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Acaricia mi alma por Doki Amare Peccavi

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Cap. 3: Un extraño «hola»                                  

Parte I

 

(*) Pero todo lo que tengo es este viejo sueño que siempre he tenido

Mis ojos estaban rojos, las calles brillantes

Esos antiguos años, eran blanco y negro

Tenía un sueño en el que eras mío

Yo he tenido ese sueño, una y mil veces

 

 

Escuchó el rechinar de unas llantas, el impactó le hizo hacer un movimiento brusco para evitar que Mu se moviese demasiado, a pesar de eso, imaginó que había dolido porque de los labios rosas de su amigo salió un quejido si represión, fue sólo en ese instante, que por la mente de Dita pasaron infinidad de cosas, él iba detrás de Shaka, los cristales al otro lado de él crujieron y pedacitos finos salieron disparados; unos cuantos cayeron incrustados en las manos blancas de Camus, el conductor dio un chillido y soltó el volante haciendo que el auto viejo patinara por la acera hasta quedar detenido por una jardinera.

 

Fue cuestión de segundos, Shaka había visto la ambulancia y no pudo decir nada, todo había resultado demasiado rápido, escuchó el grito, el crujir de los cristales y también el choque del auto en la jardinera, se viró para mirar al conductor, sangraba; detrás Dita tembloroso, sostenía a Mu con recelo, Camus había sido bueno, en un intento por cubrir a Mu, había recibido los cristales filosos, y sus piernas habían sido golpeadas con el flojo asiento del taxista.

 

Camus necesitaba un medico, Mu también...

Salió, Shaka, del auto lo más rápido que pudo, golpeo en la ventanilla que daba hacia Dita.

 

— ¡Dita... sal, sal ahora mismo! — Abrió la puerta, hizo que esas manos lindas soltaran el cuerpo inconciente del carnerito. — Anda Dita, date prisa...

 

Dita fue guiado por Shaka, cojeaba, no recordaba haber recibido algún golpe, pero le dolía, no levantó la mirada, sus ojos se mantenían atentos a las piernas de Shaka, en su pantalón blanco; en la sangre que parecía no ser del rubio.

 

Caminaron hasta un callejón. Notó Shaka la preocupación en el rostro de Afrodita.

 

— No estés asustados Dita, estarán bien, no podemos quedarnos con ellos porque nos llevarían al hospital, — Con su dedo índice levantó el rostro de Dita, con sus labios rosas sonrió por inercia, todo estaba bien, pensó Shaka, de la bolsa de sus pantalones, sacó varias diminutas bolsitas blancas y lo entendió. Que les llevaran al hospital, pensó Dita, no era todo el problema, tenían ciertos productos ilegales que esconder antes de todo. — tenemos que ir a dejar esto primero, también necesitamos más dinero para pagar las lesiones de ambos.

 

.*.

 

Les vio alejarse, a esos dos chicos, iban aturdidos, en otro momento hubiese corrido a auxiliar, a preguntar si su ayuda serviría de algo; en otro momento, ahora estaba más preocupado por su hermano y sus dos amigos, dejó la motocicleta tirada, corrió hasta donde la ambulancia, los paramédicos hablaban por la radio, exagerados, no había ni siquiera nada que pudiese llamarse daños materiales, un par de raspones, nada grabe sólo un paramédico que cayó de rodillas y sufrió un ataque de vergüenza por no sostenerse bien. Para ese momento, Milo ya había despertado, se mantenía con la mirada fija en Saga, le dolía pensar, pero intentaba recordar cómo había caído.

 

Estuvo un poco más tranquilo al ver que nada grabe había pasado, por lo menos no en la parte que a él le importaba.

 

Bajó de la ambulancia, ya otra menos bonita había llegado, atendían a las personas accidentadas en el taxi, tres seres inconcientes, la ambulancia en la que su hermano iba, emprendió su camino, le vio alejarse, caminó sin pesar hasta donde su motocicleta nuevamente, comenzaba a dispersarse la multitud de gente curiosa, los autos que habían parado continuaron con su recorrido también.

 

En esta ciudad feliz no hay más que decir, los policías estaban cambiando de turno.

                                                                                                                      

.*.

 

Llegaron a su hogar, era pura suerte que ese día hubiese agua, ellos la robaban, habían pagado a un hombre para que de forma ilícita construyera una pequeña tubería hasta su baño, lo había hecho a medias el maldito, el dinero de ellos era poco y las necesidades de hombre demasiadas, lo mismo con la luz eléctrica, un interrumpir directo al tiradero, había algunas imperfecciones, ya habría tiempo de mencionar eso después.

 

Shaka, después del baño, le había secado con ligeros toques, Dita permanecía arrodillado en su colchón.

 

— No podemos, no tenemos dinero, aún no hemos cobrado. Shaka, tú sabes de ésto...

