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Renacer por Haru19

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Notas del capitulo:

Shingeki no Kyojin y todos sus personajes no me pertenece, son de su respectivo autor Hajime Isayama.

 

No le quedo más que escucharlo, aunque lo apuñalara cien mil veces mas no lograría nada. Se sentó en el sofá del comedor mientras el menor se mantenía de pie de frente. Se comenzó a convencer de que todo esto era un sueño loco que tal vez fue provocado por no dormir, incluso el trabajo en la escuela y el traslado a Austria podían ser parte de ello. Todo lo que le decía el chico de la vestimenta de cinturones parecía una historia de ciencia ficción mezclado con alguna especie de thriller y mucha, mucha imaginación. Desconocía  de donde su subconsciente pudo haber sacado tanta fantasía para crear este sueño.

 

-Entonces, Eren, dices que viviste con mi pasado, en un mundo con humanoides de tamaño titánico, desproporcionados y devoradores de gente, que además luchábamos contra ellos para liberar a la humanidad de los muros que la retenían, que yo era el hombre más poderoso y a la vez tu capitán?-repitió Rivaille con seriedad-

-S-si-respondió el menor, esperaba que el mayor se sorprendiera un poco- ¿No te parece extraño…?

-Para ser sincero, este ha sido el sueño más loco que he tenido.

-¡No es un sueño!-gritó el menor-

 

Eren fijo su mirada en la de Levi mostrándole la seriedad con la que hablaba y buscando así que le creyera, mientras Rivaille descartaba toda prueba que pudiera evidenciar que esto fuera la realidad. Se quedaron un par de segundos así, “Definitivamente esto es una pesadilla”, pensó el pelinegro, pero todo indicaba lo contrario.

 

-No he descansado bien, y ahora veo mocosos que me relatan historias de ficción.

-No soy ninguna invención tuya…-le dijo el castaño frunciendo el ceño-soy un espíritu…

-Claro.

 

Luego de cansarse de ver como su “invención” de chico hacia un berrinche se fue de allí y se dirigió a su habitación. Por supuesto el chico lo siguió reclamándole sobre lo recién ocurrido. Antes de entrar a su habitación Rivaille se detuvo, le dio una mirada cortante al chico y dijo:

 

-Quédate fuera de mi vista-entro a su habitación cerrando la puerta detrás suyo-

 

No había ruido afuera, esa puerta que le cerraron en la cara se sintió tan fría a pesar de no poseer un cuerpo. Se quedó observando la puerta, tenía ganas de entrar, seguirlo y decirle mucho más, lo había esperado tanto tiempo...ahora, lo tenía aquí, tan cerca. Sabía que no habría necesidad de abrir la puerta, pero aun así  no entro. Era mejor dejar las cosas como estaban por ahora, mañana tal vez lo escucharía y le creería aunque fuera un poco. Y así también le diría aquello que no pudo decir…

 

 

La ciudad entera ardía en llamas. Todo lo que un día fue la ciudad de Trost, ahora se reducía lentamente en cenizas, caos y destrucción. Todo aquello que alguna vez fue humano, ahora se volvía en tragedia. Esta sería la  última batalla, la decisión final.

 

-¡¿Dónde está Eren?!-grito a la mujer castaña que daba indicaciones a los soldados-

-¡Levi, tenemos que ocuparnos de esto, Ya no hay tiempo!-le respondió pero no fue la respuesta esperada-

-Respóndeme maldita loca, ¡¿dónde está?!-la tomo de cuello de su uniforme-

 

De pronto un rayo de luz iluminó el cielo cubierto de humo acompañado de un grito desgarrador. Era él, iba a luchar solo. Soltó a la mujer y rápidamente voló en dirección al grito.

