Es de tarde y el viento sopla dulcemente, meciendo los tulipanes en flor y su negro cabello.
Una vez más como cada año se hacía presente ese perfume en el ambiente, un aroma dulce y cítrico que recordaba vagamente a las tardes de verano, esas tardes en que lo único que se espera es recibir el cálido abrazo de los últimos rayos solares del día con la vista perdida en las nubes.
Su esbelta figura se muestra de perfil, rezando ante la tumba de su abuela, esa imagen es una hermosa composición finamente equilibrada con la tranquilidad del lugar.
Una vez al año se podía ver a este sujeto en este lugar, que muy poca gente podría catalogar de romántico, un pasaje privado de un cementerio al que pocas familias tenían acceso, los restos que se encuentran en este lugar son exclusivamente de los caídos en el mítico teatro de la opera que se había incendiado hace más de medio siglo, poca gente recordaba el trágico accidente, sin embargo, a ese joven lo encuentro año tras año en el acceso al "Pasaje de la ópera" ya es el tercer año consecutivo que estoy haciendo esto, y la verdad no me siento cómodo, es como si estuviera profanado algún tipo de ritual con mi presencia. Al menos así lo siento.
Mientras me coloco la capa de viaje puedo observar cómo con un cuidado casi excesivo retira con sus manos las enredaderas que se aferraban a la placa de mármol que lleva grabado el nombre de la mejor actriz que existió en aquel teatro.
Una vez más puedo escuchar la "plática" que sostiene con su abuela, pero algo inusual está pasando: se pone de pie, da media vuelta y me llama: "Ven, sé que estás ahí, desde hace dos años me observas tras la estatua del ángel. Puedes acercarte."
Siento la duda recorrer mi cuerpo, no sé qué hacer, como si una fuerza invisible me jalara hacia él, no sé en qué momento, ni cómo pasó, pero estoy caminando hacia él saliendo de mi escondite
Aquí estamos los dos frente a frente por primera vez en nuestras vidas, los nervios me traicionan y no puedo verlo a los ojos más que un breve momento, al bajar la mirada involuntariamente la poso en la fotografía que está en el espacio que recién se había abierto entre las hojas de aquella planta enmarcándola de una forma muy bella, muestra a una dama muy hermosa que sin duda en vida levanto varias pasiones y seguramente rompió mas de un corazón. El joven que se encontraba frente a mí había heredado esa belleza y aire refinado.
De una forma sutil y casi imperceptible me retira la capa, la dobla y con cuidado la coloca sobre sus pertenencias, coloca una fuerte pero suave mano sobre mi hombro y me sonríe, nos sentamos en una banca de piedra que se encuentra a unos pasos.
No puedo evitarlo, recorro su figura con la mirada hasta topar con su rostro será cosa de días, quizá de meses, pero la diferencia de edades era prácticamente nula. A mis veinticinco años no soy aún ni sombra de la majestuosidad del caballero que tengo a mi lado, fácilmente pueden confundirme con un adolescente que no pasa de los 20.
Mientras el observa la tumba frente a nosotros deja salir un suspiro y vagamente una lágrima emana de su ojo, es como si de repente un mal trazo corrompiera la perfección de su rostro como si de una pintura se tratara, seco esa lágrima devolviendo ese aspecto varonil y seguro a su rostro y de paso yo vuelvo a la realidad, siento cómo me pierdo entre sus brazos, su perfume me embriaga y puedo sentir la fuerza de sus músculos presionando cálidamente mi cuerpo.
Siento que he perdido la razón, le devuelvo el abrazo que rápidamente toma un aire más íntimo, ardiente, deseoso, puedo sentir como mi sangre hierve de sólo sentirlo tan cerca no sé ni su nombre pero siento que ya lo necesito.
Sus labios se posan salvajemente sobre los míos robándome el aliento pero ya no me importa dejo que haga su voluntad conmigo. ¿Qué está pasando? ¿En qué momento comencé a sentir esto? ¿Por qué no puedo detenerme?
El calor aumenta entre nosotros mientras la noche se hace presente, algo me dice que debo alejarme, pero la atracción es demasiada y no puedo separarme ni un poco. Sus manos recorren mi cuerpo sobre la ropa, un susurro en mi oído me ordena que lo toque y una voz dentro de mí le hace eco, siento cómo mi voluntad se hace añicos y violentamente me convierto en un ser sediento de placer. Comienzo a retirar la camisa de mi amante desconocido para dejar al descubierto un cuerpo que bien podría ser el de un ángel caído, el sabor de su piel es adictivo y cada vez quiero probar más de esa blanca y aterciopelada piel que ahora despierta mis sentidos mientras beso y recorro su abdomen me desprendo del chaleco y la camisa que comienzan a estorbarme. Quiero sentirlo en todo mi ser, saborear cada rincón de su piel.
Lentamente nos recostamos en la banca. Sabemos que nadie nos interrumpirá, así que casi sin pensarlo lo despojo de su pantaloncillo y de las medias, no me reconozco a mí mismo, me quedo maravillado al contemplar su miembro que responde rápidamente a la situación mostrando una magnifica erección. Me dispongo a introducirlo en mi boca, pero mi amante me detiene, su mirada ya no es suave, esa expresión normalmente me asustaría pero no sé por qué en esta ocasión me alienta; me toma por el rostro y me acerca para nuevamente contenerme entre sus brazos y besarme de esa manera áspera y embriagante, única.
Sus manos hábiles logran despojarme del resto de la ropa y antes de que pudiera regresar al punto donde me había quedado él se coloca sobre mí, recorre mi piel con besos que lejos de ser tiernos y provocativos resultan un verdadero tormento que me impide pensar en otra cosa que no sea sentirlo totalmente. Levanta mis piernas para acomodarlas sobre sus hombros y sin titubeos empuja su miembro dentro de mí, no estaba listo para esa impetuosa irrupción y un grito de dolor escapa de mi garganta, pero él sabiamente sella mis labios con un beso, dejo de sentir el vaivén de sus caderas y su miembro moviéndose dentro de mí, el dolor se hace a un lado para ceder paso al placer que se apodera de mí. Me sorprendo a pedirle que continúe con más fuerza, el ritmo de nuestros corazones aumenta con el de sus movimientos que se hacen cada vez más profundos, el calor es insoportable y nuestros cuerpos se perlan de sudor.
Pierdo la noción del tiempo sumido en ese placer, pero un impulso en mi entrepierna me devuelve a la realidad, siento cómo la explosión de mi semilla llega al vientre de mi amante ocasional, un gemido por su parte sirve de alarma para el momento en que su cálido semen inunda mi cuerpo, agotados nos sumimos en un abrazo y después de cubrirnos con mi capa un beso fue nuestra interpretación del clásico “buenas noches”.
Puedo sentir los rayos de sol en mi rostro y despierto, mi ropa se encuentra pulcramente doblada y sobre esta un tulipán y una nota con una bella letra que dice: “Gracias por la noche tan linda que pasamos, no intentes buscarme yo te encontrare aquí, cuando nuevamente florezcan los tulipanes”.
No fue un sueño, en realidad pasó, intento convencerme, un pañuelo con ese perfume me dice que sí me buscará y que volverá a pasar…Como vuelven a florecer los tulipanes.
Blackneko44