 

— Diremos que, que estábamos en una fiesta, tenemos algo guardado, podemos ocuparlo ¿No? — Dita bajó la mirada, Shaka lo notó en seguida— ¿Tenemos el dinero?

 

— No

 

— ¿Qué hicieron con el dinero? — Pero Dita no respondía, no había estado de acuerdo con eso, pero, al fin y al cabo, terminaba siendo cómplice, cedió ante los ruegos de Mu.

 

— ¡MALDICIÓN DIME... ¿QUÉ HICIERÓN CON TODO ESE DINERO...?!

 

— ¡No me grites Shaka! — Con su mirada nublada, salió de la habitación, estaba nervioso, necesitaba algo de droga, se encerró en uno de los cuartos, las paredes eran blancas, y en una de ellas, la silueta de ellos cuatro permanecía remarcada con tinta fluorescente, en medio de la habitación una mesita con varias bolsas, las que Shaka había protegido tan recelosamente todo su trayecto.

 

Tomó una de las bolsas, tabletas blancas y bonitas, con letras grabadas, eran tabletas que rebasaban los requisitos requeridos. Ilegales, muy ilegales, fue por eso que la partió en dos, depositó la mitad en la mesa, la tomó sin titubear, fue su saliva acumulada lo que le ayudo a tragarla...

.*.

— ¿Y el otro conductor, ¿cómo está?

 

— Era un taxi, al parecer también venían hacia el hospital, creo que todo esta bien, el coche sólo retrasó las cosas nada más, no hay de que preocuparse.

 

— ¿No sabes en qué piso están? — Cuestionó Saga, tenía cierta curiosidad. —

 

— No, no están en este hospital, vi su ambulancia estacionarse en otro sitio.

 

.*.

Tiempo, seco, ruido añejo.

 

Con sus ojitos cerrados en esa habitación compartida, evitó mirar a la mujer que lloraba a su lado, apretó los puños con fuerza, tenía tres días ahí, tres espantosos días, y ellos no habían ido a verle, una férula en su mano derecha, no le molestaba, no mucho, tal vez era porque hasta el momento, no se había alimentado y por obvias razones no había tenido razones de más para ponerse de pie.

 

El doctor que siempre les atendía, le había dicho que estaba más que pagada la cirugía del brazo derecho, que Shaka y Dita no podrían ir a verle, dijo todo, habló más de lo que Mu quiso soportar, en un día podría irse, dejó una bolsa negra debajo de su cama de hospital, tenía sus prendas, por esta ocasión haría una excepción, no sería necesario que alguien fuese a recogerle, el medico lo había autorizado. Mu podría irse solo en un día. El papeleo de salida estaba arreglado, buen tipo... pero... no había mencionado nada de Camus.

 

 

Parte II

 

Camus era muy inteligente, tenia muchos libros, todos habían sido de su padre leía en sus ratos libre, siempre me dijo, que el miedo se producía por acción de la amígdala a través de una estimulación sobre el hipotálamo lateral, que era sólo un proceso de adaptación, que las personas tenían miedo cuando toman conciencia de la dificultad de una situación, de pensar que podían perder algo...

 

Escuchó varias voces, ninguna conocida, sus ojos permanecían cerrados, y comenzaba a inquietarse, sus dedos sentían ese inconstante hormigueo, y dolían, y tenía comenzó en los brazos, poco a poco comenzó a acomodarse, la sabana estaba gastada y amarillenta, no había más que hacer, odiaba estar en ese lugar, giró su vista, sintió una pequeña incomodidad, como una basurita en su ojo, lo talló, la molestia persistió por un largo rato, y sólo le restó importancia cuando un medico joven, le sonrió e indicó que harían un traspaso.

 

Sin darle oportunidad de reclamar, dos enfermeros le arrastraron hacia una camilla más bonita que la propia cama, esas sabanas si estaban blancas, con el olor de hospital, dejaba atrás el falso aroma de químico para pisos. Y en verdad no lo supo, si fue la seriedad en el rostro de todos, la falta de sujetos conocidos o el hecho de que nadie respondía sus preguntas. Habló más fuerte, mientras era trasladado por entre los pasillos llenos de gente desesperada.

 

...que sólo hay dos maneras de actuar ante el, enfrentarlo o huir.

 

.*

.

Se le notaba calmado y sonriente, generalmente pasaba por ser un personaje bastante escandaloso, hoy Dita aún llevaba algo encima, por el contrario, Shaka, había decidido no consumir nada, habían podido pagar apenas lo de Mu con sus muy escondidos ahorros.

 

Ambos entraron al consultorio, el doctor que siempre les miraba con nostalgia brindó una mirada extraña para ellos, tal vez lastima, temor ajeno o agonía, tenía otras noticias que dar sobre además de las de Mu quién había recibido el tratamiento adecuado y estaría bien en algunos meses. Por otro lado, había una noticia inesperada.

