Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Renacer por Haru19

[Reviews - 37]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Un mundo diferente


Escóndete y cubre tus oídos, eran las palabras que mi madre acostumbraba a decirme.
El mundo en el que vivimos es realmente acaudalado, pero no todos teníamos la oportunidad de vivir bajo esas comodidades. Muy lejos de la sociedad, existían los suburbios de una ciudad subterránea, creada por el propio estado que no quería que nuestra deplorable imagen ensuciara su modelo de ciudad feliz. Muy pocos sabían de nosotros, en este lugar, no existían leyes que restringieran a sus habitantes, luchar por sobrevivir era prácticamente imposible; el alimento, agua y luz escaseaba tanto como el oxígeno para nuestras vidas. Pero mi madre había logrado mantenerme con vida, y con tan sólo cuatro años jamás había visto la luz del sol que ella me contaba en cuentos.
Pese a las adversidades de este lugar, ella había encontrado la forma de sobrevivir, jamás me enseñó cómo y siempre la admiré al poder hacerlo. Cada vez que escuchábamos pasos en el exterior de nuestra pequeña habitación de madera, ella me obligaba a esconderme bajo la cama y cubrir mis oídos hasta que ella viniera por mí, yo obedecía sin objeción. Nunca lo entendí, hasta que llegó un día en el cual los resortes de la cama amenazaban con enterrarse en mi espalda si no me corría un poco, y al hacerlo, pude escuchar como un hombre le gritaba a mi madre asquerosidades mientras ella también lo hacía de forma más sutil. Tal vez me tomó un tiempo darme cuenta de cómo ella era capaz de sobrevivir en estos lugares, y un poco más en saber de dónde provenía mi existencia.
Todo cambió un día donde me encontraba como siempre escondido bajo la cama mientras cubría mis oídos, pero ella había olvidado advertirme de algo más esa vez; cerrar mis ojos. De un momento a otro, la cama simplemente dejo de moverse sobre mi cuerpo y a los segundos, vi caer el cuerpo desnudo de mi madre justo frente a mis ojos. Sus globos oculares estaban fuera de su lugar, me miraban, carentes de vida y con una desesperación impregnada en ellos antes de morir ahogada por la persona que aún se hallaba sobre nosotros. No sentí miedo, supe que no volvería a escuchar a mi madre nunca más y aunque mi pecho se hubiese vuelto pesado, la verdad es que siempre supe que este día llegaría.
-¿Kai qué demonios pasa?-un hombre entro a la habitación.
-La maldita zorra me mordió, si quieres puedes ocupar su asqueroso cuerpo antes de vender su carne, aún está caliente-se agachó a buscar el cuerpo de mi madre y no tardó en reparar que yo me encontraba escondido bajo la cama-Oh, mira lo que encontré-metió su mano bajo la cama a buscarme, yo retrocedí y se la mordí tan fuerte como nunca había mordido-¡Ah!, ¡enano de mierda!-golpeo mi rostro y de los cabellos me jaló hacia afuera-
-Es un mocoso, tal vez podamos venderlo en la red de tráfico, mira sus ojos y su piel, es una verdadera belleza-sonrió su compañero.
-Esta basura no nos dará nada, es un maldito problema-puso mi rostro frente al suyo; no me dolía mucho el que me sostuviera de mis cabellos, su boca olía mil veces peor que los urinales comunitarios.
-Espera, puede ser útil en atraer jovencitas para vender, ya sabes, nadie dejaría a un niño desamparado solo-ideó su compañero.
-Hey pulgoso-refiriéndose a mí-Ya oíste, te sacaremos de aquí y harás lo que nosotros te digamos-obligó a mi cabeza a girar hacia el cuerpo yaciente de mi madre-De lo contrario tendrás el mismo final que la perra de tu madre, ¿entiendes?
No sabía hablar, nunca aprendí ya que nadie se preocupó de enseñarme, pero sí sabía decir pequeñas cosas como un sí, que no dije y sólo le miré deseando poder asesinarlo algún día.
-o-
Tal y como él dijo, me llevaron con ellos al interior de una maleta donde apenas tenía aire para respirar, mi cuerpo era pequeño por lo que entrar en un bolso del largo de su pierna no era un problema. No sé qué paso conmigo el tiempo que estuve en el interior, pero sé que estuve más de un día allí y también fui consciente de cómo vendieron el cuerpo de mi madre en trozos de carne como alimento de feria. Y cuando logré salir de ese bolso, ya no me encontraba en la ciudad subterránea, sino en una casa a las afueras de una luminosa ciudad de ensueño, y sobre esta, vi por primera vez en mi vida el cielo estrellado del que me habló mi madre. No conocía el sol, no conocía la noche pero había escuchado hablar de ellos, y aunque no estuviera en el mejor lugar de todos, el aire de aquí era limpio y la luz era mucho más clara que allá abajo, incluso si de la noche se trataba.
