-¿Estas contento? Ya conoces mi rostro.
No respondí, aún seguía sorprendido de ver su rostro, su cabello era de un brillante tono amarillo, era largo, casi le tocaba los hombros, sus ojos azules eran profundos, su mirada se veía orgullosa, parecía un tipo decidido, es un joven, se veía más o menos de tres años mayor que yo, pero, ¿porque me fijaba tanto en su rostro? No es como si me importara.
Volvió a bajar la mirada a mi pecho, sus ojos miraban fijamente el vendaje, me sentí algo incómodo. Cubrí mi torso con mis manos y tomé los bordes de mi gran camisa escondiendo mi pecho en un intento de que dejara de observarme, me sentía sumamente incómodo y estúpido.
-¿Se puede saber tu nombre?
Me sonrió levemente, ¿por qué? ¿Acaso le pareció gracioso que le preguntara su nombre?
-Me llamo Mello, listo, te dije mi nombre, ahora dime en tuyo –Dijo en un tono decidido.
¿Mello? ¿Así se llama? Es un nombre un tanto extraño, pero no puedo quejarme. Y ya que se ha presentado, también debería hacerlo, supongo.
-Near –Dije toscamente, me miró de una manera burlona, ¿por qué lo hacía?
-Near, es un lindo nombre –Dijo mientras me miraba a los ojos, era sumamente extraño, ¿por qué me decía eso?
-Gr-gracias, supongo –Me sentía como un completo estúpido, no sabía que más decirle.
Intenté levantarme, pero el rubio me tomó de los hombros y me volvió a sentar en la cama.
-No deberías moverte, aún estás malherido, deberías quedarte.
-No podría, no quiero causarte problemas, gracias por todo – intenté volverme a levantar pero el rubio me insistió volviéndome a sentar esta vez un poco más fuerte.
-No, no te preocupes, no me molestaría en absoluto, te han herido mucho esta vez y…. me… preocupa un poco tu estado… -Dijo en un tono avergonzado, noté sus mejillas sonrojarse un poco.
¿Porque me decía todo eso? O más bien, ¿por qué le importo? En primer lugar ¿por qué me salvó la vida?
-¿Por qué me has salvado todo este tiempo? –Le dije en tono un poco enfadado, estaba cansado de no saberlo, quería saber la respuesta, ¿Por qué me salva? ¿Por qué no me odia como a todos los demás?
Bajó la mirada ¿abría sido muy directo? Sonrió por un instante de una manera retorcida, nunca había visto que alguien me sonriera, puesto que nadie nunca me hubiera sonreído, claro, pues todos me odian claro está.
-Porque…. Sentí lástima por ti, todos estos años te he observado y he visto como te maltrata la gente, no podía quedarme de brazos cruzados cómo te hacían daño las personas, y todo por ese tonto rumor de que eres el hijo de Dios ¿cierto? Yo creo que es solo una tontería, tú no eres una maldición, solo eres diferente, es todo…
Me quedé más que sorprendido, nunca creí que en este mundo hubiera una persona que me aceptara y me entendiera, por primera vez, no odio a alguien…
-Mello…
-¡Olvida lo que dije! –Dijo en un tono avergonzado, se levantó de la cama y me volvió a mirar- ¡vete si quieres! ¡Olvídalo todo! –Dio media vuelta y salió corriendo de la habitación.
-Hey ¡Mello!, ¡espera! ¡Oye!
Fruncí el ceño, lo sabía, ¡a nadie le importo!, ¡solo estaba jugando conmigo! Me levanté con cuidado de la cama, abroché mi camisa y salí de la habitación, miré a todos lados por el pasillo para ver si veía un rastro de “Mello” pero no lo vi en ninguna parte, avancé por el corredor y abrí la puerta de salida, era de noche, la nieve caía con fuerza golpeando todo en su camino, sentí un frio que me azotaba en todo el cuerpo, pero me dio igual.
Di una última mirada a la supuesta casa de Mello –Adiós Mello- susurré, avancé hacia la nieve, cerré la puerta y salí corriendo lo más fuerte que pude, la nieve me golpeaba fuertemente y casi no podía ver nada, solo seguí en línea recta siguiendo mis instintos con el fin de llegar hacia mi casa, después de un rato corriendo por la fría nieve llegué por fin a la puerta de mi hogar –por fin- dije, abrí cuidadosamente la puerta y entré lentamente, cerré la puerta de un golpe y me recosté contra ella, el frio me llegaba hasta el alma, me levanté y me dirigí hacia mi habitación y me tumbé sobre mi cama, agarré algunas cobijas y me metí debajo de ellas, intenté dormirme mientras que ahogaba el recuerdo de aquel joven que me había salvado de nuevo la vida, el torso me dolía, intenté ignorarlo. Y después de un horrible intento de dormir por fin caí dormido.