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Hermoso Desconocido por TKForTheMusic

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Notas del fanfic:

Hola :D Aquí con otro fanfic. Este es para una ocasión especial, Ms Aria, la autora de 88 Días (http://arias-of-snow.livejournal.com/13316.html)  hizo un concurso en modo de festejo por el primer aniversario de la fecha de publicación, y "esto" (?) ha ganado el tercer puesto :'DDDDD

Espero que les guste~

Cuando ChanYeol cumplió catorce años, naturalmente supo qué quería ser cuando creciese, y qué definitivamente no quería. Para él, era blanco o negro, soleado o lluvioso.

Y supo que, al visualizarse en un futuro, no se veía feliz con la nariz pegada a un libro de leyes, y aún menos trabajando todo el día en una oficina. Supo que lo suyo no era la monotonía, que lo material no iba a hacerle feliz, y que el dinero no le iba a servir de por vida.

Tenía todo muy claro, y eso fue algo que KyungSoo envidió durante toda la etapa de su amistad. Incluso cuando ambos empezaron a salir (era algo que todos se esperaban; KyungSoo y ChanYeol estaban juntos como dedo y uña), al mayor se le hizo incapaz dejar de un lado la envidia (sana, desde luego) que hacía que de, cierto modo, la comodidad entre ambos, a veces, se achicara.

Fue un día de la preparatoria que por cierto, KyungSoo se siente aún incapaz de olvidar, que ChanYeol llegó con una sonrisa de oreja a oreja dibujada en su rostro farfullándole algo sobre un viaje y un trabajo y un que otro objetivo de la vida resuelto.

—Tranquilízate y cuéntame paso a paso —le pidió el de menor estatura frunciendo el ceño y mirándole mal.

—Verás, ¿recuerdas que te conté sobre mi gran futuro? —KyungSoo asintió inseguro del asunto detrás de sus palabras—. Bueno, he encontrado una causa perfecta para viajar por todo el mundo.

—¿Y cuál es esa causa? —preguntó ahora curioso. Tenía que admitir que los ojos emocionados y la sonrisa satisfecha de su novio le despertaban el interés.

—Fotógrafo de una revista de turismo —exclamó, mostrándole todos los dientes—. Visitaré un montón de lugares, y será trabajar de algo que amo. ¿No es genial? —Dio palmas eufórico.

—Bueno... —Lo miró nuevamente antes de contestar—. Yo creo que es un poco loco. ChanYeol, ¿en serio vas a dejar a tu familia y todo lo que te pertenece para viajar por todo el mundo? —Lo que quería decir, “¿vas a dejarme aquí solo?”.

ChanYeol no era tonto, sumado a que conocía a la perfección al muchacho, de modo que contestó yendo directo al grano. —He pensando en ello. En primer lugar, claro que regresaré cada tanto con mi familia, esto no es para siempre. —Vale, qué bueno que aún no había perdido el juicio por completo, pensó KyungSoo para sus adentros.—Y además, quería proponerte que... Vinieras conmigo. —Le miró expectante de su respuesta.

¿Qué? ¿Había entendido bien? ¿Do KyungSoo dejándolo todo para viajar sin un verdadero rumbo junto a semejante granuja?

Jamás admitiría que le seducía la idea.

—Definitivamente carece de sentido —espetó el mayor con el ceño fruncido. —No, no, puedes ir haciendo esas valijas tú solo.

ChanYeol rodó los ojos. —Como si me fuese a ir mañana. KyungSoo, voy en serio. ¿No te gustaría dejar por un tiempo este... Si le podemos llamar, estilo de vida? Vayámonos y dejemos todo, vivamos de verdad.

—Resulta que... —replicó—. Yo no le puedo llamar vivir de verdad a viajar por todo el mundo. Me parece tan... Loco e irreal. Creo que deberías reconsiderarlo. Además, ¿qué te hace pensar que conseguirás ese trabajo?

—No te haces una idea de cuántas veces lo “reconsideré”. —ChanYeol bufó—. Y ¿no me conoces? Todo lo que me propongo lo logro.

KyungSoo quería decirle que esa forma de pensar era un poco arriesgada y que podría jugarle malas pasadas en un futuro, pero la verdad era que esa no era su opinión en aquél entonces. En el fondo lo envidiaba, ahora más que nunca.