Al llegar, lo primero que hicieron fue encadenarme a la pared y para dormir sólo tenía uso de una manta toda roñosa. Los dos hombres acostumbraran a llamar a mujeres para entretenerse, bebían hasta altas horas de la noche y dormían prácticamente todo el día. Muchas veces se olvidaban que yo estaba allí, y había días en los cuales nunca probaba bocado, lo que no era muy doloroso ya que estaba acostumbrado a pasar días enteros sin comer. Hubiera deseado que se olvidaran de mi para siempre, pero esos hombres no tardaron en llevarme con ellos a cumplir sus desagradables planes, y yo, siendo un niño pequeño, no tenía oportunidades al oponerme a ellos dos. Debía esperar, esperar y encontrar el momento indicado para deshacerme de ellos, pero hacerlo era más doloroso de lo que alguna vez pude imaginar.
Todas las tardes, ellos me dejaban solo en un parque transitado por la gente, mi trabajo era simple; debía caminar solo en círculos, hasta que alguna mujer se acercara y la llevara hacia donde se encontraban esos dos hombres. Tenía prohibido hacer algo más, cualquier sospecha que les creara a esas personas era motivo suficiente para hacer estallar el diminuto dispositivo en mi estómago. Y cuando la presa caía, esos hombres la atrapaban, la sedaban y la llevaban a la casa fuera de la ciudad. Buscaban con un detector de metales el chip de identificación que llevaban al interior de su cuerpo, lo destruían y aseguraban de ese modo que nadie la encontraría.
Yo volvía a ser encadenado, mientras que la mujer encerrada en una habitación sólo tenía dos opciones; si era más silenciosa y obediente, lo único que recibía era ser violada por ambos hombres antes de ser vendida, de lo contrario, ellos abusaban antes de deshacerse de ella. Siempre las escuchaba gritar, gritaban hasta darse cuenta que debían callarse o simplemente cuando las asesinaban, y yo no podía hacer más que seguir las palabras de mi madre y cubrir mis oídos hasta que el espectáculo terminara. Mientras los minutos pasaban, yo me empezaba a preguntar cómo sonaría la piel de una persona al ser desgarrada por un cuchillo, cuánta fuerza era necesaria para infligir una herida profunda y cuánta sangre era necesaria derramar para morir. Al hacerlo, imaginaba a esos hombres llorando y gritando al igual que esas mujeres, hasta que finalmente cayeran muertos al suelo de la misma forma que lo hizo su madre.
Hasta que un día, en un descuido de uno de esos hombres, el dispositivo de la cadena a mi cuello se mojó con una lata de cerveza que cayó de la mesa, y haciendo cortocircuito mi cuello quedó en libertad. Una vez más, la nueva mujer se encontraba gritando en la habitación, gritaba muy fuerte y no se callaría hasta que ellos se cansaran y la asesinaran. Era mi oportunidad para escapar, pero no me iría de aquí sin antes vengarme de esos cerdos por la muerte de mi madre, la de esas mujeres y haberme utilizado para hacerlo. Y como si mi cuerpo supiera qué hacer, fui hasta la cocina, tomé un cuchillo y sentí cómo mis extremidades se llenaban de una corriente que necesitaba ser liberada de alguna u otra forma, aunque sólo fuese un niño. Con mucho cuidado, me preocupé que mis pasos no me delataran, el peso de mi cuerpo me aventajaba pero no sabía qué tanto lo haría en el momento que estuviera frente a esos hombres, pero no moriría aquí, sabía que no podía hacerlo bajo ningún motivo.
Cuando estuve justo fuera de la habitación donde la chica se encontraba siendo abusada, mi pequeño cuerpo se tensó y en mis manos sostuve el cuchillo con todas mis fuerzas. Mi respiración era ruidosa, al menos para mí, y mi corazón latía como nunca antes lo había hecho, y dando el último respiro, entré a la habitación y me lancé sobre el primer individuo que se antepusiera en mi camino. Ellos no me alcanzaron a notar cuando yo brinqué a la espalda de uno y tomándolo de los cabellos, le di un profundo corte en la garganta que lo mató en cuestión de segundos. Jamás había hecho algo así, y era extraño, ya que sabía exactamente qué hacer incluso si jamás había matado, y del mismo modo, asesiné al otro de una apuñalada en sus genitales y un corte en su pene. Los dos hombres me miraron estupefactos durante los últimos segundos de sus miserables vidas, yo sostenía sus miradas, admirando como poco a poco ambos morían desangrados con la imagen del niño que los había derrotado.
