallan disfrutado de su aperitivo en sus asientos porque ahora llega el plato fuerte. Mi nombre es Emporio Ivankov y soy el responsable de anunciar las distintas actuaciones que tendrán lugar. Y sin más preámbulo, que de comienzo al cabaret.
Entró al escenario una bailarina llamada Victoria Cindry, que comenzó un número sensual de cabaret con bastones acompañada de la música. El público estaba perplejo de tales movimientos, se palpaba la gran excitación.
Mientras, en la parte de abajo estaba Zoro algo confundido. La parte trasera del escenario tenía un ambiente oscuro y lúgubre, se conformaba de un pasillo estrecho y muy largo donde se encontraban algunas puertas añejas en ambas paredes. Al final del pasillo habían unas escaleras hasta un amplio despacho, bien adornado y lleno de lujos, totalmente en desacorde con el subsuelo. Zoro escuchó unas voces.
-Inglaterra continua siendo un país con hombres fáciles de excitar. El negocio prospera tal y como se esperaba- dijo Bon Kure con cierto tono de ambición. Madam, podrá abastecer a los clientes igual que ganará para sus tan preciados dulces.
-Bon Kure, como siempre algo imprudente. El mundo es un lugar terrible, en realidad, las personas han convertido este mundo en algo horrible. Nada es seguro, ni siquiera que vivamos el día de mañana-dijo una voz fuerte y llena de comida.
-Mis disculpas Madam- se arrepintió Bon Kure.
-Llamadme como os he dicho siempre-le replicó furiosa la voz.
-De nuevo mis disculpas, Madam Big Mom.
Bon Kure se marchó de la habitación echando furias. Zoro se quedó sorprendido ante tales palabras de desconsuelo y realidad. Su cabeza comenzó a pensar demasiado. ¿Y si mañana se acabara el mundo?, ¿qué haría antes de morir?, pero sobretodo le preocupaba algo más, ¿le volvería a ver?
De repente, se tropezó con los escalones, cayendo hacia escaleras abajo hasta chocar con una de las puertas antiguas, abriéndose y entrando este por la fuerza de la caída. Se levantó y miro a donde se encontraba, pero no podía ver nada ya que todo estaba a oscuras. Con las manos intentaba palpar su alrededor en busca de algo para alumbrar, pero sin ningún logro. Se intentó incorporar pero su pierna derecha le dolía y dejó que un pequeño gemido saliera de su boca, a la vez que se choca con algo de madera, quedando inconsciente.
Pasaron unos minutos y consiguió despertarse de su sueño, pero quedó sorprendido de lo que vio. Ante él se hallaba una figura que conocía pero que observaba distorsionada a causa del golpe. Cuando se le despejó la visión, miró detenidamente aquella silueta. Era un hombre de cabellos rubios, piel clara y que llevaba una bata que le dejaba al descubierto el torso, notándose que solo se ataviaba con ella. Sus cabellos relucían como el sol dorado del amanecer, que entonaba una dulce melodía con su piel cálida y suave. En su torso desnudo se observaba el relieve de los abdominales bien formados.
-Si los griegos buscaban la perfección, yo la tengo ante mi- pensó Zoro en su mente.
Aquella silueta le tenía sobre sus piernas, apoyando su cabeza encima de las rodillas y el resto del cuerpo completamente tumbado. Parecía el cielo, y esa sensación se llamaba Sanji.
-Por fin se ha despertado, me tenía asustado-dijo Sanji preocupado.
-Estoy bien, solo ha sido una mala caída-le respondió Zoro sonrojado por la preocupación de Sanji.
-Me alegro-contestó Sanji mientras incorporaba a Zoro colocando delante de él.
Todo se convirtió en una situación comprometida para Zoro. Ambos se encontraban cara a cara, observando los matices de cada uno, aquello que le hacia especial. De repente, Zoro que creía haberse recuperado de la caída se desmayó frente a Sanji, cayendo los labios de Zoro sobre los de Sanji. El beso provocó que Zoro volviera en sí, quedándose inmóvil en aquella escena, solo seguía el destino. Cuando terminó el beso, se separaron. Lo único que Zoro pudo notar fue una sonrisa sensual en la expresión de Sanji.