Naturalmente que se negó, y naturalmente que ChanYeol estuvo todo el proceso escolar rogándole para que aceptase su idea. Sus pedidos consistían en frases que KyungSoo estaba seguro de haber leído por Internet (para el alimento de su risa interna), como “sólo vives una vez, ¡YOLO!” o “la vida es un libro, y aquellos que no viajan, sólo han leído una página”, que hacían que KyungSoo quisiese golpear la frente contra su escritorio.

Al atardecer, cuando ChanYeol acompañaba al mayor a su casa como en cualquier otro día, KyungSoo se sintió incapaz de soportar un segundo más de su insistencia. Dios, qué persistente era ese chico.

—¡Está bien! ¡Viajaré contigo a donde sea! ¿Estás feliz? —farfulló mirándole con enojo, secretamente feliz de haber admitido la verdad.

El más alto le encerró en un abrazo de oso que debía interpretar como festejo, pero que sinceramente lo estaba tomando como un intento de asfixio.

—¡Eres el mejor! ¡Nuestro KyungSoo es el mejor! —Repartió besos por toda su mejilla.

—Cállate —respondió azorado. Desde luego, estaba tan feliz como su novio. Pero eso era un secreto.

 

 

Sin embargo era verdaderamente así, todo lo que ChanYeol se proponía lo lograba, y en un par de años tenía su diploma en su mano derecha que se sacudía orgullosa. Y al año siguiente, increíblemente rápido, se encontraba en el aeropuerto junto a un KyungSoo que no ayudaba mucho mordiéndose el labio inferior. ChanYeol le mostraba confianza, comportándose como si supiera lo que hacía, aunque probablemente no era así.

Se mantuvieron uno, dos meses así. Las primeras semanas la pasaron en Brighton, que sin duda era una joya enorme para su trabajo. El clima de la ciudad era increíble, y sus playas eran, sin duda, un maravilloso lugar para quienes buscaban un descanso. Se encontraba a una sola hora de Londres, por lo tanto fue el segundo lugar que visitaron.

ChanYeol insistía a muy cortas instancias de tiempo que era un inicio estupendo, pese a que KyungSoo lo miraba con los ojos preocupados. Él debía ser la única persona que no se permitía disfrutar semejantes vistas en tal lugar. Diablos, era un imbécil, pero estaba arrepentido de haberse permitido arrastrar en aquella travesía. Claro que nunca lo diría en voz alta, porque sería una verdadera lástima hacer entristecer los ojos redondos y siempre iluminados de ChanYeol.

ChanYeol.

¿De eso se trataba estar enamorado? ¿Dejando todo de lado, como un sacrificio? Eran esos momentos en los que KyungSoo comenzaba a pensar que su novio era un verdadero egoísta. Y luego se esmeraba en alejar esa voz maligna, para dejarla en un rincón de su mente y convertirla en una carga más sobre sus hombros.

Incluso si KyungSoo era su compañero de vida y alma, a ChanYeol se le imposibilitó ver que por dentro sufría. De hecho, estaba tan inmerso en incluso, el olor que emitía la comida de un bar, que estaba verdaderamente ciego para ese tipo de cosas sentimentales.

Llegó una etapa en la que dejaron de tocarse. No por incomodidad, sino porque la necesidad no estaba, y ChanYeol sólo se preocupaba por cuál ángulo era mejor para la imagen y KyungSoo llevaba una vista vacía, cada vez más desolada.

Y muy pronto KyungSoo tocó fondo. Simplemente, un día que amaneció malhumorado, junto a un ChanYeol que no había notado su presencia por estar demasiado ocupado observando las fotos de su cámara profesional, comenzó a gritar y a reprocharle todo lo mal que estaba haciendo. Cuestionándole si en algún momento se había detenido a pensar que, de hecho, él también tenía sueños y metas por cumplir que había despechado de improviso por él. Que su carrera de ensueño no tenía absolutamente nada que ver con fotografía.

Cuando ChanYeol quiso darse cuenta, KyungSoo estaba haciendo las maletas para regresar a Seoul. Con las mejillas empapadas, el chico se negó a escuchar todo ruego y disculpa del menor. Rechazó todo tacto y le miró una sola vez antes de dejarle.

Incluso a pesar de que esto fue como una patada para ChanYeol, un baldazo de agua helada en pleno rostro y se lamentó profundamente por haber sido tan desconsiderado, se supo recomponer en un corto plazo de tiempo. Porque así era ChanYeol. Él estaba más que dispuesto a ser feliz.