Recuerdo haber estado entre los brazos de esa mujer cuando fue salvada; lloraba y me agradecía sin descanso por haberlo hecho. Después de eso, la policía llegó y me llevaron a un orfanato al interior de la ciudad. La directora del orfanato no le agradaba que yo estuviese allí, cuando pidió información de mí ninguno de los policías le dijo lo que realmente había ocurrido, y es que nadie querría tener a un niño de cuatro años que se había encargado de dos hombres adultos. Creí por un momento que volvería a la ciudad subterránea, pero no fue así y el orfanato se hizo cargo de mí aun si yo no tenía intenciones de colaborar con ellos. Aquí aprendí por primera vez lo que era estar limpio y con ropa bien lavada, las mujeres que se ocupaban de nosotros se encargaban de mantenerme aseado y muchas veces intentaron hablar conmigo, pero yo, no sabía hablar. No fue muy complicado aprender hacerlo, con tan sólo escuchar empezaba a practicar con mi lengua por las noches, pero nunca quise compartirlo con nadie; no era necesario, ellos tarde o temprano se irían. Los niños de ese lugar muchas veces intentaron acercarse a mí, pero yo no me veía atraído a sus estúpidos juegos infantiles y después de un tiempo simplemente me ignoraron. La vida me había obligado a abandonar esa ingenuidad infantil, yo ya había jugado el verdadero juego de la vida.
A veces recordaba a mi madre y sus palabras para que me escondiera, y al mirar al cielo a través de la ventana del orfanato, me daba cuenta que no extrañaba para nada ese lugar. Acostumbraba a sentarme en la sala de juegos a observar el cielo, nadie me molestaba y hasta podía sentir como mi alma salía del cuerpo y volaba por ese vasto cielo. Siempre que lo hacía, sentía que tenía que salir de aquí, que había algo que debía de encontrar, y tal vez sólo fueran mis ansias por salir de esta jaula, pero el peso de mi pecho era demasiado como para que sólo fuese eso.
Un día, me encontraba sentado en el suelo y observando por la ventana el cielo azul como todos los días, hasta que sentí unos pasos que se acercaron por mi espalda. No le presté atención, nunca me importó quien se pudiera acercar, y supe que no era ninguno de los que conocía desde antes de que empezara a hablar. Era un hombre, su voz era mucho más joven que la de alguien de treinta años y aunque fuese la primera vez que la oía, me resultaba familiar. Me preguntó sobre el cielo, yo no le respondí y continuó hablando, hasta que su mano invadió mi espacio y se posó sobre mi cabeza. Era cálida, extrañamente cálida y un escalofrío recorrió mi cuerpo. Giré mi cabeza, y al hacerlo, el rostro de esa persona se desfiguró por completo y de un momento a otro, me abrazó con todas sus fuerzas mientras su llanto explosivo ensordecía mis oídos.
Gracias a su compañero que le llamó, lo único que supe en ese momento fue su nombre; Eren.
-o-
Luego de eso, él me llevó a su departamento, me dio el nombre de Levi y nunca más regresé a ese orfanato. No entendía por qué, él simplemente me llevó y aunque su estúpido rostro no reflejara maldad, no me confié de esa apariencia; tarde o temprano, esta persona haría algo conmigo, ¿qué otra razón para adoptarme? Sin embargo, mientras más tiempo pasaba a su lado, poco a poco comenzaba a creer que era una persona muy extraña. Día tras día, él cuidaba de mí, hablaba demasiado aún si yo no lo hacía, me enseñó muchas cosas, dejó su trabajo por estar conmigo y me sonreía sin esperar nada a cambio. Esta persona sonreía mucho, pero, ¿por qué su sonrisa se veía tan triste? Siempre estaba sonriendo, hasta cuando venía ese tipo raro de Kurt que no me caía para nada bien, se acercaba mucho a Eren y fingía ser gentil conmigo. Pero en la mirada de Eren, no habían mentiras, pero sus ojos eran muy extraños; bellos pero sombríos.
Por las noches solía despertarme al escucharlo llorar desde mi habitación, no sabía por qué lo hacía y al principio pensé que se trataba de un loco. Pero sus gritos eran demasiado desgarradores como para tratarse de simple locura, eran agonizantes, a veces creía que podría morir ahogado debido a ellos, aunque parecía que su cuerpo inconsciente sabía lidiar con esa rutina, ya que todas las mañanas, el aparecía con su típica sonrisa. No hubo día, en el cual él no dejara de sonreírme, y verlo hacerlo era molesto.