 

-¡Levi espera!-rogó la mujer-

 

Temía no llegar a tiempo, temía muchas cosas. Daba igual si el mundo comenzaba a derrumbarse, su mundo era él, y no lo dejaría por nada. Llego al lugar de donde provino el grito. Lo que vieron sus ojos…

 

 

Despertó agitado, tardo unos segundos en dimensionar en donde estaba. No tenía idea de lo que había soñado. Se vio a si mismo vestido igual que ese chico de ayer y volando con un equipo extraño. Y, ¿por qué preguntaba por Eren? Haciendo memoria,  no recuerda en qué momento se durmió ayer. Recuerda haber cambiado su tenida por un pijama y quedarse en su cama esperando por si entraba ese mocoso. Debió ser allí cuando se durmió, demonios no había ordenado. Rápidamente se levantó, iría  a comer algo y después se dedicaría solo a ordenar.

 

Al abrir la puerta lo primero que vio fue al castaño, sentado en el suelo del pasillo esperando como un perro fiel. Apenas se escuchó el sonido de la manilla, había levantado su cabeza en busca de Rivaille. Seguía aquí, pero esa idea de que era un fantasma no era cierta, los fantasmas no existían.

 

-B-buenos días Rivaille...-dijo el menor mirándolo a la cara-

 

El mayor no respondió, pretendería hacer como que no existiera, a ver si así desaparecía. Siguiendo entonces el plan, pasó de largo y se dirigió a la cocina. El menor al ver la actitud que tuvo Rivaille lo siguió preguntándole que le ocurría, al ver que no le respondía comenzó a insistir cada vez más. Por su parte, el pelinegro se dedicó hacer su desayuno, huevo con tostadas y una taza de café, luego se fue al comedor y se sentó en la cabecera de la mesa de vidrio que tenía. Eren continuaba al lado de Rivaille insistiendo.

 

-¡Sé que me escuchas! ¡Dime algo! Rivaille! Oye Rivaille!-le gritaba el menor-

 

De haber podido, le hubiera azotado el rostro contra el piso y le hubiera dado una paliza que no olvidaría por el resto de sus días, pero, era imposible. Como hubiera deseado hacerlo. Los gritos del menor ya lo tenían enfermo.

 

-¿Qué mierda quieres?-preguntó Rivaille girando su cabeza en dirección al menor dedicándole una mirada que indicaba todas las ganas de romperle el rostro-

-…No hagas como si no existiera, por favor…

-¿Entonces?

- ¿Qué opinas al respecto?, ¡pero no me digas que es un sueño!-se quedó unos segundos callado- Por favor…

 

Tras decir su última frase los ojos del menor se volvieron vidriosos. Ya estuvo gritando un buen rato, lo último  sería que se pusiera a llorar. No dejaría que llorara, de seguro haría más berrinche que el ya hecho y eso lo enfermaría más.

 

-Bien, supongamos que te creo tu historia, ¿En qué influiría todo esto ahora, conmigo y en esta época?-preguntó el pelinegro-

 

-Pues…-dudó un segundo- me hiciste una promesa…

-No le he prometido nada a nadie, menos a una invención mía.

-¡¡Dijiste que me creías!!-gritó el menor-

-Dije, supongamos, nunca afirme que te creía.

-¿Por qué es tan difícil creerme…?-dijo mientras miraba al mayor y este le respondía a través de la mirada con un “¿Es una broma?”- de acuerdo sé que todo es muy difícil de creer, pero debes hacerlo…confía en mí.

-No

-Bien me quedare contigo.

-En algún momento debes desaparecer mocoso.

-No lo hare, nunca más.

 

Prometió eso con gran determinación, sus ojos mostraban la seriedad con la que  lo que decía. Rivaille no peleo más, el chico tampoco continuo. Termino su desayuno y fue a la cocina a lavar lo que había utilizado. Después de eso fue a su habitación, se dio una ducha y se puso ropa acorde para ordenar. Eren lo seguía a todos lados, pero en cuanto a su habitación nunca entró, se quedaba afuera esperando como un perro. Al salir fue al living abrió la primera caja, en ella habían libros. El estante para ubicarlos estaba allí mismo, tomo uno de los libros y lo fue a ordenar de arriba hacia abajo pero había un problema, el estante de más arriba quedaba fuera del alcance de Rivaille.

 

Rivaille era un hombre apuesto, de buena figura, ojos grises, músculos trabajados y un aire a grandeza. Pero su tamaño le jugó toda la vida en contra.