 

BaekHyun jugó con la corbata de su camisa nerviosamente. Era la sexta vez que veía al tipo. Extremadamente atractivo, por cierto. En Soul café & bar, donde la muchedumbre no era del todo frecuente debido a la apariencia del lugar, un poco descuidada, BaekHyun rogaba a su compañero para que le dejara atender a aquél chico alto de melena corta y oscura que se sentaba ansiosamente en un rincón del café, y siempre pedía la misma porción de cheescake y el mismo expresso.

La primera vez que BaekHyun le había atendido, se había sonrojado como niña. No porque el muchacho le hubiese dicho algo insinuante o le hubiese mirado coqueto (realmente, lucía más inocente que nada), sino porque la sonrisa que le había regalado al percatarse de que era coreano le había dado vuelta el corazón.

No, esto era serio. BaekHyun necesitaba leer en Internet sobre los efectos de sonreír.

Aunque las conversaciones no pasaban de un cortés “que tengas un buen día hoy” o un “qué lindo día”, BaekHyun no podía evitar contar con los dedos de sus manos cada palabra y cada sonrisa que le daba. Se moría de ganas por preguntarle qué hacía en Liverpool, si era un turista o si trabajaba, si había una razón en especial por la cual asistía tan seguido en sólo una semana a aquél café.

Luego de rogarle nuevamente a su compañero de trabajo que le dejase atenderlo, pese a que aquella mesa no le correspondía, se arregló rápidamente las hebras castañas y sacó su libreta y su lapicera para anotar sus palabras.

—Buenos días —le saludó con una de sus elegantes sonrisas. ChanYeol le correspondió, aunque su mueca era más vivaz y alegre.

—¿Lo de siempre? —preguntó preparando su material.

—Lo de siempre. —Asintió. Justo cuando BaekHyun se estaba por marchar, añadió—: Aunque... tú también te podrías traer algo.

El castaño le miró confuso, pero cuando entendió, miró hacia atrás dubitativo. —Esto... No sé si pueda.—respondió abatido.

—Será sólo un rato —aseguró el que parecía un rascacielos.

BaekHyun se acercó a Rachael, quien dirigía el bar, y preparando un inglés más amable de lo normal, abrió la boca. Sin embargo, antes de que pudiese decir algo, la muchacha asintió efusivamente con la cabeza. “Lo he visto todo” gesticuló entre labios, para bochorno del chico.

Ya con la orden en sus manos, se dirigió a la mesa donde le esperaba un tranquilo ChanYeol. Contrario a él, BaekHyun sentía un par de cosas extrañas en el estómago y sentía cómo las palmas le empezaban a sudar. De acuerdo, eso sí era raro. ¿Byun BaekHyun nervioso? ¿Y por un chico? Imaginó a sus amigos fotografiando la situación con muecas burlonas y, sonriente, logró tranquilizarse un poco.

Una vez que ambos estaban devorando sus comidas, comenzaron a parlotear como si realmente se conociesen. A BaekHyun le gustaba esa sensación de comodidad que despertaba el otro, bastaba que le sonriese para que inconscientemente le contase de su vida entera. De seguro que a veces sabía aprovecharse con aquél don.

—Entonces, ¿qué haces en Liverpool? —preguntó mirándole con curiosidad.

—Trabajo como fotógrafo para una revista de turismo en Corea —respondió simplemente, limpiándose los dedos con una servilleta.

—Suena interesante, pero ¿por qué una revista de turismo justamente? ¿Y por qué Liverpool?

—Lo dices como si Liverpool estuviese mal. —ChanYeol frunció el ceño, para suavizarlo al segundo—. Mi sueño siempre fue viajar. ¿No es esta una genial forma de cumplirlo?

BaekHyun contuvo un quejido que se le atoró en la garganta. ¿Viajar? Realmente había repetido muchas veces esa palabra para sus adentros. Viajar, en algún tiempo, también había sido su sueño. Sueño frustrado ahora. Desde que sus padres no le habían concedido viajar, justificando que “como toda persona normal, tú simplemente deberías estudiar o trabajar de algo aquí”, se había resignado y se había obligado a sí mismo a reprimirse.