Con el tiempo su presencia se convirtió en algo importante para mí, yo me preocupaba en aprender todo lo que me enseñaba y no causarle problemas, pero nunca fue suficiente como para lograr que la tristeza desapareciera de sus ojos. Continuaba escuchándolo llorar por las noches, y si bien en un principio sólo me llamaba la atención, ahora no soportaba escucharlo sin hacer nada. Por ende, una de las muchas noches que desperté debido a su llanto, me levanté de mi cama y fui hasta su habitación. Pese a los avances que había en la tecnología, el departamento de Eren muy anticuado, ni siquiera tenía luces automáticas como las habían en el orfanato, por lo que tuve que caminar con el cuidado de no tropezar con nada en medio de la oscuridad. Al llegar a su habitación, sólo se encontraba sollozando y tal como sospechaba, lo hacía mientras su conciencia no podía retener su dolor; en medio del sueño. Me acerqué con cuidado hasta su lado, no podía verlo con mucha claridad, pero de seguro sus pestañas debían de estar húmedas debido a las lágrimas. Con mucho cuidado, moví mi cuerpo hasta el otro lado de la cama y subí a esta con la esperanza que no se percatará, pero con sólo subir mi pierna él despertó.
-¿Levi?, ¿no puedes dormir?-sentí como giró su cuerpo y a los pocos segundos, se acurrucó en mi espalda.
Su calidez me hacía sentir tan solo, ambos lo estábamos, y supe cuan fría podía ser mi cama mientras él estaba a mi lado. Quería hacer algo por él, no quería que derramara más lágrimas y aunque pudiera hacer algo, no sabía cómo. No lograba estar tranquilo si me quedaba así, no tenía nada que ofrecerle, salvo una cosa; mis palabras, las que aprendí por mi propia cuenta y jamás se las enseñé a nadie. Pero no sabía qué decir, así que opté por responder la pregunta que me hizo por primera vez en el orfanato.
-También me gusta el cielo-modulé con dificultad.
Me sobresalté al sentir sus brazos rodear mi cuerpo, y antes de pensar en qué hacer, Eren estaba llorando con su rostro pegado a mi espalda.
-No dejaré que te hagan daño, te lo prometo Levi, nadie te va a tocar-juró con su voz quebrada debido a las lágrimas-Te enseñaré el mundo, sus cielos y mucho más, lo prometo. Siempre estaré a tu lado.
Jamás creí, que existirían palabras que fuesen capaces de comprimir tu pecho a tal punto que sintiera esa necesidad de llorar producto el ardor en mis ojos. Eren me había regalado tantas cosas; la calidez de un hogar, su incondicional cariño y compañía, nuevos sentimientos y deseos de querer cuidarlo. …l estaba tan solo como yo lo estuve hace un tiempo, y hoy, sentía que ambos habíamos dejado atrás nuestras penas para ver hacia un futuro donde podríamos vivir juntos.
Con mucho cuidado, giré mi cuerpo logrando que no se despertara; se había quedado dormido en medio del llanto. Pude ver en su cuello como dos anillos colgaban de un collar, y sentí una horrible apuñalada en mi pecho, nunca estuve tan cerca cómo para verlos y me pregunté si eso era muy importante para él. Su rostro estaba tan cerca del mío que podía ver cómo sus lágrimas humedecían sus pestañas y se perdían en sus mejillas; tal cual yo lo había imaginado. Tenía una expresión muy lamentable, pero de algún modo parecía aliviado. Estiré mis manos hacia su rostro y con mucho cuidado limpié las lágrimas de sus ojos, mis dedos eran tan pequeños que pasaban desapercibidos. …l no se despertó y confiado en que estaba exhausto de tanto llorar, puse mis pequeñas manos sobre su rostro.
-No llores más Eren-susurré en la oscuridad y me quedé dormido junto a su cuerpo.
Desde esa noche, no volví a utilizar mi cama en un largo tiempo.
Comencé a hablar con él, al principio respondía con movimientos de cabeza o escasos monosílabos, luego de un tiempo di respuestas más elaboradas hasta que llego el día donde ambos podíamos mantener una conversación completamente normal. Incluso podía sonreír. Del mismo modo lo hice en la escuela, me esforcé por cumplir con los estándares que me imponían con tal de que él estuviera orgulloso de mí, pero me tomó un tiempo en comprender que él lo era sin la necesidad de que yo fuera un alumno sobresaliente en la escuela.
Tal y como me lo había prometido, él me llevó a conocer el mundo, de vez en cuando viajábamos a distintos lugares y escucharlo enseñarme todo lo que conocía era fascinante. Sus ojos brillaban, la mirada de Eren se había vuelto menos sombría con el tiempo, era preciosa, y no tuve tiempo de percatarme el cómo mi amor hacía él se transformaba en algo más profundo que un sentimiento de padre e hijo. Pronto, verlo sonreír me estremecía por completo, dormir con él fue imposible cuando mi cuerpo comenzó a reaccionar ante mis sentimientos, y de igual forma el bañarnos juntos. Así que tuve que regresar a mi cuarto con la excusa de que ya estaba grande para seguir durmiendo a su lado, y con el tiempo, el regresó a su trabajo. …l no lo entendería, mis sentimientos y los suyos, eran muy distintos.
