Cap. 1: Key
Él era el ser más hermoso cabello claro, labios rosas, sonrisa perfecta y figura delgada. Siempre que pasaba por los pasillos, enfundado en pantalones ceñidos al cuerpo y playeras extravagantes todos se detenían a mirarlo, él solo hacia caso omiso a todas esas miradas, por decimo quinta ocasión un chico trato de vociferarle sus sentimientos, en cambio Kibum cambio de dirección volteando el rostro. Yo solo era el espectador más, jamás me sentí atraído por él, lo odiaba como no tenía una idea. Por él mi madre sufrió mucho, por él mi padre no me miraba, él me robo mi familia.
— Ya deja de verlo Minho —lo regañe, siempre que Key pasaba, Minho ponía cara de idiota, igual que todos. Las chicas ya comenzaban a odiarlo, le escondían las libretas o le abrían el locker, para sacarle cosas y esconderlas o aventarlas al bote de basura.
— Déjame, no entiendo porque lo odias.
En ese momento Key paso por un lado de nosotros, Minho se volteo para otra parte justo cuando Key fijo su vista en nosotros, era una mirada realmente inquietante.
— ¡Jong, Minho! — Gritó Onew mientras corría hacia nosotros — ¡Miren! —Onew era muy torpe, aun sigo preguntándome cómo demonios le hizo para entrar al club de baloncesto, Minho era el capitán a pesar de ser de segundo año, Onew y yo estábamos en tercero. Key iba pasando enfrente de mí justo cuando el estúpido de Jinki tropezó con el escaloncillo y lo aventó haciéndolo chocar contra mí, Key quedo en medio de Onew y yo. En seguida Onew se reincorporó y dejo que Kibum hiciera lo mismo. Key era muy popular, pero siempre se le miraba solo, quizá era porque había entrado hacia apenas un mes a la escuela, lo transfirieron por motivos no especificados.
— Perdón —dijo Onew poniéndose todo rojo, Key le sonrió y se fue. —Me sonrió Jong —continuó entusiasmado, captando las miradas asesinas de todos los que escucharon, incluso de Minho.
— Y eso que, lo he visto sonreír muchas veces. —balbuceo Minho entre dientes.
— Ya dejen de pelearse, y ¿Que era lo que querías que viéramos?—pregunté con son de regaño.
— ah, sí; que dentro de una semana tendremos que jugar un partido amistoso contra la escuela ganadora la vez pasada, —nos mostró el pedazo de papel que llevaba en mano.
***
Un jueves de noviembre iba caminando por la escuela, habíamos practicado un poco más tarde de lo usual pues la competencia seria dentro de unos días, pude ver la figura de Kibum rondar los pasillos de la escuela, se auto abrazaba y frotaba sus brazos, tratando de darse calor, solo traía una camisa de manga larga y sus pantalones, el frió calaba hasta los huesos y él solo vestía eso, se metió a uno de los salones y comenzó a remover los bancos, buscar debajo de los pupitres, me acerque a la puerta para ver qué era lo que sucedía, estaba demasiado molesto, aventaba los mesa bancos y luego comenzó a llorar, tapándose el rostro con ambas manos, sentí pena por él, por mucho que lo odiara, no podía dejarlo a morirse del frió.
— ¿Te sucede algo? —le pregunté aun en la puerta, él se destapo el rostro; sus labios estaban rojos a causa del frío y sus ojos mojados. Se me quedo viendo con esos hechizantes ojos gatunos.
— ¿Has visto mi mochila? —inquirió tallándose el rostro con el dorso de la mano, tratando de secar sus inundadas mejillas.
— No, no la he visto, tengo una chaqueta ¿quieres que te la preste? —él asintió con la cabeza y se acercó a mí, extendiendo la mano, las puntas de sus dedos estaban completamente rojas y heladas, me apresure a sacar la prenda de la maleta que traía encima y se la pase, él la acepto y sin reparos se la puso.
Onew y Minho pasaban por ahí y vieron la escena, ambos al mismo tiempo preguntaron a Key sobre su estado.
— ¿Qué te sucede Key? —dijeron en coro.
— No es nada, es solo que no encuentro mi mochila —sonrió melancólicamente, para sorpresa de todos.
— Dime como es, te ayudare a buscarla —dijo Onew, obviamente Minho no se quedaría atrás y también se ofreció arrastrándome con ellos.
Unos minutos después ya todo el equipo se encontraba buscando la dichosa mochila, la cual Key describió con rayas de colores azules y rosas. Al final fui yo quien la encontró, estaba en un cesto de basura. La abrí para verificar que todo se encontrara en su lugar, había un par de libretas, un libro y una chaqueta. En una bolsita más pequeña se encontraba un celular con caratula rosa y muchos papeles doblados, la mosca de la curiosidad se paro sobre mí y me hizo abrir uno.