 

— Seguro fue en el accidente, se le desprendió la retina, no tenemos lo necesario para realizar el procedimiento, ningunos de nuestros doctores es un especialista en esos casos, y no hay oftalmólogos en este lugar. Tendrán que buscar otro sitio.

 

— ¿Otro sitio? Pero este sitio es el único que podemos pagar — El doctor frunció el ceño, pensó que acudían a ese lugar por fidelidad —

 

— Puedo recomendarles uno, nuestros vecinos hacen este procedimiento con regularidad, me tomé la libertad de hablar con uno de los encargados, y por el papeleo, no tendrían que preocuparse, podría ayudarles sólo en eso. Aunque... si llamasen a los padres de ese chico, se quitarían un gran peso de encima, es una cirugía fácil, pero requiere de algunos cuidados y revisiones después del procedimiento.

 

.*.

 

Cuando cierro los ojos recuerdo ese momento.

 

Salir a la calle, con un brazo enyesado y el cabello trenzado, no tenían ni la mínima idea de lo preocupado que estaba, estaba solito... solito y preocupado, porque no había tenido noticia alguna de sus amigos en todos esos días. No tenía dinero para ir en transporte hasta su hogar, había pensado en pedir prestado, pero no tenía ganas de recibir malas caras. Decidió que lo primero era ubicarse, no es que no conociese a la perfección esa parte de la ciudad, pero el hecho de caminar hasta donde vivía, requería de un pequeño tiempo para meditar, y elegir el camino perfecto para no gastar tantas energías, ni desperdiciar tanto tiempo.

 

Buscó un buen lugar para sentarse, no encontró más que una banca, en un parquecito, la mayoría de la gente se mantenía seria, seguramente era porqué los hospitales estaban cerca, hombres y mujeres con el rostro largo, incomodaba verles, así que decidió cerrar los ojos y apuntar su rostro hasta el cielo... no pasaron ni cinco minutos cuando notó que alguien se sentaba a su lado, otros cinco más para que esa persona quisiera empezar a entablar una conversación con él.

 

— Pareces cansado... ¿Estás bien? — Mu ignoró la pregunta, no era un buen momento, no deseaba ser un tipo sociable. — Oye, si necesitas algo puedes decirme.

 

Fueron los diez minutos más largos de mi vida, hablaste tanto que memorícese el tono de tu voz, no escuché nada de lo que decías; imaginaba, comencé a imaginar cómo serias, un nuevo juego inventado y de pronto... callaste, me dijiste algo que no entendí y te marchaste.

.*.

 

Dita con la mirada baja, intentó deshacer el amarre de su cabello, lo había atado tan bien que le fui imposible hacerlo del buen modo, tomó un cuchillo y cortó el listón rosado. Shaka estaba arrinconado en la pared, eran esos momentos los que más odiaba, verle así, desprotegido y sin su habitual tono seguro le resultaba completamente horrible.

 

— Shaka, estará bien...

 

— ¿Y si le maté?

 

— ¿Cómo crees que va a pasar eso? — Afrodita suspiró y a paso lento, se acercó al rubio de ojos azules — Apenas si le rozaste con la punta, además... si hubiese sido algo grave, ya nos estarían buscando, no hay demasiados chicos lindos como tú y yo, somos fáciles de identificar.

 

Guiñó el ojo derecho y Shaka se aferró a su cuerpo antes de que Dita pudiese cambiar de posición, terminaron los dos de rodillas al suelo, con sus brazos aferrados al cuerpo ajeno, con los ojos bien cerrados, con las manos temblorosas.

 

Parte III

 

Habían pensado en varias maneras de conseguir dinero, la más factible, la menos arriesgada, entre sus tantas formas de hacerlo, resultó ser la menos predilecta, fueron a plazas, a algunos cines, esos pequeños robos no dejaban casi nada, no hablando en cifras de varios ceros, más precisamente en las cifras del costo de la operación de Camus, todo parecía tan tonto, hacia apenas unos días, estaban alegres, comenzaban los buenos negocios de ventas y amistades influyentes.

 

Y ahora así, sin verdaderos ahorros, con dos navajas pequeñas y un arma falsa Dita y Shaka salieron una noche a un bar, lugar de borrachos con dinero; había varios grupos de chicos, todos niños ricos ebrios. Aquella madrugada estuvo perfecta, casi ningún robo a la fuerza y estando casi a nada de irse, observaron a dos chicos que se ladeaban de un lado a otro.

 

Dita dio un codazo a Shaka para llamar su atención, sólo por una noche irían un paso más allá, el rubio tenía miedo y sin embargo ambos terminaron emboscando a aquellos ebrios.