Siempre encontré curioso el que Eren conservara la misma apariencia joven y saludable desde que lo conocí, y aunque muchos notaban ese detalle y les parecía extraño, de alguna u otra forma, para mí era algo completamente normal, y no sabría explicar el porqué.
-o-
-Eren, Eren despierta-le llamaba mientras sacudía su cuerpo dormido.
-¿Qué pasa?-preguntó somnoliento.
-Llegarás tarde al trabajo, levántate.
-No quiero-se negó al cubrirse con las sábanas.
-¿Qué clase de adulto eres? Llegaras tarde, levant…-no logré terminar mi frase cuando sus brazos me obligaron a acostarme a su lado. Mi corazón y mi cuerpo entero se estremecieron-¿Qué haces?
-Quédate conmigo-me abrazó, sus palabras me provocaron escalofríos y lo rechacé de inmediato.
-No seas idiota, debo dar mi examen para la universidad-me negué, debía salir de aquí-No puedo esperarte hoy, iré primero.
-Antes solías ir a todos lados conmigo…incluso te quedabas conmigo en la cama…te has vuelto un amargado-se quejó.
-Antes era un niño, no seas infantil y levántate. Bien me voy-respondí molesto, él no lo entendería.
-Cuando vuelvas estaré esperándote con tu comida favorita-sonrió-¡Esfuérzate!
-Nos vemos en la tarde-me despedí y me fui de allí.
Cada vez era más difícil fingir que nada ocurría, pero si Eren se enteraba de estos sentimientos me abandonaría, y no quería perderlo; era lo único que deseaba en este mundo. Pero ahora, debía de expulsar estos pensamientos y dar su examen de manera correcta. Debía ser capaz de cuidar de él.
Al llegar a la escuela, mis compañeros de clase se encontraban conversando sobre lo nerviosos que se encontraban por el examen, yo no poseía amigos con los cuales hablar y tampoco creía necesitarlos. Eren era todo lo que quería, así que nunca me preocupé de hacer amigos, sólo había hablado con ellos un par de veces. Pero esa mañana, me encontré con la sorpresa de un paquete en mi asiento en el salón; una pequeña caja de bombones con una carta escrita a mano en una hoja de papel, algo verdaderamente arcaico. Quienquiera que haya hecho esto, no aceptaría nada, pero, al ver la caja de bombones recordé el peculiar gusto de Eren por las cosas dulces. Nunca le he dado nada, tal vez podría dárselo de regalo como muestra de mi gratitud después de todos estos años, aunque los verdaderos sentimientos serían muy distintos a los expresados.
Esa tarde él me tendría mi comida favorita, siempre buscaba la manera de consentirme y al abrir la antigua cerradura del departamento, el aroma nostálgico de su comida invadió mi nariz.
-Llegué-avisé y caminé hacia la cocina.
-¿¡Cómo te fue!?-preguntó al verme, sus ojos estaban rojos, de seguro había llorado y trataba de disimularlo.
-Era fácil, como un juego-respondí.
-Tan genio como siempre, pero todo genio necesita comer-me enseñó el plato de nikuman, y una sonrisa inevitable se dibujó en mis labios.
No me cansaba de verlo sonreír, nunca lo haría. Dejé mis cosas sobre una de las sillas de la mesa y antes de ir a lavar mis manos, él me detuvo.
-Levi, necesito conversar contigo-su voz reflejaba seriedad, era inusual en él y mi cuerpo se tensó al escucharlo, ¿sabría mis sentimientos? No, me había encargado de ocultarlos, era imposible.
-¿Qué ocurre?-pregunté, sentándonos en las sillas del comedor.
-Tú sabes en qué consiste mi trabajo…
-Lo sé, ¿qué hay con ello?
-No he estado sirviendo a la organización como ellos desean, es decir, no he estado al cien por ciento activo y me han pedido que vuelva-explicó.
-¿Enserio? Y, ¿trabajarás más entonces?
-Sí, pero…ya no te podré ver.
Mi peor pesadilla se hacía realidad en tan sólo unos segundos, y en mi cabeza, se escuchaba una voz que se burlaba de mí y me decía que nunca debí confiar en él.
-¿Qué…?-logré modular.
-A partir de mañana, yo ya no viviré contigo, no podré verte más…Así que, disfrutemos nuestro último día juntos-sonrió.