 

Trato de estirarse pero no alcanzo, bajo el brazo para ir por un piso, pero alguien ya se lo había arrebatado de las manos.

 

-Lo puedo poner yo-le dijo el menor con una sonrisa-

 

Eso daño su ego.

 

-¿Cómo es posible que puedas tomar objetos y no te haya podido golpear?-preguntó el mayor-

-Puedo, algunos, no puedo tomar cosas muy pesadas o con sistemas muy elaborados.

 

Todo esto ya salió de la lógica. Ya no sabía que creer, pero bueno si el mocoso podía tomar  objetos sin sistemas elaborados ni pesados, también podría tomar una escoba, un paño de limpieza, útiles de aseo y entre otros.

 

-Lo hubieras dicho antes, puedes ayudar entonces.

-No me escuchas.

-Bueno, te escuchare un 2% más de ahora en adelante, ahora pon los libros.

-Sí heichou.

-Ah?-preguntó extrañado-

-N-nada nada, me equivoque…-dijo nervioso-

 

Así como planeo, Eren ordeno todos los libros del estante por categoría, limpio las ventanas y sacudió los rincones del departamento  mientras que Rivaille se ocupó de las demás cajas y la aspiradora. Era raro que Eren siguiera tan bien las instrucciones que le daba, la gente no solía hacerlo o lo hacía mediocre y eso lo hacía enfadar.

 

-No lo hiciste tan mal.-le dijo al menor-

-Gracias –respondió con una sonrisa-

 

No había sido exactamente un cumplido, pero parece que el chico entendió a lo que se refería Rivaille.

 

-Si puedes tomar objetos, ¿haces algo más?

-No lo sé, hasta ahora no he intentado nada más. De todas formas, no paso por las necesidades de un ser humano, no tengo hambre, no tengo frio, no tengo sueño ni nada por el estilo.

-Mmm, ya veo, ¿puedes cocinar?

-No lo he intentado, no tengo la necesidad de hacerlo, pero si sabía cocinar.

-Sígueme.

 

Fueron a la cocina y Rivaille le señalo que intentara hacer algo, pero Eren se quedó observando las cosas que tenía para preparar alimento y no se movió. Solo habían huevos, pan, café y… más café.

 

-No tienes nada para preparar…

-Trata de hacer un huevo.-le ordenó-

 

Siguiendo las instrucciones del mayor, tomó un huevo con cautela, lo cual lo sorprendió ya que no sabía que podía hacerlo. Luego de hacer el huevo, empezó a probar todo lo que podía utilizar, la mayoría de las cosas funcionaban con él, excepto las maquinas como el microondas.

 

-Bueno ahora que sé que puedes cocinar, iré a comprar algo.

-¡Voy contigo!

-No, tú quédate aquí.

-Pero…

-Quédate aquí, tienes prohibido seguirme cuando vaya a salir.

 

Rivaille salió dejando al castaño adentro, no quería andar hablando con algo inexistente por allí y que la gente pensara que estaba loco.

 

No demoro en volver con varias bolsas en sus manos, traía de todo.

 

-¿Por qué tantas cosas…?-pregunto el menor al verlo llegar con tantas bolsas-

-Para que veas lo que harás.

-¿Ah?, pero….-dijo mientras miraba la infinidad de ingredientes que traía en ellas-

-Tengo que preparar mi trabajo para mañana así que puedes cocinar por mientras-dejo las bolsas sobre el mesón de la cocina-

-De acuerdo….-le dijo mientras el hombre se iba nuevamente a su habitación-

 

La verdad es que siempre terminaba comiendo, huevo, pan o iba algún restaurant pero nunca fue bueno para cocinar. No es tan malo después de todo tener al mocoso, aunque todo sea muy fantasioso.

Estuvo un buen rato preparando sus cosas, comenzaba a dar clases de francés mañana por lo que empezaría con una introducción al idioma, después debía dar dos clases de historia a cursos distintos y terminaría con francés nuevamente en la tarde. Sumergido en su trabajo hasta que oyó a Eren gritarle desde afuera.