Entonces era por eso que ChanYeol lucía tan... ¿Fresco, era la palabra? Pese a que le pesaban unas oscuras ojeras bajo sus ojos, señal de un terrible cansancio, su sonrisa mostraba sincera felicidad, no parecía tener quejas. BaekHyun estaba seguro de que un efecto como ese era inevitable luego de viajar, luego de cumplir un sueño.

—Te quedaste sin habla —señaló preocupado—. ¿Pasa algo?

Incluso si ChanYeol seguía siendo un extraño (BaekHyun sólo deseaba deshacer cariñosamente con sus dedos el ceño fruncido que tenía), no podía evitar querer contarle sobre él y serle absolutamente sincero.

De modo que le relató sobre su sueño frustrado, con sonrisa melancólica y hombros caídos. Le contó sobre sus inquietudes y su miedo de dejar a sus padres solos por un capricho suyo. Que no quería decepcionarlos sin cursar una carrera y sin buscar un trabajo digno. ChanYeol le escuchó atento, sin sacarle la mirada de encima. Entendía en parte sus sentimientos, pero a la vez le molestaba que se hubiese rendido tan fácil. Pero cuando el mayor terminó de hablar, lucía corroído, y eso rompió un poco el corazón de ChanYeol, quien desistió en reprocharle algo.

Con renovadas energías, le dijo: —Naciste aquí, ¿verdad? ¿No quieres llevarme a conocer la ciudad?

BaekHyun saltó emocionado, pero se detuvo al darse cuenta que aún estaba en su trabajo. Mirando su reloj, descubrió atónito que ya eran más de las doce del mediodía, significado de que su turno había terminado y tenía la tarde libre por delante.

—¡Claro, confía en mí! ¡Conozco Liverpool como la palma de mi mano! —Y en verdad no era así, pero el hermoso desconocido le había contagiado su buen ánimo. Ya se guiarían pidiendo direcciones.

 

Cuando ChanYeol se detuvo a procesarlo todo, la mitad de sus pensamientos eran BaekHyun, y la otra mitad era Liverpool. No exageraba cuando le decía que de sus ocho meses viajando, ese era el mejor que había pasado. Pero BaekHyun no le creía, y entre risas le golpeaba el brazo con suavidad.

Empero era más honesto que nunca. Sentía que BaekHyun era lo más parecido a un alma gemela, concordaban en algunas cosas, y en otras no, pero encajaban jodidamente bien.

La risa de BaekHyun... Bueno, cuando BaekHyun reía, ChanYeol tenía fuertes deseos de tomar su cámara y atesorar la imagen, porque a veces la mental no era suficiente. Y el más bajo parecía no darse cuenta de lo que provocaba en su ahora amigo.

Y en aquellos días BaekHyun realmente reparó que nunca se había tomado el merecido tiempo para conocer su propia ciudad. En dos semanas, ChanYeol conocía tanto como él canda rincón de Liverpool. Era algo divertido, pero a la vez algo valioso que sólo ellos dos atesoraban.

A veces se robaban besos. Si es que se le podían llamar besos. Quizá en pleno viaje de tren o en plena calle bulliciosa. Era tan corto y tan imperceptible que ninguno de los dos podía jurar que era un beso. Aunque estaba bien, porque para BaekHyun era como decir “gracias por hacerme sentir vivo en estas dos semanas”, y para ChanYeol como susurrarle “gracias por enseñarme lo maravilloso que eres”, y de esa forma agradecer estaba genial. Con sus miradas y sonrojos. Abrazos de improviso. Ninguno de los dos tenía intenciones de cambiar algo.

 

 

—¿ChanYeol?

—¿Sí?

Ambos caminaban hombro a hombro, tranquilamente podrían aparentar como amigos, sin embargo tenían los meñiques entrelazados, y eso lo hacía dudoso.

—¿Cuánto más te quedarás aquí?

—Cuatro días.

—Oh...

Y de pronto todo estaba mortificado. Pero cuando ChanYeol bromeaba sobre los bocinazos de la gente, todo estaba mejor (a BaekHyun no le importaba en lo más mínimo que fuesen chistes malos). Todo estaba bien cuando ambos se reían por tonterías.

En lo hondo sabían que en cualquier momento todo se iría por la borda, pero pretendían ser ignorantes del hecho.

 

 

—¿BaekHyun?

Esta vez, la situación era diferente. No sabían exactamente cómo, pero habían terminado sobre la cama del mayor, con las piernas entrelazadas y una frazada cubriéndoles hasta el mentón. Hacía frío.