Jamás creí que llegaría el día donde aborrecería su sonrisa, quería golpearlo, siempre esperé la traición de todos menos de él. Fui un estúpido, él jamás me amó y sin embargo, consiguió crear en mis sentimientos que ahora me torturaban en las entrañas.
-¿Dices eso así y nada más…? Como si fuera tan normal...-gruñí empuñando mis manos.
-Entiendas o no, así será a partir de mañana.
-¡Eres una mierda al igual que todos! ¿Ahora te vas? Siendo que me prometiste que jamás lo harías-grité, en todos los años que pasé con él, jamás le había hablado así, pero ahora mi pecho era consumido por estos horribles sentimientos.
-Te enviaré dinero para que cubras los gastos, no quedarás desprotegido.
-¡Tu dinero me vale mierda Eren!
-Deja de comportarte como un niño, tú mismo lo dijiste hoy en la mañana, ya no eres uno-se levantó de su silla-Puedes terminar de cenar e ir a dormir, no discutiré más el tema-me ordenó, y como un objeto desechable, él camino sin importarle nada. No pude retener mis sentimientos, de verdad quería golpearlo y lo hice al levantarme y golpear su rostro con todas mis fuerzas. …l cayó junto a la silla que contenía mis cosas y de mi bolso, salió la caja de chocolates junto a la carta que había encontrado en la mañana-Veo que por lo menos tendrás novia-agregó.
-Eso no tiene nada que ver con alguien que me va a abandonar-bramé, sólo pensé en él, le dediqué todo a él y ahora me abandonaría.
-¿A si? Creo que todos estos años he sido yo quien te ha cuidado como para saber qué demonios pretendes con tu vida-respondió enojado.
-¡Tú no eres más que un bastardo farsante!
-Al menos tendrás alguien a quien darle mi cama, ¿no? Hombre o mujer, podrás hacer lo que quieras, ¿no estarás feliz? Ahora no estaré aquí para impedirte hacer lo que quieras-sonrió, sus palabras y su maldita sonrisa dolían.
Sentía mi cuerpo hervir de la rabia, él se levantó y con su rostro fruncido se preparó para luchar conmigo. Empuñé una de mis manos, listo para golpearlo una vez más, había visto esa expresión antes estaba seguro, pero era imposible, él jamás se había enojado conmigo. Y listos para pelear, avanzamos para golpearnos y de inmediato, un fuerte dolor de cabeza me obligó a tumbarme en el suelo. No entendía qué demonios ocurría, mi cabeza explotaría en cualquier momento y a lo lejos, escuchaba a Eren llamarme mientras se arrodillaba a mi lado. Girtaba mi nombre, una y otra vez, no, la voz que gritaba mi nombre ahora se hallaba en mi cabeza, y junto a ella, un bombardeo de confusas imágenes me dejó sin aliento por unos segundos.
Ahora comprendía todo, su mirada triste, sus pesadillas en la noche, su amor incondicional, ese mocoso jamás dejó de amarme. Aún me encontraba desorientado, mis recuerdos del pasado y los de ahora no lograban entrelazarse por completo, pero de algo que si estaba seguro es que me encontraba aquí, vivo y lidiando una vez más con la eterna estupidez de Eren.
-No importa cuántos años pasen, tú eres y continuarás siendo el mismo mocoso imbécil que toma las peores decisiones que puedan existir-hablé.
-Tú…no, no sé de qué me estás hablando-continuó fingiendo, sabía que lo hacía por miedo a nuestro destino.
-Hemos llegado a esto, y aun así, ¿serás un cobarde y vas a huir?
-Y-yo, yo, yo…-balbuceo sin saber qué decir.
Esa torpe actitud no cambiaría jamás en él, Eren había luchado por vivir después de todo y continuaba siendo el mismo idiota del que me enamoré, y volví a enamorarme en esta nueva oportunidad. Definitivamente, nunca podría alejarme de él y no deseaba hacerlo. Tomé su rostro y reclamando lo que era mío, besé sus labios antes de que pudiera decir alguna estupidez. …l no supo que hacer al principio, pero no me detuve y continué insistiendo hasta que siguió el ritmo de mi boca. La última imagen que tuve de él, fue su cuerpo que moría poco a poco, cuando me entregué no supe si la máquina que había creado Armin lo habría salvado o no, pero era el único riesgo que podía tomar. Ahora me daba cuenta que había sido todo un éxito, Eren se había recuperado, sus labios continuaban igual de cálidos y húmedos, y había sido capaz de vivir en el mundo que él tanto amaba. Lo hubiera besado hasta quedarme sin aliento, no obstante me obligó a separarme y con su rostro todo rojo continuó:
-¡No! Tú debes vivir no debes estar conmigo, si te quedas a mi lado…no quiero perderte otra vez…-sostuvo su postura.
