Habría que saber por dónde iniciar esta vez. Podría mencionar como me siento en este preciso instante. El tiempo ha comenzado a ahogarme, las ideas aturden sin consideración mis sentidos. No sé en qué día vivo, no puedo ponerme de pie, mucho menos puedo formular una palabra, y lo necesito, estos silencios comienzan a quemar las partes más recónditas de mi ser.
— Despierta… Despierta… — Me digo a mi mismo, aunque realmente me encuentro con la atención centrada a su retrato, observando aquella mirada lejana. La observo desde mi vacío, como si al saciarme con ella pudiera repararme a mí mismo. No es así, simplemente se vuelve una adicción. Estoy cediendo a lo que un inicio me opuse rotundamente. — Tranquilo, todo estará bien. — Nuevamente me animo, ¿Pero de qué sirve? Sólo me miento un día más.
Aquel pelinegro debía saludar como lo hacía comúnmente, pero no fue así. Con el entrecejo fruncido y sin evitar mostrar su molestia continuó hasta el sofá más alejado que se encontraba en la sala de ensayos; frente al mismo una hermosa vista era regalada por aquel enorme ventanal de cristal templado.
— ¿Has pasado una mala noche, Shinji? — Preguntó el bajista quien tenía prácticamente descubierto por completo el pecho. Acto al que se le daba reconocimiento al pequeño rubio al que mantenía entre brazos, este que por nada se alejaría de su cuerpo, ya que se prendaba a la anatomía del castaño como si se tratase de una misma larva hambrienta.
— Para nada. Aunque tampoco la paso también como ustedes. — Aquello no lo había pensado, para nada, su molestia había sido expresado justo como la pensaba, sin embargo, sus compañeros de banda no reaccionaron como si les estuviesen reprimiendo, o como si lo dicho les molestara ya que habían interpretado dichas palabras como una broma del ojiverde.
Los miembros restantes seguramente llegarían uno a lado del otro, esto ya era más que una costumbre. El líder lucía una sonrisa deslumbrante cuando se encontraba con su pareja, aquel baterista de mirada tierna y risa estridente; relación de la cual solamente Tora estaba enterado, ya que el mismo era el más cercano y como un hermano mayor para el vocal.
A los pocos minutos cada integrante tomó su lugar estipulado, al igual que sus instrumentos. Tenían que perfeccionar un tema creado por el guitarrista mayor. Eran conscientes cuanto les podía demorar ello, no sería algo de horas, pero posiblemente en algunos días, aquel tema sería perfecto. Prácticas con gritos del líder, con pausas por aquel par de tortolos que se la pasaban distrayéndose en horas de trabajo. Quejas por parte de Shinji quien aseguraba que no transmitían lo que la letra realmente expresaba, palabras en las que ocultaba su verdadero enojo, este que era generado gracias a sus compañeros de cuerdas. Aquello pronto estallaría.
— ¿Lo has notado, Shou?
— ¿A qué te refieres? — Preguntó el castaño quien ordenaba una pila gigantesca de papeles que se encontraban sobre su escritorio.
— Hablo de Tora… ¿Es qué no lo has visto? — El contrario asintió. No podía hacerse el de la vista gorda cuando su mejor amigo estaba sufriendo y lo peor de todo es que se tragaba sus frustraciones, como sus miedos.
— Sí, lo he visto, pero no puedo hacer nada si él no me deja. — Argumentó con impotencia.
Las horas transcurrieron nuevamente, el día había terminado justo como había iniciado: Con un pelinegro que hundía el rostro en una de sus almohadas, negándose rotundamente a mirar aquella sonrisa que lo tenía en el borde de la locura. La cual lo condenaba a llevar aquellos días en los que el aire no le bastaba para vivir. Pero era débil, tan débil que las lágrimas comenzaron a caer por sus tibias mejillas… Una vez más, una vez más se sentía como el ser más patético del universo.