“Maldito marica de seguro que por eso te echaron de tu escuela” otro decía “Eres una zorra que se la pasa moviéndole el trasero a todo el mundo” no quise seguir leyendo los que restaban, con esos me bastaba para saber que las chicas realmente lo odiaban.
— ¡La encontraste! —gritó Onew arrebatándomela de las manos para írsela a entregar a su dueño.
— Muchas gracias a todos —nos dijo haciendo un reverencia, miró en su reloj de pulsera la hora, luego murmuro un “rayos” apenas audible y comenzó a correr hacia la salida llevándose mi chaqueta aun puesta.
***
Minho y yo íbamos caminando, cuando vimos como Key iba y dejaba a un chiquillo a la secundaria que se encontraba muy cerca de la preparatoria, Minho me dio un codazo para que lo volteara a ver, iba abrigado hasta las narices.
— ¿Dónde está tu bufanda Taemin? —le preguntó al chiquillo.
— No lo sé, la tenia puesta hace un momento —dijo. Kibum se quito la suya y se la paso por el cuello al más pequeño y luego le comento “no la vuelvas a perder quieres” a lo que el niño solo asintió.
Ese chico realmente no era de mi agrado, tan solo verlo se me revolvía el estomago, de prisa entre al colegio y puse de excusa al frio para no quedarme en los pasillo como generalmente lo hacía siempre.
Eran las doce de la tarde cuando la clase se vio interrumpida por unos golpecillos a la puerta. Era Kibum con mi chaqueta finamente doblada en brazos.
— ¿Me permite a Jonghyun? —le pregunto a la maestra de biología, todos me voltearon a ver, pero la maestra contestó.
— Disculpe joven, pero estamos en clase; si realmente lo necesita regrese más tarde. —la mujer ya tenía bien ensayada esa frase, pues cada que llegaba alguien a interrumpir la pronunciaba.
— Gracias —murmuro bajando la cabeza.
Cuando salí del salón, afuera se encontraba Key sus mejillas estaban rojas, traía su mochila consigo como siempre después del incidente.
— Muchas gracias por prestármela ayer —me la tendió, para que yo la tomara.
— De nada —le dije y luego me marché. Minho se quedo ahí con él.
— ¿Puedo decirte algo Kibum? —escuche como le preguntaba, intuí de que se trataba, seguro que Minho le diría que le gustaba.
***
Llegue a mi casa, apestaba a cigarro, olor al que ya me había acostumbrado, pues desde que mi padre se fue con la madre de Kibum, mamá se enfrascó en su trabajo, ya no iba por mí a la escuela, no llegaba hasta muy tarde, fumaba como enferma mental, luego comenzó a beber alcohol hasta que la despidieron de su trabajo y terminó con una depresión comiéndose la en vida.
Cada que la miraba, mi odio hacia Kibum se incrementaba.
— Mamá despierta, si vas dormirte hazlo con el cigarro apagado —Le dije antes de apagar el cigarro con mis propias manos.
Eran cerca de las cinco de la tarde cuando partí para mi trabajo, trabajaba en un almacén, el dueño era un hombre grande y le costaba mucho mover las cosas, así que me dio el trabajo porque yo era joven.
Ese día había salido más tarde de lo que normalmente lo hacía, estaba caminando cuando escuche una voz bastante conocida.
— Déjame —se quejaba. Voltee a ver de quien se trataba y mire como Key forcejeaba con alguien de mayor tamaño.
— Así que ahora tratas de hacerte el digno —ironizo el sujeto. Mientras lo acorralaba contra la pared de un viejo edificio.
— Déjame, maldito —dijo mientras le escupía al rostro. Algo que aumentó la ira del tipo, este le tomo ambas manos y las puso encima de su cabeza.
— ¿Recuerdas cuando te me vendiste por darle de comer a tu hermano? Realmente te gusto como mis manos vagaban por ese cuerpecito ¿no?— escupió las palabras arrastrándolas por su garganta, para sorpresa de Key en ese momento pase justo enfrente ambos, lo voltee a ver reprobando su conducta, así que todas las palabras que le habían escrito esas chicas eran ciertas, en cuanto sus ojos chocaron con los míos él bajo el rostro de inmediato.
Mis entrañas se revolvieron al ver como ese sujeto comenzaba a acariciarlo sin pena ni prejuicios, en medio de la calle y a altas horas de la noche. Seguro que lo había aprendido de su madre, venderse por dinero, el oficio más antiguo del mundo.
Eran las siete y treinta de la mañana y Minho ya se encontraba en la puerta, haciendo sonar el timbre, salí para poder llegar a la última práctica antes del partido oficial, cuando Minho comenzó a hablar.
— Ayer le dije que me gustaba —confeso sin tapujos, espero a que yo dijera algo pero no sucedió nada así que continúo —Dijo que él no me convenía y que buscara alguien mejor.
− Tiene razón, él no le conviene a nadie. —deje que las palabras escaparan de mi boca.