-Lo haré, viviré, pero tú te quedarás conmigo. Aún conservas los anillo en tu cuello-señalé la zona-Eres mío, el día que di mi vida por ti, también te reclamé. No tienes derecho sobre tu vida, es mía-tomé su collar y arranqué los anillos de su cuello.
-No, otra vez no por favor-rogó con su voz temblorosa.
-Eren, cásate conmigo-le pedí al tomar una de sus manos. Le había hecho tanto daño, pero esta vez me aseguraría de que ese destino no arruinara la vida que deseamos por miles de años-Me has cuidado todo este tiempo, ahora te cuidaré yo-prometí colocando el anillo en uno de sus dedos.
-Soy débil…esto no debía ser así.
-No me iré, aún nos queda una larga vida por delante-juré y lo abracé sin querer dejarlo ir nunca más-Lamento haberte lastimado y haber tardado tanto.
-Te odio…me dejaste solo, por tanto tiempo. Te odio, te odio, te odio-me gritó mientras lloraba y se aferraba a mi cuerpo.
-Ya estoy aquí, mocoso llorón-acaricié sus cabellos-Mantuviste el lugar limpio, tal y como lo dejé, supongo que no estuviste con nadie, ¿verdad?-quise asegurarme.
-No-respondió.
-¿Y ese tal Kurt?-pregunté por su compañero de trabajo.
-Sólo es mi compañero…
-Entonces, ¿te irás con él o te quedarás conmigo?-amenacé.
-Me quedaré contigo…pero tengo miedo-confesó.
-Estaré siempre contigo, no importa cuántas veces tenga que reencarnar, te encontraré-juré y besé sus cabellos.
-¿Los demás habrán hecho lo mismo?, ¿los encontraremos algún día?
-Probablemente, los hemos encontrado dos veces, de seguro lo haremos muchas más. Pero ahora, quiero ocuparme de ti-susurré en su oído y me levanté cargándolo en mis brazos, necesitaba sentirlo y saber que esto no era ninguna ilusión, necesitaba sentirlo y hacerlo mío. Con sus brazos sosteniéndose por mi cuello, Eren me sonrió, siendo esa la primera sonrisa exenta de tristeza que veía en su rostro, y del mismo modo, sentí que podía hacer lo mismo al tenerlo en mis brazos, después de tantos años.
-¿Qué hay de la caja de chocolates?-me preguntó molesto.
-Me lo dio una chica, la verdad no acostumbro a recibirlos, pero como hoy me ibas a cocinar, quería traerte algo y como sé que te gusta lo dulce, los recibí-expliqué-Pero ahora encontré una utilidad mejor.
Creí que se enojaría como siempre lo hacía cada vez que lo molestaba con este tipo de cosas, pero esta vez, sólo me sonrió.
-Te amo-confesó.
-Tendrás que esforzarte más si quieres que responda a eso-le advertí llevándolo a la habitación.
-¿¡Qué!?
Con Eren en mis brazos, caminé hasta la habitación mientras él intentaba buscar cualquier excusa para detenernos. Con la ayuda de mi pie, abrí la puerta y me adentré junto a él. Nada había cambiado, él se había preocupado de mantener todo tal cual lo deje, este pequeño departamento se había convertido en una capsula de tiempo y era como si nunca me hubiera ido. Caminé hasta la cama y lancé el cuerpo sobre esta, subí y lo encerré entre mis brazos y piernas mientras observaba su rostro. Continuaba enrojeciendo cada vez que hacía estas cosas, él seguía siendo transparente frente a mí.
-¡Espera!, yo no he hecho esto en un largo tiempo…-me detuvo.
-¿Quieres que me crea eso? Más de mil años y, ¿quieres que crea que no has jugado con tu cuerpo?-dije sin espéculos.
-¡N-no era necesario que dijeras eso!-gritó sonrojado.
-Ya que has mantenido limpio este lugar, te daré a escoger, ¿qué quieres que haga?-ofrecí acariciando su cuello.
-Pues…tal vez pueda intentar una vez más ser yo quien esté dentro tuyo-pidió al colgarse de mi cuello. Mi rostro se desfiguró al escuchar su petición, él aún recordaba esa vez que lo intentó y tan sólo pensarlo me horrorizaba-Es broma-empezó a reír, él acababa de burlarse de mí.
-Pensaba hacerlo lento, pero las insolencias se pagan-acerqué mi rostro al de Eren, siendo él quien esta vez puso una expresión de horror-Ya sabes, el cuerpo de un adolescente es mucho más ardiente-sonreí con lujuria, pero él se abrazó a mi cuerpo.