 

-Rivaille, está listo.-le aviso el menor-

-Voy-respondió-

 

Dejo sus cosas ordenadas y salió, Eren lo esperaba afuera. Fue al comedor y se encontró con papas salteadas en finas hierbas con un pedazo de pescado apanado y un plato con ensalada y un jarrón con agua. No esperaba tanto, la verdad esperaba algo más…simple.

 

-No puedo probar nada, así que no sé cómo quedo.-dijo el menor-

 

Rivaille no dijo nada, se sentó a comer y cada bocado que daba lo sorprendía aún más. El sabor de la comida era impresionante, era mucho mejor que los platos gourmet que probaba en restaurantes cotizados. Debía admitirlo, el mocoso lo hacía muy bien.

 

-¿Cómo está…?-preguntó el menor preocupado-

-Esta, bueno.-afirmó Rivaille tratando de no dar indicio de estar maravillado con el plato-

-Menos mal…-respondió con una sonrisa-

-¿Dónde aprendiste a cocinar?-le preguntó el mayor-

-Mis amigos me enseñaron.

-¿Tienes amigos?

-Tenía…

-Mmmm, exactamente que hacías antes de encontrarte conmigo.

 

Hubo un silencio muy largo luego de la pregunta. Eren parecía tener la mirada perdida en el vacío.

 

-¿Eren? –Preguntó Rivaille-

-No recuerdo nada…

 

Parecía estar diciendo la verdad y por la mirada de preocupación que tenía prefirió dejarlo allí.

 

-Si planeas quedarte aquí deberás hacer este tipo de cosas y ayudar, ¿entendido?

 

Las palabras de Rivaille hicieron que el rostro del menor se iluminara como si hubiera escuchado la mejor de las noticias.

 

-¡Si señor!

-Ahora lava los platos.-dijo mientras se levantaba-

-¡Si!

-Eren-dijo antes de marcharse a su habitación- Gracias por la comida.

-…s-si…-respondió ruborizado-

 

Paso toda la tarde trabajando, anocheció  y salió por algo de comer. Al abrir la puerta se encontró con una bandeja en el piso con galletitas y un café recién servido. Eren no estaba en el pasillo, pero se escuchaba alguien limpiar en el living. Rivaille tomo la bandeja y se adentró con ella, una sonrisa tenue se dibujó en su rostro.

 

La alarma sonó anunciando el nuevo día de trabajo. Rivaille se bañó y se vistió acorde a su trabajo. Al salir Eren estaba esperándolo con el desayuno servido. El desayuno fue algo más que huevo y tostadas, esta vez había una ensalada de frutas, tostadas con mermelada y un café cargado. Se sentó a comer mientras Eren le preguntaba en qué consistía su trabajo. Luego de terminar se levantó y tomo sus cosas para marcharse.

 

-Eren, creo que ya te lo dije pero no salgas.

-De acuerdo…que te vaya bien.

-Nos vemos-dijo cerrando la puerta-

 

No se demoró en llegar al trabajo, los buses pasaban muy seguido y el trayecto no era muy largo. Al llegar pudo ver como la escuela estaba llena de mocosos con sus uniformes en los alrededores. No alcanzaría a presentarse en la sala de profesores pero mejor para él, no venía hacer amistades. Llegó al salón, no tocó la puerta y al entrar los alumnos que hace segundos reían y corrían alrededor de la sala se quedaron mirando como el nuevo profesor llegaba. El curso se veía desordenado e indisciplinados, por eso no le gustaba trabajar con mocosos, todos eran iguales. Los alumnos comenzaron a susurrar entre ellos mientras veían pasar a Rivaille, era tan obvio que hablaban de él… Llego al mesón, dejo sus cosas y prosiguió a observar a los alumnos de manera fría para presentarse.

 

-Buenos días, mi nombre es Rivaille y seré su nuevo profesor de Historia y Francés, espero que dejen de ser tan ruidosos y así puedan aprender algo.

 

Una presentación típica de Rivaille, que dejo a todos atemorizados.

 

-Si te presentas así, solo los asustaras.

 

Llevo su vista al fondo de la sala, no podía ser cierto, Eren estaba sentado en un puesto desocupado.

“¡¿Qué demonios hace él aquí!?”.

 

Continuara…

 


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