 

— Tengo un arma, si me das las llaves, no te pasará nada — Dita tembló, un auto no era lo mismo que las mesadas de esos niños ricos, pero tenía una seguridad nata daba la idea que aquello lo había hecho ya un par de veces como mínimo —

 

— ¿De qué estás hablando? — Respondió uno de los niños ricos. El más ebrio a la par que Shaka hurgaba entre sus prendas.

 

 — Dita, busca las llaves en su ropa, este no las tiene.

 

— Sí — Bajo la luz de un poste, Shaka y Dita revisaban entre las prendas de ambos sujetos inmóviles. Entonces, dos sujetos salieron de pronto para auxiliar a los borrachos distraídos y este momento de distracción fue bien aprovechado por “las victimas”

 

Primer forcejeo; Dita quedó aprisionado entre el auto y el cuerpo del niño rico más cuerdo: DM

 

— Milo, deja de jugar, no me digas que “esos” puede ganarte... – Había dicho DM después de ver un punto débil en su atacante.

Milo intentó hacer lo mismo con Shaka.

Milo tonto,

Milo confiado

Milo en el suelo,

 

Saga y Kanon observaron cómo su amigo había sido tirado al suelo con facilidad y como entre ambos asaltantes golpeaban a DM para liberarse.

 

Los gemelos no se lo pensaron dos veces, Saga ayudó a Milo a ponerse de pie y Kanon soltó un golpe directo al rostro del rubio. Se habían mirado apenas a los ojos cuando Dita había sido nuevamente atacado y esta vez le habían arrojado al suelo, haciendo que soltara un gemido de dolor.

 

Antes de que las cosas empeoraran para ambos, y en un intento de Kanon para atacar a Shaka, este reaccionó en impulso, empuñó su navaja y rozó el pecho de la persona que había intentado hacerle daño…

 

Ante el asombro de los niños ricos, los asaltantes salieron corriendo.

 

Dita y Shaka eran buenos haciéndolo, de ello dependía la mayor de las veces su vida, así que veloces eran.

 

— Shaka... tengo las llaves del auto. —  Murmuró Dita con apenas el aire suficiente para hablar.  

 

.*.

 

Días después del incidente Saga notó que su hermano era un exagerado, no había querido abandonar el hospital para tomarse unas merecidas vacaciones, así que ahora tenía doble tarea, hacer sus deberes y los del incumplido del Kanon.

 

La mayoría de las veces sus amigos iban para molestar un rato a Milo, porque había sido derrotado por dos enanos. DM, por el contrario, había estado de mal humor todo el tiempo, su padre no había querido darle el repuesto de las llaves de su auto, porque tenía que aprender una lección por semejante acto de irresponsabilidad, así que ahora se movía en transporte escolar como castigo.

 

Saga ocupaba el tiempo entre la visita intermedia y la última visita, haciendo deberes en el comedor del hospital o pasando el atardecer en el parque…, como aquel día.

 

Alguien en especial había llamado su atención, le pareció extraño verle tan solo.

 

Una eternidad le tomó aventurarse y sentarse a su lado...  otra eternidad para hablarle y después, habló, y habló, de lo que hacía ahí, del colegio al que asistía.

 

Minutos después llegó Milo por él, se despidió de aquel extraño chico que sólo le había dedicado una media sonrisa dulce.

 

Caminaron Milo y él caminaron hasta el hospital, en aquellas cuatro paredes blancas el tiempo le parecía una eternidad, habló con su hermano de sus deberes e informó que al día siguiente le darían de alta, después Milo y DM se retiraron y él, acompañó a su hermano hasta que el tiempo de visita hubo terminado, salió del hospital y cruzó por inercia aquel parque en el que había estado por la tarde, antes de que anocheciera…

 

Tal vez fue curiosidad... tal vez un trozo de casualidad o el destino

 

.*.

 

— Sigues aquí...— Removió el cuerpo del chico de cabello largo — Te has quedado dormido...

 

(*) Pero no contesto preguntas, yo solo sigo adivinando

Mis ojos aún están abiertos, las cortinas están cerrando

Y todo lo que tengo es este viejo sueño que debo haber tenido.

 

Una y mil veces, mil veces

Yo he tenido ese sueño una y mil veces

 

 

.

|¤°.¸¸. ·´¯`» Doki Amare Peccavi «´¯`·.¸¸. °¤|

 

 

(º·.¸(¨*·.¸ ¸.·*¨)¸.·º)
«.·°·~*~' continuará ‘~*~·°·. »
(¸.·º(¸.·¨* *¨·.¸)º·.¸)

 

 

(*) A 1000 Times - Hamilton Leithauser + Rostam

 

 

 

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Y a  Aurora Execution  &  maxi anime Muchas gracias por sus comentarios ♥ Capitulo dedicadisimo. 

 


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