—¿Te vas mañana?

ChanYeol le abrazó con más fuerza. —Sí.

Realmente hacía mucho frío.

 

 

Las despedidas era lo que más odiaba en los viajes. Probablemente, lo único que odiaba de viajar. Inevitablemente hacías amistades en tu transcurso; a ChanYeol le encantaba encontrarse con gente con quien no tenía nada en común, excepto querer conquistar el mundo, y compartir historias y anécdotas. Él sabía que nunca más los iba a ver, pero de todas formas no podía evitar querer conocerles y llevarse una nueva enseñanza.

Pero respecto a BaekHyun, era una cosa diferente. El muchacho había estado en su vida una poca cosa de un mes, que había pasado volando, pero se había hecho parte de ella. Ojalá ChanYeol hubiese dejado de fingir que ignoraba el hecho de que BaekHyun había tenido un flechazo con él en el primer encuentro. Ojalá BaekHyun se hubiese vuelto valiente y le hubiese hablado durante la primera oportunidad.

Los besos, las caricias, las risas, los calores y los colores, a la libertad que había sentido no la podía comparar con ninguna experiencia pasada.

Y lo peor, era que no podía volver a ser egoísta como lo había sido toda su vida. No podía volver a pedirle a alguien que dejase todo para acompañarlo. A pesar de que en esta ocasión realmente quería hacerlo, porque recordaba perfectamente los ojos decaídos del chico cuando le hablaba de su sueño frustrado. Y aún así, no estaba en su derecho de implorarle.

 

 

Cuando ChanYeol se marchó, ninguno de los dos lloró, porque claramente sabían que cuando reían todo andaba mejor. Así que ChanYeol le dijo un chiste sobre azafatas, le estampó un beso lento y cargado de emociones, y dejó al muchacho sin volver a voltear atrás, oyendo cómo su propio corazón se hacía áñicos.

 

Naturalmente, no hicieron promesas. No había nada asegurado. No quedaba ninguna prueba de que se habían amado.

 

 

 

 

 

/////////

 

 

 

 

 

A ChanYeol casi se le salieron los ojos cuando, al llegar al hostel, una muy conocida figura lo esperaba sentado en el sillón de la sala de recepción.

—¿Baek...Hyun? —murmuró, con la garganta seca.

—Te demoraste demasiado —se quejó abultando los labios—. ¿Tan largo era el viaje en tren? Viajé aquí en avión y sólo me tomó dos horas.

El alto dejó caer las maletas, y corriendo a su encuentro, lo recogió entre sus brazos y le besó como si le fuese la vida en ello.

—Vaya. —Rió tontamente el mayor—. Te sorprenderé más a menudo.

—Eres un idiota —espetó enfadado. Viendo que BaekHyun lo miraba ahora concernido, aclaró. —El viaje en tren es mucho más barato que en avión. —Ambos rieron, juntando las frentes.

—¿Qué...? ¿Por qué de pronto decidiste...? —BaekHyun le acalló con un rápido beso.

—Bueno, tú sabes, quería experimentar esa libertad de la que me hablaste. Quizá muramos mañana, ¿no? Y sería horrible pensar que estuve toda mi vida trabajando en un café —su tono de seriedad sólo causó orgullo en el menor, y abrazándole con fuerza volvió a preguntar.

—¿Y tus padres?

—Les he dejado una carta y me escapé, sin más —exclamó como si le fascinara esto y estuviese satisfecho.

—Tú... —ChanYeol le buscó la mirada con asombro—. Además de loco, ¿te has vuelto rebelde?

—Mira, tú no eres el indicado para reprocharme eso —se defendió adorablemente—. Después de todo, sigues siendo un desconocido.

—¿Un desconocido? —repitió con diversión, saboreando las sílabas en su boca.

—Un hermoso desconocido —aclaró, escondiendo su rostro en el espacio del cuello y el hombro del contrario.

—Esta vez, es para siempre —musitó ChanYeol con afecto.

—¿Qué cosa es para siempre?

—Lo que sea que tenemos —ChanYeol sintió como BaekHyun volvía a reír—. Ahora podemos prometerlo, y es para siempre.

Notas finales:

Ojalá me dejen saber su opinión ^_^ En caso de querer hablar o insultarme (??), pueden encontrarme en twitter: https://twitter.com/TKForTheMusic


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