-Confió en ti-aseguró.
…l sabía que no le haría daño aún si sabía que su cuerpo era capaz de recuperarse de sus heridas, y aunque nuestros cuerpos se desearan con tanta desesperación, lo cuidé y lo traté como si fuera nuestra primera vez. La primera vez luego de un largo tiempo, donde nuestros cuerpos se conectaron bajo la misma magia que las épocas pasadas, como si estuviésemos destinado a consumirnos en esta enloquecedora pasión milenaria.
-o-
Al abrir mis ojos en medio de la noche, encontré a Eren durmiendo entre mis brazos, estaba exhausto y su rostro al dormir se veía calmo e ingenuo. Muy distinto a lo que me mostraba todas las noches. Le había hecho daño, y de seguro estuvo muy solo todos estos años, pero ahora, por fin podía calmar el dolor que había creado en él. Observé su rostro durmiente por unos segundos más, ya que él despertó como si se hubiese percatado de mi mirada. Sus ojos buscaron a los míos y me observaron confusos, para después, regalarme una sonrisa y acurrucarse en mi pecho. No dejaba de ser un niño, un niño sano y fuerte.
-Puedes seguir durmiendo, aún es de noche-le avisé.
-Lo sé, pero tengo miedo de que al despertar no estarás a mi lado-confesó.
-¿Y a donde podría ir? No conozco a nadie más que a ti-bromeé.
-Lo sé-sonrió.
-Cuando amanezca, iremos a buscar nuevos muebles-le informé.
-¿Por qué? Estos están bien, además…son los muebles que tú compraste…
-No seas idiota, estas cosas ya están viejas. Además, no te aferres al pasado, esta vez las cosas serán distintas-prometí.
-Te extrañé, te extrañé mucho. Creí jamás volverías, que estaría condenado a vivir solo por siempre. Muchas veces pensé en acabar con mi vida, lo siento, tú te sacrificaste y yo sólo quería morir… pero era demasiado doloroso, yo simpl…-silencié su boca con mis labios, era demasiado crudo escucharle decir esas cosas. Lo sabía, sabía cuánto Eren había sufrido pero eso ya no tenía que ser así.
…l quería continuar hablando, pero no dejé que abriera esas heridas y continué besando sus labios mientras subía mi cuerpo sobre el suyo. Apoyándome sobre mí ante brazo, enredé mis manos en sus cabellos y obligué que su lengua se rindiera ante la mía. No había olvidado como besar, ambos sabíamos fusionarnos como si nuestros cuerpos estuvieran hechos para estar juntos. Descendí mis manos por su rostro y al llegar a sus mejillas, separé nuestros labios para pegar nuestras frentes y mirar a sus ojos. Podía ver el color de los míos reflejarse en los suyos cristalinos por llorar una vez más.
-Esos días acabaron, estoy aquí, ¿lo sientes? ¿Cómo te beso?, ¿cómo te toco?, y ¿cómo te hago mío?-tomé su mano que portaba el anillo y la besé.
-Sí…le temo al futuro-confesó entre lágrimas.
-No deberías, porque yo siempre estaré allí, buscándote una vez más-prometí.
-¿Es una promesa?-preguntó Eren.
-Es una promesa-juré-Ahora deja de llorar que vas a mojar toda la cama.
-Lo haré, lo haré-prometió sin poder parar de llorar.
-Te amo mocoso idiota-sostuve su rostro en mis manos.
-Yo también, siempre lo haré-correspondió abrazándose a mi cuerpo.

Eren no volvió a llorar, sus ojos, su sonrisa y sus noches fueron más tranquilas el resto de nuestro días juntos. …l continuó enseñándome muchas cosas sobre el mundo que él amaba y sobre todo, a cómo amarlo cada día más.
Cuando mi vida llegue a su fin, sé que te tendré a mi lado sosteniendo de mi mano cuando ya no me pueda mover, y yo prometo, ser quien tomé de tu mano la próxima vez que nos encontremos. Hoy y por siempre, eres y serás mío.

Fin
Notas finales: Holo, ¿cómo están? Les he traído el especial y lo último que escribiré de este fic, ahora sí, le digo formalmente adiós a este fanfic. Fue un gusto haber compartido esta historia con ustedes y una felicidad enorme haber recibido el cariño de todos ustedes, muchas gracias y espero que les haya gustado.


Bueno, ahora me despido de esta historia, muchas gracias a todos, espero les haya gustado el especial y para quienes leen mis otras historias, nos veremos en los nuevos caps de éstas :3 Muchas gracias a todos los que dejan reviews, cada uno de ellos fue una alegría y muchas veces me hicieron reír, gracias a todos, cuídense y nos leemos!

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).